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San Juan Bautista de la Concepción Obras IV – S. Juan B. de la C. IntraText CT - Texto |
EXHORTACION 28
En que se prosigue la materia de arriba y trata de la necesidad de las buenas obras en cualquier varón spiritual
1. Vamos siempre, mis hermanos, con esta letura, de que estando en este mundo hemos menester obrar, trabajar y ejercitar este hombre exterior y que jamás huelgue. Ha de ser como el horno de vidrio, que, porque no se destemple, siempre le han de dar fuego y echar leña; y aun cuando en las fiestas no se hace vidrio, ha de estar encendido, porque, si se apaga, es dificultoso de tornar al puncto que se requiere para hacer cosa tan delicada como el vidrio, que con un soplo se forma y hace. Eso propio tienen nuestras potencias y nuestra alma en este cuerpo: que, destemplado y enfriado en las cosas de Dios, no sacaremos obra interior bien hecha, porque son muy más delicadas que las piezas de vidrio, de quien decimos se hacen a soplos, pues estas interiores se hacen con unos movimientos interiores que no se sienten, no con soplar sino con mirar y tener atención al que en su alma aguarda en sosiego y quietud. Y así digo que es necesario que para este nuestro cuerpo no haya fiesta en que no arda, se abrase y se le dé fuego, ocupándolo en obras y cosas sanctas.
2. La sposa parece habló de las unas obras y de las otras. Y vamos siempre con esta lectura de que estas exteriores son necesarias para conservar las interiores. Dice, pues: Nigra sum, sed formosa, sicut pelles Salamonis et sicut tabernacula Cedar 1. Cada día nos vuelven estas palabras en romance y bien las saben todos: Negra soy pero hermosa. Y aun por eso estaba hermosa y agraciada en lo de dentro, por estar negra y trabajada en lo de fuera. La causa que ella da lo declara, que el sol la tiene de aquella manera: quia decoloravit me sol 2. Y es así que el sol, que en la tierra produce en esto exterior piedras, cambrones, spinos y abrojos, en las entrañas y en lo más scondido produce oro, plata y ricos metales. Y si las conchas de la mar son duras y ásperas, allá dentro tienen encerradas perlas y piedras preciosas. Que parece a todas estas cosas les proveyó la naturaleza de fundas y cuberturas para guardar lo que era más con lo que es menos. No ha de querer un religioso tapar y encubrir con el regalo del cuerpo la bonanza del alma y las virtudes interiores con blanduras exteriores, que las cortinas de holanda fina y blanca con que el arca del testamento a estaba vestida y adornada otras tenía encima de sayal grosero que las cubría 3, porque lo blanco y delicado afuera fácil se mancha y ensucia, como se mancharía nuestro [94r] cuerpo si con el regalo lo hiciésemos delicado, blando y amoroso. Ha de ser de sayal grosero para todas las suertes de trabajos, sin que él reciba perdición o daño spiritual, para que así defienda los pensamientos sutiles que allá dentro forma el alma.
3. El platero sus dibujos hace sobre pez, y después quedan las labores grabadas en el oro y plata que está debajo. Suele haber algún engaño en personas que repugnan las penitencias y trabajos exteriores, que dicen que el bien consiste en los actos interiores, como son rendimiento, resignación, amor de Dios, oración y contemplación y que, habiendo alcanzado algo de eso, les parece ya se puede cesar de todo puncto de lo exterior. A quien respondo yo que con qué medios alcanzaron aquellos ejercicios interiores si no se los infundió Dios milagrosamente. Primero los dibujaron en el cuerpo, como decimos hace el platero sobre la plata que dibuja en pez negra. Y rindiendo al cuerpo, sujetándolo, macerándolo y ejercitándolo en cosas sanctas, vino el alma a quedar hermosa y con buena pintura.
4. A los pajarillos, cuando están en el nido y recín salidos del cascarón, pónenles la comida en la jaula y el agua en sus bebederos b. Después, cuando grandes, no han menester tanto cuidado, porque ellos se lo buscan c. Y atento que no siempre han de hallar todo aquello que tienen necesidad, no se han de descuidar de todo punto de echarles cebo. Así es nuestra alma y de esta manera nos hemos de haber con ella. En el principio de la perfección, cuando apenas ha salido del cascarón, es necesario en la jaula de este cuerpo ponerle el sustento y comida y, en los libros sanctos, como bebederos, la bebida; y que todo lo tenga cerca, que aún no sabe volar al cielo y a la grandeza de Dios, a que le dé sustento más puro y spiritual. De suerte que, si en los principios no le acudiésemos al alma con algunos trabajos y exercicios corporales con quien se entretiene y recree, puesto caso que ella no sabe buscarlos lejos, moriría lejos de alcanzar la vida que pretendía. Verdad es que, después de se le haber caído el pelo malo y ella vuela y busca, no es tan necesario la continuidad de estas obras exteriores, pero no que de todo puncto se olvide, porque [94v] no siempre y de todo puncto ya ella halla todo lo que ha menester en los ejercicios interiores. Muchas veces Dios se le esconde, tapa y encubre.
5. Y para estos tiempos es necesario sea un siervo de Dios como aquella sancta y fuerte mujer de quien dice el Spíritu Sancto en los Proverbios que tenía mill officios, para cada tiempo acommodado el suyo (Prover. 31) d. Y, entre las demás cosas que de ella dice, noto dos. La primera, dice que es nave de mercader que de lejos trai el pan 4. Y siendo ese oficio del navegar sólo de buen gobierno, y si el tiempo sucede a pelo, como a esta mujer le vendría por ser guiada por el Spíritu Sancto, es officio sosegado y quieto, porque el mercader que así bien cargó sus riquezas, sentado y seguro se va en su navío, que el buen tiempo lo lleva donde tenga sus buenas ganancias. Y con todo eso, a e esta mujer fuerte le da el Spíritu Sancto otros officios de manos, que aun allí no la quería sola con esa ganancia, sino que tuviera otras muchas, como es decir: Quaesivit lanam et linum, et operata est consilio manuum suarum. Et de nocte surrexit, deditque praedam domesticis suis, et cibaria ancillis suis. Consideravit agrum, et emit eum; de fructu manuum suarum plantavit vineam 5, etc. ¡Qué de officios! Que viene cargada de pan de lejas tierras y, con todo, compra tierra en que labrar, de suerte que, aunque tiene officio de mercader —que es officio descansado, como es el comprar y vender, trocar y cambiar—, con todo eso, quiere comprar tierra que romper y labrar, quia panem otiosa non comedit 6.
6. Lo segundo que notaba en el officio de esta mujer fuerte es casi en lo propio, porque, habiendo dicho que operata est consilio manuum suarum, por quien es entendido el trabajo de las manos, ¿qué necesidad tenía después de decir: digiti eius apprehenderunt fusum 7, pues parece que allí se entendía, en las primeras palabras: quaesivit f lanam et linum, et operata est consilio manuum suarum? Respondamos a esto postrero y digamos que lo que ahí pretendió el Spíritu Sancto fue decirnos que en esta mujer fuerte nada holgaba; y que, en muchos oficios y labores que se le da a la lana y al lino, que trabajan las manos [95r] y parece huelgan los dedos, en esta mujer nada holgó, pues hasta los dedos ocupó con el huso.
7. También pudo ser nos quisiese dar a entender el Spíritu Sancto que esta mujer no era como las demás que tratan en lino y lana, que lo dan a edificar fuera quedándose ellas con el provecho y sin el trabajo. Ella propia lo labraba con sus manos, que eso quiere decir consilio manuum suarum, que no lo labraba con g la industria de su entendimiento, sino con el consejo e industria de su manos y con el trabajo de sus dedos. Y de aquí queda también respondido a la primera duda: que, aunque tenía officios de poco trabajo, como era comprar pan de lejos y cargarlo en naves, también cultivaba la tierra y entendía en officios no sólo de labrador, que huelga el invierno cuando el trigo está debajo de tierra y no hay qué hacer, sino que tanbién para entonces tenía officio de tejer y hacer vestidos para sus criados.
8. Bien claro está. Si de esta manera ha de ser la fortaleza de un alma, que no sólo se ha de contentar con ser nave de mercader en la oración, donde con poco trabajo trai pan y sustento de lejos, sino que también ha de labrar y romper el cuerpo sembrando en él sanctos ejercicios. Y si, puesto en la oración, le parece h que ya allí todo entero está ocupado y entretenido en Dios, que, después de haber salido, considere si ha trabajado con toda la mano. Si se han estado ociosos los dedos y los sentidos, déles después el huso, que tuerzan la hebra de la vida perfecta que pretende tener, de suerte que no haya tiempo para quien no haya officio, porque no se coma el pan de balde.
9. Paréceme esta mujer fuerte al discreto cazador que sale con sus pájaros al campo a caza, el cual i da las entrañas de lo que se caza a las aves de rapiña que lleva. Y si acaso no le sucede como pensaba, lleva de repuesto sustento para sus pájaros. De esa misma suerte hace esta mujer fuerte, que, aunque es verdad que trata en officio de comprar y vender pan de lejos por la mar, pero, por lo que sucediere en ese officio, quiere estar apercebida de buenas tierras, en que sembrar y tener otros officios, y no estar siempre atada a las ganancias de uno. Particularmente [95v] debe hacer esto un alma que puso su officio en cosas spirituales, las cuales, como son tan delicadas y están puestas en las manos de Dios para darlas y quitarlas cuando él fuere servido, ha de saber un alma muchos officios, para que no se vea afligida faltándole alguna vez los consuelos interiores que otras veces le habíe Dios dado a montones. En las cuales ocasiones que cesó el aire primero [y] se detuvo la nave cargada, tenga tierra que labrar y que cultivar, acuda al cuerpo y ocúpese en ejercicios exteriores, así de penitencia como de mortificación, que en el entretanto será Dios servido de trocar los tiempos y volver los vientos y que el alma se torne al primer estado.
10. Suelen los que hacen injambres, si las abejas con su maestra volaron y desampararon el corcho, bajarse al suelo y dar golpes y palmadas; y al ruido se baja la injambre y torna a su antigua y primera casa. De esa misma suerte muchas veces le parece a un alma que está como un corcho vacía y como j vasija despoblada y que las abejicas de sus artificiosos pensamientos se le fueron volando. En esta ocasión no debe desconfiar; tome otro officio, como decimos, humíllese, dé palmadas y golpes en su cuerpo, macere su carne, ocúpese con los pobres y sus hermanos, que al ruido que hiciere bajará Dios, que es el maestro y señor a quien siguen obras y pensamientos y todo lo bueno que puede desear.
11. Que eso es lo que Cristo dijo por san Juan: Si quis diligit me k, sermonem meum servabitl, Pater meus diliget eum, et ad eum veniemus, et mansionem apud eum faciemus 8. Esto tiene el amor, que en todo hace cumplir la ley de Dios, como si sólo fuera una palabra. Porque los mandamientos de Dios son como las ruedas del relox, que la razón que hay para que ande una rueda ésa hay para que anden todas, porque de tal manera están trabadas y conexas que las pesas que menean las ruedas que están juntas a sí train las otras. Y aun lo propio que decimos de los cielos, que ad motum primi mobilis moventur omnia mobilia; al movimiento del amor de Dios que está en el corazón del justo se menean y andan todas las cosas que están en este hombre interior y exterior en cumplimiento [96r] de la ley de Dios. Y si el peso de este amor mueve mis potencias e inclina a mi voluntad a que ame a Dios, que es lo que se me manda en el primer mandamiento, ese propio lleva trabado a sí el segundo y el tercero, que es no jurar y el sanctificar las fiestas, porque no se dirá amar uno a otro cuyo nombre le desprecia y fiestas m a su honra dedicadas no le guarda. Y de ahí también viene el cumplimiento de los siete preceptos que pertenecen al provecho del próximo, porque, como acá decimos, quien bien quiere a Beltrán bien quiere a su can. Bueno fuera que dijera yo que quería bien a Pedro y maltratar a sus criados, despreciar sus obras, borrar sus imágines y perder su hacienda. Todo esto está encerrado en nuestros hermanos, que son siervos y criados de Jesucristo y los hemos de considerar como retratos e imágines suyas, hacienda ganada con su sangre. Y así, amando a Dios, es fuerza, si el amor es bueno y verdadero, hayamos de amar a nuestros próximos.
12. He aquí cómo la ley de Dios está abreviada y hecha un epílogo en el amor, el cual n, estando fijo en el corazón, como la aguja del relox, poco importa que la sombra se varíe, que con certidumbre y verdad señalará las horas del día y estará el relox bien concertado. Así digo yo que no importa que la mano y sombra de nuestras obras se ejercite y ocupe en cosas diferentes, que, como el corazón esté siempre en Dios, verdaderas serán las obras con que una vez el religioso se ocupa en actos de humildad, otras veces en oración, unas en actos interiores y otras en exteriores, nunca jamás parando sino dando la vuelta a la redonda con perpetuo movimiento. Y esto significa el reducir aquí Cristo la suma y cumplimiento de su ley a una palabra, diciendo: Si quis diligit me, sermonem meum servabit, donde juntó amor y palabra, porque, siendo uno el amor, uno será el cumplimiento de la ley, tiniendo todas las obras interiores y exteriores correspondencia con ese amor fijo de adentro.
13. Así como, siendo uno el corazón y la vida del hombre, son muchos sus movimientos y operaciones; y si es hombre perfecto, con todas las partes de su cuerpo ha de estar aparejado y en potencia para las ejercitar, los pies, las manos, los ojos y lengua y los demás sentidos. El amor de Dios es la vida y el corazón del hombre spiritual y, aunque éste es uno, ha de estar dispuesto para obrar según cuando y como es necesario con todas las partes de que consta este hombre spiritual, sin que ninguna esté imposibilitada o para acudir a estas operaciones.
14. Dice más Cristo: que el que le amare y guardare sus mandamientos, [96v] su Padre le pagará en la propia moneda, porque en retorno de amor le amará. Que es lo que dice también por san Juan: In me manet; y en correspondencia de este servicio que me hace, le pagaré en la propia moneda, cual es: Ego in illo 9. Y aun lo que san Pablo 10 dijo es lo propio: Iam non ego, sed vivit in me Christus. Dice Pablo que no vive él, que deja de vivir, como si dijera, por Cristo. Y Cristo le paga, que, por dar él su vida por Cristo, Cristo le da la suya a Pablo, pues dice: vivit in me Christus.
15. Lo segundo que el hombre hacía por Dios amándole era recupilar su ley en una palabra, juntarlo todo y cumplirlo como si fuera un solo precepto. Pues, en recompensa y paga de ese servicio, dice Cristo: Ad eum veniemus, et mansionem apud eum faciemus. El amor en ti trai bien y juntamente ordenadas todas tus potencias y el cumplimiento de toda la ley. Pues ese amor hace lo propio en mí, que, amándote yo a ti, haré de tu alma una casa y habitación donde acudiremos todas tres personas de la Sanctíssima Trinidad y conmigo p llevaré todas las cosas juntamente, para que todas las tenga y posea el justo que lleva a Dios tras sí.
16. De donde veremos de cuánta importancia es la perseverancia en las buenas obras. Pues ellas son las que nos train a Dios del cielo cargado de mill bienes, las que nos lo detienen y guardan, conservan y hacen que permanezca. El, por quien es, nos dé gracia para que siempre le amemos y luz para que echemos de ver de cuánta importancia nos es el continuar esta vida spiritual. Etc.