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San Juan Bautista de la Concepción Obras IV – S. Juan B. de la C. IntraText CT - Texto |
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Jhs. Maria
Peto misericordiam Dei, Ordinis paupertatem, et fratrum societatem
Tres cosas pide bien llenas de dificultades: dejar el siglo y entrar en la casa de Dios, pobreza, a a quien y en quien se hallan y siguen todas las incommodidades que hay en el mundo, porque quien dijo pobreza dijo hambre, desnudez, perseguido por la justicia, etc. Seguir a los buenos en el desprecio de sí propio, en la mortificación y la pobreza y penitencia, es ya eso recibido entre los mundanos como si fuera sacrilegio. ¿Qué digo? De eso no se admiran y de estotro se espantan. Nonne tu vides quid isti faciunt in civitatibus Juda, in plateis Jerusalem? Patres colligunt [98v] ligna, filii succendunt ignem, et mulieres faciunt placentas b reginae caeli 1. Que haya tantos pecados en el mundo, que estén agavillados padres y hijos y mujeres en medio de las plazas ofreciendo sacrificios a sus dioses, ¡y que no lo veas, profeta! Pues ¿cómo puede ser en la plaza y no verlo? Allí quiere decir no verlo, no lo sientes, que haya pecados y no llores; que se admitan maldades a rienda suelta y no los persigas y que detengas las riendas. Que esté la Magdalena en su pecado y no haya quien le diga: mal haces. Que se eche a los pies de Cristo y al pie halló quien la murmure 2 y, cuando falta, quien la persiga en su virtud; el apóstol Judas en el convite y su hermana en casa; es dificultoso dejar el modo.
Dícele Moisés a Faraón que lo deje ir a sacrificar al desierto. Procuró estorbárselo; cuando se vido forzado, que no podía más, dícele: Alto, sacrifica aquí a tu Dios dentro de Egipto. Dícele Moisés: Non, quia sacrificabimus Deo nostro abominationes Aegyptiorum 3; hemos de sacrificar vuestras abominaciones. Como si dijera: Vosotros adoráis al becerro y carnero, que son abominaciones para vosotros; esos animales los hemos de sacrificar; si vosotros nos veis degollar el carnero, el cabrito y echarlo en el fuego, claro está que nos lo habéis de impedir y estorbar, por tanto es necesario sea en el desierto. Nadie se espante de que sea cosa dificultosa de dejar el mundo, la mortificación, etc., que es lo que adora el Egipto que vive en el mundo, la honra, la gloria, el vestido, etc. Pues, si ve al siervo de Dios abrasar y quemar todo eso, lance forzoso será el haberlo de perseguir. Apenas estaba de parto la otra mujer en el Apocalipsi, cuando se le apareció un dragón la boca abierta para tragarle lo que paría 4. Duo fecit Dominus, unum contra unum et duo contra duo 5. Sólo el justo y el que quiere servir a Dios le persigue todo el mundo. Qué bien lo va contando san Pablo 6: [99r] la mar, la tierra, los hombres, hasta los hermanos se le volvían falsos; et inimici hominis, domestici eius 7. De ese hombre interior, hasta la gente de su casa le persigue: los ojos, los sentidos, su propia sensualidad. Foris pugnae, intus timores 8, dentro y fuera. Que fuera nunca acabar querer cifrar las guerras, los miedos, los estorbos que se levantan contra la virtud.
Y no encarece poco esta dificultad la flaqueza del hombre y la fortaleza de los contrarios. De lo primero, es comparado a la flor, al heno 9, a la hoja del campo 10, a la imagen, etc. Y de los segundos, son comparados por san Pablo 11 a los potentados, poderosos y príncipes de tinieblas, que ni son de carne ni sangre, que ni los veo venir ni sé sus asechanzas porque son invisibles. Y cuando los viera, no les puede dar una guchillada, porque no son de carne ni sangre. Basta saber de ellos que en fortaleza los comparan los sanctos a las bestias más fieras: al oso, al león, al tigre, etc.; y al hombre, a la cosa más flaca. Entramas a dos cosas estuvieron bien pintadas en Eccechiel. Dícele Dios: Sume tibi laterem, et [describes] in eo civitatem Jerusalem, etc.; et [ordinabis] obsidionem contra eam in circuitu facies, etc. 12 Que bastábale estar en ladrillo la pintura para ser cosa triste, sino que le manda en torno que le ponga trinchea de enemigos, etc. ¿Qué es la virtud y la penitencia sino una celestial Jerusalén, hermoseada y torreada con mill diferencias de virtudes, y puesta en el hombre, que es un poco de tierra que con facilidad, etc.? Y que no le baste esta miseria, sino que in circuitu ha de estar lleno de enemigos, grande dificultad.
Más, la propia virtud versatur circa difficilia 13; la propia virtud está llena de dificultades y su subida es áspera y escabrosa. Quincio Griego, con ser hombre gentil, deslumbrado [99v] de fee, tuvo no sé qué atinos y barruntos de éstos. Pintó la virtud subida en un asperíssimo risco lleno de malezas y breñas y despeñaderos muy grandes, con una delgadíssima senda con que se podía subir a lo alto. Allá arriba estaba plantada una palma c y en ella la virtud caballera, como si estuviera en su trono. En pintar el camino tan dificultoso y áspero, ya se echa de ver que quiso significar la aspereza de la virtud y la dificultad con que se llega a ganarla, porque es vereda muerta, porque es de pocos trillada. Pero allá arriba estaba sentada en la palma, que, aunque su fructo es muy dulce, pero no se da sino al que una y muchas veces ha triunfado de los trabajos de sí propio y alcanzado muchas victorias y hubiere fuertemente peleado 14. Rem difficilem postulasti. [Eliseo] pidióle [a Elías] spíritu doblado, y respóndele: Rem difficilem postulasti 15. El del religioso, spíritu doblado, por abrazar preceptos y consejos.
De todas estas dificultades sacamos cuán ignorantes y locos están los que, metidos en medio de babilonia, del mundo, de las ocasiones, etc., quieren alcanzar victorias, conservar virtud y ganar el cielo. Si al que está apartado del siglo tantas dificultades le siguen el alcanzar la perfección, ¿cómo quiere ser honesto el que está metido entre deshonestidades y limpio el que trata entre el carbón y calderas? Si vix justus salvatur 16, ¿cómo quiere el murmurador deslenguado alcanzar la gloria? Si el navío del religioso, metido en el puerto y ancorado con fee viva d, charidad ardiente y esperanza firme, padece naufragio, ¿cómo quiere estar seguro el studiantillo metido en alta mar de sus pretensiones? Si el navío y barca donde está Cristo y sus discípulos se ven en punto de perecer 17, ¿qué será del miserable que va [100r] en compañía de obstinados y lleva en su alma a satanás, etc.?
Decidme, padre, ¿ese consuelo me dais en decirme tantas dificultades? Todo eso parece que ayuda a hacerme volver atrás, a desmayar y entender que me han de faltar fuerzas para salir con ello. Digo, hermano, que si su vocación es verdadera, que si pretende dejar el mundo por solo Dios, por ganar su alma, fuera de otros cualesquier motivos y intereses, por más dificultades que tenga, saldrá con la victoria de todas ellas, etc. Del sancto Jacob dice la Scriptura en el libro de la Sabiduría que lo puso Dios en un terrible conflicto: Certamen forte dedit ei ut vinceret, et sciret quoniam omnium potentior est sapientia 18. Hace aquí el Spíritu Sancto mención de aquella tan reñida lucha que tuvo Jacob con el ángel 19, que, por ser tan sabida, no la refiero. Y a aquella lucha llama batalla fuerte. Y tiene razón, porque realmente era fortíssima por ser la persona con quien Jacob luchaba, pues, según sentencia de san Cirilo 20, era el Hijo de Dios, cuya fuerza es infinita. Y, con todo eso, dice que le puso en ella ut vinceret, para que saliese vencedor y que supiese que la sabiduría de Dios que se puso en aquel conflicto es más poderosa que todas las cosas, pues le había sacado de él con victoria. Si él fuera a buscar a Dios para luchar con él, clara cosa que quedara vencido si él se ofreciera a la lucha y a la batalla, porque le dejara Dios en sus fuerzas naturales, y assí no las tuviera para defenderse de un contrario tan valeroso y tan fuerte. Pero, habiéndole metido en aquel conflicto la sabiduría de Dios por particular providencia suya, es cierto que había de aumentarle las fuerzas y templar las de la persona que luchaba con él, que entramas cosas eran necesarias para quedar con la victoria.
Grande lucha, hermano, es la que hoy [100v] se le ofrece, no menor que un gusanillo con la virtud, que hemos dicho es tan dificultoso. ¿Qué digo? Lucha con el cielo, de quien dijo Cristo que vim patitur e 21. Lucha con la gloria, de quien dice David: Altissimum posuisti refugium tuum 22. Lucha con el mismo Dios. Lucha con la carne, con su persona, con padre, madre, hermanos, amigos, parientes, adhuc autem et animam suam 23. Con todos tiene lucha, etc., y con los demonios, etc. Ahora mire, hermano, viva consolado, que Dios, que le trai a la Religión, mitigará y aguará las fuerzas del contrario y levantará y subirá las suyas, de suerte que salga con la victoria, para que se sepa que la sabiduría de Dios, que hoy le ofrece y trai a ella, omnium potentior est 24.
Quién viera que un hombre tan mozo como Joseph, cuando la carne, sin ser provocada, tiene de suyo tantos incentivos que la encienden y solicitan, había de tener fortaleza para despreciar los ruegos de una mujer moza hermosa y gitana 25, que, por serlo, no le faltarían mañas ni embelecos para solicitarlo. Más fuertemente nadie pudiera persuadírselo, pero, pues Dios lo metía en ello, era cosa clara que lo había de sacar victorioso, ut sciret quoniam omnium potentior est sapientia 26. Que podía más la sabiduría de Dios, que lo había metido en ello, que la malicia de su ama, que le tentaba. Estaba san Pablo luchando con aquel estímulo de su carne, que le traía tan acosado que hacía mill veces oración al cielo: propter quod ter Dominum rogavi ut aufferret a me; tres veces acudió a Dios a que le librase de aquel conflicto, pareciéndole que no tenía fuerzas para resistir a un contrario tan poderoso. Pero Dios, que le metía en aquel conflicto y batalla, le dice: Sufficit tibi gratia mea 27, etc., ut sciret quoniam omnium potentior est sapientia 28. Como quien dice: Si os faltan fuerzas, yo os añadiré gracia para que entendáis [101r] que es más fuerte la sabiduría de Dios que lo permite que la malicia del pecado que anda por inquietaros.
Assí diremos al sancto rey David, que parece está diciendo todas las dificultades que al hermano hoy se le ofrecen: Induxisti nos in laqueum; posuisti tribulationes in dorso nostro; imposuisti homines super capita nostra 29 (psalmo 65) f. ¿Quién ha, Señor, de valerse entre tantos peligros? Habéisnos llevado a ponernos en el lazo, habéis cargado de trabajos y tribulaciones nuestras espaldas, habéis puesto hombres que nos huellen nuestras cabezas. Que parece dice que de pies a cabeza no se puede revolver. Andad, David, ¿vos no decís que Dios, [que] os puso, él os sacará libre, para que se eche de ver? Assí lo dice él: transivimus per ignem et aquam, eduxisti nos in refrigerium 30. ¿Vos no os metistes en el fuego y en el agua g? Pero vos que nos metistes, nos sacastes refrigerados. Di y aplícalo al religioso.
Diránme algunos: Cierto, padre, que es tan grande mi flaqueza que, si se me ofrece una ocasión de un parlar, me dejo llevar y vencer. ¿Cómo tengo de tener fortaleza para vencer tantas cosas? Si río y camino y duermo un día en el suelo, estoy por muchos quebrantado. Si un poco me ahorro y desnudo para hacer un poco de exercicio, luego me resfrío. De una jarra de agua que bebí, pensé morirme. De cuatro días que me faltó la gana de comer, me puse en los güesos. Decidme, ¿cómo tengo de poder dormir siempre en el suelo, y con desnudez y con continuas abstinencias, etc.? Respondo, hermano, que esto tú te metes y te ofreces a esa lucha, y el demonio, que en ella tienta, te desampara y deja luchar y pelear con tus propias fuerzas; y con ellas ¿qué has de hacer sino como flaco? Mirad un David tan fuerte, como decíamos ahora y como dice la Scriptura, Regum I h, [101v] tan animoso y valiente, que rompe lazos, sufre tribulaciones 31, vence osos, desquijara leones 32, perdona enemigos 33 y vence gigantes 34. Pues métase él voluntariamente en un peligro, y veréis qué tal saldrá de él. Ponga los ojos en una mujer, deténgase un poco en miralla, y veréis cómo ese valiente queda vencido de una mujer. Pues ¿qué mudanza es ésta? No hay buscar otra que las primeras batallas no las buscó él, sino que Dios le puso en ellas i, y assí Dios le ayudó ut sciret quoniam 35, etc. El último él se lo buscó, y assí Dios le dejó en él, para que experimentase cuán flaco es el hombre si no le ayuda. La divina sabiduría es altíssima, señores, que morirá el otro de poner los pies descalzos en el suelo, al levantarse, de beber una jarra de agua, de un airecito, etc. (dic), y trairá Dios un niño a la Religión delicado, que parece que es una muralla fuerte, que ni frío ni hambre ni cansancio ni suelo, etc. Todo esto es para que los hombres sepan que omnium fortior est sapientia 36.
Y de aquí sacamos otra cosa que nos ayuda a quitar las dificultades de la virtud: el poner los ojos en los hechos y sucesos de otros que son de carne y sangre como nosotros: Memento praepositorum vestrorum 37, etc. Si quisieres llevar adelante este intento, hallaráslo en Murillo, Cuaresma 91, por dos o tres hojas 38. Y David colige que podrá contra el gigante porque, cuando era niño, desquijaraba osos. El niño ayuna, luego yo, hombre, bien podré contra el gigante.
Sobre aquello de lo mucho que el siervo de Dios puede en los trabajos y en las dificultades, un lugar admirable Eccechielis 1: aquellos animales que iban uncidos: hombre, buey, león, águila, y todos volaban a un compás. Quien oye decir que un buey volase y un hombre [102r] fuese uncido con un león, etc., dic., no es de espantar, que dice la Scriptura que similitudo manus hominis subtus pennas eorum 39; que la mano de Dios iba debajo de las alas ayudándoles a volar. Y de David, contando las hazañas que en el pueblo de Dios habíe hecho, que eran más que de león, que de hombre, abstulit opprobrium ex Israel 40, etc., dic, para que no se espanten, dicen: Etenim manus Domini erat cum illo 41. Grande vuelo de niño: matar osos, etc., de osos gigantes, de pastor rey, etc., si debajo de esas alas tiene la mano de Dios, etc. Grande vuelo da hoy, hermano: de hombre de carne a ángel de spíritu, etc., dic. No hay que espantar, porque la mano de Dios está con él.
Dícele Dios a Jeremías que vaya a predicar. Responde que es tan niño que ni aun la primera letra del abecé no sabe: A,a,a, Domine, nescio loqui; apenas sé juntar las letras. Tócale Dios con su mano. Dícele: Noli dicere: puer sum; ad omnia quae mittam te ibis 42. Aunque su charidad hombre, pero niño, porque del abecé de la escuela de Dios apenas sabe la primera letra, que es amor de Dios, etc., pero hoy, habiéndole tocado la mano del Altíssimo, juntará letras muy distantes, juntará voluntad con negación, carne y cilicio, regalo y abstinencia, pobreza y honra, etc.