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San Juan Bautista de la Concepción Obras IV – S. Juan B. de la C. IntraText CT - Texto |
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Alius in professione
No sin particular propiedad comparan los sanctos a la religión a un monte alto. Léanse todas las excelencias y propiedades que la Scriptura, prophetas y doctores [118r] sanctos dicen de ellos: todas cuadran a esta sagrada Religión. Al monte sube Cristo con sus discípulos, allí de asiento les enseña pobreza, mansedumbre, llorar, y en esas cosas pone las bienaventuranzas 1. A monte sube a orar 2; y la Religión no es otra cosa sino casa de oración, donde de asiento enseña Dios a sus siervos las lágrimas y pobreza; monte donde suben los más escogidos. Monte donde los sanctos ángeles libran al sancto Loth, querido de Dios, de los incendios de Sodoma 3. Monte de quien dice David: Mons Dei, mons pinguis, mons coagulatus. Mons in quo beneplacitum est Deo habitare in eo 4. Monte donde, como dice Eccechiel, para mayor seguridad y regalo apacienta Dios sus queridas ovejas 5. Monte donde otro Loth se libra de los incendios de Sodoma y Gomorra 6. Monte como el del calvario donde el justo, en compañía de Cristo, padece azotes, bofetadas, afrentas, etc., contemplando de noche y de día a Cristo crucificado; donde, en compañía de su buen maestro, bebe hiel y vinagre, etc.
Pero, por mucha semejanza que tenga la Religión con todos los montes, con ninguno tanta como el monte que hoy nos pone el evangelio, donde llevó Cristo a Pedro, Joan y Diego 7. En él se celebró un famosíssimo convite, donde el que convida es Cristo; los convidados son Pedro, Joan y Diego, solos los justos. Lo que se come son unas vislumbres de gloria. La mesa es el suelo. La conversación que se trata sobremesa es de los tormentos y azotes que Cristo ha de padecer en el monte calvario. A la mesa lee el Padre eterno, que, teniendo por púlpito una nube, da un grito que dice: Este es mi hijo muy amado, oídle. Súpoles tan bien a los apóstoles, que Pedro en persona de los demás dijo: Quedémonos aquí, dure este convite para siempre. O, como dijo san Joan Crisóstomo 8, fue tan espléndido que no faltó quien, embriagado con aquel suavíssimo vino de la botillería de Dios, salió de sí [118v] y dijo necedades: Quedémonos aquí. Ya pienso lo tendrán todo aplicado a la Religión. ¿Quién en la Religión convida y llama sino el mismo Cristo, que dende la cruz dice: Venite ad me 9, etc. a, y por san Matheo: Qui vult venire post me 10, etc. b? Los convidados son solos los justos, los buenos, los fuertes, que eso quiere decir Pedro; los que perseveran, que eso significa Diego; los justos, que eso quiere decir Joan. ¿Qué se come sino los rayos de gloria que del cielo envía Dios, esperanzas, inspiraciones, contemplar y mirar el rostro de Dios, etc.? La mesa es el duro suelo, las tablas. La conversación son azotes, trabajos, mortificaciones. La continua lección es que hoy oigamos c a Cristo y hagamos su voluntad. Y para que entendamos que el convite es suficiente tal cual conviene para que un alma repose, dice su charidad: Quedémonos aquí.
Quédese norabuena. Sólo le pido lo que pedía David a su alma cuando le decía: Transmigra in montem sicut passer d 11; que de este monte de la Religión vuele al de la gloria. Y si gusta de quedarse aquí, donde la gloria se goza por especulación, ¿qué será en el cielo de ver a Dios rostro a rostro como él es 12? Si donde se come en el suelo halla sobre las estrellas y por manteles un cielo, que la menor parte de él es más resplandeciente que el sol, allá la conversación no es tratar de azotes, sino alabanzas al crucificado, etc. Dic de todo lo que allá pasa. Si es bueno estar aquí donde, para que el alma contemple, el cuerpo ha de padecer hambre, sed, penitencia, ¿qué será en el cielo, donde, habiéndole dado al alma tres platos, al cuerpo le dan cuatro y son cuatro dotes de gloria: inmortalidad, impasibilidad, claridad y sutilidad 13? Aquí el alma y el cuerpo son como dos enemigos, que a solas se las ha el alma con Dios y, para vivir en paz, es menester desterrar al uno de los enemigos [119r] lejos; y assí es menester que el alma se suba al cielo, diciendo con san Pablo 14: Conversatio nostra in caelis est e. Pero allá serán como dos amigos, que todas las cosas son comunes: contenta el alma, contento el cuerpo; gloria en el alma, claridad en el cuerpo. Serán allá como vecinos que tienen muy juntas sus casas, que si se quema la una, se pasa a la otra, etc. Aquí en la Religión goza de una paga y ésa en cédula le dan la libranza que es para el alma, pero en el cielo duplicia possidebunt in terra sua f 15. Aquí un vestido sencillo que lo cala el agua y se rompe con facilidad; allá vestiti sunt duplicibus 16: se da por de fuera en el cuerpo, brocado de tres altos en el alma.
Andando David por los desiertos, decía 17: Melior est dies una in atriis tuis super millia g. Di quién son estos portales y zaguanes, que seríe en el sancta sanctorum. Dic. Advierta que dice san Lucas de san Pedro que nesciebat quid loqueret 18. Primero, porque se olvidó de sus amigos y compañeros. Y para acertar en este quedémonos aquí, ha de hacer una profesión con deseo de que todos se salven, etc. Lo segundo, porque dice Eutimio 19 que puso su confianza en Moisés y Elías como oyó tratar de la pasión de Cristo; y en cuyo testimonio neminem viderunt, nisi solum Jesum 20. ¿Dónde hoy los ojos y confianzas? En sólo Jesús. Lo tercero, porque quiso la gloria en la tierra. Y su charidad, para acertar, ha de librarla para el cielo, la cual confío en Su Majestad la dará. Etc.