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San Juan Bautista de la Concepción Obras IV – S. Juan B. de la C. IntraText CT - Texto |
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Jhs. Maria
Este capítulo hice en La Solana visitando. Tomé la ocasión que la noche antes me hicieron dar licencia para que los hermanos cenasen a la lumbre
No deja de darme cuidado este nuevo modo de visitar los conventos, como es entrar el prelado y enpezar la visita, en que viene a descubrir y remediar culpas, regalando, acariciando, dispensando y disimulando. [140r] Y digo que no deja de dar cuidado este nuevo modo de visita por parecer extraordinario. No hay juez tan de poca consideración y advertencias que, si sale de fiestas y regocijos de su casa y entra en visita de cárcel y culpados, que no disimule su alegría y descubra en su rostro gravedad, rigor y enojo, porque, si otra cosa hiciera, cayera en la culpa que comete, como dice el Spíritu Sancto, el qui dat insipienti honorem a, de quien dice que es como el que echa piedras en el montón y acerbo de la statua de Mercurio 1. Que el que premia, como si dijera, al malo y le hace honra, que es como el idólatra que adora un leño.
Según esto, no podrá dejar de haber causado admiración en sus charidades que venga yo a visita de culpados, si los hay, y antes que los descubra para premiar al bueno y castigar al malo, a todos a carga cerrada haya hecho fiesta, alegrado y regucijado permitiendo anoche cenásemos fuera del refitorio, cosa que en otras ocasiones está tan vedado. Parece que está contra esto aquella parábola que por san Mateo pone Cristo de aquel gran padre de familias que aderezó una cena grande 2, mató becerros, preparó diferencias de aves y cazas, y mandó a sus criados que fuesen a buscar convidados. Hiciéronlo assí, salieron por las plazas, calles y campos, trujeron y enllenaron las mesas. Y antes de partir el pan y enpezar la cena, dice el sagrado evangelista que entró el padre de familias para ver los convidados y que halló que uno no tenía vestidura de boda; y que, ante todas cosas, antes de dejarle meter el bocado de pan en la boca, le mandó atar de pies y manos y echar en las tinieblas exteriores. Que no es bien que quien viene tan roto y malparado, como dice Cristo, guste su cena 3. Según esto, antes que el prelado hiciera cena ni fiesta, había primero de visitar [140v] a los convidados y a los religiosos, para ver quién tiene defectos y culpas, para echarle de la fiesta; y no a carga cerrada acudir a todos.
Miremos lo que nos dijo el evangelio de ayer: que de diez vírgines, sólo entraron a las bodas las cinco prudentes, que, por serlo tanto, el desposado no consintió que se les diese honra a las locas y necias, que no tenían aceite, sino que, desconociéndolas, les diesen con las puertas en los ojos 4. Que no es bien coma del pan de la boda quien ha sido tan ignorante que, habiendo tenido tiempo para proveer y cebar su lámpara, esté a escuras y vaya a deshora dando de ojos a buscar y a recibir a quien tanto le importa como es el sposo, bien y amparo de un alma sola y afligida.
No obstante esto, hemos de buscar con qué escusar el defecto y falta que puede parecer en lo hecho y modo de proceder, y entender assí ha sido la b voluntad de Dios. Y para esto quiero que notemos cómo son dos venidas las que ha hecho y ha de hacer Dios a visitar el mundo. La segunda, que es y será la del juicio, dice el mismo Cristo que será como un rayo: sicut fulgur qui exit ab oriente et parat in occidentem c 5. El d rayo atemoriza, asombra; y precédele el trueno y ruido que así atemoriza los hombres. Y de esa manera vendrá en esta segunda, con estruendo, ruido y asombro. Como nosotros decimos acá de un juez enojado: que viene desempedrando las calles, vendrá Dios, no sólo sacando las piedras de sus cimientos y desencasando las de los montes, sino que armabit omnem creaturam adversus insensatos e 6; contra los necios y los locos armará a todas las criaturas, hasta aquellas que le hicieron amistad y regalo. Y todo esto le causará al hombre tanto miedo y temor, que se tendrá por dichoso de que los montes caigan sobre él 7.
[141r] f De esta venida fue la visita que hizo en el convite de aquella cena 8, pues la llamó cena, que es la gloria y bienaventuranza eterna que se seguirá al juicio. La cual se compara a cena, porque se le sigue el reposo de la noche. Y assí se le seguirá al juicio y a los convidados que vienen vestidos de bodas el eterno reposo. Esta visita, este juicio no admite caricias ni regalos, fiestas ni contentos, porque para los malos iam priora transierunt g 9. De esta venida y visita también trató en la parábola de las vírgines cuando, viniendo el sposo, vino con estruendo y ruido: ecce clamor factus est h. Y eso nos significa aquel responder a las vírgines locas: Nescio vos; clausa est janua i 10. Allí es donde para siempre se cierra la puerta y se desconoce el pecador.
Pero, antes de esta visita, hizo el Hijo de Dios otra a los hombres, en la que inventó un modo extraordinario, exquisito de visitarlos y castigarlos, que fue haciéndoles bien, como él dice por David 11: Circundederunt me sicut apes, exarserunt sicut ignis in spinis; et in nomine Domini quia ultus sum in eos j. Véngase Dios de los hombres confundiéndolos, haciéndolos bien. Esta visita fue visita de comida, a quien se le siguió el trabajo de la tarde, la muerte de cruz, azotes y clavos. Fue visita amorosa, en que, deseando el mismo Cristo el bien, enmienda y reparo de los hombres y que llegasen a alcanzar y a pedir misericordia, venía manso, humilde, haciendo convite de sí propio para los pecadores. Pues eso significaba el querer lo pusiesen en un pesebre, mesa y tabla donde todos llegan, aunque sea el jumento, el necio y el insensato. Porque en este convite y visita a todos llama, a todos recibe: Venite ad me omnes qui laboratis [141v] et onerati estis, et ego reficiam vos k 12; yo os hartaré y os satisfaré.
Es Dios como un rayo, como decíamos denantes. El rayo consume la spada y deja entera la vaina, porque tiene esta propiedad: que obra y hace en lo fuerte y deja intacto lo flaco. En la segunda venida hallará Dios a los pecadores fuertes y apoderados del mundo, y assí vendrá consumiendo. Pero en la primera venida vido, como dice Esaías, que «toda la carne era un poco de feno» 13, y assí no quiso tocarla. Quizá el sancto Job alegaba esto cuando le decía a Dios que mirase, que lo había hecho con la flaqueza y delicadeza que cuajan una poca de leche 14. Y Abrahán le dice que es polvo y ceniza 15. Que todo era alegar que no los destruyese ni los visitase con rigor, sino con mansedumbre, etc.
Pero advierto que, aunque es verdad que esta visita de Cristo fue tan lleno de piedad respecto de esta flaqueza, pero también tuvo un modo de castigar suave y amoroso, que fue reprehender peccados y sacarlos a plaza, llamando al que lo merecía hipócrita. Que parece en esta visita se hubo Dios, y debe haber el prelado, como la madre, que, cuando ve que su hijo entra descalabrado por haber sido travieso en la calle con otros muchachos, lo recibe a brazo, regala, limpia la sangre, pone un poco de pan mascado encima y luego le lía y ata un trapo. ¿Qué hacéis, señora? Pues ¿de esa manera castigáis las travesuras de vuestro hijo? Sí, que es muchacho, es niño y bástale ahora su mal, que no tiene tanta fortaleza para sufrir, echar la soga tras el caldero. Pasaráse el dolor de la descalabradura, limpiaremos la sangre y todo se andará. Y assí veréis que, a cabo de algunos días que ya sanó, siempre que ve la señal que le quedó en la frente, lo harta de bellaco, travieso, de mala casta, de suerte que, después de sano y regalado, [142r] le sirve de castigo la señal que le quedó en la frente. Bien veo, hermanos, que debe de haber algunas faltas, algunas descalabraduras, nadie se escandalice ni desedifique que con blandura los reciba a todos y quiera sanar y confundir nuestras culpas con pan mascado, con cena o comida, que su tiempo se vendrá cuando la Religión no sea tan niña ni los religiosos tan flacos, cuando, después de limpiada la sangre, sólo la señal que deja la culpa dispierte al prelado, y eso sea ocasión para castigo y afrenta del que en otro tiempo hizo la culpa.
No parezca encarecimiento el decir que sólo la señal sirve de castigo, que lo es grande y mucho mayor que la descalabradura, porque ésa pasóse en ocho días que duró su cura y no la supieron más de tres o cuatro muchachos que se hallaron a la pelea, pero la señal descubre a todos en medio la plaza que fue muchacho travieso y dura siempre. ¿Quieren ver cómo es castigo? Mata Caín a Abel y él, viendo y convencido de su delito de parte de Dios, dícele: Ah, Señor, que cualquiera que me hallare me matará. Respóndele Dios: No te sentencies, que en materia de castigar culpas no sabes tú los juicios de Dios; quis te occidet? Ponam in te signum l. No quiero yo darte ese castigo que tú dices que mereces, sino otro, que es poner en ti una señal. Válame Dios, ¿qué señal es ésta que por castigo se la dan y que es peor que muerte? Adelante lo dice: Si bene egeris, recipies; si male, peccatum tuum [in] foribus adest m 16. Una señal con que todas las criaturas le conozcan por mal hombre, fratricida: éste es el castigo que le dan y que le ofrecen. El hizo su pecado escondido y en el campo, y le pareció que, sepultando y [142v] encubriendo la sangre de su hermano, ya era todo acabado. Pues ésa se desenterrará y tirará de la capa a Dios para que te castigue, no con muerte sino con afrenta y confusión perpetua que tendrás de ver que todas las criaturas te ven y te conocen por fratricida. ¡Oh mis hermanos, y si acabásemos de conocer esto, y cómo echaríamos de ver cómo no es falta de rigor haber regalado a sus charidades, el no matarlos! Bástales por castigo que, si tienen faltas, han salido al rostro, se han sabido en la plaza, las han conocido y entendido sus hermanos en Madrid y las saben y entienden en otros conventos. ¡Qué mayor castigo de que, si han hecho culpas y yo las curo y sano, les queda la señal mediante la cual sus hermanos a uno juzgarán por flojo y tibio, a otro por poco humilde, poco sufrido, etc.! No nos faltarán lugares de la Scriptura con que probar esta verdad.
Hace y comete aquel pecado de adulterio David 17. Procura con las fuerzas y mañas de rey taparlo y encubrirlo, pues hizo tantas y tan mañosas diligencias de enviar a la guerra a su marido de la adúltera, Urías Heteo, hacer que lo pongan en el encuentro de la batalla, do pierda la vida. Envíale Dios al profeta Natán a que le amenace de grande castigo, y dícele: tu fecisti verbum istud abscondite, ego faciam in conspectu omnis Israel, et in conspectu solis n 18; yo haré que se sepa en la plaza y que lo sepan todos y que a nadie se le encubra, pues este pregón no se ha de dar a la medianoche, sino salido el sol, cuando todas las cosas son públicas y manifiestas a los hombres. Paréceme, hermanos, que, cuando aquí no se tome disciplina en las manos ni se castigue a nadie, que basta por castigo que, si defectos y faltas [143r] ha habido en esta casa, se saben in conspectu omnis Israel o, y que eso debe bastar por confusión, esa señal que quedó de la descalabradura.
Dirán: Hermano, ¿quién lo publicó, quién lo dijo? No hay buscar el que hace el peccado, quién lo dijo, que Dios, que es sabidor de todas las cosas, a quien nada se le encubre, los ha de sacar al rostro para que eso sirva de castigo. Esa es la causa por qué al que obra y hace mal lo compara el Spíritu Sancto a la mujer que pare: concepit dolorem et peperit iniquitatem p 19. ¡Qué secreto pone la otra mujer en su fornicación o incesto, y al cabo, cuando pare, qué gritos, qué voces! ¿Quién la descubre? Ella propia, etc. ¿Quién ve el secreto de un pecador cuando concibe la maldad allá dentro, que al amigo más del alma le queda encubierto? Y cuando Dios quiere, peperit q; hace que, para que ello publique, lo diga, lo scriba, lo manifieste, para que eso le sirva de castigo. Como el que comió demasiado, que lo encubrió en el vientre y, cuando más seguro está, sale al rostro, para que sirva de señal que fue goloso.
Y cuando por ahí no se entienda, el prelado, a quien Dios llama luz, lo descubre y halla, no sabe cosa. Que, quiriendo dar Dios títulos y nombres a los prelados, entre otros, los llamó luz y ciudad en monte alto 20, que es como atalaya que todo lo ve y lo campea y nada se le esconde. Luz; que no lo llamó día, porque el día se escurece con la niebla y los nublados lo vuelven pardo, y hay rincones donde la sombra y tinieblas esconden cosas. Y el día, como dice la Scriptura 21, es compuesto de noche y día: vespere et mane, factus est dies unus r. Pues, por evitar todos esos escondridijos de los ojos de los perlados, no los comparó al día, sino a la luz, [143v] en cuya presencia no hay átomos, por pequeños que sean, que no los descubra. Y assí, mis hermanos, no importa el haberlos regalado y acariciado, pues del prelado pueden decir: Et nox illuminatio mea in deliciis meis s 22. Cuando más me regala, me mira y entonces está advirtiendo mis faltas, etc.
Y si acaso, por mi descuido y por no ser yo quien debo, alguna se me encubriere, sirva esta visita de que sus charidades hagan officio de Dios: que, si alguno procuró hacer y encubrir sus culpas, guardando las reglas y leyes que en semejantes materias se deben guardar, las traigan in conspectu t solis, que es el prelado, para que él juzgue si conviene publicarlas y pregonarlas in conspectu omnis Israel 23, etc.