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San Juan Bautista de la Concepción Obras I - S. Juan B. de la C. IntraText CT - Texto |
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CAPITULO 14 - Cuán dificultoso es de conocer y juzgar de los hombres el spíritu extraordinario y sobrenatural que Dios concede a las almas que él es servido
1. Mi intento en todos estos capítulos pasados no fue tratar de estos dones y conocimientos sobrenaturales en orden a sí, sino en orden al conocimiento y juicio que los hombres pueden tener de ellos, por ver los muchos letrados y hombres que se quieren hacer doctos enseñando, persuadiendo, dicerniendo y calificando spíritus. Los cuales, después de muy tratados, ventilados, speculados y mirados, para no errar se los hemos de dejar a Dios, que es el que penetra, sabe y conoce los corazones de los hombres y el que con un menear de ojo hace preguntas y descubre las cosas más abscondidas que en el hombre hay -como dice David: Et palpebrae eius interrogant filios hominum1-, y él es el que cuenta los pasos más scondidos y de lejos los pensamientos más entrapados los deslinda y desmaraña, y el que saca a luz lo que se hace y encubre en las tinieblas.
Vamos descubriendo las dificultades que tiene el conocimiento de un espíritu extraordinario para que, de las dificultades que de aquí resultaren, el que pretendiere conocerlo procure buscar medios acommodados para las tales dificultades, abrir los ojos y no sentenciar de repente. Y no le digamos lo que a los hombres apresurados y repentinos, que de agudos despuntaron: que si primero tantearan la crudeza de la materia con que quisieron cortar con sus entendimientos, es certíssimo no se enbotaran y dieran lejos del blanco.
2. Pues digo lo primero que, del mismo nombre que damos a lo que en tal caso debemos o queremos conocer, se echaa bien de ver su dificultad. Llamámoslo espíritu, y espíritu extraordinario y sobrenatural. Espíritu no es otra cosa sino el alma. Aunque en el cuerpo, en estas obras y acciones en que pretendemos juzgarla está segregada y apartada del cuerpo de suerte que no mira abajo [38v] a la vida con que actualmente está informando al cuerpo, porque según ese officio se llama alma. Pero spíritu es esta alma levantada y elevada de esos ejercicios naturales a otros sobrenaturales y extraordinarios. Según esto, esta alma, en este estado, spíritu es dificultoso, escondido y enajenado de estas cosas acá ordinarias exteriores, mediante las cuales el hombre juzga por lo que ve en la cara.
Más, que el juicio ordinario que se hace de estos spíritus es juicio hecho con el alma discursivo, ordinario y natural; luego ya es fuerza quedarse atrás del primer espíritu en cuyo seguimiento iba para lo conocer, y así mirando de lejos será muy fácil el engañarse. Las cualidades de los planetasb y sus efectos se conocen por el alcance que les da la luna; y cuando entra la luna en la casa y jurisdicción de tal planeta, nos descubre si es frío, caliente, sano o enfermo, que cuando la luna está lejos, no lo podemos saber ni conocer. De esa misma suerte, para darnos a conocer un espírituc extraordinario, es necesario que el que juzga de él, entre su spíritu en la sfera y casa de aquel propio spíritu y que, alcanzándolo y llegando, con el spíritu y entendimiento que Dios le dio, a la sphera del otro spíritu, pueda descubrir su calidad y propiedad, si es buena o mala. Porque todo lo demás sería como los pronósticos que hacen los labradores de los tiempos, que, sin saber ni haber estudiado cosa de los cielos y esfera, quieren echar sus juicios de los buenos o malos temporales. De aquí echaremos de ver qué cortos e inciertos serán los juicios del vulgo cuando canonizan o reprueban a las personas que tratan de Dios y de su aprovechamiento.
3. Dice más, que este spíritu que se pretende conocer es extraordinario y sobrenatural. Lo primero dice extraordinario, luego fuera de sí y del curso ordinario. Luego para buscarlo y conocerlo, puesto caso que salió de sí, menester lo hemos ir a buscar a la cosa en que está, porque mal conoceré yo a un hombre en su casa si no está en ella: he menester yo salir también de la mía para buscarle y conocerle a quien busco en la ajena. Pongamos un exemplo. Pretendo yo conocer un spíritu que se arroba o que tiene revelaciones. Este espíritu salió de sí y de su curso ordinario, y dio consigo en otra casa y curso extraordinario. Yo, para conocerle, es llano que lo tengo de buscar y procurar conocer en esas revelaciones y éxtasis que padece; y para [39r] eso tengo de saber qué cosas son revelaciones, a quién concede Dios ese don, cuáles son las verdaderas y las falsas; y lo propio de los arrobos: cuántas maneras hay de ellos, naturales, extraordinarios y sobrenaturales, y los que se causan por algún ángel o inmediatamente por algún altíssimo conocimiento que dio el mismo Dios. De manera que, para sentenciar a un espíritu, ha de saber y conocer de la sciencia del tal spíritu, porque de otra manera sería sentencia de médico que trata de cuerpo hecha a hombres que quebrantaron las leyes que él no supo ni studió.
Dice más, que este espíritu que se pretende conocer es sobrenatural. Pues bien se sabe cuán lejos está lo natural de lo sobrenatural; y así, para juzgar con verdad y con certidumbre, ha menester el juez tener spíritu extraordinario y sobrenatural.
4. Consta esta incertidumbre y dificultad en el juzgar de estos tales spíritus de la dificultad que en sí tienen, como consta end lo que hemos dicho en todos estos capítulos pasados. Porque, si es verdad que hace Dios estas mercedes tan abscondidas, tan a hurtadas que apenas las personas por quien pasan las sabe, conoce y se certifica en ellas, ¿cómo quiere el que no vido, supo ni gustó, sentenciar a carga cerrada? Si es verdad que Dios, para más mortificar, rendir, humillar y mortificar un alma, le encubre la certidumbre de su propio spíritu, ¿quién duda que por los propios fines Dios no encubriráe a los que juzgan la verdad y certidumbre del spíritu que los tales dones goza, siendo grandíssimos los bienes que por ahí le pueden venir al alma que Dios quiere tener humilde y mortificada?
Si siendo Dios el que con un alma se regala, y en sí tiene y encierra infinitos bienes que lo descubren y manifiestan, queda de ordinario tan secreto y escondido que a boca llena le da ese nombre y título Esaías llamándolo "Dios abscondido"2, ¿qué hará una criatura, cuyas perfecciones son tan cortas y limitadas que hemos menester ojos de lince para conocerla? Si el sol se encumbre, ¿qué harán las strellas? Si Dios por secretos suyos se encumbre en un alma, ¿qué hará la propia alma? Digo en materia de virtud, que en materia de maldad ella propia se descubre, como quien de su cosecha tiene tantas cosas que le están manifestando.
5. Bien pudiéramos probar esta dificultad por la grande que ha habido [39v] en el mundo en conocer no digo yo spíritus extraordinarios sobrenaturales, que eso bien claro se está de tantos que han vivido cincuenta y sesenta años con un spíritu soberano, divino, raro, particular, que jamás de veras los acabaron de conocer hasta que en muerte con particulares milagros los ha Dios descubierto, habiéndolos tenido en vida por locos, tontos, ignorantes y enbelecadores. Y yo por mis propios ojos vi en Roma un cuerpo sancto que, habiendo hecho particulares pruebas con él para que la tierra se lo comiese, no fue posible sino que siempre le tuvo particular respecto guardándolo y tiniéndolo en conserva y, como en caja y vientre, metido en sus entrañas, sin que jamás se supiese quién era. Miren qué bien conocieron en vida aquel soberano y divino spíritu que informó aquel cuerpo, pues de sólo haber posado en él le dejó o communicó Dios tal virtud que no quiere Dios esté sujeto a lo que las casas y demás cuerpos de los hombres lo están.
¡Oh buen Dios mío, cuántos spíritus levantados, extraordinarios y sobrenaturales están y viven entre nosotros que, por no conocerlos, les damos del pie y desestimamos! ¡Cuántos ha habido, como se sabe, en la primitiva Iglesia cuando los hombres deseaban acertar en sus obras, elecciones y asignaciones, que era necesario Dios descubriese los varones scogidos que él tenía con señales extraordinarias del cielo y de la tierra, ya puniendo en ellos alguna luz u resplandor extraordinario, ya bajando alguna paloma, ya descubriéndolos y manifestándolos los niños! Si Elías, con ser grande profeta y el que así sabía y conocía del cielo y de la tierra, llora porque él ha quedado solo entre los prophetas de Dios, y le dice Su Majestad que lejos está su juicio de lo que entonces pasa, pues hay tantos mill que él no sabe ni conoce3, si esto es así y pasa cada día en los espíritus que Dios tiene aventajados y señalados, ¿por qué ha de querer un hombre con facilidad sentenciar y dar cuando le parece un spíritu ya por malo ya por bueno?
6. Pues digo que la dificultad de este conocimiento ya consta por los muchos que hay y [ha] habido buenos que no se conocen ni han conocido; [40r] y de eso no hay que espantar porque son spíritus extraordinarios sobrenaturales, escondidos, remontados y levantados sobre todo el discurso ordinario de los hombres. Lo que hay que espantar -que de aquí sacaremos la dificultad que hay en ese conocimiento- que hay y [ha] habido muchos spíritus ordinarios naturales que no se conocen. Y yo he visto y preguntado de algunas personas que tienen algunos dones particulares que no los acabo de entender, que, sin ser gente de oración ni trato extraordinario con Dios, Su Majestad les ha comunicado algunos dones y virtudes naturales que jamás hay quien pueda ni sepa sentenciar. Ahora pues, ¿que un hombre no sepa eso? Responderemos que son secretos de la naturaleza, que no hay que espantar, que un hombre no lo puede saber todof. Si es tan ignorante el hombre para lo natural, ¿por qué se ha de prometer sciencia para lo sobrenatural quiriendo con facilidad juzgarg cosas secretas y sobrenaturales?
7. Bajemos un poco más. Ya se han visto en España spíritus fingidos, disimulados, y con sólo un rebozo y cubertura de piel de oveja se han remontado de suerte que se les han ido de ojo a hombres muy doctos y prudentes, como en nuestro tiempo sucedió al doctíssimo fray Luis de Granada con la monja de Portugal4; y otras muchas personas que han hecho lo propio, que fuera largo de contar los enbustes, hipocresías y engaños con que han dado cordelejo a personas muy calificadas.
¡Oh buen Dios, y qué corto y limitado es el juicio humano y qué poco se levanta de la tierra!, pues con polvos tan menudos se ciega para haber de dicernir la verdad o falsedad de estas tales personas que con sus disimulos y fingimientos están llenas de la buenaventura que cantan las gitanas a quien les da el ochavillo, de suerte que este spíritu y ventura más será de comer y para comer, para que las den y las tenganh, que no para aprovecharse con él en el camino de la virtud. Pues, si esto un hombre docto no entiende y cosas que con las manos se palpan se encubren en una poquilla de niebla que levantó el demonio, quiriendo con una poquilla de buena aparencia disimular cosas tan claras, qué mucho que un hombre no entienda lo que no se ve, no se palpa y está tan lejos como lo sobrenatural extraordinario, tiniéndolo Dios muchas veces escondido porque así conviene a su [40v] altíssima sabiduría para tener más seguro de los thesoros y riquezas que Su Majestad pone en las tales almas.
8. Grande enbaucador y enbustero es el demonio, pero no tanto que a los siervos de Dios del todo se les encubran sus marañas y engaños. En fin, es león rugiente5, y por mucho que se tape el león con piel de oveja, algo ha de dejar descubierto que no alcance a tapar la piel de oveja, que en fin no se hizo ni cortó para el lobo ni para el león; y cuando todo lo tape, diferente boca y manos tiene la oveja que el león ni el lobo. Pues será fácil, después de vestido el león y el lobo con camisa y túnica ajena, conocerlo en los colmillos y en las garras; y alguna vez se descuidará y no se acordará que se finge oveja, y en lugar de balar bramará y será descubierto. Y no hay que decir dél que, pues no supo salvarse con tal y tan buena ocasión como tuvo cuando fue criado en gracia, poco sabe y muy ignorante es. Y con todo eso, ha engañado a muchos spíritusi y a los que los han juzgado; y siendo diabólicos, los han tenido y adorado por divinos (que, atento que no pretendo detenerme en esto, no pongo exemplos). Qué mucho, mis hermanos, que siendo la sabiduría de Dios tan alta, sus dones tan remontados y escondidos, quede lejos su grandeza y verdad de los juicios de los hombres.
9. Concluyamos con decir que, así como el spíritu extraordinario y sobrenatural es alto, escondido y singular, así ha de ser alto, sobrenatural y singular el spíritu que lo conociere y entendiere. Y si es don del Spíritu Sancto y merced singular que Dios hace dar conocimiento sobrenatural para que lo conozcan, de esa misma suerte es don sobrenatural y del Spíritu Sancto el saber dicernir y conocer spíritus. El cual con grandes veras se lo hemos de pedir a Dios si nos viéremos en alguna ocasión en que nos obliguen a conocer o sentenciar spíritus extraordinarios ajenos. Porque, si errar un sastre echando la tijera en un poco de paño bastó, es yerro y mal mayor lo será errar en materia de spíritu y espíritu sobrenatural. Por tanto conviene primero con veras y con grande cuenta hacer el tanteo y tomar la medida, para que el juicio y corte salga acertado, lo cual se hará con ayuda del cielo. Etc. [41r] Jhs. Mª
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1 Sal 10,5. a sigue de tach. b corr. c corr. d sigue to tach. e ms. encubriará 2 Is 45,15. 3 Cf. 1 Re 19,10.14. f sigue aora pues tach. g sigue etc tach. 4 Sor María de la Visitación, priora del convento de la Anunciada de Lisboa. Sobre su relación con fray Luis de Granada, que 'creyó' en sus revelaciones, cf. HUERGA, A., O.P., Estudio preliminar a la Historia de Sor María de la Visitación de Fr. Luis de Granada, ed. Juan Flors, Barcelona 1962, en especial pp.79-84; Fray Luis de Granada. Una vida al servicio de la Iglesia, Madrid, BAC, 1988, 290-311. h corr. 5 Cf. 1 Pe 5,8. i rep. |
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