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San Juan Bautista de la Concepción Obras I - S. Juan B. de la C. IntraText CT - Texto |
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XI. CONOCIMIENTO EXTRAORDINARIO DE DIOS 1. Cinco modos de conocimiento extraordinario
Este segundo modo de conocer, aunque pienso tiene un principio, es en muchas maneras, que pienso las dos quedan ya tocadas arribaa.
Un modo es que de suerte ninguna ella sabe cómo es ni cómo no, ni cómo le enseñaron ni cómo, sin pensar ni saber, la que, sin ser dicípula ni haber ido a escuelas, se halla maestra y halla dentro de sí una claridad tan connaturalizada que le parece naturalmente conoce y entiende muchas cosas; y no repara en ello ni advierte aqueste mejoro propio, sino piensa que todos los hombres del mundo entienden y conocen de aquella manera.
[190r] Y esto lo debe Dios de hacer. Como un hombre si fuese de cortíssima vista y cada día le fuese Dios aclarando un poquito más los ojos, hasta que en spacio de un año los viese y hallase claros y de larga vista. Este, sin reparar ni saber cómo, se halló con unos ojos muy claros; y sin reparar en ello, el que de antes era harto ver un cuerpo grande, se halla que ve tildes y puntos muy pequeños. Pensando que todos ven de aquella manera, no repara en ello. Así pienso yo se ha Dios con algunas almas sanctas: que, tiniendo primero unos entendimientos muy obscuros, cortos y de corta vista, su poco a poco les ha ido dando altíssimo conocimiento, hasta que se hallan doctos en todas las sciencias, sin saber cómo ni cómo no.
Otro modo hay de entender y conocer bien parecido al que tienen los bienaventurados en el cielo: que, comunicándosele Dios a esta alma, y sintiendo en sí a este buen Dios, derramándose por toda ella los bienes que este Señor trai, se le reparte al entendimiento conocimiento de cosas muy particulares, y éstas son las que Dios más gusta de darle a conocer. Yo no sé cómo esto se puede declarar. Consideremos que esta alma está allá dentro recogida con este buen Señor; en él halla la voluntad qué amar, y en él halla qué entender (no sé si digo bien por ese modo). Siente que aquel Señor que está allá dentro le da a amar y le da a entender.
Como el sol que, siendo uno, según la dispusición de las tierras, en unas partes produce flores, en otras fuentes, en otras minas, y todo se halla en el sol. Pues lo propio, cuando esta alma siente que este soberano sol está allá dentro, vuélvese a él con todas sus potencias, y en su voluntad produce amor, y en el entendimiento rocío, agua de sabiduría y fuentes y manantiales de sabiduría celestial. Las cuales fuentes siente esta alma que nacen y vienen de aquel principio; que por eso, en alguna manera, comparé este saber y sciencia a la de los bienaventurados, por conocer en Dios, que dentro de ellos está.
El tercer modo es el que ya tenemos dicho arriba, de cuando siente esta alma que de fuera y por de fuera llueven en ella un conocimiento particular de las cosas. Y ella propia echa de ver que le administran aquel conocimiento por de fuera. Como si por una ventana viésemos entrar un rayo de sol en un aposento; no quiero decir que serviríe de luz que descubriese lo que en aquel aposento había que de antes no se conocía, porque ése ya seríe otro modo de conocer, sinob como si aquellos rayos fueran cosas conocibles ellos en sí, fuera de lo que [190v] en el aposento estaba. Aquella persona que en el aposento asistía, vería y conocería aquellos rayos que de fuera venían y entraban en aquel aposento. Y éste pienso que es mejor exemplo que el del agua, porque en fin los rayos del sol son más penetrativos que el agua; y estando y viniendo ellos por de fuera, conocen adentroc; y algunas veces sienten o, por mejor decir, conocen vienen de fuera y se dan a conocer. Y así digo que a esta persona se le ofrecen conocer algunas cosas, que las propias cosas y el conocimiento de ellas viene todo junto y junto se le ofrecen.
Y de este modo de conocer, si tengo de decir lo que siento o podría juzgar, digo que, si no fuese imaginación y antojo, entendería lo hace algún ángel, a quien Dios puede haber dado aquel officio; y entiendo esto poderlo hacer el demonio. Y así, hay que temerlo y examinar mucho acerca de qué da este conocimiento y los fructos que de él se sacan y a qué se enderezan, si tiene algún grande fin y aprovechamiento particular, propio o ajeno, no sea que el demonio nos quiera engañar conociendo en nosotros algún apetito de conocer lo bueno y lo malo, que fue la golosina que abriód y dispertó el apetito de Eva para que comiese de lo vedado1.
Y cierto que tendría por muy acertado mostrarnos en esto con tanto recato y temor que, en ello no reparando demasiado, en semejantes ocasionese hiciésemos lo que hacen los que están en la calle cuando llueve: que se recogen y entran en casa, dando a Diosf gracias porque Su Majestad llueve sobre sus sembrados; y como gente que les puede acatarrar el mojarse, ellos recógense adentro. Lo propio digo yo deben hacer estas tales personas cuando sientan esta agua que cai sobre ellos: pedirle a Dios llueva y riegue sus sembrados, que son sus potencias, para que crezcan las virtudes; y ellos en aquella ocasión recójanse allá dentro, no haciendo caso demasiado de aquello, como cosa que han menester particular manutenencia de Dios, para no se acatarrar o arromadizar con ello, o tener algunos pensamientos de elación, altivos o presemtuosos, como personas que se ven ricos a poco trabajo; porque, como este conocimiento viene tan sin mortificación interior, sino tan por de fuera, casi se queda fuera. Y si cuando a uno le viene no le viene más de para parlarlo [191r] y decirlo y hacer obstentación, si este conocimiento fuese de cosas extraordinarias, juzgaría ser del demonio. Y por eso digo yo que, viviendo con particular recato, las tales personas se entren allá dentro y le pidan a Dios conocimiento de sus peccados y de sus miserias; y que no quiere saber más que a Cristo crucificado2, etc.
Otros dos modos tiene y puede tener esta alma, de quien vamos tratando, de conocer con algún modo estraordinario, que yo no les podré dar nombre que entienda que les cuadre si no es puniendo exemplo. Va un hombre destosg que hablamos leyendo en un libro o en un missal, diciendo missa y leyendo un evangelio o una epístola de san Pablo, que en otras ocasiones no la entendiera. Unas veces se le ofrece el conocimiento de aquello que leeh a parte extra, y otras a parte intra. Quiero decir (por si esto leyere quien no entendiere aquellos términos) que unas veces el spíritu de la letra lo conoce pegado a la misma letra; otras veces, en sí propio. Podría ser que todo fuese un modo de conocer, según diferente dispusición que tiene nuestro spíritu: cuando el spíritu está recogido y más apretado y unido en sí, conoce en sí; cuando este spíritu no está recogido, sino que parece que se estendió y salió de sí, como cansándose de estar siempre tan apretado, y quedó más estendido, entonces conoce en la propia letra, a parte extra, que es conocer el spíritu en la letra que lee.
Pongamos un exemplo, aunque no sé si cuadrará. Consideremos que una cosa tiene en sí luz y resplandor para conocerla; aunque yo esté en tinieblas, véola, porque la luz que en sí tiene me la muestra y descubre. Otras veces veo una cosa no porque ella tiene luz para la conocer, sino porque yo tengo una vela en la mano que me da luz para conocerla; y entonces digo que la luz que yo tengo en mi mano me da a conocer la tal cosa. Y así digo yo que pienso que estas personas la luz de lo que entienden y conocen estái y la hallan en la letra; otras veces la hallanj en sí propios. Y ya digo, podría ser que entramos modos de conocer tuviesen un principio: en estar o no estar el spíritu recogido.
Quiero poner un exemplo de esto, que por no entender o saber bien en artes esto, podría ser ser mejor el exemplo. Yo miro aquella pared. El conocimiento y vista me parece está en ella, y que en ella se determina la vista y el conocimiento. Y podría ser que estuviese en mis ojos su conocimiento y visión, abstrayendo de ella las especies visibles, representándose en mis ojos sus species visibles. Así digo yo que, cuando entiende y conoce en la propia letra, podría ser que los rayos y luz que hay en su espíritu saliesen acá fuera y se determinasen en la letra de lo que se lee. Y siendo [191v] el spíritu que conoce afuera ser el propio que conoce adentro, según diferentes dispusiciones que el tal spíritu tiene: unas veces que el spíritu, que en él estaba recogido, se estendió y salió echando rayos como el sol y conociendo las cosas en las propias cosas; otras veces, cuando se recogió, parece que se ha comok los ojos, que recoge en sí y atrai a sí las species de lo visible. Y de esa manera, cuando el alma está recogida, recoge y lleva allá dentro el spíritu de lo quel lee y entiende. Y como esta intellección la halla [unas veces] allá dentro y, otras, afuera, le parecen dos modos de entender.
Y cuando a esta alma se le comunica este conocimiento adentro, sirve para más la unir y recoger; y según mayor o menor recogimiento, mayor o menor conocimiento de la cosa, hace en la tal alma para la recoger y apretar y unir en sí. Que pienso algunas vecesm se hace, como acá decimos, un ovillo tan apretado y se quiere estrechar tanto allá dentro de sí que parece se perdió a sí propia de vista y no sabe qué se hizo. Podría ser fuese como el ave que, cuando quiere dar un vuelo que se pierda de vista, se estrecha y se une más en sín, encoge las alaso y el cuerpo parece lo cose con la tierra. De esa misma manera el conocimiento de aquello que entendió la recogió tanto a esta alma allá dentro que fue causa que diese un vuelo, que a sí propia se perdiese de vista.
Yo vi lo que diré. Yo estaba dando el hábito de donado a un hermano en Valladolid que con grandes ansias lo había pretendido, [con] unos fervores, unos deseos de agradar grandíssimamente a Dios; y de su parte hacía lo que podía respecto que, siendo mozo principal muy tenido y estimado de gente de gran consideración, con todo eso no quiso si no es el hábito de donado. Pues, yéndole creciendo los deseos, estándole dando el hábito, allá dentro vínole un recogimiento notable; que, como si el spíritu que dentro de él estaba se le hubiera de ir, apretaba los ojos, los dientes, las manos, los brazos, mostrando por de fuera lo que el spíritu hacía allá dentro, como que quisiera él que no sólo el alma se recogiera en spíritu, sino que todas las partes del cuerpo se fueran allá dentro. Hizo tanta fuerza en este recogimiento esterior, nacido del interior, que los hermanos y todos al principio entendimos le daba alguna enfermedad, si no viéramos el vuelo que hizo el spíritu que para eso se había recogido. [192r] Y aun tambiénp volaron los sentidos en seguimiento del spíritu, de suerte que dende entonces se le derrama spíritu por los ojos, por la lengua; y los ojos y lengua y demás sentidos parece se le volaron y fueron donde los talesq: aunque r miran, no miran; y aunque hablan, no hablan. Porque, como se recogieron con el spíritu allá dentro esos sentidos y cuando voló el spíritu volaron tras él, ya parecen esos sentidos más spíritu que cuerpos, porque cuando miran afuera, parece que su principal mirar es adentro, y cuando hablan, parece que echan fuera aquellas palabras que dentro son spíritu. Y es muy ordinario que estos tales, aunque miran, no advierten ni notan lo que miran; ni cuando hablan, si no se hacen fuerza para pegar spíritu a aquello que hablan, se les echa de ver una mala gana en el hablar, que para cada palabra que han de hablar parece está la lengua aguardandos de allá dentro una licencia muy particular para ello. Y lo causa que, como el alma está recogida allá dentro, parece las partes de acá fuera quedaron (como dijo el otro siervo de Dios) como arrabales despoblados, que la gente que les ha de dar ser, ha de bajar de la ciudad, que es el alma, donde toda ella está recogida (no digamos ahora en qué). 2. Dos formas de salir del recogimiento
Ahora quiero por amor de Dios que se advierta, pues hemos llegado a tratar del alma allá dentro recogida y acá fuera volando; y digo que, cuando esta alma se recogió para más volar, suele dar el vuelo de dos maneras (porque se advierta dos extraordinarios efectos que en los tales suele hacer). Recogióse esta alma; y siempre allí apretada y unida, no lo tengo por muy posible que le dure mucho, según los modos y tratos ordinarios que tiene ya Dios puestos para estas almas sanctas en que se exerciten. Porque, si un rato un pájaro se abate a la tierra y cose con ella, otro rato vuela y se levanta. No siempre esta alma puede estar así recogida, que estenderse tiene y salir de aquel pequeñito círculo en que se recogió y volar.
Pues digo que este vuelo es en dos maneras. Unas veces hay que su natural lo tienen en volar hacia arriba, digamos derechas, que apenas se ve o sabe cómo cortan el airet; creo son destas [192v] aves el águila y la garza.
Otras veces hay que, aunque se levantan de la tierra para volar y vuelan, les dio Dios tal natural que vuelan sin alzarse mucho de ella. Y éstas mejor las vemos y gozamos que las otras, que apenas se les ve menear de un lugar sino que parece que se están quedas; y no lo están, sino que vuelan más, porque en lo más alto está el aire más sutil, y con más facilidad lo rompen. Acá abajo está el aire más grueso y lo rompen con más dificultad; y esto se echa de ver viendo el ruido que hacen con las alas.
Ahora, pues, el alma que después de recogida salió a volar. Digo que hay unas almas que, después de aquel recogimiento, volaron arriba y quedaron con unas notables ansias y deseos de Dios sin mezcla de otra cosa, meneando su corazón para arriba, para sólo amar y querer a Dios en el mismo Dios. Y como estas almas vuelan por partes y lugares más puros y sin mezcla de cosas corpóreas, cuando nosotros las vemos que hablan poco, miran y no advierten, nos parece que no se menean, y vuelan con gran ligereza. Y si el spíritu salió de su estrechura y recogimiento, parece que, si salió de sí, salió para irse a Dios; y allá está con él, donde no sólo no lo saben los que miran, pero tampoco lo sabe ella dónde está. Sólo sabe hacer diferencia de sí cuando está en sí recogida o cuando voló y salió de sí, digo de este recogimiento.
De donde nace que muchas personas, que ven algunas almas de esta manera, se maravillan diciendo: No entiendo a Fulano; si es sancto, ¿cómo no predica? ¿Cómo no enseña? ¿Cómo no amonesta? ¿Cómo no visita pobres y se exercita en otras cosas? Acontece a estar una hora en una conversación sin hablar. Y así, de estos tales tengo por cosa cierta que sólo pueden hablar cuando tienen algún recogimiento dentro de sí y les da Dios ese don en aquel estado, que hablen y enseñen, porque en aquel recogimiento les da Dios conocimiento de algunas cosas que por entonces pueden hablar o enseñar. Pero, cuando volaron arriba donde están, como dice san Pablou: que sursum sunt querite, que sursumv sunt sapite3; están buscando las cosas de arriba y gustando de ellas; están comiendo y callando, etc.
[193r] Hay otras almas que, después de aquel recogimiento, vuelan a los lados de suerte que, volando por el camino de Dios, les dio Dios tal spíritu que lo exercitan acerca de cosas de acá, como curar pobres, enseñar ignorantes, predicar por las calles, buscar almas, remediar afligidos y necesitados. Estos, como su vuelo es cerca de tierra y de cosas visibles, donde el aire anda más grueso, óyese su vuelo, nosotros echamos de ver cómo vuelan, cómo caminan por el camino de la virtud; alabámoslos de la charidad, del don de lengua y de todas aquellas cosas que les vemos exercitar con sus prócximos. Y ellos, como su volar y su espíritu echó por ahí, llevan un ruido y un estruendo notable; quiero decir, conócenseles unas palabras abrasadas para aquello que hacen, los ojos lesw echan centellas; si cogen un peccador, con las manos lo quieren deshacer y despedazar; por las calles en búsqueda del pobre van desempedrando las calles, llevan sus senos llenos de pedazos de pan.
Para quien los conoce, quiero poner exemplo en dos varones spirituales. Y aunque por la misericordia de Dios los pudiera buscar y hallar en nuestra Orden, pero quiérolos buscar en la ajena, que no se toparán ya con ellos por ser el uno muerto y el otro en Roma. De los primeros, que vuelan hacia arriba, es el padre fray Domingo de Jesús4; que siemprex con Dios y en Dios anda elevadoy y levantado; hombre de pocas palabras, poco mirar, que según el poco ruido que hace con sus alas, parece no se ve caminar, siendo lo contrario porque camina a la posta y por partes que no tiene ni aun aire que le inpida.
El otro fue de los segundos que decimos, el padre fray Francisco Indigno o de Jesús5. Este padre no se hallabaz un momento en la celda, sino por las calles predicando y deshaciendo peccadores; en entrando en las casas, pedía cuenta de lo que rezaban y cuándo confesaban, etc. Estos tales, comoa van volando más cerca de nosotros y los vemos y oímos sus palabras encendidas, más notamos y echamos de ver su virtud y sanctidad.
Todo esto se levantó de la salida que hace el spíritu después de recogido; que cuando está en sí recogido, [193v] parece conoce en sí y, cuando vuela, conoce fuera de sí, siendo el propio el spíritu fuera y dentro, etc. Y así les debe de suceder: que, mirando ab una persona, en la propia persona conocen la necesidadc de la tal persona; otras veces, aunque la miran, no la conocen en ella, sino en sí propios. Y si es acerca de remediarla, debe de ser que el amor de Dios, dondequiera que se sienta, es atractivo, atrai a sí; y cuando yo veo un hombre necesitado de alguna cosa y me muevo hallando en él algo que me mueva, el amor de Dios sentóse en él, y así deseo darle mi vida y mi alma; cuando este amor se sentó en mí, deseo hacerlo otro yo y meterlo en mis entrañas. Y esto que decimos del amor, podríamos decir del conocimiento, etc. 3. Declaración del conocimiento extraordinario
Ahora, pues, cuando un hombre conoce y entiende del segundo modo que arriba dejamos dicho dos pliegos de aquí, que es cuando su poco a poco le fue Dios dando una luz y una claridad particular sin saber ella cómo, sino que se vino a connaturalizar con ellos de suerte que piensan que, como ellos entienden, entienden todos, estos tales son más dificultosos de entender, digo, estas almas lo que hablan. Porque, como ellos no advierten el modo extraordinario con que entienden, piensan que todos son así y déjanselo obscuro. Y hablan debajo de metáforas y sentidos extraordinarios, pareciéndoles que, como a ellos se les representa -ven y conocen con claridad en la figura lo figurado y en la sombra la verdad-, que todos son de aquella manera; y así, déjanlo por explicar y dar a entender.
Pero los que entienden y conocen con algún modo estraordinario que ellos adviertan que aquello es sobrenatural y que es gracia en que Dios los ha particularizado, aunque no se declaran cuanto conviene, en fin ponen exemplos y lo reducen a término por do se pueda entender lo que dicen. Y pienso muchas veces habló la sancta madre Theresa en esta forma; que, conociendo ella aquellas particulares mercedes que Dios le hacía, buscaba exemplosd con que declararse y darse a entender6. De aquí quizá debiera de provenir el hablar unos prophetas con más claridad que otros, según el mayor o menor conocimiento que Dios les dabae de que aquello que entendían o conocían [194r] era más o menos levantado de nuestras propias fuerzas y ordinario modo de entender.
Y aun creo se puede poner exemplo en lo natural. Hay unos hombres tan agudos y de tan grandes entendimientos que siempre vuelan tan altos que no paran en explicarse ni acommodarse a la cortedad de los demás entendimientos. Otros hay que estudian y con su trabajo saben y, como conocen la dificultad en el saber y entender, para darse a entender usan de rodeos y exemplos.
He visto yo un italiano y un español estar cada uno hablando en su lengua. Y decía el español: ¡Qué mala lengua esta estranjera! Miren la nuestra: ¡qué clarita y qué fácil! Y lo propio decía el italiano. Y no consideraba el español que aquella claridad era para él, y no para el otro. Y diciendo el otro que no le entendía lo que hablaba, lo tornaba por otros vocablos españoles que menos los entendía. Y si este español entendiera que aquella claridad era para él sólo por ser su lengua y que para el otro, por no saberla ni entenderla ni profesarla, le era muy dificultosa, no se espantara de que el otro se la dificultara; y él trabajara de darse a entender o por señas o por palabras.
Pues digo lo propio, que los que tienen aquel modo de conocer, en quien Dios puso aquella luzf y claridad a las cosas, es muy ordinario el hablar con obscuridad lo que dicen, pareciéndoles es muy clarito para los demás como lo es para ellos. 4. Conocimiento de la esencia y presencia de Dios
Dirán sus charidades: Hermano, este es modo estraordinario de conocer las cosas; díganos en qué forma podrá esta alma conocer o certificarse de que tiene a Dios. Plega a Dios no dé a entenderg ser loco o tonto o soberbio; y pensando que hago bien en scribir esto, gastase tiempo en balde, que descubriese quién yo soy.
Digo que el modo más ordinario de conocer esta alma a Dios es en sus efectos, como conocer que la voluntad ama y el entendimiento conoce; echa de ver que allí anda Dios meneando a aquella máchina, armonía y conposición interior y exterior, y que para efectos tan altos sólo Dios es el que tiene todo aquel poder para levantar aquellas potencias a oficios tan altos. Pregúntase si esta alma puede conocer a Dios en Dios, sin conocerle, digamos, en sus efectos.
Yo pienso que, como dicen acá, por el hilo se saca el ovillo. Esta alma, cuando ve en su entendimiento aquel altíssimo conocimiento que mueve a la voluntad, que hace esto: acude al entendimiento y allí procura buscar y ver si puede en su personah [194v] propia conocer al dador y motor de ese conocimiento; y como ve que el conocimiento se arroja y va asido a la voluntad para amar, vase tras ese conocimiento a ver si está allá envuelto en aquel amor de la voluntad. Y lo más cierto es que allí el alma pierde la vista y no puede descubrir más hilo, sólo tener una grandíssima certidumbre que dentro de ella hay quien haga aquellas labores y que ella no tiene fuerzas para por sí hacerlas.
Pienso que algunas veces tiene algunos sentimientos esta alma en que piensa que conoce la presencia de Dios en sí propioi, pero creo se engaña. Como cuando yo meneo la mano, no veo yo el alma que la menea y me parece que es aquel sentimiento que yo tengo cuando siento menear la mano. Así, piensan que aquel sentimiento interior que es la persona del mismo Dios, y no es sino movimiento y efecto que causa y hace el mismo Dios.
Esto es en cuanto a la presencia. Pero en cuanto a la esencia, digo que pienso que lo que se le ofrecej acerca deste conocimiento [es] sólo una certidumbre grandíssima de cómo Dios por esencia está en todas las cosas, communicándose a cada una de diferente modo y dándose que de ella participen de diferente manera. Y halla un particular conocimiento de que en todo él está este gran Dios y que, doquiera que se vuelva, está esta esencia y ser de Dios; y ve que no tiene más ser que aquel que Dios le está comunicando, según más o menos comunicación. 5. Efectos de la comunicación de Dios
osa notable que, mientrask más se le comunica este ser de Dios, ve y conoce menos ser en sí; y mientras más se le esconde este conocimiento, más echa de ver de sí, conociendo en sí entendimiento, memoria y voluntad; y tanto se le puede esconder que le parezca no es más que un costal de tierra. Y entonces, cuando le falta este conocimiento, es más libre para darse y entregarse todo entero a quien él quiere; que, como cuando éste tenía este conocimiento de este ser de Dios en quienl él estaba no estaba tan libre porm estar más en Dios quen en sí, parécele que, aunque esté sin pensar ni hacer particulares discursos, está bien ocupado. Y esto es cierto: que los hombres más amigos somos de recebir que no de dar. Y como esta alma, cuando Dios le da este conocimiento, ve que está recibiendo el ser y el tal ser deste gran Dios, y gusta de estarse allí, pero, cuando le falta, como libre busca él a quién darse y comunicarse a las criaturas; y entonces echa de ver en sí la diferencia que hay cuando tiene el conocimiento o cuando le falta, que es la que hay de dar o recebir.
Y el decir que, cuando así está recibiendo, [195r] no es tan libre, dígolo porque, estando así prendada de aquel sumo bien, no se sabe desasir para divertirse a otras cosas; como si vos estuviésedes oyendo una comedia de mucho gusto y os llamasen fuera, no atendiendo a lo que os decían, daríades después por disculpa que no érades libre. Y el decir que en aquella ocasión tiene menos conocimiento de sí es porque, estando el alma más donde ama que donde anima, más conoce de Dios que de sí, porque entonces conoce de sí el "ya no yo -que dice san Pablo- sino vive en mí Cristo"7. Y así, cuando ha cesado esta elevación, como las potencias quedan desasidas y más en sí, digo que me parece quedan más libres y conocen más de sí.
Llano es que más se conoce uno cuando vive y está en su tierra que cuando está en las Indias; particularmente si está rico, le parece que ya es grande. Pero cuando está en su tierra no se puede perder de ojo a sí propio porque, si se perdiere, sus vecinos le dirán quién es. Así estas potencias, cuando se enplean acá abajo acerca de cosas de acá, conócense muy bien en el hombre. Y así veo yo unos letrados que por sus pocas letras se alaban de hombres de grande entendimiento, y por un poco de bien que os hagan, se alaban por hombres de grande voluntad. Pero, cuando estas potencias salen de sí y se ocupan en Dios y se ven así enriquecidas, parece que se pierden de vista y no saben de sí; como san Pablo: non ego, etc.
Ayer, comiendo con el señor duque de Lerma, dijo nuestro compañero: Hermano, no sabía de mí. ¡Bendito seas tú, Dios mío!, cuando entras en un alma, qué mucho que toda ella alborote y no sepa de sí hasta que, dándole tú sosiego interior, ella enpiece a disponer de sí en el enpleo de sus potencias; y allí enpleadas y asidas, está diciendo la tal alma: et non dimitam, no dejaré este bien. Y si por algún rato quisiese Dios desasirla de sí con veras, que bien y libremente pudiese atender a lo de acá abajoo, que tanbién le es de inportancia aquel ratillo, allí es donde las cosas se conocen por conocer la oposición que así juntas entre sí tienen, el conocer su bajeza de todas ellas. Pues ¿qué, si atiende a la confusión y vanidad de los hijos de los hombres? Allí es ello; paréceme a mí que, si le durase, que no sé qué se haría. 6. Tres estados del alma
Dije ahora "si la desasiesen de todo punto" porque, aunque de ordinario cesa la elevación, no cesa el asimiento, aunque el alma no lo advierte por la licencia que le han dado de atender a lo de por acá fuerap. Que según esto ponemos en ella tres estados: uno en que goza, otro en que no goza y está asida, y otro en que [195v] se ve libre y desasida. Como una madre que tiene un niño que mucho ama: un rato lo tiene al pecho; otro, se lo quita y lo tiene asido de la mano; otro, en que le dice que vaya un rato a jugar y entretenerse con los otros muchachos en hacer sus juguetes y casillas. Llano es que, cuando este niño anda con los otros, que conoce mejor el regalo pasado del pecho y de la mano que el que entonces tiene; que, como flaco de pies, podría caer y descalabrarse.
No digo yo en este postrer estado de esta alma que Dios la haya dejado y que no le tenga dado favor particular para la tener; pero que queda y está tan escondido que se conoce por muy libre para se entretener en las cosas que los otros. Y este conocimiento sírvele para más presto apartarse de los otros muchachos; que, viéndolo así solito, su madre luego lo llamará y tornará a dar el entretenimiento ordinario de la mano y el pecho.
Y el chiquillo allí puesto (para que nos volvamos a lo de arriba, del conocimiento que puede tener esta alma delq estar Dios en ella por esencia) siente que mama y que recibe allí el ser y el tal ser, pero no ve lo que mama, que le da el ser. Así esta alma, cuando tiene a Dios con ese alto modo, siente que mama y que está recebiendo el ser y el tal ser, pero no ve lo que mama, que le da el ser; pero por las diferencias de estados que en sí siente dice que conoce más o menos de este gran Dios.
Digo "diferencias de estados" porque, cuando está inclinada al conocimiento de lo de acá abajo, siente que con esas cosas bajas y rateras se le pone un enplasto que le tapa el entendimiento, el cual así ocupado no da lugar a que le entre el conocimiento extraordinario de este Dios, que así se le suele communicar. Como si yo tuviese una sponja en la mano y la metiese en un caldero de agua, menos lugar quedaría para que, puniéndola do llueva r, reciba de aquella agua que cai del cielo. Así digo yo que una de las razones por qué los hombres entendemos poco de las cosas del cielo es por andar tan enplastados y como lo superior y boca del alma, que es el conocimiento, tapado con las cosas de acá y mojados en caldero en el agua de estas cosas bajas; que si la vasija se destapase y desenbarazase, como esponja y cosa vaporada, sentiría que este Dios se le está communicando y dándole participación de su infinito ser por un modo particular. ¡Oh Señor, y si acabásemos de conocer esto, y cómo a todo daríamos [196r] de mano! 7. Conocimiento de la potencia de Dios
Ya hemos dicho en qué formas puede un alma conocer a Dios en sí por presencia y esencia. En lo que toca a conocerle por potencia, casi siento lo propio que tengo dicho de la presencia y esencia, pero no me parece quedo satisfecho con todo lo que arriba dejo dicho aun tratando deste mismo poder de Dios que por particular don está communicando a esta alma. Y aunque en Dios estos atributos son una misma cosa, en el comunicarse Dios a un alma, como en sí (digo en la propia alma) siente y conoce en los efectos que en ella obra y hace Dios grande diferencia entre ellos: cómo unas veces le da Dios conocimiento (sea en cualquier modo) de su presencia, y otras de su esencia, y otras de su poder. Como este conocimiento est en diferentes tiempos de diferentes atributos, conoce esta diferencia de ellos en las obras que Dios obra a parte extra. Y más, que eso cualquiera con el discurso que Dios le dio conoce que hay unas obras de Dios en que reluce su poder y otras en que reluce su sabiduría.
Pero ahora digo yo más de esta alma sancta: que, conociendo o dándole Dios algún sentimiento de que en ella está Dios, en ese conocimiento que tiene de Dios conoce cuándo en ella está manifestando su presencia y otras veces su esencia y otras su potencia. No sé yo si sabré poner algún exemplo de esto. Ahora consideremos que en el crisol, donde afinan los metales, echan un pedazo de metal que en sí tiene mezcla de oro, plata, cobre, staño; y que, dándole fuego, va por una parte el oro y, por otra, la plata, etc. Cuando aquellos metales están en el horno, todos son una misma cosa, pero acá fuera se ve el oro de por sí y la plata de por sí.
Todos los atributos en Dios son una misma cosa. Pues este Dios, así infinito, simplicíssimo, lleno de infinitos bienes, cuando nos ponemos a considerar estos bienes en Dios, no sabemos diferenciar su poder de su saber, su presencia de su esencia, etc. Pero, cuando este soberano crisol y alquitara divina con el fuego de su amor distila en un alma, echa de ver esta alma cuándo distila y le comunica su poder, su saber, su presencia o su esencia, etc. Y como en sí esta alma, según diferentes tiempos, hace o tiene diferentes conocimientos de Dios según los diversos atributos según los cuales se le está Dios communicandou, parécele que, aunque se pueda explicar la comunicación que hace Dios de su poder con lo propio que se ha explicado el conocimiento que tiene de su presencia y esencia (en cualquier modo que pueda ser), que no queda bien explicado y que tiene necesidad de nuevos exemplos o palabras con que explicar este poder que en sí siente esta alma cuando, sintiendo a Dios, le comunica conocimiento de que le está comunicando su poder.
[196v] Digo, pues (aunque yo pienso que nada se ha de añedir a lo que arriba queda dicho respecto de la cortedad de palabras con que acá se pueden explicar cosas altas). Ahora, pues, consideremos esta alma que siente tener a Dios que allí puesta está mamando a los pechos de Dios una leche; que, siendo esta alma de suyo muy flaca y muy miserable, siente que está mamando a aquellos pechos una cosa que no sabe, pero sabe que en lo que mama se le comunica un poder grande de suerte que, si lo considera este poder comunicado en sí, le parece que es más fuerte que era sin comparación antes. Con él conoce su flaqueza pasada y que ya siente en sí unas nuevas fuerzas; y que aquella leche le entró hasta los güesos caídos para los levantar y los nervios los fortificó de manera que ya se siente por hombre membrudo que tiene fuerzas en sí. Como si un hombre estuviese desmayado, conoce en sí el desmayo y que de ese desmayo le proviene un grande descaimiento, de suerte que ve y siente que las piernas le tiemblan, los brazos se le cain, los ojos se le cansan de mirar; y que, estando de esta manera, le dan una bebida confortativa que, apenas la ha bebido, cuando se siente otro, que parece está diciendo: el alma me han vuelto a las carnes, y siente en sí gran vigor. Pues lo propio le sucede a esta alma: que, conociéndose a sí, ve en sí summa flaqueza, que por los desmayos que en sí siente le parece no estáv ni puede nada; y estando asíw, arrojándose a los pechos de Dios, dándosele el mismo Dios en aquel pecho que mama, siente en un instante en sí unas fuerzas, un brío, un poder, que le parece ya otra de lo que antes era, de suerte que la que, por su gran flaqueza interior, le era muy fácil el caer en tierra aunque la ocasión fuera liviana, ya le parece, según la fortaleza que se le ha pegado de la leche que mamó, que es una fuerte muralla y que, si se juntase el infierno a tirarle mill tiros, en el aire se desvaneceríen. Y adviertan esta palabra que digo, que se desvaneceríen y quedaríen en el aire, según aquello que dice David: Non accedet ad te malum, nec fragelum apropinquabit tabernaculo tuo8. 8. Modos de comunicar Dios su poder. Primer modo
Porque hay dos o tres maneras de comunicarle Dios este poder. Y ahora voy tratando del poder que Dios le communica para vencer los males de pena, que es donde el demonio tiene poder; verumtamemx animam eius observa9, no tiene licencia de tocar en el alma. La una es cuando, sin saber cómo ni cómo no, conoce que todos los males que el infierno le puede hacer y los hombres incitados por el demonio, no le llegan, sino que el mismo aire que le cerca, que los artistas llaman ambiente, ése las detiene; no digo bien, [197r] que no es el aire el que las detiene, sino Dios que le comunicó aquel poder, que no sólo lo tiene dentro de sí, sino fuera de sí.
Ofréceseme un exemplo, o esto puesto en execución. Del padre fray Domingo de Jesús, carmelita descalzo10, se dice que en Valencia le quisieron una noche matar porque les había convertido una mala mujer; y con engaño de que saliese a confesar un enfermo, en el camino le quisieron pegar. Y no consintió Dios que en él descargasen el golpe, sino que en el aire los detuviese, mostrando que el poder no sólo lo tenían dentro de sí, sino fuera.
Pero esto era necesario explicarlo cómo será. Digo que una piedra imán no sólo trai a sí las cosas que tiene en sí pegadas, sino las apartadas, de suerte que tiene virtud cerca y algo lejos. De esa misma manera esta alma, a quien Dios le ha communicado este poder, lo tiene cerca, como luego diremos, y lejosy, inpidiendo los males que sobre él han de caer.
Digámoslo como Dios dice: Yo seré del justo muralla y antemural11, de suerte que el antemural sirve de que ni aun a la muralla lleguen los tiros, sino que se queden apartados. Tanbién me parece a este propósito cuando el rey Balac sacó al profeta Banán [sic] que maldijese al pueblo de Dios subido a un monte; no pudo maldecirle, y así se confiesa por inposibilitado de hacer aquel tiro12. Ahora, pues, ¿qué inporta que aquel mal propheta maldiga al pueblo de Dios, que sus maldiciones en el aire se quedarán y no llegarán a ellos, pues Dios es su muro? Verdad es, pero traía aquel pueblo antemural, que llegaba hasta la lengua de aquel mal profeta; y el mismo aire no quiere recebir el golpe de la maldición echada a pueblo que trai a Dios y le ha dado tal poder. Y este poder claramente siente esta alma que se lo ha Dios comunicado y que se estiende en sí y fuera de sí.
Pero dije denantes que este poder estaba en el alma, y es que siente (pienso) esta alma sale de sí aquella fuerza que fuera de sí está defendiendo los golpes, de suerte que quien lo defiende no es el aire ambiente sino el spíritu fuerte que Dios le comunicó; que, no cabiendo en sí, salió fuera de sí ese spíritu de fortaleza. Como a Moisés le comunicó una luz en su rostro, que filii Israel non poterant intendere in faciem Moysi13; no le podían mirar, porque echaba rayos de sí, y los rayos le defendían de los ojos que lo podían aojar.
Pongamos otro exemplo. El sol en sí está defendido y fuera de sí, porque los rayos y luz que echa lo defienden. Pues desta manera [197v] esta alma, a quien Dios está comunicando este poder, siente que están saliendo de sí unos rayos que la defienden; y esto que digo que son rayos no los considero sino como antemural. 9. Otros modos
Otras veces esta alma siente el poder sólo en sí, para resistir con grandíssima paciencia los trabajos que sobre él cayeren. Y pienso esta es grande misericordia de Dios y prueba que hace de la virtud de su siervo. Que me parece lo de Job. Dícele Dios al demonio: Ven acá, ¿has topado por allá a mi siervo Job, que no tiene otro semejante? Responde el demonio: Valasti enim, etc.; hasle cercado y rodeado dez suerte que, aunque yo le tiro, no llegan a él los golpes; haced vos, Señor, desenbargo de ese poder y entregádmelo a mí, quitándole ese antemural que tiene, y veremos dó llega su fuerza y vigor14. Que el miserable no debiera de conocer que, si antemural tenía fuera, tenía muralla dentro, y el poder que por de fuera el sancto tenía era nacido y communicado del que adentro tenía, en su alma, del mismo Dios. Pues enpezó a tirar y a disparar tiros y golpes fuertes; ya no sea resistían en el aire, sino se recebían en la hacienda, en los hijos y en la persona, y los resistía con una fuerza grandíssima y con una paciencia invincible. Y por esto digo yo que arguye mayor bien en éste, a quien llegan los tiros y se defienden y rechazan con grande paciencia, que en los otros.
Llano es que no tener necesidad una ciudad de antemural que es señal que la muralla es fuerte, que puede servir de todo; y el antemural arguye algún temor de la muralla. Y así podría ser en estas almas, a quien Dios les comunica este poder no sólo dentro pero aun fuera. Y así, decía el sancto Job: Et si occiderit me, in ipso sperabo15; no sólo, Señor, esperaré en vos cuando por de fuera estáis defendiéndome, pero cuando a mí llegaren los golpes y fueren de muerte, en la propia muerte tengo de tener fortaleza y esperar en vos. Y así juzgo yo ésa por mayor fortaleza. Y esta alma no sólo conoce que tiene esta fortaleza cuando está en exercicio, sino cuando está suspensa y parada, de suerte que conoce en sí podría por el poder que este Señor le ha communicado, desafiar a los demonios del infierno con san Pablo, y a la muerte y al guchillo, etc.16.
ambién digo que esta alma siente este poder en sí, nob que el poder esté cortado [198r] y apartado de lo que es Dios, sino digo que debe de sentir este poder en cuanto Dios poderoso está en ella. Que por eso dije y pregunté cómo el alma puede sentir a Dios por presencia, esencia y potencia.
También digo que, cuando esta alma mira afuera al ejercicio de este poder resistiendo tentaciones y golpes, le parece que este poder está en ella; y cuando abstrae deste exercicio y mira adentro, halla que aquel poder está en Dios, que es todopoderoso. Y debe de ser la razón nacida de aquella bondad infinita de Dios que, para darnos la victoria del vencimiento de los trabajos que se nos ofrecen, nos communica aquel poder como quien nos presta sus armas y esconde su persona para que tengamos mayor parte en aquel vencimiento; y que, para que no nos ensoberbezcamos cuando pasó la victoria, vemos aquel poder, con que vencimos, en el mismo Dios, como fuente y origen de donde nace todo lo bueno17. Y así, se queda el alma con los provechos de las victorias y con la obligación a dar la gloria y honra a Dios, de quien viene todo lo bueno. Y por esta parte, o en esta forma, conoce el poder de Dios.
Dije arriba que, si esta alma considera este poder de Dios en sí, que siente esto que dejamos dicho. Pero, si lo considera para con las criaturas, siente que se estiende a las poder favorecer y remediar y acudir a sus necesidades. Como un hombre, que juega bien un espada, defiéndese a sí y a otros que se pongan debajo de su protección y amparo; que es lo que dijo David de Moisés para con su pueblo: Si non Moyses estetisset in confraccione eius, disperderet eos18; que Moisés tenía poder para sí y para defender su pueblo. 10. Suspensión del poder para con las criaturas
Ahora se ofrece que hay algunas personas que sientenc tener poder y se hallan inposibilitadas del ejercicio de este poder para con otras personas; como tener uno brío, si es prelado, para castigar y, llegado al exercicio, se halla inpedido. Puede haber muchas razonesd: unas de parte de Dios, que se hubo con él como el obispo que ordena a uno de sacerdote y le da poder para confesar, pero ha menester sacar otra licencia para exercitar el poder que tiene. Y el no darlee la licencia el obispo para el exercicio se puede fundar en muchas cosas: la primera, que no hay necesidad de confesores, que basta el cura; y def parte de los penitentes, que no quiere que por entonces sean absueltos, sino privarles de aquel bien, como si estuvierang descomulgados y aquellos casos fueran casos reservados que el obispo les quiere dar la penitencia; de parte del confesor, que no tiene la edad suficiente [198v] que debe tener para lo exercitar y es menester que se llegue el tiempo determinado.
Lo segundo, este poder es muy necesario se acompañe con saber, porque poder sin saber podría exercitarse sin orden y concierto. Que por eso dice la Sabiduría del poder de Dios que pudo tanto que hizo y crió todas las cosas, pero que las crió en peso y en medida19, que ahí entra el poder acompañado con sabiduría. Y así la es grande de los obispos cuando dan el poder detengan el exercicio de ese poder. Y más, que le pueden detenerh el exercicio de este poder por algún defecto o falta que ha hecho el sacerdote.
De esta manera digo yo que puede haber almas, a quien Dios le haya comunicado grandíssimo poder, el cual esté detenido en su exercicio, porque quiso Dios comunicar aquel bien [a] aquella tal persona por eli amor que le tenía sin que hubiese necesidad del exercicio de aquel poder. Como el señor duque de Lerma tiene muchos officios que no exercita, que se los han dado mostrando el amor que le tiene su rey, como ser regidor de Madrid; no hay necesidad ni se lo dieron porque se halle en ayuntamiento, sino para que se le diese aquel poder que es muestra de amor.
Lo segundo, puede Dios detener las manos de esta alma poderosa para que no exercite su poder porquej quiere y tiene reservados los casos de las personas con quien lo ha de ejercitar, para sí. Como un enfermo: la salud de aquel enfermo la reserva Dios para sí porque quizá la mereció por alguna culpa reservada. Y si ha de castigar y tiene brío y poder y no lo puede exercitar, será tanbién porque querrá Dios que aquel castigo sea de su mano, etc.
Puede ser porque esta persona, a quien Dios le comunicó este poder, no haya llegado su tiempo, como a los que les piden tengan 40 años para confesar. Puede ser que, como Dios es tan recto en todas sus obras, aguarda que esta alma que tiene este poder tenga sabiduría necesaria para el exercicio, para que todo lo que obrare lo obre en peso y en medida. 11. Conveniencia de dicha suspensión
Dirá alguno: Hermano, pues Dios que le dio el poder ¿por qué no le dio el saber? Convino quek, dándole Dios el poder, le atase las manos con detenerle el saber, porque pudiera ser, si todo viniera junto, le causara algún género de elación y soberbia. Como un príncipe: nace rey y nace [199r] con el poder y lo conoce dende que tiene uso de razón; conoce que es rey, pero se mortifica bravamente en ver que, siendo poderoso, no pueda exercitar su poder, porque vaya morijerando y modificando los bríos del poder. Que es lo que el otro dijo, que antes que exercitase o sentenciase, leyese las letras del abecé, pareciéndole que en aquel tiempo se le pasaría gran parte del brío, cólera, o la fuerza saldría más modificada.
El nuevo vino hace daño, y viejo, provecho y no tiene tanta fuerza. De esa manera le sucede a Dios, que communica su poder y detiene la sabiduríal, dejándola para que se adquiera con trabajo y exercicio, para que en este tiempo que esta alma siente el poder en sí y busca la sabiduría por el exercicio, considerando aquel poder que tiene detenido, salga en su exercicio como vino añejom que haga provecho y no enbriague. Porque claramente hay muchos prelados que, cuando riñen o castigan, enbriagan los súbditos; a estos tales no les ha llegado el tiempo del exercicio. Y hay otros que, castigando, hacen provecho, curan y remedian faltas porque, en el tiempo que en sí conocieron el poder sin el exercicio, se fueron mortificando y perdiendo el brío, que era lo que podía dañar, si era desordenado, en semejantes ocasiones. Que es lo que dice David: "Que nos enojemos y no pequemos"20, que es decir que, en el exercicio de aquel poder, nos hayamos con sabiduría, mortificación y modificación, como conviene para aprovechar.
Hase de advertir que aquí a veces vamos hablando del poder que Dios communica a un alma en común y, otras, en particular; y para en común, con dificultad se puede dar doctrina universal que lo abrace todo.
Si este poder que Dios comunica a un alma es en cosas de rigor y castigo, como darle brío a un prelado y un celo grande como el de Elías y una fuerza como la que san Pablo pedía que tuviese su dicípulo Timoteo cuando le dice: Argue, increpa, etc.21, quien suele detener este poder suele ser la misericordia de Dios, que quiere la conversión del peccador22 y le quiere aguardar una y otra vez y muchos días y obligarle con la prolongación y espera de sus culpas y castigo a ellas debidas. Y así conociendo nuestro Dios, cuyas entrañas están llenas de amor y ternura, [199v] que, si hace desenbargo del poder que tiene dado a aquel prelado, que todo lo llevará a fuego y a sangre; y así Dios, que dio un celon tan grande a Elías que hace bajar fuego del cielo23, arremanga el brazo y se hace carnicero matando los prophetaso de Bal24, a ése lo detiene y ata las manos una mujer: se aflige el propheta y, arrojado a la sombra de un junípero, et petivit animae suae ut moreretur25. Pedro, que corta orejas en la refriega que los judíos tuvieron con Cristo en su prendimiento, una mozuela le hace temblar26. Y en Cristo, que se halló este poder, vemos que cuando está en la cruz, no los arroja al infierno, antes los aguarda y, si el cuerpo lo tienen asido y atado con clavos, el poder está atado, preso y detenido con misericordia27.
En Cristo se agua el poder y se mezcla con misericordia; y en el hombre también, que lo sabe Dios eso hacer y dar ese brío y poder a quien también le da unas entrañas amorosas, blandas, suaves, piadosas, para que se temple y no consuman ni acaben de un golpe y de una vez, sino que aguarden. Y en quien no se halla esta piedad en el grado que es necesario para con ella templar y aguar el poder que Dios le ha dado, allá dentro pone un no sé qué con que Dios le templa; como al león, que es animal feroz, que a un gallo teme28, y al elefante un ratón29, con que modifican su brío.
Y así, cuando veremos algún prelado siervo de Dios y celoso de la virtud, y por otra parte vemos que su brío está detenido y que no castiga, riñe, enciende y abrasa la casa donde se debe servir a Dios con grandes veras, entendamos que debe de ser la causa alguna de las muchas justas que arriba dejamos dichas.
También si el poder que Dios comunicó a aquella tal alma su exercicio es acerca de cosa de charidad, como es sanar enfermos, etc., como arriba queda largamente dicho, puede ser detenido aquel poder porque la justicia le ata las manos para que padezca la tal persona y pague. Como acá a un padre, cuando quiere castigar a un su hijo que hizo algún desacato, hace entrar y encerrar en un aposento la gente de casa para que no se lo quiten; y aun a Moisés dijo Dios: Sine me, ut irascatur furor meus contra populum istum30. De manera que, así como el hombre con sus ruegos ata a Dios las manos para que no descargue su poder en el hombre, de esa manera el mismo Dios ata las del hombre poderoso a quien Dios communicó aquel poder para que, quiriendo Su Majestad castigar a uno con una grave enfermedad, no sólo no sane a aquel enfermo, pero estorba sus ruegos para que el rigor pase adelante. 12. Modos de conocer el poder de Dios. Resumen
[200r] De manera que el conocimiento que un alma tiene de Dios en cuanto poderoso es en tres o cuatro maneras: unas veces lo conoce en sí; otras veces, parap exercitarloq con r las criaturas; y otras veces, en el mismo Dios. Y esto pienso que es el conocimiento más dificultoso porque, si alguna vez hace Dios alguna manifestación a aquella tal alma, conoce en Dios muchas cosas y, entre ellas, este poder. Como si entrase el rey en nuestra celda, aunque yo no lo hubiese visto, pero por las señas y barruntos que yo tenía de su venida lo viese de repente; junto con ver en una persona prudencia, discreción, hermosura, etc., naturalmente conozco un poder mayor que el de los otros hombres y, aunque este sentimiento está en mí, pero es nacido de la presencia de aquel ante quien estoy.
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a sigue de un tach. b sigue que tach. c conocen adentro al marg. d sigue el tach. 1 Cf. Gén 3,1-6. e sigue nos tach. f sigue que c tach. 2 Cf. 1 Cor 2,2. g ms. desto h sigue otras veces tach. i sigue en tach. j ms. halla k rep. l sigue ad tach. m ms. vces n sigue así tach. o ms. allas p ms. tabién q corr. de talen r corr. de aunquen s ms. aguardand t sigue otras tach. u corr. de Santiago. v ms. sursunt 3 Col 3,1-2. w sigue cen tach. 4 Ven. Domingo de Jesús María (Ruzola), carmelita descalzo (1599-1630), a quien el reformador trinitario conoció en el convento de San Hermenegildo, de Madrid, en diciembre de 1599. Cf. PHILIPPUS A SS. TRINITATE, Vita del ven. P. Dominici, Lugduni 1659; SILVERIO DE STA. TERESA, Historia del Carmen Descalzo, VIII, Burgos 1937, c.IV, 80-114. x fray-siempre subr. y ms. elevardo 5 P. Francisco de Jesús (Indigno), carmelita descalzo (+ 1601), a quien el autor conoció desde su niñez. Su vida en SILVERIO DE STA. TERESA, o.c., c.XII, 341-365. z el padre-hallaba subr. a sigue se tach. b sobre lín. c corr. d sigue síl. tach. 6 Cf. STA. TERESA DE JESÚS, Vida, 17, 5. e sigue que tach. f ms. aquellaz g ms. ntender h sigue conocer tach. i en sí propio sobre lín. j sigue se tach. k corr. l sigue es él tach. m sigue no tach. n sigue no tach. 7 Gál 2,20. o sigue allí tach. p sobre lín. q corr. de de la; sigue esencia de D tach. r sigue no tach. s sigue se tach. t sigue al tach. u ms. communicado v rep. w sigue sintiendo tach. 8 Sal 90,10. x al marg. Job 9 Job 2,6. 10 Ven. Domingo de Jesús María (Ruzola). Cf. nota 4. y sigue defen tach. 11 Cf. Is 26,1. 12 Cf. Núm 22,5-18. 13 Cf. Ex 34,29-35. z sigue frente tach. 14 Cf. Job 1,8-11. a rep. 15 Job 13,15. 16 Cf. Rom 8,35-39. b sigue tanto tach. 17 Cf. Sant 1,17. 18 Sal 105,23. c sigue tener tach. d ms. ranes e corr. de dársela f sigue los tach. g ms. estuviera 19 Cf. Sab 11,18.21. h sigue este poder tach. i sigue po tach. j que sobre lín. k sigue Dios tach. l sigue con tach. m corr. de ayejo 20 Sal 4,5. 21 2 Tim 4,2. 22 Cf. Ez 18,23; 33,11. n ms. selo 23 Cf. 2 Re 1,10. o sigue ded tach. 24 Cf. 1 Re 18,40. 25 Cf. 1 Re 19,1-4. 26 Cf. Jn 18,10.17. 27 Cf. Lc 23,39-43. 28 Cf. Fábulas de Esopo, Madrid 1985, n.82, p.79; PLINIO SEGUNDO, C., Naturalis Historia, l.VIII, c.XVI. 29 Cf. PLINIO SEGUNDO, C., o.c., l.VIII, c.X. 30 Cf. Ex 32,10. p sigue con el tach. q corr. de exercicio r sobre lín., en lín de tach. |
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