III. ALGUNAS CUESTIONES
PREOCUPANTES
10. Cuanto se ha dicho hasta ahora entraña una serie de
preocupaciones sobre Internet.
Una de las más importantes se refiere a lo que hoy se denomina “brecha
digital”, una forma de discriminación que separa a los ricos de los pobres,
tanto dentro de las naciones como entre ellas, sobre la base del acceso o no a
la nueva tecnología de la información. En este sentido, es una versión actual de la antigua brecha entre “ricos en
información” y “pobres en información”.
La expresión “brecha digital”
destaca el hecho de que tanto las personas como los grupos y las naciones deben
tener acceso a las nuevas tecnologías para participar en los beneficios
prometidos por la globalización y el desarrollo, y no quedarse rezagados
ulteriormente. Es necesario “que la brecha entre los beneficiarios de los
nuevos medios de información y expresión, y los que hasta ahora no han tenido
acceso a ellos, no se convierta en otra persistente fuente de desigualdad y
discriminación”. 21 Hay que encontrar modos de lograr que
Internet sea accesible a los grupos menos favorecidos, sea directamente, sea al
menos conectándose con medios tradicionales de bajo coste. El ciberespacio debe
ser un recurso de información completa y servicios accesibles a todos, y en una
amplia gama de lenguas. Las instituciones públicas tienen la responsabilidad
especial de establecer y mantener sitios de este tipo.
Mientras se perfila la nueva economía global, la Iglesia se preocupa de que “este
proceso sea de la humanidad entera, y no sólo de una élite rica que controla la
ciencia, la tecnología, la comunicación y los recursos del planeta”, es decir,
la Iglesia desea “una globalización que esté al servicio de toda la persona y
de todas las personas”. 22
A este respecto, es preciso tener presente que las causas y consecuencias de
la brecha no son únicamente económicas, sino también técnicas, sociales y
culturales. Así, por ejemplo, otra brecha de Internet va en perjuicio de las
mujeres y también esta brecha se debe eliminar.
11. Nos
preocupan en especial los efectos en la cultura de lo que está sucediendo en la
actualidad. Las nuevas tecnologías de la información e Internet, precisamente
como instrumentos poderosos del proceso de globalización, transmiten y ayudan a
inculcar un conjunto de valores culturales —modos de pensar sobre las
relaciones sociales, la familia, la religión y la condición humana—, cuya
novedad y fascinación pueden cuestionar y destruir las culturas tradicionales.
El diálogo y el enriquecimiento
intercultural son sin duda alguna muy deseables. En efecto, “el diálogo entre
las culturas resulta hoy particularmente necesario si se considera el impacto
de las nuevas tecnologías de la comunicación en la vida de las personas y de
los pueblos”. 23 Pero esto ha de ser un camino de
doble sentido. Las culturas tienen mucho que aprender unas de otras y la
imposición a escala mundial de puntos de vista y valores de una cultura a otra
no significa diálogo, sino imperialismo cultural.
La dominación cultural es un problema particularmente serio cuando la
cultura dominante transmite falsos valores, enemigos del verdadero bien de las
personas y grupos. Tal como están las cosas, Internet, junto con los otros
medios de comunicación social, está transmitiendo mensajes cargados de valores
de la cultura secular occidental a pueblos y sociedades en muchos casos mal
preparados para valorarlos y confrontarlos. Esto causa serios problemas, por
ejemplo, en el ámbito del matrimonio y la vida familiar, que están
experimentando “una crisis generalizada y radical” 24 en
muchas partes del mundo.
La sensibilidad cultural y el
respeto a los valores y creencias de los demás son indispensables en tales
circunstancias. El diálogo intercultural, que “protege la diversidad de
culturas como expresiones históricas diversas y valiosas de la unidad originaria
de la familia humana (. . . ) y salvaguarda la comprensión y comunión
recíprocas”, 25 es necesario para construir y mantener el
sentido de solidaridad internacional.
12. La cuestión
de la libertad de expresión en Internet es igualmente compleja y suscita otras
preocupaciones.
Apoyamos enérgicamente la
libertad de expresión y el libre intercambio de ideas. La libertad de buscar y
conocer la verdad es un derecho humano fundamental, 26 y la
libertad de expresión es una piedra angular de la democracia. “El hombre,
salvados el orden moral y el bien común, puede buscar libremente la verdad,
declarar y divulgar su opinión (. . . ) y, finalmente, informarse verazmente
sobre los conocimientos públicos”. 27 Y la opinión pública, “una
expresión esencial de la naturaleza humana organizada en sociedad” exige
absolutamente “la libertad de expresar ideas y actitudes”. 28
A la luz de estas exigencias del
bien común, deploramos las tentativas de las autoridades públicas de bloquear
el acceso a la información —en Internet o en otros medios de comunicación
social—, considerándola amenazadora o molesta, manipular al público con la
propaganda y la desinformación, o impedir la legítima libertad de expresión y
opinión. A este respecto, los regímenes autoritarios son con mucho los peores
transgresores; pero el problema también existe en las democracias liberales,
donde, a menudo, el acceso a los medios de comunicación para la expresión
política depende de la riqueza, y los políticos y sus consejeros no respetan la
verdad y la lealtad, calumniando a los opositores y reduciendo las cuestiones a
dimensiones insignificantes.
13. En este nuevo entorno, el periodismo está sufriendo
profundos cambios. La combinación de nuevas tecnologías y globalización “ha
aumentado la capacidad de los medios de comunicación social, pero también ha
acrecentado su exposición a las presiones ideológicas y comerciales”,29
y esto vale también para el periodismo.
Internet es un instrumento muy eficaz para trasmitir rápidamente noticias e
información a la gente. Pero la competitividad económica y la índole del
periodismo de Internet de funcionar las veinticuatro horas del día también han
contribuido al sensacionalismo y a la circulación de rumores, a una mezcla de
noticias, publicidad y espectáculo, y a una aparente disminución de los
reportajes y comentarios serios. El periodismo honrado es esencial para el bien
común de las naciones y de la comunidad internacional. Los problemas que se
pueden apreciar actualmente en la práctica del periodismo en Internet demandan
una rápida solución de parte de los mismos periodistas.
La enorme cantidad de información que conlleva Internet, en gran parte poco
evaluda en cuanto a precisión e importancia, es un problema para muchos. Pero
nos preocupa que la gente pueda usar la capacidad de la tecnología de almacenar
información simplemente para levantar barreras electrónicas contra las ideas
desconocidas. Esto no sería un desarrollo positivo en un mundo pluralista donde
la gente necesita crecer en la comprensión mutua. Aunque los usuarios de
Internet tienen el deber de hacer selección y tener autodisciplina, eso no se
ha de llevar hasta el extremo de levantar un muro que los aísle de los demás. Las
consecuencias del medio para el desarrollo psicológico y la salud requieren
igualmente un estudio continuo, incluyendo la posibilidad de que la inmersión
prolongada en el mundo virtual del ciberespacio pueda perjudicar a algunos. La
tecnología proporciona muchas ventajas a la gente al permitirle “reunir
informaciones y servicios elaborados exclusivamente para ella”, pero también “plantea
una cuestión inevitable: el público del futuro) podría convertirse en una vasta
y fragmentada red de personas aisladas . . . que interactúan con datos y no
directamente unos con otros?) Qué sería de la solidaridad, o qué sería del
amor, en un mundo como ese?”. 30
14. Además de estas cuestiones, que guardan relación con
la libertad de expresión, la integridad y precisión de las noticias, el
intercambio de ideas e información, hay otra preocupación que nace de la
mentalidad liberal en exceso. La ideología de libertad radical es errónea y
nociva, al menos para legitimar la libre expresión al servicio de la verdad. El
error reside en la exaltación de la libertad “hasta el extremo de considerarla
como un absoluto, que sería la fuente de los valores. (. . . ) De este modo, ha
desaparecido la necesaria exigencia de verdad en aras de un criterio de
sinceridad, de autenticidad, de ‘acuerdo con uno mismo'”. 31
En esta forma de pensamiento no hay cabida para la auténtica comunidad, el bien
común y la solidaridad.
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