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San Juan Bautista de la Concepción Obras IV – S. Juan B. de la C. IntraText CT - Texto |
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[15v]
Jhs. Maria
Alius eiusdem, sobre la tercera petición. Ad habitum. Pregunta: Quid petis? Responde: Misericordiam Dei, Ordinis paupertatem, et fratrum societatem
Dice el hermano que pide la compañía de los penitentes, de los pobres, de los que buscan a Dios, de los que van por el camino áspero y estrecho del cielo, de los que, no contentos con el cumplimiento de los preceptos, se quisieron atar y reatar con los consejos de Dios. No son nuevos ni muy escondidos los bienes que se siguen de la compañía de los tales. No hay viejecita que no traiga por refrán: Júntate con buenos y serás uno de ellos. No digo yo que nosotros lo seamos, pero, profesando lo que arriba dije, debémoslo ser y, siendo, a quien se pegare pegársele ha el serlo.
Probémoslo y pongamos primero los ojos en un Tomás que, unido, pegado y entremetido con los demás apóstoles, se mostró tan animoso y fiel amigo que se entra por las picas y se ofrece a las piedras y a la muerte: Eamus et nos, ut moriamur cum illo 1. Y, apartado de ellos, no sólo no tiene esa fidelidad, pero ni aun fee 2. Si el que anda entre el carbón es fuerza que ha de andar tiznado —Nonne coinquinabitur ab eo, dice el sancto Job 3—, también lo será que el que anda entre ascuas ande encendido, porque éstas eran las briegas de los dos ángeles que cuenta Daniel en el capítulo 10, según la explicación de Lyra. Aparecióle un ángel, después de sus lágrimas y larga oración, que ésta de ordinario suele ser tan poderosa que derriba ángeles y los trae desde el cielo a su mandar, y diciéndole cómo traía orden de Dios para sacar aquel pueblo del captiverio y volverse a su patria, da la razón de haberse tardado en el socorro, y dice: Princeps autem Persarum restitit mihi viginti et uno diebus 4. No te maravilles de no haber venido más por la posta, que he tenido un bravo competidor que ha sido el ángel de los persianos, que me ha impedido el paso con todas sus fuerzas hasta que san Miguel vino a ayudarme 5. Fue éste el caso, según que lo explica san Gregorio en los Morales 6 y Lyra 7 sobre este lugar, que como aquel ángel trajese despacho para librar aquel pueblo y llevarle a su patria, el arcángel a cuyo cargo estaba la guarda de todo aquel reino de Persia, pesábale, porque los persianos habían de perder muchos bienes que les venían de la compañía del pueblo de Dios, [16r] algunas buenas a costumbres que se les pegaban de su trato, y así procuraba de impedirlo con todas las fuerzas posibles.
Parece caso imposible que vea yo cada día delante de mis ojos y en toda ocasión un retrato de sanctidad y un retrato de penitencia y que un día o otro no me mueva a imitarle. Que oiga la disciplina y que vea en mi compañero, que ayer parlábamos juntos y nos íbamos tras de nuestros antojos, y hoy lo vea rendido a la mano de Dios, despreciando el mundo, los ojos al cielo, manso, humilde y casto, y que no espere yo otro día o me mueva a le imitar. Parece cosa imposible que tropieces con la virtud, con el buen exemplo y no des de ojos; no lo quiero creer. Que, una vez que otra, el avecilla que oye el reclamo de otra de su specie no caiga en la red, dificultosa cosa es. ¿Qué otra cosa es —dime, hermano— ver cada día de estos espectáculos? Voces son, silbos y cantos suaves que te hace Dios para que te enlaces y enredes en estos soberanos grillos y cadenas de sus consejos. Eso aguarda Dios de la fuerza del exemplo del b bueno. De que no te aprovechas de la tal compañía y espectáculo se te hará grande cargo. Al religioso que, entretejido entre buenos y entre siervos de Dios, retirado en su rincón, no se mejore, grande cargo. [Grande cargo], hermano, que vivas y trates en una universidad donde hay tantos sanctos y te arrimes a tantos siervos de Dios, los veas, los oigas y, con todo eso, sin aprovecharte, te vayas tras tus vicios tan desordenadamente como si vivieras entre luteranos o entre infieles.
Levantaránse los ninivitas en el juicio, dice Cristo 8, y condenarán a esta generación, porque a un grito de Jonás profeta se convirtieron, y aun la reina de Saba, que sólo por las nuevas de camino se partió tantas leguas, etc. ¡Y que haya entre nosotros tantos que hagan officio de Jonás! ¿Qué otra cosa son estos hermanos sino imitadores de ese propheta, vomitados de esa grande ballena del mundo 9 al puerto seguro de la Religión? Y este callar está hablando que, si no os volviéredes a Dios y os apartáredes de los caminos del mundo por donde ellos iban errados, que vendrá la ira de Dios sobre vosotros. Que se vean por esas calles tantos hombres cenicientos que con su callar hablan y con su mirar enseñan ¡y que, con todo eso, haya tanto tesón en el vicio! Etc. Dime, hermano, si adonde no tienen un río o una fuente, un pozo, sino que beben de acarreo de lejas tierras, están sustentados y satisfechos y tú a las corrientes y vertientes de las aguas de un río caudaloso estuvieses perdido de sed, abrasadas las entrañas, ¿qué diríamos? Está loco o ciego, etc.
Que se convierta el infiel y el hereje, como en nuestros tiempos se ve, [16v] y que tú, viviendo en tierra que lleva la palabra c de Dios, que recrea, lava y satisface el alma de acarreo, y que estés tú a las corrientes y vertientes de la sangre que sale del costado de Dios, y que apenas has puesto el pie en el suelo cuando ya lo tengas teñido con la sangre del Cordero ¡y, con todo eso, no dispiertes! ¿No habéis visto un hombre que sueña de noche y levántase de la cama y hace mill disparates? Suelen a este tal ponerle a orilla de la cama un caldero de agua para que mojándose dispierte. Dirás ¿para qué tanta mortificación, tanta plática, tanto hábito en público? ¿Para qué? Ut intingatur pes tuus [in sanguine] 10. Ay, hombre miserable, que sueñas y que hablas disparates, que haces locuras, es menester ponerte delante de los ojos en qué tropieces, esas obras llenas de sangre de Cristo que tú ves, para que te dispierten, porque todo eso se saca del exemplo y compañía de los buenos. Y de no hacerlo, castigo cierto.
Resuélvese Dios un día en castigar a su pueblo (Esaías 26). Y la razón que da es que in terra sanctorum iniqua gessit 11; que, estando entre sanctos patriarcas y prophetas y teniendo tanta ocasión de ser buenos, hayan sido tan malos e indignos de perdón. Este es también uno de los cargos que Eccechiel, en el capítulo 28, hace al primer ángel, diciendo: Tu cherub extentus et protegens; in medio lapidum ignitorum ambulasti 12; que, siendo tú cherubín tan lozano que a la sombra de tus alas pudieran otros muchos tener defensa, y que te andabas paseando en el empíreo en medio de aquellas piedras lucientes y encendidas de aquellas naturalezas angélicas, que de tanta luz no se te pegase algún resplandor, y de tanto fuego no saltase alguna centella, digno eres, por cierto, de fuego perpetuo y del eterno castigo. Corre, pues, la razón propia de una alma que el día de hoy, en medio de tantas ocasiones de servir muy de veras a Dios, se esté tibia, dic, etc. Dic del mal religioso y del seglar perdido, y al d novicio cómo lo entra Dios en un cielo para que entre ángeles se pasee, entre luces y piedras encendidas para que se abrase, etc. Y al que no lo hace, el mismo Dios lo está reprehendiendo, diciendo: Oh, alma infiel y desdichada, que con haberte hecho la honra que te hice y haberte puesto delante tantos dechados de virtud, tantos dispertadores de tu sueño, tantos alguaciles de tu mal vivir, que, andando como andas entre ascuas encendidas, no te peguen algún calor y tantas ocasiones de tu bien no lo sean de que se vea en ti alguna medra o enmienda. Caso parece éste, aunque posible, raro; que lo ordinario es [17r] que, si el carbón tizna, el fuego enciende; que si las tinieblas ciegan, la luz aclara la vista; si el vicio se pega como lepra, la virtud atrae como imán; y, finalmente, si la compañía de los malos estraga, la de los buenos reforma; y así yerran los que de ella huyen, y su charidad acierta, etc.
Nota que el no convertirse al exemplo del virtuoso y no moverse a la misma virtud, viendo las mercedes que Dios a un alma hace, es señal de reprobación. Ve Caín a su hermano Abel tan agradecido a su Dios que le ofrece las spigas y manojos más granados y que Dios delante de él le paga con sus ojos mirándole su sacrificio, etc. No sólo no lo enciende en amor de ese mismo hacedor, pero, movido de envidia, le arma traición, lo engaña y saca al campo y derrama su sangre 13. ¡Qué de caínes hay en el mundo! Que veas tú a tu hermano ofrecer a Dios lo mejor de sus cosechas, su hacienda, alma, vida, etc., y veas que tan al contado pone Dios los ojos de su infinita misericordia en tu compañero, ¡y que no sólo no te mueva a obrar la misma virtud, sino que, revestido de satanás, lleno de envidia, lo murmures y deshonres! Decidme, ¿cuántas veces vuestro compañero, como simple palomilla, os ha descubierto su pecho, su vocación y merced que Dios le hace de aceptar sus deseos, y vos, como otro Caín, lo sacáis al campo no para ayudarle, sino para derramarle la sangre? Y no digo la suya, sino la de Cristo, que eso cuesta una conversión de un alma y una verdadera vocación.
Eso tiene el descubrir el pecho un justo a un peccador y a un desalmado. Descúbrese Noé embriagado ante su hijo Can y, con ser hijo suyo, hace burla de él. Llega el hijo mayor y toma su capa y échasela encima y cúbrelo y abrígalo 14. Que llegue tu hermano embriagado de Dios, te descubra su pecho y su vocación, las faltas y la necesidad que tiene de hacer de ellas penitencia ¡y que tú, hecho otro Can o perro, que lo propio es, lo descalces, burles y estorbes, etc.! Llegaos, hermanos, a Cristo, que es el justo de los justos. A sólo él de hoy en adelante descubrid vuestros pechos, que él os abrigará y vestirá, dándoos su propia ropa hasta quedar él desnudo en una cruz, y luego su propia sangre, etc. Esta merced y misericordia recibe hoy el hermano de Cristo, etc.