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San Juan Bautista de la Concepción Obras IV – S. Juan B. de la C. IntraText CT - Texto |
EXHORTACION 68
Trátase cuán poderosos son los beneficios
para rendir corazones, aun de los más obstinados, según lo cual
éste debe ser el medio más eficaz para mejorar
a los justos en la virtud y perfección
1. No es mucho, en las exhortaciones pasadas, haber pedido por medio de los beneficios recebidos muchos mejoros nuestros en el camino de la perfección, pues vemos, según doctrina del mismo Cristo, son tan poderosos que, con ser un hombre enemigo tan cruel para el que le ofendió, beneficios muy pequeños lo truecan y mudan en otro varón, lo ablandan y enternecen para que tenga compasión del que primero deseaba ofender. Carbones congeres super caput eius (Ad Rom. 12 a) 1; pones carbones sobre su cabeza, que lo derritan y se dé desleído a su malhechor el que primero era tan [233v] duro que a bocados te quería comer. Si esurierit in te frater tuus, ciba illum 2; si tu hermano te quisiere beber la sangre y despedazar tu vida, ciba illum, dale algunos bocadillos, que ésos te lo trocarán. Que, en fin, dádivas quebrantan penas, y aun son cadenas que nos train rendido a nuestro enemigo a las manos. Noli vinci a malo, sed vince in bono malum 3; no te dejes superar y vencer del mal que tu enemigo te hace ni te rindas a él, sino procura vencer un mal con un bien, que, en fin, un contrario sale y se cura con otro contrario y una mancha no sale bien con otra mancha.
2. Por cierto, insigne médico sería y inmortal renombre alcanzaría el que con sólo regalos curase enfermedades de muerte. Aun los que curan enfermedades de vida con cauterios solos, purgas, brebajos y garrotes, los respectamos y reverenciamos como a personas que nos hacen grande bien. ¡Cuánto más se debía al que con sólo caricias curase enfermedades pestilentes! Este es el medio eficaz y glorioso que tiene Dios de rendir corazones y pechos dañados: visitarlos, como médico celestial, y recetarles b un récipe c de buenas obras, no por honzas ni por d dracmas sino arrobas, así en lo temporal como en lo espiritual. Qui sanat omnes infirmitates tuas, qui redimit de interitu vitam tuam 4. El es el que sana todas nuestras enfermedades, no usando de cauterios ni de purgas amargas, sino coronándote de misericordias; qui coronat te in miserationibus 5.
3. Notable fue el consejo que dieron los adivinos y sacerdotes de los philisteos, 1 Regum 5, en aquella plaga grande que tuvieron cuando su tierra y personas asolaba aquella muchedumbre de ratones que sobre ellos se habíe levantado. Y fue que hicieron unos ratones de oro, que fue como levantarles statuas de oro como a valerosíssimos guerreros. Y, en fin, les valió la traza y cesó la plaga 6. Rara cosa que a animalejos tan bajos y de tan poca consideración como ratones se les rinda e gente tan poderosa y para tanto como los philisteos. Sí, que aun para con ratones y animales tan desechados los quieren rendir con dádivas y largueza haciéndoles bien. Y no por hacerles ese bien, los philisteos quedaron deshechos y apocados por darse como vencidos de contrarios [234r] tan bajos. En cuya significación, en el propio punto que hicieron en honra de los ratones otros ratones de oro, en ese propio punto hicieron de oro las partes donde los ratones los acometieron y se encarnizaron, dando a entender que, rindiendo enemigos bajos por dádivas, no quedaban deshechos sino hechos de oro y mejorada la condición que de antes tenían.
4. ¡Oh sancto Dios mío, y qué es ver levantarse contra ti los hombres, viles gusanos y menos que ratones para contra un Dios tan poderoso, que no hay quien le resista, y con todo eso, veo, Señor, que no quieres rendir al hombre, vil gusanillo, con hacerle guerra, deshacerlo y pisarlo, sino que con mano generosa levantas statuas a tus propios contrarios, los haces de oro a hacendados, tenidos y estimados en este mundo, para por ese camino rendir corazones y aplacarles sus enojos! Y no por eso, Señor mío, quedas tú de más baja condición, antes f de un nombre inmortal, porque con medicinas tan blandas sanas enfermedades tan mortales. Que es lo que poco g ha decía David cuando pedía perdón ut justificeris in sermonibus tuis 7, porque queda Dios h justificado con el hombre, que no quiere su muerte ni ser su enemigo, sino que viva 8 y sean amigos i.
5. Es lo propio que dijo en otro lugar: Propter nomen tuum propitiaberis peccato meo j; multum est enim 9. Digo yo ahora, si a pechos adamantinos rinde Dios con dádivas y, haciéndoles bien, tuercen k y truecan el camino en camino de perfección, como lo vemos en san Pablo, a quien, caminando contra Cristo y su Iglesia, le arrojó un cielo entero 10 y mercedes que ni sus ojos no las vieron ni orejas no oyeron ni lengua supo hablar 11, ¡qué mucho que dádivas en un pecho noble, en un justo que profesa amistad con Dios, viéndose obligado y que Dios en la religión donde lo trujo le tiene levantado estatua de oro, honrado, tenido, reverenciado y estimado de todos, se adelante y mejore l viendo que no son bocados los que Dios da de enemigo, sino platos muy colmados de amigo, y que no son aschuas las que pone sobre su cabeza, sino fuego encendido de amor para que derretido salga de sí y sólo esté en su buen hecho!
6. [234v] Si Saúl, por un pequeño beneficio que recibió de David, dio voces en alabanza suya diciendo m: justior es me 12, ¡qué mucho que un justo, muchas veces justificado en mayores gracias y bienes, se enplee con mejoros cada día en alabanza y servicio de este gran Dios! Si naciones bárbaras se han rendido con pagarles unas cortas parias y pequeños tributos, ¿cuántos son los que cada día nos da Dios haciéndose nuestro continuo tributario sólo para que nos mejoremos? Si los enemigos de Cristo, siendo tales y tantos y tan encarnizados como estaban en su muerte, viendo que rogaba por ellos puesto en un madero, infinitos de ellos se compungieron y volvieron contra sí hiriéndose los pechos, como dice san n Lucas, capítulo 23: Omnis turba eorum, qui simul aderant ad spectaculum o istud p, et videbant quae fiebant, percutientes pectora sua revertebantur 13; que de afrentados no se atrevían a estar delante de su buenhechor q habiendo sido tan crueles enemigos suyos, no sé por qué nosotros no nos avergonzamos viéndonos parados delante del que con un amor inmenso cada día nos está haciendo tantos bienes. Revertebantur percutientes pectora sua. Una buena obra y beneficio hace volver atrás a un pecho dañado. Y la venganza que el enemigo habíe de tomar con sus manos, hace que las propias manos del que recibe el beneficio se vuelvan contra él y de sí tome venganza.
7. Es el admirable modo que dice Dios por David que habíe de tener de vengarse de sus enemigos cuando, cercándole como abejas y como fuego sobre espinas, en el nombre de Dios se habíe de levantar contra ellos tomando venganza de quien así le ofendía 14. ¿Qué otra venganza fue la que Cristo tomó en aquella ocasión de sus enemigos? ¿Cuáles fueron los tiros, los golpes y cuchilladas que Su Majestad les tiró, sino beneficios y mercedes que dende aquella cruz les arrojaba, el dar y entregar su sangre por quien actualmente se la derramaba, el rogar y orar por quien le blasfemaba? Pues, si el hacer bien a enemigos es un sol que despide divinos rayos de claridad, que descubre la bondad del perseguido, la bajeza y estado miserable del que ofende para que se trueque y se mejore, ¿cuál debe ser el efecto que estos propios beneficios deben hacer en un justo y r en quien las culpas no inpidan estos rayos para que se perciban con los ojos?
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