Índice: General - Obra | Palabras: Alfabética - Frecuencia - Inverso - Longitud - Estadísticas | Ayuda | Biblioteca IntraText |
San Juan Bautista de la Concepción Obras IV – S. Juan B. de la C. IntraText CT - Texto |
A un hábito día de la Purificación de la Virgen. Peto misericordiam Dei, Ordinis paupertatem, fratrum societatem
Para decir a cuántas b y cuán grandes son las misericordias que el día de hoy usa Dios con su caridad, será bien fundarlas en la fiesta que el día de hoy celebra la Iglesia a la benditíssima Virgen, en los misterios que hoy se nos proponen y en el evangelio que se nos canta. Celebra, pues, hoy la Iglesia fiesta a la purificación de nuestra Señora. Y si la fiesta hubiera de ser tanta como la pureza, hubiera de ser fiesta perpetua, por haber sido perpetua y sin intercadencia la inexplicable pureza de la Madre de Dios. Sancta et immaculata virginitas, quibus te laudibus c efferam nescio 1, canta la Iglesia en recomendación y alabanza de esta Señora, donde no sólo la llama virgen, sino la misma virginidad. Como acá a la nieve no sólo la llamamos blanca, sino la misma blancura, fue la Madre de Dios tan pura que no sólo fue virgen, sino la misma limpieza y virginidad. Dice más: sancta y pura virginidad, para significar que no sólo tuvo pureza cuanto al alma y cuanto a lo de Dios, sino cuanto al cuerpo y cuanto a los ojos del mundo, porque hasta el mismo mundo inmundo la celebra y ha celebrado por la quintaesencia de pureza y de virginidad. Fiesta es más d de ángeles que de hombres, porque si la fiesta de Sanctiago es más fiesta de caballeros que de villanos y pecheros, por ser Sanctiago el maestre y general de la nobleza de España, siendo solos los ángeles los que pueden alegar limpieza de todos cuatro costados y de solar conocido, ha de ser esta fiesta suya, por ser hoy día de la que es madre, maestra y dechado de la propia limpieza.
De aquí entenderemos en las muchas e razones que se dan por qué esta fiesta se llama la fiesta de las candelas y la fiesta de la candelaria, y no a otra de cuantas la Iglesia celebra a Cristo y a su Madre. Y es porque ninguna cosa en el mundo hay tan pura como la luz, que ni recibe ni puede recibir mancha ni ninguna inmundicia, de suerte que, donde la luz entra y sale limpia, otros entran y salen manchados. Pues de esa misma suerte la Virgen, como celestial luz de quien nació Cristo, sol de justicia, ni el hijo ni la madre entraron y trataron en cosa en que saliesen manchados o inmundos. De suerte que, en el trato de concebir y parir que las demás madres quedan inmundas, la Virgen quedó limpia sin que le pudiese tocar mancha alguna. Y Cristo, de la misma manera que pone hoy sobre sí el yugo y se obliga a ley a quien sólo estaban obligados los peccadores —los primogénitos que siendo concebidos de actual propagación de hombres rompen las entrañas de la madre—, y con todo eso entra Cristo al cumplimiento de la ley y sale de ella como luz, sin menoscabo de su reputación de Hijo de Dios verdadero.
Fiesta de candelas porque, aunque es verdad que de Cristo y de su Madre celebramos grandes fiestas, pero en ninguna parece pudo peligrar la honra de entramos como en ésta la de la Virgen, porque sólo venían al cumplimiento de esta ley las mujeres que después del parto habíen quedado inmundas, y los primogénitos se habíen de ofrecer los que eran engendrados por obra de varón; y a Cristo la ley le hace franco y lo excluye: mulier, si suscepto semine 2. Pues quien los ve venir a cumplir la ley que sólo obliga a las mujeres que habíen estado inmundas y a los primogénitos que sólo eran hombres, ¿qué podrán decir? Pues esperad, dice Dios, que en tiempo que madre y hijo se arrojan en una tan profunda humildad, ahí encenderé yo mill candelas y luces que descubran la humildad de la Virgen y la obediencia [220v] del Hijo, de suerte que, cuando hubiera ignorantes que en las tinieblas de su peccado pusieran lengua en tal limpieza de la Madre y en tal deidad del Hijo, el cielo [y] la tierra se volvieran f luces y estrellas que descubrieran tal resplandor como en sí encerraban y topaban obras de tan profunda humildad.
Oh señores, y ¿quién pudiera decir las tinieblas de los que han querido escurecer tal limpieza y los soles que Dios ha encendido que la defiendan? Fuera nunca acabar. Basta decir que para descubrir esta verdad, cuando más tapada y encubierta g, bajan luces del cielo que descubran la obra del pesebre 3 y trai Dios luces encendidas de las cabañas que publiquen y digan cómo es palabra de Dios encarnada 4. Vengan reyes que den luz, conózcase esta verdad, etc. Di cómo las piedras y los muertos, cuando Cristo en la cruz más apagado y sin vida, descubren que es luz escondida. Y ¿qué pensáis que son Ana profetisa h y Simeón el día de hoy en el templo, que va en espíritu a aguardar allí a Cristo 5? Velas encendidas que, cuando la Virgen y su Hijo más tapada y encubierta, los descubre Dios a voces de un viejo, diciendo: Lumen ad revelationem gentium 6.
Apliquemos esto poquito al hermano. Otra fiesta semejante a ésta en algo i celebramos hoy al hermano. Fiesta de la purificación. Fiesta, no que viene puro y limpio, sino que viene a purificarse y a limpiarse, a ofrecerse y presentarse ante Dios, a ofrecerle los primogénitos y actos primeros y principales de su entendimiento y voluntad. Es fiesta grande y tan grande que por ser de limpieza sólo hay que la celebren los ángeles. Gaudium erit in caelo super uno peccatore j, etc. 7 En el cielo ninguno entra con mancha ni inmundicia: Et non intrabit in eam [aliquod] coinquinatum 8. San Juan la vido bajar como «oro limpio, semejante al vidrio limpio k» 9. Y es Dios tan amigo de esta limpieza que, para limpiar los más menudos polvillos que de los peccados veniales quedaron o de las penas por satisfacer, tiene un purgatorio en la otra vida que purifique. Y para que esto sea a menos costa, puso otro en la tierra, que es la Religión, donde a puras penitencias y mortificaciones se jabonan estos trapos sucios y manchados que han andado por esos suelos del mundo.
Es la Religión una l piscina de agua turbia, porque nada hay a gusto de la carne que sana y purifica. Es la sábana que vido san Pedro m que bajaba del cielo llena de animales y de serpientes con una voz que le dice a san Pedro que coma aquellos animales (Actorum 10) n. Y él, extrañándose, dijo: Absit Domine, quia numquam manducavi omne commune et immundum. Et iterum vox: Quod Deus purificavit, tu commune ne dixeris 10. ¿Quién son estos animales y gente común que están en este lienzo sino los que aquí se juntan en comunidad, a quien ya no quiere Dios se llamen comunes, sino pueblo scogido y apartado? Porque habiéndolo él purificado es el manjar y sustento del mundo, y aun del mismo Dios.
Es la Religión el río Jordán o, cuyas ondas p limpian la lepra de Naamán (4 Regum 5) q. Sic tibi paenitentia, etc. Es la casa de David, de quien habíe r dicho Zacharías 13: Erit fons patens domui David, et habitantibus Jerusalem, in ablutionem peccatoris 11, etc. (Zacha. 13) s. ¿Quién es esta fuente? Cristo. ¿Y el agua? Su gracia, que es la que limpia. Hoy viene al templo esta fuente a estar patente para todos, abriendo sus venas para con su preciosa sangre lavarnos. Y así será el templo y la Religión un baño t en quien está depositada la sangre de Cristo hirviendo caliente y encendida para nos lavar, según aquello de san Pablo (Ad Titum 2) u: Dedit semetipsum pro nobis, ut nos redimeret v ab omni iniquitate, et mundaret populum acceptabilem 12. (Hebraeorum 9) w Nam si sanguis x hircorum et taurorum, et cinis vitulae aspersus inquinatos sanctificat ad emundationem carnis, quanto magis sanguis Christi emundabit conscientias nostras? 13 Terribles manchas que es necesario la sangre de Cristo para las lavar y el mismo Cristo. Así lo dice la epístola de hoy, Malachías 3: Ecce venit, dicit, Dominus exercituum, et quis stabit ad videndum y eum? Ipse [221r] enim quasi ignis conflans, et quasi herba fulonum 14. ¿Quién tendrá ojos para mirar la humildad con que viene hoy Dios a presentarse en el templo, y cómo viene como fuego y como una yerba que tiene la propiedad del jabón, pues el fuego purifica y el jabón lava? Pues a eso viene Dios, a sacar nuestras manchas, porque son tales que todo eso es menester.
¡Oh sancto Dios! Cuando yo oigo decir: a espacio, padres, esas penitencias y esas mortificaciones. Venid acá, si pasando por esa calle viésedes dar a una mujer muchos golpes a un trapo, traerlo entre las manos, torcerlo, mojarlo y otras molestias semejantes, ¿diríadesle: a espacio, mujer?, ¿qué ha hecho ese trapo?, ¿no ves que lo pones en peligro de romperlo? Fuera yerro decir tal, porque la respuesta la tenía en la mano: menos mal es que esté roto que puerco, porque por lo uno me reñirá su amo y no por lo otro. Díganme, hermanos, ¿para qué tanto golpear, tres disciplinas cada semana, tanto ayunar, tanto torcer? ¿No ven que peligra el trapo y romperán la vida? La respuesta está en la mano: rómpase, que menos mal es que falte la salud y se pierda la vida que haya manchas; que cuando el trapo se rompa, lo pagará Dios porque lavé bien. Oh gente del mundo, que andáis hechos trapos viejos y manteles de bodegón sobre quien hace el mundo sus banquetes, lavad con tiento, idos a espacio, quedito, no rompáis y os falte la salud, que ahí se quedarán las manchas. Y estad ciertos que trapos sucios no los pondrá Dios en su mesa ni los vestirá; allá irán desechados al infierno. ¡Oh, dichoso su caridad! ¡Oh, misericordia grande la que Dios hoy usa con él, que lo trai donde se curte el [cuero] y lava la lana, donde está Dios lavando con su sangre y el hombre estregando con sus manos! Y ésta es la fiesta de la purificación del hermano.
También es fiesta de las candelas porque de hoy en adelante ha de ser una candela encendida con que ha de estar aguardando al Esposo 15. Todas las cosas ejercitando sus officios se hacen y la vela se deshace. ¿Qué es el officio del religioso? z Deshacer la vanidad pasada, la rueda de pavo, la soberbia, ambición, etc.; deshacer la carne para que así el alma dé luz de charidad a. Fiesta de candelas porque la hace Dios lumbre con que lo abriga b. Fiesta de candelas; que así como c la candela, para hacer bien su officio, se gasta y se consume, se deshace y derrite, de esa misma suerte para ser buen religioso ha de andar deshecho y humillado, derretido y falto de todo lo temporal. Fiesta de candelas es el día d que uno toma un hábito y entra en religión, porque hoy se encenderán mill candelas y abrirán mill ojos que le miren lo que habla, lo que dice, lo que obra, etc. Fiesta de candelas e porque de hoy en adelante, atento que se entra y recoge en la casa de Dios, el mismo Dios es su paje de hacha que le alumbra y dará mill luces, con que vea a bien obrar y bien hablar y pensar y que vea el camino que echa.
Día de candelas f porque la Virgen, que es luz, de hoy en adelante le será madre, señora y abogada; y Cristo, que es sol, le saldrá muy de mañana, según aquello de [Malaquías]: Vobis timentibus orietur Sol justitiae g 16. Diréisme: Pues, padre, ¿nosotros no tenemos luces, no nos sale el sol? Digo que sí, que tenéis luces, pero estáis ciegos para os aprovechar de ellas; y por estar ciegos, el sol que os habíe de salir se os pone. Occidet sol in meridie 17 (Amós 8) h. Fiesta de candelas i porque enciende Dios mill luces para honrar a un religioso. El prisa a humillarse y a deshacerse y a ponerse un saco como de malhechor, azotarse como a culpado, desterrarse como hombre que hurtó a Dios el tiempo j, a morirse como hombre que mató su alma, causas bastantes para que el mundo despreciara a un hombre. Pues en esa ocasión enciende Dios mill luces para lo honrar y alabar, para que lo tengan por sancto y justo. Di de las alabanzas que dan a un religioso por las calles, etc.
Y para que sepamos el origen de esta fiesta, de su principio y por qué se llama la candelaria, hemos de notar (Heredia, in sermone de Purificatione 18) k que a los romanos, en tiempo del papa Sergio, o como dicen algunos, el papa Gelasio, que fue papa antes de los tiempos del emperador Justiniano, les habíe quedado de los gentiles una maldita costumbre, y era que haciendo fiesta de cinco en cinco años a la madre del dios Marte, a quien tenían por el dios de la guerra, [221v] andaban toda la noche con hachas y velas encendidas en las manos y con tantas luces que la noche la volvían día. Y también porque en el mes de febrero hacían fiesta a Plutón y a los dioses del infierno. Por eso mandó este pontífice que en ese proprio tiempo celebrasen y hiciesen fiesta a la Madre de Dios con luces y candelas encendidas y solenes procesiones en memoria de aquella luz eterna que esperamos 19.
Espiritualicemos esta razón y mirad qué divina es. El día que el mundo a sus dioses falsos hace fiesta con luces, salga la Virgen en procesión con su Hijo en las manos, que son dos luces, dos velas encendidas. Un sol y una luna pónganse hoy en el templo —según aquello del propheta (Abacuc 3) l: Sol et luna steterunt in m tabernaculo suo 20— y escurezcan a esotras luces, como el sol escurece la n luz de las strellas. En presencia de esta fiesta, quedan ya apagadas las fiestas de los hombres, no hay luz que no quede escurecida y apagada. No hay grandeza y majestad que no desbarate la humildad de Cristo y de su Madre; no hay virtud que no la apoque. Mirad lo que dice Simeón cuando le dan a este niño Dios en sus manos, con ser hacha, antorcha encendida que daba luz en Jerusalén, Justus et timoratus, conocido por justo y temeroso de Dios, y luz o la que tenía no como la de acá, porque era divina y tenía el Spíritu Sancto, que era el que lo habíe encendido en charidad y deseo de ver al Hijo de Dios. Pues, en el puncto que recibe a Cristo en sus brazos, dice: Nunc dimitis servum tuum, Domine 21. Qué linda ocasión para morirme ésta, que tengo la vela en la mano p. Yo quiero morirme; apáguese ya esta candela, que pues tal sol nace en Jerusalén, yo no soy menester en la tierra. Con tal vida, no hay vida en su comparación. Vais por esa calle con una hacha encendida; en medio del día apagáisla, porque se reirían de vos. Pues dice Simeón: Hasta aquí era noche, este pueblo menester había prophetas, etc.; ya, Señor, que ha salido el sol, apáguese mi vida.
¿Por qué pensáis, hombres, que tanto deseáis la vida q, deseando los siervos de Dios tanto la muerte? Porque andáis en tinieblas. Que si tuviésedes a Dios y gozásedes de este sol, por no perderlo y que les viniese la noche querríades salir de este mundo. La carne cocida al fuego r es fácil de salir del güeso, pero si está cruda no hay quien la arranque, aunque sea un s cuchillo, ni aun los dientes del perro que la roan. Este sancto viejo, tomando a Dios en sus manos que era fuego, quedó su vida tan sazonada que luego se quiso salir el alma y apartarse de la carne. ¡Ay de aquellos que son carne cruda sin fuego ni amor de Dios! De suerte que esta fiesta encubre no sólo las fiestas mayores de los hombres, pero aun las luces y vidas de los sanctos. También tapa y encubre la luz que da la fiesta y obra que hace el hermano, porque ¿qué tiene que hacer su humildad con la de Cristo, lo que hoy ofrece con lo que ofrece la Virgen? Pues tan singular merced recibe hoy, ya no ha de querer más vida para el mundo, etc. Dic el símil del que juega, etc.
Va, pues, la Virgen al templo con su Hijo bendito y van a cumplir dos leyes que no tenían obligación. Y para que de veras sepamos la causa y lo que en esto nos enseñan y la imitación que el hermano hace de esa tal obra, quiero que notemos una admirable sentencia de san Bernardo, que dice: Ubi non est abundantia, non est t observantia 22. Algunos han querido explicar esta sentencia diciendo que las cosas de Dios no andan a derechas donde las cosas del mundo no andan rodando; que donde la renta y el comer y beber y lo necesario del cuerpo no da quince de largo, los officios divinos dan quince de corto; y que si los prelados no tienen obras para sus súbditos, los súbditos no tienen palabras para sus prelados, etc. [222r] Con todo eso, el sentido de aquellas palabras y sentencia es que, donde no se pretendiere dar lo sobrado, no se dará lo suficiente. El que juega a la argolla, para llegar a la raya es necesario tirar la bola a que pase. Llega uno a comprar una vara de brocado que vale seis ducados y para que le den seis pide ocho, porque si de la primera palabra pidiese lo que le han de dar, no vendería. Pues veis aquí lo que hoy hace la Virgen: no sólo lo que debe, sino lo que puede; no sólo tira la barra a llegar, sino a pasar y cumplir lo que no tiene obligación, para te enseñar, hombre, que si quieres llegar al cumplimiento de los diez mandamientos, que tires a pasar, porque, si no, no llegarás. El juego más dificultoso es el que juegan los seglares que llaman de «ni más ni menos», como: si fuese a veinte bolos, que han de ser veinte por fuerza, y cuando ponen dos cincos uno de corto y otro de largo. Pues veis aquí de la manera que los hombres juegan con Dios el juego de ni más ni menos de los diez mandamientos. Andan con u Dios como v en porfía: Dios, que han de llegar a cumplir los diez mandamientos, y ellos, que no han de pasar; y porque no es día de fiesta no han de oír missa; y porque el pobre no está en extrema necesidad, no han de dar limosna w. Dos cincos: uno de corto x que te puso Dios y otro de largo que te pones tú. ¡Oh, juego riguroso!, que haya de salir al cabal y la bola tan medida que llegue y no pase. Tú perderás el juego y te quedarás sin Dios. La Virgen el día de hoy tira en esta obra a pasar de lo que tiene obligación y en eso el hermano le imita: que no tiniendo obligación a los consejos evangélicos para asegurar lo suficiente y lo que basta del cumplimiento de los diez mandamientos, pasa a los consejos, etc. Dic.
Y para que sepamos cuán bien paga Dios el cumplimiento de las leyes que uno no tiene obligación, advertid que esta ley de ofrecerle a Dios los primogénitos tuvo por fundamento el agradecimiento de haber Dios muerto los primogénitos de Egipto en la victoria que de ellos alcanzaron huyendo de su tierra (que hay victorias muy celebradas que se alcanzan huyendo, y así son las del mundo) y por el beneficio, pues, de aquella obra mandaba Dios que le presentasen los primogénitos. Y porque ésta no fuese ofrenda sangrienta, mandaba la ley que el rico ofreciese un cordero y el pobre dos tórtolas o palominos, con que tornaban a comprar el primogénito que ofrecían, sacrificando en su lugar los pajarillos o el cordero 23. ¡Oh sancto Dios!, y qué bien pagas a la Virgen el cumplimiento de la ley que no debe: que ofrece a su hijo al Padre eterno y lo torna como y a comprar con dos tortolillas y, si así se pudiera decir, a rescatar y a redimir; y la que z tenía a Dios por suyo por lo haber engendrado, que también lo tenga por suyo por lo haber rescatado. Como Dios, que nos tiene por suyos a título que nos crió y a título que nos redimió. Veis aquí lo que ganó la Madre de Dios. Las propias ganancias tiene el hermano por querer tirar hoy la barra hasta el cumplimiento de los consejos, que tiniendo a Dios el que cumple los diez mandamientos, él lo tendrá de dos maneras: por eso y porque cumple los consejos.
Y si Dios da siempre más de lo que promete, ¿por qué el hombre no ha de hacer algo más de lo que le piden? Mirad lo que pasa hoy: prométele el Spíritu Sancto [222v] a Simeón que no vería la muerte sin ver a Cristo, y no sólo se lo cumplen, pero se lo dan en sus manos, en sus brazos, que lo tenga, lo abrace y bese, etc. Hoy estas ganancias —que ofrece la Virgen a Cristo al templo y se lo torna haciendo pago con dos pajarillos que sacrifican— veis la grandeza de la obra del hermano que se ofrece, que hace que parece que muere, que es ofrenda sangrienta. Advertid que no muere, entero se queda, vida tiene; hoy cumple con ofrecer dos tórtolas en sacrificio que se degüellen, que son dos potencias mortificadas, que son entendimiento y voluntad, sujetándolas, etc. Dic.
¿Queréis ver esta verdad? Mirad lo que dice Simeón: Nunc dimitis servum tuum 24. Rara cosa, cuando tiene todo el peso de Dios en las manos, cuando más atado, cuando con más grillos, cuando más viejo, cuando tiene un pie en la sepultura, dice: Ahora, Señor, me desatas. Sí, que no hay mayor soltura que la que tiene el justo; cuando está más atado y aprisionado y encerrado, entonces está suelto el spíritu y libre para contemplar en Dios, cuando el cuerpo está más atado y el alma a más ligada y unida con su Dios. Así como la soltura del cuerpo consiste en estar atado y asido al alma y los güesos trabados y asidos con los nervios, así el justo cuando está asido con Dios está desatado. El peccador que está suelto está atado. Así como a las maniotas del caballo llamamos sueltas, el peccador a sus grillos y cumplimientos llama soltura, siendo la mayor sclavonía que se puede imaginar, etc. b No hay cosa que más desate y desenvuelva que la luz. Cuando sale c el sol, se desencogen y desenvuelven todas las cosas. Veréis el hombre, que de noche se encierra en su casa, se entra en su aposento, se envuelve en sábanas y mantas, como niño envuelto y como hombre atado que no se atreve a sacar una mano fuera; y en viniendo el día, que ve entrar los rayos del sol por la ventana, qué alegre y contento, abriendo las puertas, desenvolviéndose él, sacando los brazos, tomando vestidos. Lo proprio hallaremos en los pajarillos del campo, que en la noche se encierran y enzarzan y de día saltan, vuelan, cantan y hacen de sus corpecillos mill meneos saltando de árbor en árbor. Y lo proprio tienen las flores, que encerrándose y encubriéndose en sus capullos de noche, de día se abren y desencogen. Pues estos efectos que hace el sol con las criaturas, éstos hace Cristo en un alma: que si la noche de su ignorancia y peccado estuvo atada, el salirle el sol Cristo la desata y desenvuelve y le hace dar mill alabanzas, como el día de hoy se ve en Simeón, etc. Y ésta es la libertad y desenvoltura que el hermano el día de hoy adquiere d pegándose y uniéndose con Cristo: libertad de espíritu, libertad y osadía para las buenas obras, etc.
Y si para el cuerpo esta junta con Dios y obra que su caridad hace captiverio se podía llamar, dichoso captiverio y dichosas prisiones, que en alguna manera con ellas, en lo que es de nuestra parte, pagamos a Dios lo que el [223r] día de hoy hace por el hombre, porque hoy Dios se hace nuestro presentándose en el templo y se hace nuestro captivo y prisionero, pues lo redimen con dos tórtolas o palominos. No será mucho, pues el Padre eterno nos da su primogénito, nosotros le demos nuestro corazón, y a quien me da su sangre le dé mis afectos. Lo primero que en el vientre de la madre se engendra del cuerpo humano es el corazón. Este, como primogénito nuestro, lo pide Dios —Fili, tribue michi cor tuum 25— en pago de habernos dado a su unigénito Hijo. Al gavilán los cazadores de todo lo que coge sólo le dan el corazón, y con eso queda contento y arregostado para otro vuelo. El Hijo de Dios, si preguntamos a qué vino al mundo, a qué descendió al vientre de la Virgen y de ahí al pesebre, del pesebre a la circuncisión, de la circuncisión a ofrecerse en el templo, y después a la cruz, limbo y sepulcro, para qué tantos saltos y e vuelos, dirá que son puntas y contrapuntas por cazar y coger al hombre, de quien se contenta su Majestad con el corazón; y con eso se abalanzará una y muchas veces buscando hombres, de quien tanto gusta.
En las razones que arriba damos por qué la fiesta de la entrada en religión se llama fiesta de candelaria del hermano, dije cómo tiene Dios de hoy en adelante cuidado de hacer candela y abrigar al que por su amor se desnuda, dándole calor en el frío y encendiendo en su alma un horno contra las inclemencias del cielo y molestias del mundo. En aquella razón cómo la vela en todas las demás cosas es la que en su officio se deshace, se ha de decir cómo todas las cosas en el ejercicio de sus officios se hacen. El hombre va a la corte a venir caballero, el caballero con una encomienda, etc. El grano de trigo en su officio, echándolo en la tierra, sale hecho una macolla; el arbolillo, etc. Pero la vela, ejercitando el suyo, se deshace. Este es el officio del religioso: deshacerse y que entienda el que viene a ser religioso que no viene a levantarse y a hacerse, sino a apocarse.
A este propósito, de cómo el ser uno verdadero religioso es fiesta de candelaria, lo prueban admirablemente aquellas palabras que la Iglesia canta en la fiesta de las vírgines: Accingit fortitudine lumbos suos, et roboravit brachium suum 26, ideoque lucerna eius non extinguetur in sempiternum 27. Pues ¿qué tiene que hacer para no se apagar la vela? Poner haldas en cinta y arremangar los brazos, que es manos a la labor. Digo que mucho. Porque así como las lámparas se ceban con el aceite, de esa misma suerte nuestras almas arden y tienen luz mientras el hombre trabaja y se enplea en obras de servicio de Dios. Y así como la llama f y el fuego se conservan y sustentan forcejando y obrando, convirtiendo en sí la g materia que le aplican, de esa misma manera el justo conserva la luz, la llama y la candela [223v] forcejando y trabajando en la casa de Dios. Y así como h enciende fuego el eslabón i hiriendo la piedra, de esa misma suerte lo enciende nuestras penitencias. Dirán ¿cómo es esto, que parece se les acaba la vida a los del siglo con dos días de penitencia? Digo que el fuego de los seglares es de casta de candiles, que con un soplito se apagan, pero el del justo es como el de san Pablo, que desafiaba a todas las criaturas para que no habíen de ser poderosas para no apartarlo de la charidad de Cristo 28. Era de la casta del fuego que tenía la esposa, que dice: Aquae multae non potuerunt extinguere charitatem 29. Es de la casta del fuego que en sí encierra la cal, que con el agua se enciende.
Candelaria podemos llamar al estado y vida del religioso, porque, así como hay dos maneras de fuegos, unos que están en aschuas y otros en candelas, que es la lumbre que tiene llama —y ésta se diferencia de aquélla porque el fuego que está en aschuas sólo calienta, como se ve en un brasero, pero el que está en llama calienta y alumbra j y con facilidad enciende otra leña—, de esta manera ha de ser el fuego del religioso, su vida y costumbres: que a él le caliente y abrigue y al seglar le queme, abrase, encienda y alumbre, según aquellas palabras que Cristo dice: Sic luceat lux vestra coram hominibus, ut videant opera vestra bona, et glorificent Patrem vestrum 30. Quia thesaurus absconditus, et scientia invisa, quae utilitas in utrisque? 31