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San Juan Bautista de la Concepción
Obras IV – S. Juan B. de la C.

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Otra plática a los hermanos en un capítulo, cuarto domingo de adviento 1

No sé si me tengo de acordar de lo que Dios dio de repente que decir a los hermanos sobre esta cláusula: Silentium semper observent in dormitorio 2.

Juzgo por muy verdadera aquella ansioma de Aristóteles 3: lo que la naturaleza da, nadie lo puede negar 4. De aquí es que, si alguna vez alguna cosa es llevada a alguna cosa sobrenatural, siempre está anhelando, deseando y procurando lo que le es natural. El carpintero toma la azuela y el cepillo y la sierra, y labra su madera con ella, officio alto como es pulir y hacer la puerta; sino que, si le valiera decirle al carpintero: déjeme en un rincón, que, aunque me hace mucha merced, me gasta, cansa y maltrata; y así, acabada la obra, no queda sino la obra y el principal artífice que la hizo, y los instrumentos [211r] con que se hizo muy contentos a su rincón. Dígoles de verdad, hermanos, que, cuando ayer me dieron nuevas de que traían licencia para poner el Sanctíssimo Sacramento en Madrid 5, y que ya se veía la Religión crecer y perficionar Dios su obra, me dio un contento excesivo respecto de que, siendo mi natural estarme a nuestro rincón y mi celda, viendo que sobre nuestras fuerzas he sido elevado a cosa tan alta como haber ayudado a esta sancta Religión y con esto muy honrado —como lo es más la azuela cuando labra que cuando está puesta al rincón—, pero, como en esa obra me he gastado, si así se puede decir —gastado el recogimiento, el silencio, la mortificación, atendiendo a las cosas exteriores de la communidad—, que, en fin, como cosas sobre nuestras fuerzas, la naturaleza se cansaba, deseando lo que le es natural, que nadie lo puede negar, de volverse a nuestro rinconcillo, a nuestro silencio, etc., quedando Dios que sólo parece y la obra, hechura de sus manos, por premio y paga, con esto me contento y juzgo por dichoso premio y dichosa paga. El gusano de seda hila su seda y hace su capullo y, después de hecho, se contenta con verse encerrado en él y morir en él. Religión sancta, los que en ti se han ocupado por los haber elevado Dios a una cosa tan alta, hilado han una rica seda, de que hace Dios su brocado de tres altos para todas tres personas de la Sanctíssima Trinidad. Sólo queda ahora meternos en el capullo o rincón, dándonos por pagados de morir allí al mundo y a los gustos de la carne.

Aquí es, mis hermanos, donde nuestra regla manda que tengamos silencio, que ni aun una palabra se hable. Aquí es donde se estorban las imperfecciones. Este es el lugar que el glorioso Baptista escogió para vacar al mundo y más unirse con Dios. Este lugar escogió para que sus sentidos estuviesen más absortos para que, estando [211v] en silencio, le hablase Dios al alma. Y assí dice el evangelista: factum est, etc., ad Joannem in deserto 6. Donde hallo de notar aquella palabra: factum est verbum Domini super Joannem 7. ¿No dijera mejor: dijo a Joan, y no usar de ese modo de hablar? Fue decirnos que estaba tan connaturalizado con Joan el silencio, la soledad, el gusto y entretenimiento con Dios, que fue necesario que bajase una palabra tan fuerte como la que habló Dios al principio del mundo, con que hizo la luz y el firmamento 8. Estaba tan endiosado Joan en el desierto, era tan grande su silencio, tan amada su voluntad, tan querida su abstinencia que, para que Joan predique, para que Joan ande, para que Joan trate con hombres, baje una palabra tan fuerte, de tanta fuerza y vigor que, en la forma que se puede decir, haga otro Joan que mire, otro Joan que hable y que trate con hombres; baje sobre Joan una palabra que le coja de pies a cabeza y le desarraigue, para que vaya Joan entero, porque lleva officio que ha menester Joan ojos, lengua, boca, palabras, etc. Porque, de otra manera, allá se le quedará el corazón y los ojos y las palabras, etc.

¡Oh mis charíssimos hermanos, qué poco está connaturalizado con nosotros el silencio, el recogimiento, etc., pues con tanta facilidad se pierde, con la facilidad que se habla y se busca la compañía de los demás hermanos! Advierto que ésta es la diferencia que hay de nuestra salida de nuestro recogimiento a la del glorioso evangelista [sic] Baptista: que sobre nosotros no se hace palabra, sino nos dice para nos dar a entender que, cuando saliéremos, nos dejemos en la celda el corazón, las palabras, ojos, etc.; que, dondequiera que vaya, se lleve su celda y a Dios; que si en la celda ha de haber perpetuamente silencio y yo me llevo la celda, siempre tendré silencio. La [212r] unión que un siervo de Dios tiene con Su Majestad ha de ser como la mujer preñada, que en esto se diferencia de la parida: que la parida, para haber de hacer algo, arrima el niño, pero la preñada todo lo hace con el niño en el vientre y cualquier cosa que hace mira no sea ocasión de mal parir; hurta el cuerpo de desear y cudiciar algunas cosas, porque les es ocasión suficiente para mal parir. Ven aquí, mis hermanos, la diferencia que hay del seglar al religioso: que el seglar trata con Dios y ve a Dios en la iglesia y en la missa, pero para sus obras arrima a Dios para quedar más desembarazado; et hic divisus est a, dice san Pablo 9; ya él y Dios son dos cosas; y como hombres desembarazados de Dios, hacen con virtud y desenvoltura lo que quieren. Pero el religioso, el siervo de Dios y [el] que anda preñado de Dios y unido con Dios, dondequiera que va lleva su preñez, su recogimiento y su oración. Procúrase abstener de hacer cosas que le puedan hacer mal parir o apartarse de Dios, y aun de mirar y cudiciar, porque eso suele bastar, etc., porque son muy delicadas las preñadas.

El otro está llagado, del aire se guarda; una mosca que se le ponga encima de la herida le da notable pena. ¡Oh hermanos, si estuviésemos como aquel soberano sposo cuando decía: Vulnerasti cor meum 10, etc., una cosita, una palabrita enfadaría, cansaría, inquietaría y aun recogería el alma allá dentro! Vemos el otro que tiene un dolor de tripas o de cabeza. Allí donde está el dolor, allí pone las manos, allí se le van los ojos y todos sus sentidos y potencias; todo se le va en tratar de aquello. Corazón llagado de Dios, allá se van las obras, las manos, los ojos y la lengua, porque el corazón es asiento de la vida y, como el corazón está herido de Dios, todo el hombre acude a fomentar [212v] y a ayudar a tal vida. Y esto le causaba al glorioso Baptista tanto silencio, tanta soledad, tanta dieta: está llagado de Dios y enfermo de amor de Dios.

De aquí nace, hermanos, que vendrá muy bien para estas paschuas, que las fiestas que tienen los siervos de Dios son con el mismo Dios, porque allá va enderezado todo el corazón. ¡Oh qué gusto, oh qué contento el del justo consigo y con Dios! ¡Oh qué risa para Dios, oh qué mirar y holgarse tan de Dios! Fiet in eo fons [aquae] salientis in vitam aeternam 11. Que están borbotando, están derramando gracias por todos sus sentidos, y éstos enderezados para Dios. Díganme, mis hermanos, ¿no es llano que tanto sube el agua como baja? Es cierto, y el agua que no sube no baja. ¿En qué conoceremos que nuestras fiestas bajan del cielo? En que suben al cielo. Si mi mirar va al cielo y mi hablar, es cierto baja del cielo. Assí lo dijo san Pablo: Quis est qui ascendit? qui descendit in inferiores partes terrae 12. El que sube es el que baja. ¡Oh buen Dios de mi alma, cómo el que tiene palabras de tierra, mirar de tierra, fiestas de tierra, sus manantiales son de tierra! Así lo dijo el propio Apóstol: Qui de terra est, de terra loquitur 13, etc. Pobrecito del religioso que no levanta su corazón, sino que él y sus pensamientos se están bajos, que bajo fue su nacimiento, baja su vocación, que en su comer y beber lo dirige a Dios, vino a comer por Dios, etc. Y eso que dice: Fiet in eo fons [aquae] salientis in vitam aeternam 14. Si la gracia que se le da al justo vino de la vida eterna, qué mucho que salte y dé borbotones in vitam aeternam. Y assí, cuando el sacerdote dice: Sursum corda, dice el acólito, como cosa digna y justa: Habemus ad Dominum. Y el que lo recibe de Dios qué mucho que lo torne a Dios [213r] y enderece a Dios. Y basta tener a Dios para que nadie pueda disimular el alegría y contento.

¿No ven lo que dijo la otra sancta Angela de Fulgino? Iba a Asís a visitar a san Francisco y sintió que le derramaban un gusto y contento sobre su alma. Dijo la sancta: ¿Qué es esto, Señor? Respondióle Dios: Yo soy, que me quiero ir contigo. Y respondió la sancta: Luego, Señor, si vos sois, reventaré de contento 15. Qué bien sabía esta sancta Dios es summa alegría y que con él se tienen las paschuas alegres, cuando decía esto. Y aun esto pienso que es lo que dice el sancto Job, que no me acuerdo de las propias palabras: vino nuevo en vasija nueva, si la tapan, ¿no ha de reventar? 16 (vide locum). Siempre es Dios nuevo para un alma, porque siempre de nuevo se le comunica; y siempre es Dios nuevo porque no enfada; y la vasija es nueva, pues de nuevo se hirió nuestra alma para solo este licuor. Tapada esta alma con el silencio de nuestra regla, ¿no es llano que ha de reventar? Pues ¿qué quiere más un alma ni qué mejores paschuas que reventar de contento y de alegría? Y adviertan, mis hermanos, que el alma del religioso que estas obras que recibe de Dios no las dirige a Dios y las endereza a Dios, será muy cierto el perderlas.

Dos daños recibe una fuente de no usarse: el primero, el agua que siempre le viene, como no la sacan, busca otros manantiales por do irse, como quien dice: aquí no soy menester; y he visto yo pozos y fuentes que, por no se usar, se han secado; lo segundo, el agua usada es más dulce. El religioso que no torna a enviar sus palabras a Dios, sus fiestas a Dios, el que no usa del silencio de su regla, de su recogimiento, que se le vaya por mineros secretos buscando otra fuente. Que es la causa que el hermano fray... sus palabras no son tan sabrosas, sus acciones tan dulces y amorosas; no las usa para lo que se las dan. [213v] Que eso es no usar el agua, no brotar y saltar in vitam aeternam. ¿Quién ve al sancto Esaías con este licuor y soberano vino, que dice: anima mea desideravit te in nocte 17; que no le dejaba reposar, que le rompía el sueño la presencia de Dios? ¡Oh mis hermanos, y cómo se echa de ver a quien tiene este buen deseo de Dios que le hace romper en palabras sanctas y dispertar del sueño! Pobre del que, si duerme, duerme, si come, come, que es señal que no tiene vino nuevo, no hierve Dios en él.

De cuánta importancia nos es ahora con tiempo limpiarnos de nuestras imperfecciones y con cuánta facilidad ahora se puede hacer y de cuánto provecho nos sea. No mana la fuente ni corre ni hace su officio si no se limpian los caños, los condutos y manantiales, que esté todo limpio; y aun el pozo, si tiene algunas bascosidades, toma el agua el sabor de ellas. Es cosa muy cierta, nuestros hermanos, que el alma no limpia detiene y estorba las corrientes de la misericordia de Dios; y si algunas gracias hace o dones envía, toma el sabor del suelo y todo se enturbia, todo se vuelve con las faltas y culpas que en la tal alma halla. Y esto es lo que desea el demonio, porque sabe él que río vuelto ganancia de pescadores; virtudes envueltas con faltas, recogimiento envuelto con hablar, él es el que gana. Buen remedio limpiar y purificar nuestra alma, nuestro entendimiento, memoria y voluntad, que estén bien desocupados los sentidos exteriores, que, como condutos, por ellos se derramará a los compañeros agua clara de exemplo saludable, palabras de Dios, pensamientos de Dios, etc.

Díganme por charidad si, quiriendo mondar una vara, pudiéndola mondar al sol o con los dedos, la dejásemos para mondarla en la lumbre, quién duda sino que aquella vara se tendría por agraviada de que, [214r] pudiéndose hacer a pequeña costa, se hacía con tanto detrimento suyo. Varas somos criadas y nacidas de la mano de Dios en rectitud y justicia. El pecado nos torció, la corteza es la mala costumbre. Duas virgas, dice Esaías [sic], assumpsi michi: unam vocavi Decorem, alteram Funiculum 18. Una mondada y hermosa y otra tuerta, torcida y con corteza. La primera vara significa el justo, que assí fue significado por aquellas varas que Jacob echó en las aguas do el ganado de su amo habíe de ir a beber, lo cual fue ocasión de la variedad de colores con que concebían las ovejas que en sus bebederos hallaban aquellas varas 19. Quiérenos Dios descortezados a los religiosos, puros y limpios de todo lo de acá. Exuat te Dominus veterem hominem cum actibus suis, le decimos cuando se le da el hábito. Desnúdete Dios, descortécete Dios de tus antiguas y torcidas costumbres. Y esto porque estamos en las religiones, que son las fuentes do acude lo demás del ganado de Dios a beber. Y viendo así las varas, etc. Los que ven así los religiosos, desasidos de las cosas de acá, conciben y se fecundan de diversidad de virtudes.

Ahora, pues, si este descortezarse y limpiarse esta vara de estas malas perfecciones se puede hacer ahora al sol, ayudados con el favor de Cristo, ¿no es cosa rigurosa dejar el mondarse y pulirse y hermosearse para el fuego del purgatorio, que es tan terrible como decíamos el otro día? Vengan acá, mis hermanos, si por no se quitar una costalla de una pierna, si por no horadar un granillo o aradorcillo 20 que se les salió, se les viniese a cancerar b una pierna, a cortársela y echarla a la güesa 21, o por lo menos, fuese necesario darle tres o cuatro botones de fuego, seríe gran crueldad, notable descuido. ¡Oh buen Dios, y cuántos ha habido que, por no remediar cosas pequeñas, se les canceró el alma, y quizá están en la güesa del infierno, o por lo menos, [214v] dándoles botones de fuego en el purgatorio!

Dirán: Hermano, su charidad ha dicho que nadie puede negar su natural; a mí me es natural mirar, hablar algunas veces. Eso no pienso le es natural al hombre, sino mala costumbre; y a mala costumbre, quebrarle la pierna. Cuando le sea natural, mayor es la fuerza de las cosas sobrenaturales que interiormente derrama en un alma y es muy cierto que ha de acudir a ellas y desamparar todo lo exterior. Como cuando en una ciudad hay grandes fiestas, todos desamparan los arrabales para acudir a lo que les es de tanto gusto. El alma es una ciudad de Dios, donde acude el mismo Dios a hacer sus fiestas, pues él dice: et deliciae meae esse cum filiis hominum 22; al gusto de las fiestas de Dios hechas en lo escondido del alma, allá acude y va la gente de afuera, esos sentidos, ese mirar y hablar, todo queda a raya. Y así, como cuando las fiestas las hacen otros los que las miran callan, están atentos y con silencio y sin ruido, y cuando mucho les es permitido alguna señal o muestra de contento, como decir un: ay, ay, bueno, admirable, etc., de esa misma manera sentidos y potencias que gozan de las fiestas que Dios hace al alma allá dentro, han de estar en gran silencio. Cuando mucho, se les permite un: ay, ay, Dios mío, bueno, bueno es lo que Dios hace, admirable, admirable eres Dios.

Y eso y para esa fiesta nos previene nuestra sancta regla con la cláusula que leyó el hermano, de que guardemos silencio. Que me parece que es como la loa de la comedia, que pide atención para la fiesta. Assí, mis hermanos, atención, que quiere Dios hacer fiesta allá dentro a un alma en su retrete. Porque, si hay bullicio, no se gustará de las fiestas, si se habla, si se mira, si se divierte. Es la habla de Dios un silbo delicado que viene, como a Elifaz Themanites, por unas venas y partes [215r] muy secretas 23; y si no hay advertencia y silencio, se nos irá y pasará dejándonos en blanco, etc.

Ahora, pues, este silencio que ahora se pide estas fiestas no es menos necesario para la guerra. Así lo dice san Joan: Factum est silentium magnum in caelo, dum Michael committeret bellum cum dracone 24; que, para darse de las astas los ángeles, buenos con los malos, se mandó se guardase silencio. Porque, como fueron golpes intelectuales, fue necesario hubiese silencio y todos escuchasen para que se viese quién tenía razón. Renegad de quien todo lo quiere meter a barato, a gritos y a voces. Y porque el demonio no quisiese alborotar la guerra, que era de razones, se mandó que todos escuchasen y hubiese grande atención. Que parece son las palabras que, creo, el justo dijo a la sposa en los Cantares: Amici tui auscultant te 25. Salgan esas amorosas razones, que tus amigos te están ya escuchando la razón que tienes, etc. (vide locum). Aun acá vemos que, si dos riñen corporalmente y se dan de las astas, por muchas fuerzas que tenga uno y buenas tretas, que sepa, si no se repara, se quieta y sosiega, no podrá vencer, porque es muy ordinario, si se alborota, encoleriza, así alborotado y ciego se suele meter por la spada de su contrario.

Hermanos, silencio, que hace guerra el dragón y su gente con los ángeles que están en la casa de Dios. Advertencia para reparar los golpes, mucho sosiego, porque es muy cierto el religioso que anda alborotado, inquieto, ciego, él propio meterse por la spada de su propio enemigo y ofrecerse a la ocasión. Y con sus propias armas se ha visto ya matarse un hombre turbado e inquieto. Y así el religioso [215v] inadvertido, con sus propias palabras dañarse y ofenderse. Y assí nos manda nuestra sancta regla que guardemos silencio.

En aquello que arriba digo, de cómo la presencia de Dios dispertaba al sancto propheta Esaías y, durmiendo y en sueños, se acordaba y velaba para Dios 26, dije que el justo es como la mujer fecunda, que da leche al niño, que, si por ser larga la noche no le maman el pecho, se les vierte la leche en la cama y ella propia se sale. Leche llama san Pablo a las mercedes recibidas de Dios 27. Si el justo está algún rato durmiendo, ya se le hace tarde para que salga y corra la leche. Assí en el mismo sueño el alma a sí propia se dispierta y se acuerda de Dios y sueña a Dios y durmiendo trata con Dios. Etc.




1 Se trata del año 1604 (véase nota 5), en que el 4.º domingo de adviento cayó el 19 de diciembre.



2 Regla primitiva, a.19: «Silentium observent semper in ecclesia, semper in refectorio, semper in dormitorio».



3 Cf. De caelo, II, 3,2 (Natura nihil facit casu); II, 4 (Natura nihil absque ratione, frustraque facit); De anima, II, 3.2; Politicorum, I, 5 (Natura nihil neque imperfectum facit, neque frustra). 



4 «Quod natura dat (redit), nemo tollere potest».



5 Cf. Memoria de los orígenes de la descalcez trinitaria, 48,7, donde dice que el Santísimo se puso en la «víspera de la Natividad de Cristo», estando él en Alcalá (ibid., 48,8). Era el año 1604. Véase Carisma y misión, 283-284.



6 Cf. Lc 3,2.



7 Ibid.



8 Cf. Gén 1,3-6.



arep.



9 Cf. 1 Cor 7,33.



10 Cf. Cant 4,9.



11 Jn 4,14.



12 Ef 4,9.



13 Jn 3,31; cf. 1 Cor 15,47-48.



14 Jn 4,14.



15 Cf. Il libro della beata Angela da Foligno. Introduzione, traduzione e note di Sergio Andreoli, Cinisello Balsamo 1990, 60-62 (Memoriale c.III).



16 Cf. Job 32,19; Lc 5,37.



17 Is 26,9.



18 Zac 11,7.



19 Cf. Gén 30,37-39.



20 «Llamamos arador un cierto humorcillo que se cría entre cuero y carne, que va discurriendo y dexa una señal y rastro que comparan al sulco, y por esso le llamaron arador» (Covarrubias).



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21 huesa = sepultura.



22 Prov 8,31.



23 Cf. Job 4,12.



24 Ap 12,7: «Et factum est praelium magnum in caelo: Michael et angeli eius praeliabantur cum dracone». En ibid., 8,1 se leen las palabras: «... factum est silentium in caelo...».



25 Cf. Cant 8,13.



26 Cf. Is 26,9.



27 Cf. 1 Cor 3,2.






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