IV. RECOMENDACIONES Y CONCLUSIÓN
15. Como hemos visto, el valor de la solidaridad es la
medida del servicio que Internet presta al bien común. El bien común
proporciona el contexto para considerar la cuestión ética: “Los medios de
comunicación social se usan para el bien o para el mal?”. 32
Muchas personas y grupos
comparten la responsabilidad en esta materia; por ejemplo, las corporaciones
transnacionales de las que hablamos antes. Todos los usuarios de Internet deben
usarlo de un modo maduro y disciplinado, con propósitos moralmente buenos; y
los padres deberían guiar y supervisar el uso que hacen de él sus hijos. 33
Las escuelas y otras instituciones y programas educativos para niños y adultos
deberían proporcionar formación con vistas al uso inteligente de Internet como
parte de una educación completa en los medios de comunicación que no sólo
incluye la capacitación técnica —primeras nociones de ordenador y otros
conocimientos—, sino también la adquisición de una capacidad para evaluar de
modo informado y sagaz los contenidos. Aquellos cuyas decisiones y acciones
contribuyen a forjar la estructura y los contenidos de Internet tienen un deber
especialmente grave de practicar la solidaridad al servicio del bien común.
16. Debería evitarse la censura previa de los gobiernos; “la
censura (. . . ) sólo se debería usar en los casos realmente extremos”. 34 Pero Internet, al
igual que otros medios de comunicación, no está exento de leyes razonables que
se opongan a las palabras de odio, a la difamación, al fraude, a la pornografía
infantil a la pornografía en general, y a otras desviaciones. La conducta
delictiva en otros contextos es también conducta delictiva en el ciberespacio,
y las autoridades civiles tienen el deber y el derecho de hacer cumplir las
leyes. Hacen falta también nuevas leyes para afrontar delitos especiales en
Internet, como la difusión de virus de ordenadores, el robo de datos personales
almacenados en discos duros, y otros similares.
La reglamentación de Internet es
deseable, y en principio la autorregulación es lo mejor. “La solución de
los problemas nacidos de esta comercialización y de esta privatización no
reglamentadas no siempre reside en un control del Estado sobre los medios de
comunicación, sino en una reglamentación más avanzada, conforme a las normas
del servicio público, así como en una responsabilidad pública mayor”. 35
La implementación de códigos éticos puede ser muy útil, con tal de que tengan
propósitos serios e impliquen a los representantes del público en su
formulación y aplicación, y que, además de dar estímulos positivos a los
comunicadores responsables, apliquen penas adecuadas por las violaciones,
incluida la censura pública. 36
A veces las circunstancias pueden exigir la intervención del Estado, por
ejemplo creando para los medios de comunicación equipos de asesores que
representen a todos los sectores de opinión de la comunidad. 37
17. El carácter
transnacional de Internet, su peculiaridad de tender puentes sobre las
fronteras y su papel en la globalización exigen la cooperación internacional
con vistas a la formación de criterios y al establecimiento de mecanismos para
promover y proteger el bien común internacional. 38 En
cuanto a la tecnología de los medios de comunicación, como en referencia a
muchas otras, “urge la equidad en el ámbito internacional”. 39
Hace falta una acción decidida, tanto en el sector privado como en el público,
para subsanar y, si es posible, eliminar la brecha digital.
Muchas cuestiones difíciles con respecto a Internet requieren el consenso
internacional: por ejemplo, cómo garantizar la privacidad de las personas y los
grupos que observan la ley, sin impedir que se aplique la ley y permitiendo que
el personal de seguridad vigile sobre delincuentes y terroristas; cómo proteger
el derecho de propiedad intelectual sin limitar el acceso de la gente a
material de dominio público, y cómo definir el concepto mismo de “dominio
público”—; cómo establecer y mantener amplios depósitos de información en
Internet plenamente accesibles a todos sus usuarios en las diversas lenguas;
cómo proteger los derechos de la mujer con respecto al acceso a Internet y
otros aspectos de las nuevas tecnologías de la información. En particular, la cuestión de cómo superar la
brecha digital entre ricos y pobres en información requiere una atención seria
y urgente, en sus aspectos técnicos, educativos y culturales.
Existe hoy “un mayor sentido de
solidaridad internacional” que ofrece en particular al sistema de las Naciones
Unidas “una oportunidad única para contribuir a la globalización de la
solidaridad, sirviendo de lugar de encuentro para los Estados y para la
sociedad civil, y de punto de convergencia de los diversos intereses y
necesidades. (. . . ) La cooperación entre los organismos internacionales y las
organizaciones no gubernamentales contribuirá a garantizar que los intereses de
los Estados, por más legítimos que sean, y de los diversos grupos que existen
dentro de ellos, no sean invocados o defendidos en perjuicio de los intereses o
de los derechos de otros pueblos, especialmente de los menos prósperos”. 40
A este respecto, esperamos que la Cumbre mundial de la sociedad de la
información, cuya celebración está prevista para el año 2003, dé una
contribución positiva a la discusión sobre estos asuntos.
18. Como hemos dicho antes, un documento —adjunto a éste—
titulado La
Iglesia e Internet habla específicamente sobre el uso de Internet por
parte de la Iglesia y sobre el papel de Internet en la vida de la Iglesia. Aquí
sólo deseamos subrayar que la Iglesia católica, juntamente con otras
organizaciones religiosas, debería tener una presencia visible y activa en Internet,
y ser interlocutora en el diálogo público sobre su desarrollo. “La Iglesia no
pretende dictar estas decisiones y estas elecciones, sino que trata de
proporcionar una verdadera ayuda, indicando los criterios éticos y morales
aplicables a este campo, criterios que se encontrarán en los valores a la vez
humanos y cristianos”. 41
Internet puede dar una contribución muy valiosa a la vida humana. Puede
fomentar la prosperidad y la paz, el crecimiento intelectual y estético, y la
comprensión mutua entre los pueblos y las naciones a escala mundial.
También puede ayudar a hombres y
mujeres en su continua búsqueda de autocomprensión. En todas las épocas,
incluida la nuestra, la gente se formula las mismas preguntas fundamentales: “¿Quién
soy? ¿De dónde vengo y a dónde voy? ¿Por qué existe el mal?¿Qué hay después de
esta vida?”. 42 La Iglesia no puede imponer sus respuestas,
pero puede y debe proclamar al mundo las 0respuestas que posee; y hoy, como
siempre, ofrece la única respuesta totalmente satisfactoria a los interrogantes
más profundos de la vida: Jesucristo, que “manifiesta plenamente el hombre al
propio hombre y le descubre la grandeza de su vocación”. 43
Como el mundo contemporáneo, el mundo de los medios de comunicación, incluyendo
Internet, ha sido conducido por Cristo, de manera incipiente pero verdadera,
dentro de los límites del reino de Dios y puesto al servicio de la palabra de
salvación. Sin embargo, “la espera de una tierra nueva no debe debilitar, sino
más bien avivar la preocupación de cultivar esta tierra, donde crece aquel
cuerpo de la nueva familia humana, que puede ofrecer ya un cierto esbozo del
siglo nuevo”. 44
Ciudad del Vaticano, 22 de febrero 2002, Fiesta de la Cátedra de San
Pedro Apóstol.
John P. Foley
Presidente
Pierfranco Pastore
Secretario
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