Índice: General - Obra | Palabras: Alfabética - Frecuencia - Inverso - Longitud - Estadísticas | Ayuda | Biblioteca IntraText |
San Juan Bautista de la Concepción Obras I - S. Juan B. de la C. IntraText CT - Texto |
|
|
CAPITULO 1 - De cómo el conocimiento sobrenatural y espírituc extraordinario que algunas almas padecen es dificultoso de conocer su verdad a los demás hombres, y aun a las mismas personas que los tienen. Y de algunos provechos que el alma recibe viendo lo poco que los hombres saben de las cosas sobrenaturales extraordinariasd
1. [f.1r]e Esta materia es dificultosa a todo género de gentes. Y después de estar escritos muchos libros sobre el conocimiento de la verdadera o falsa revelación y tenido algunas personas don particular para los conocer, suelen muchas veces dudar o errar, porque los libros es imposible puedan descubrir todos los dones particulares y modos extraordinarios con que Dios descubre sus secretos a quien de veras ama, y las astucias y engaños con que el demonio burla al que se deja llevar de algún spíritu de presumción o soberbia. Y el don que uno tiene de dicernir y conocer espíritus, puesto caso que es don, tiene la propia dificultad del conocimiento de su verdad que tiene el don de profecía, no obstante que así los libros como estotras personas de ordinario alumbran, enseñan y conjeturan con grandíssima incertidumbre la verdad del conocimiento interior que muchas personas tienen, dejando siempre el caso por dificultoso.
2. La teulugía pone muchas reglas, la prudencia y discreción tienen muchas conjeturas, pero como lo humano no atoca a lo divino y todo lo que el hombre por sí puede rastrear se queda corto para lo que Dios puede descubrir, no puede hacer más de lo que hacía el pueblo de Dios cuando Moisés subía al monte a hablar con Dios1: aguardarle a la halda a que bajase, y mirar el rostro y cara que traía, porque, según lo que se le pegaba de la conversación pasada, echaban de ver si su trato había sido con Dios. Porque mal podían ellos juzgar antesf ni mirando otras cosas, pues Moisés se había retirado y, apartado del consorcio de la gente, subídose a lo alto del monte, donde Dios lo tenía bien guardado así con el pregón general que se habíe dado (que nadie llegase al monte so pena de la vidag) como por la niebla que lo cubría y humo que de él salía, haciéndolos tener a raya la trompeta que sonaba, los truenos y relámpagos. Así fue necesario, para que ellos tuviesen algún conocimiento de lo que arriba pasaba, que bajase Moisés con el rostro resplandeciente y con las tablas de la ley en las manos; que bien se seguía según el refrán spañol: buena cara tienes, buenos hechos harás. Y así pedía la razón que quien traía tan buena y lucida cara [1v] trujera en las manos la ley de Dios para publicarla, hacerla y obrarla.
Así digo yo que cuando Dios hace algunas mercedes singulares [a] algunas personas, sabe muy bien remontarlas, esconderlas y retirarlas a tan grande soledad que no sea posible suba allá el ingenio humano sin que dé quince de corto. Porque, aunque es verdad que en lo alto del monte, donde Dios está hablando y communicando con las tales almas, haya grande blandura y suavidad por estar el spíritu de Dios lleno de dulcedumbre, que jamás enfada o da pena, pero a la subida hay dificultad y este hombre animal atemorízase con el ruido, estruendo, truenos y relánpagos con que Dios pide atención a las propias almas que para sí escoge. Y no obstante que en lo alto del monte haya planicie y anchura donde un alma pierde los miedos y, quitando sus temores, desencoge sus senos para enllenarlos de aquel divino maná que allí llueve y se derrama del altíssimo conocimiento de Dios -que siendo en sí uno, como el maná, se estiende al conocimiento de otras millares de cosas, sabiendo el que le tiene verdadero todo lo que quiere saber, porque en la bienaventuranza consisten y están todas las cosash en conocer a Dios-, y este conocimiento se da en lo alto del monte, donde, siendo agria y estrecha la subida, no sabe ni puede con fuerzas humanas subir el ingenio y conocimiento del hombre, no cabe la carne por puerta tan strecha ni marcha por camino tan angosto. Y así el pueblo, que significa este hombre exterior con todos sus sentidos, se queda abajo en la halda y planicie del campo; y sube sólo Moisés, que significa el spíritu.
Y así digo que es fuerza se aguarde acá abajo, donde están los juicios de los hombres, a mirar el rostro que trai la persona que subió y se transmontó y qué es lo que obra y hace, para poder conjeturari por lo que se ve lo que no se ve. Y al cabo al cabo son conjeturas en la cara, quedándose el corazón secreto y encubierto para sólo Dios; y así el caso se queda siempre y a todos dificultosoj. 3. Muestra ser este spíritu dificultoso por la dificultad que trai a las mismas personas que lo tienen, porque después de haber recebido singularíssimas mercedes de Dios, las vemos andar encandiladas, divertidas del bien que gozaron (digo de la certidumbre de la verdad con que conocieron), llenas de penas, aflicciones, ansias, congojas con que buscan maestros, aunque sean niños del scuela, que las desengañen y digan si yerran, [2r] si aciertan, si van bien o si van mal. Unas veces se alegran pensando que era Dios y que no fue posible menos. Otras, temen no sea el demonio, considerando no merecen más por sus grandes peccados. Si les decís que es Dios, se recelan; si decís que es el demonio, no lo creen.
En el conocimiento del spíritu y altas revelaciones de la sancta madre Theresa de Jesús se vieron bien estas dificultades. Y no hay que espantar según lo que arriba dejamos dicho: que mientras un spíritu sube más, tanto más bajo se queda su conocimiento para los que dél han de juzgar y para la propia persona que lo goza, cuando bajó de la alteza de aquel estado en que con modo extraordinario conocía y puso los pies en el suelo quien habíe tenido los ojos del entendimiento en el cielo y grandeza de Dios. Pues digo que fue el conocimiento de esta sancta mujerk dificultoso de conocer en las personas que la trataban, pues muchas veces de quien ella aguardaba que la consolase la llamaba endimoniada y mujer ilusa y engañada2. Y así en muchas conversaciones el vulgo la sentenciaba y se hacíanl jueces inicuos por no alcanzar a conocer ellos tan altas verdades; y así la mortificaban diciendo la habían de llevar a la Inquisición, prenderla, castigarla, o por lo menos tenerla por loca y desatinada3, que así juzga el hombre de lo que no alcanza ni percibe. Pues ¿qué diré de sus aflicciones interiores, cuando le daba Dios lugar que ella a sí propia se mortificase, dudase y pensase si voy bienm si voy mal, si es Dios, si es el demonio, si me engaña o me desengañan?4 Es certíssimo que el rato que la sancta soltase o Dios diese licencia al pensamiento, seríe cruel verdugo que la atormentase y martirizase, hasta que, soplando y corriendo buen aire, quitase la niebla y tornase eln amado a su jardín y güerto, en cuya presencia toda duda y ambigüedad queda borrada y solo el verdadero desengaño pinctado muy a lo vivo.
4. El haber dejado Dios este caso así dificultoso, de parte de los jueces como de parte de la misma persona que padece las tales revelaciones y conocimiento extraordinario sobrenatural, es por grande bien de la propia alma que lo padece, recibe yo tiene, porque si con facilidad se conociera la alabanza y gloria exterior, era cierto habíe de disminuir el premio interior. Y como Dios es tan amigo de nuestro aprovechamiento y que no se nos deshagan entre manos los bienes que recebimos, sino que antes por todas partes se aumenten, gusta que con aquella duda e incertidumbre que tienen los hombres del tal spíritu, la mortifiquen [2v] y penen. Obra maravillosa: que sin culpa de nadie salga aquella alma aprovechada y mortificada.
5. Lo segundo digo que estas dudas en los que juzgan el tal spíritu causan otro grande bien: que le hacen sconder los secretos del rey5; porque, viendo que no los conocen y dan lejos del hilo, no sacan a vender sus agujas a quien tan mal zurce y cose, sino procura, como otro David, sconder en lo secreto del corazón los coloquios, conversaciones y tratos de Dios. Qué de veces un alma, después de haber andadop buscando quien la enseñe y quien la desengañe, quedándose más incierta y dudosa después de todos los consejos de los hombres, se vuelve a Dios, su verdadero maestro, y le dice: Bien haya, Señor, quien me entiende. Vos, Señor, sois mi verdadero maestro, el que de veras desengañáis y certificáis de la verdad de nuestroq spíritu. Con vos solo quiero tratar, pues puedo decir que me sirve de castigo irme a mendigar consejos a los hijos de los hombres, que todos son mentirosos en sus pesos, que por ser hijos de hombres y de carne, no saben pesar cosas tan delicadas como vos adentro y en el secreto y escondido comunicáis a quien queréis.
6. Lo tercero digo que deja Dios esta dificultad y duda en esta alma para que con ella pruebe la cortedad de los hombres. Lo que a un alma, cuando trata con Dios, le es más claro que el sol r, verdad apurada y conclusión discernida, se lo deja después hecho cuestión ambigua para que la proponga a los hombres y eche de ver qué lejos caminan los que más saben de los que menos aprienden en la casa de Dios. Sansón con su problema que propuso cuando preguntó la declaración de aquella enigma: De comedenti exibit cibus6, hizo burla de todos los sabios de los philisteos, de suerte que ellos quedasen desengañados de su poco saber y él conociese a lo poco que se extendían. Y así hace Dioss con una cuestión de éstas que dejat a las almas que regala: persuade a los sabios de la tierra cuán ignorantes son, pues cuestiones que propone el que menos sabe en su casa, no las saben resolver.
7. De aquí también le nace a esta tal alma un hacer burla y despreciar todo lo de acá abajo en comparación de lo que Dios enseña. No quiero decir que burle de los consejos, que siempre los siervos de Dios los estiman y tienen sobre sus cabezas, los reciben y obran; sino que, después de este rendimiento que han tenido al consejo errado, conociendo en Dios [3r] la verdad y certidumbre de sus dudas, conociendo la cortedad del ingenio humanou, desprecian todo lo de acá y proponen sólo en Dios buscar su consuelo, pues de las casas de los hombres salen con más dudas y penas. 8. Lo cuartov, con estas dudas y dificultades hace Dios más doctos y sabios a los hombres en materia tan dificultosa.
9. Lo quintow, asegura Dios más el thesoro que va escondido en aquella alma mientras hay menos que lo conocen; y así queda más guardadox de ladrones.
10. Lo sesto, si con facilidad este spíritu se conociera, todos quisieran spíritu extraordinario a la golosina del bien y regalo que en él se conocía; y habiendo muchos merchantes, pudiera el demonio vender sus engaños y falsos conocimientos. Y así, como no conocen lo que es ni la grandeza que en sí encierra, vanse por su camino ordinario, que es lo que Dios quiere. Porque, aunque es verdad que este spíritu extraordinario y de revelaciones, cuando Dios lo diere, se ha de estimary y agradecer, pero no se ha de procurar, sino caminar por donde Dios guiare y quisiere.
11. La dificultad deste espíritu en la propia persona le es también causa de muchos bienes. Lo primero, de humildad, porque aquel temor que le nace de su duda engendra en la tal alma un spíritu rendido, blando, amoroso, compuesto y humilde. Diránme o pondránz una dificultad: cuando esta alma está con Dios y en él conoce aquellas verdades y tiene cierto desengaño de que va bien y camina bien, no tiniendo esa duda de quien nace el temor que engendra laa humildad en esta alma, ¿no será humilde, rendida y compuesta? Respondo que, cuando a esta alma se le pasó aquel rato en que recebía aquella merced de la presencia de Dios, quedó necesitada, por aquella baja que hizo, de báculo que la sustentase y tuviese en la humildad que tenía enb el primer estado, causada de la presencia de Dios.
Por este exemplo se entenderá. Un hombre cojo cuando va a caballo no ha menester muletas, pero cuando baja y se apea del caballo, es necesario que se las tomenc. Un alma de suyo es coja, corta y limitada en cosas de virtud. Cuando Dios la eleva y levanta [a] algún particular conocimiento suyo, no ha menester tener muletas, digo dudas de donde le nazca y se engendre temor que la humille, porque entonces va en pies ajenos y Dios la sustenta y tiene en particular grado de humildad causado de su presencia y del conocimiento de sus verdades y grandezas. Pero, en bajando de ahí, [3v] es necesario volverled sus muletas, sus dudas, sus temores, porque éstos no le dejan caer en pensamientos de presumción, soberbia o vanagloria. Pongamos otro exemplo. Las virtudes en absencia de Dios fortifican y sustentan un alma; pero, en tiniendo esta alma a Dios y en estando en su presencia, que es señor de las virtudes, no tiene necesidad de otra cosa más que del mismo Dios que tiene, porque en él tiene todas las cosas.
12. Diránme: luego, cuando aquel alma bajó de aquel extraordinario conocimiento que tenía en presencia de Dios, no tiene a Dios en la cesación del conocimiento extraordinario, pues decimos es necesario fortificar y sustentar esta alma con estas dudas de donde nace el temor que engendra la humildad. Digo que sí tiene, que tiene a Dios como antes lo tenía, pero no lo tiene según aquella particular comunicación de sus secretos. Y como en el segundo estado no ve esta alma lo que en el primero veía, queda más libre para conocer cosas propias suyas; de donde suele nacer la vanagloria, lo cuale estaba inpedido en el primer estado con la elevación de las potencias a sólo el conocimiento de Dios. De suerte que en el primer estado, cuando estaba ocupada esta alma en el tal conocimiento, no habíe menester más seguro del que tenía con la presencia de Dios; pero cuando quedó suelta y libre de estos grillos y cadenas, fue necesario echarle otros, que fueron dudas y temores, con que quedó atada y ligada para no se desmandar ni volar por alguna presumción y vanidadf.
|
c ms. expíritu d siguen los títulos de los capítulos 2º y 3º e ms. comienza f. Jhs. Mª Capítulo 1º De algunas ignorancias que ay en el mundo sin tach.; sigue quiriendo provar la verdad de algunas revelaciones por la grandeça y perfección de spíritu tach. 1 Cf. Ex 19 y 34. f juzgar antes corr. de juzgantes g so-vida sobre lín. h sigue y esta bienaventurança está tach. i sigue lo tach. j sigue no sólo es dificultoso tach. k ms. murger 2 Cf. STA. TERESA DE JESÚS, Vida, 23,8-9, 14; 25,14; 33,3... l corr. de hacías 3 Cf. Ibid., 25,15; 29,4; 33,5; Fundaciones, 3,3. m sigue si s tach. 4 Cf. Vida, 23,2-5; 38,20; Fundaciones, 3,11. n corr. o sigue tine tach. 5 Cf. Tob 12,7: "Sacramentum regis abscondere bonum est". p ms. andando q ms. vuestro r sigue es tach. 6 Jue 14,14: "De comedente exivit cibus". s sigue quando llega una vejecita tach. t sigue Dios tach. u sigue lo tach. v lo cuarto subr. w lo quinto subr. x sobre lín., en lín. seguro tach. y ms. extimar z sigue me tach. a corr. de el b sigue el primer tach. c sigue quando tach. d corr. de volverse e ms. cuel f al marg. capº 2º |
Índice: General - Obra | Palabras: Alfabética - Frecuencia - Inverso - Longitud - Estadísticas | Ayuda | Biblioteca IntraText |
IntraText® (V89) Copyright 1996-2007 EuloTech SRL |