II. OPORTUNIDADES Y DESAFÍOS
5. “Las
comunicaciones que se hacen en la Iglesia y por la Iglesia consisten
esencialmente en el anuncio de la buena nueva de Jesucristo. Es la proclamación
del Evangelio como palabra profética y liberadora dirigida a los hombres y a
las mujeres de nuestro tiempo; es el testimonio dado de la verdad divina y el
destino trascendente de la persona humana, frente a una secularización radical;
es ponerse de parte de la justicia, en solidaridad con todos los creyentes, al
servicio de la comunión de los pueblos, las naciones y las culturas, frente a
los conflictos y las divisiones”. 22
Dado que anunciar la buena nueva a la gente formada por una cultura de los
medios de comunicación requiere considerar atentamente las características
especiales de los medios mismos, la Iglesia necesita ahora comprender Internet.
Esto es preciso para comunicarse eficazmente con la gente, de manera especial
con los jóvenes, que están sumergidos en la experiencia de esta nueva
tecnología, y también para usarla bien.
Los medios de comunicación ofrecen importantes beneficios y ventajas desde
una perspectiva religiosa: “Transmiten noticias e información de
acontecimientos, ideas y personalidades del ámbito religioso, y sirven como
vehículos para la evangelización y la catequesis. Diariamente proporcionan inspiración, aliento y
oportunidades de participar en funciones litúrgicas a personas obligadas a
permanecer en sus hogares o en instituciones”. 23 Además de
estos beneficios, hay otros que son peculiares de Internet. Esta proporciona al
público un acceso directo e inmediato a importantes recursos religiosos y
espirituales: grandes bibliotecas, museos y lugares de culto, documentos del
Magisterio, y escritos de los Padres y Doctores de la Iglesia, y la sabiduría
religiosa de todos los tiempos. Posee una notable capacidad de superar las
distancias y el aislamiento, poniendo en contacto a personas animadas por
sentimientos de buena voluntad que participan en comunidades virtuales de fe
para alentarse y apoyarse recíprocamente. La Iglesia puede prestar un
servicio importante tanto a los católicos como a los no católicos mediante la
selección y la transmisión de datos útiles en este medio.
Internet es importante para muchas actividades y programas de la Iglesia: la
evangelización, que incluye tanto la re-evangelización como la nueva
evangelización y la tradicional labor misionera ad gentes; la catequesis
y otros tipos de educación; las noticias y la información; la apologética, el
gobierno y la administración; y algunas formas de asesoría pastoral y dirección
espiritual. Aunque la realidad virtual del ciberespacio no puede sustituir a la
comunidad real e interpersonal o a la realidad encarnada de los sacramentos y
la liturgia, o la proclamación inmediata y directa del Evangelio, puede
complementarlas, atraer a la gente hacia una experiencia más plena de la vida
de fe y enriquecer la vida religiosa de los usuarios, a la vez que les brinda
sus experiencias religiosas. También proporciona a la Iglesia medios para
comunicarse con grupos particulares —jóvenes y adultos, ancianos e impedidos,
personas que viven en zonas remotas, miembros de otras comunidades religiosas—
a los que de otra manera difícilmente podría llegar.
Un número creciente de parroquias, diócesis, congregaciones religiosas,
instituciones relacionadas con la Iglesia, programas y todo tipo de organizaciones
hacen ahora uso efectivo de Internet con estas y otras finalidades. En algunos
lugares, tanto a nivel nacional como regional, han existido proyectos creativos
patrocinados por la Iglesia. La Santa Sede ha estado activa en esta área
durante muchos años, y sigue difundiendo y desarrollado su presencia en
Internet. A los grupos vinculados a la Iglesia que todavía no han dado este
paso se les anima a considerar la posibilidad de hacerlo cuanto antes. Recomendamos
encarecidamente el intercambio de ideas e información sobre Internet entre
quienes ya tienen experiencia en este campo y quienes son principiantes.
6. La Iglesia también necesita comprender y usar Internet
como un medio de comunicaciones internas. Esto requiere tener claramente en
cuenta su carácter especial de medio directo, inmediato, interactivo y
participativo.
El doble canal de interactividad de Internet ya está borrando la antigua
distinción entre quienes comunican y quienes reciben lo que se comunica, 24
y está creando una situación en la que, al menos potencialmente, todos pueden
hacer ambas cosas. Esta no es la comunicación del pasado en una única
dirección, de arriba a abajo. A medida que la gente se familiarice con esta
característica de Internet en otros ámbitos de su vida, se puede esperar que lo
utilice también por lo que respecta a la religión y a la Iglesia.
La tecnología es nueva, pero los criterios no. El Concilio Vaticano II
afirmó que los miembros de la Iglesia deberían manifestar a sus pastores “sus
necesidades y deseos con la libertad y confianza que deben tener los hijos de
Dios y hermanos en Cristo”; de hecho, de acuerdo con su conocimiento,
competencia o posición, los fieles “tienen el derecho, e incluso algunas veces
el deber, de expresar sus opiniones sobre lo que se refiere al bien de la
Iglesia”. 25 La Communio et progressio subrayó que,
como “cuerpo vivo”, la Iglesia “necesita el intercambio de las legítimas
opiniones de sus miembros”. 26 Aun cuando las verdades de fe
“no dejan espacio a interpretaciones arbitrarias”, la constitución pastoral
observa que existe “una enorme área donde los miembros de la Iglesia pueden
expresar sus puntos de vista”. 27
Ideas similares se expresan en el Código de derecho canónico, 28
así como en los documentos más recientes del Consejo Pontificio para las
Comunicaciones Sociales. 29 La Aetatis novae define
la comunicación de dos direcciones y la opinión pública como “una forma
concreta de llevar a la práctica el carácter de communio de la Iglesia”.
30 Ética en las comunicaciones sociales afirma: “Un
flujo recíproco de información y puntos de vista entre los pastores y los
fieles, una libertad de expresión que tenga en cuenta el bien de la comunidad y
el papel del Magisterio al promoverla, y una opinión pública responsable, son
expresiones importantes del ‘derecho fundamental al diálogo y a la información
en el seno de la Iglesia'“. 31 Internet proporciona un medio
tecnológico eficaz para realizar esta perspectiva.
Así pues, aquí tenemos un instrumento que se puede usar creativamente para
varios aspectos de administración y gobierno. Además de abrir canales para la
expresión de la opinión pública, pensamos en otros elementos, como consultar
expertos, preparar encuentros y practicar la colaboración en las Iglesias e
institutos religiosos, a nivel local, nacional e internacional, así como entre
ellos.
7. La educación
y la formación son otras áreas oportunas y necesarias. “Hoy todos
necesitan alguna forma de formación permanente acerca de los medios de
comunicación social, sea mediante el estudio personal, sea mediante la
participación en un programa organizado, sea con ambos. La educación para el
uso de los medios de comunicación social, más que enseñar algo acerca de las
técnicas, ayuda a la gente a formarse criterios de buen gusto y juicios morales
verdaderos; se trata de un aspecto de la formación de la conciencia. A través de sus escuelas y de sus programas
de formación, la Iglesia debería proporcionar este tipo de educación para el
uso de los medios de comunicación social”. 32
La educación y la formación
relativas a Internet pueden integrar programas globales de educación en los
medios de comunicación accesibles a los miembros de la Iglesia. En la medida de
lo posible la planificación pastoral de los medios de comunicación debería
prever esta formación para los seminaristas, los sacerdotes, los religiosos y
el personal pastoral laico como maestros, padres y estudiantes. 33
Los jóvenes, en particular,
necesitan que se les enseñe “no sólo a ser buenos cristianos cuando son
receptores, sino también cuando son activos al usar todas las ayudas para la
comunicación que ofrecen los medios de comunicación. (. . . ) Así, los jóvenes
se convertirán en auténticos ciudadanos de la era de las comunicaciones
sociales que parece iniciarse en este tiempo”, 34 era en que
se considera a los medios de comunicación como “parte integrante de una cultura
aún inacabada cuyas plenas implicaciones todavía no se entienden perfectamente”.
35 Así, la enseñanza sobre Internet y las nuevas tecnologías
implica mucho más que meras enseñanzas técnicas; los jóvenes necesitan aprender
cómo funcionar bien en el mundo del ciberespacio, cómo hacer juicios maduros,
según sólidos criterios morales, sobre lo que encuentran en él, y cómo usar la
nueva tecnología para su desarrollo integral y en beneficio de los demás.
8. Internet
también plantea algunos problemas especiales a la Iglesia, además de los de
índole general discutidos en el documento adjunto a este. 36
A la vez que se destaca lo que es positivo en relación con Internet, es
importante aclarar lo que no lo es.
En un nivel muy profundo, “a veces el mundo de los medios de comunicación
puede parecer indiferente e incluso hostil a la fe y a la moral cristiana. En
parte esto se debe a que la cultura de los medios de comunicación se ha ido
impregnando progresivamente de una mentalidad típicamente posmoderna, según la
cual la única verdad absoluta es que no existen verdades absolutas o, en caso
de que existieran, serían inaccesibles a la razón humana y, por tanto,
irrelevantes”. 37
Entre los problemas específicos
creados por Internet figura la presencia de sitios llenos de odio dedicados a
difamar y atacar a los grupos religiosos y étnicos. Algunos de ellos
toman como blanco a la Iglesia católica. Como la pornografía y la violencia en
los medios de comunicación, estos sitios de Internet “evidencian la componente
más turbia de la naturaleza humana, dañada por el pecado”. 38
Y aunque el respeto a la libertad de expresión exige a veces tolerar hasta
cierto punto incluso las voces de lo negativo, la aplicación de la
autorregulación y, cuando sea necesario, la intervención de la autoridad
pública, deberían establecer y hacer respetar algunos límites razonables acerca
de lo que se puede decir.
La proliferación de sitios web que se autodefinen católicos plantea un
problema de tipo diferente. Como hemos dicho, los grupos vinculados a la
Iglesia deberían estar creativamente presentes en Internet; y las personas bien
motivadas e informadas, así como los grupos no oficiales que actúan por su
propia iniciativa, también tienen derecho a estar en él. Pero origina
confusión, por lo menos, no distinguir interpretaciones doctrinales desviadas,
prácticas arbitrarias de devoción y posturas ideológicas que se autocalifican
de “católicas”, de las posiciones auténticas de la Iglesia. Sugerimos un enfoque de esta cuestión más adelante.
9. Algunas
otras cuestiones requieren mucha reflexión. Con respecto a ellas,
instamos a proseguir la investigación y el estudio continuos, incluyendo “la
elaboración de una antropología y una verdadera teología de la comunicación”,39
con referencia específica a Internet. Desde luego, además del estudio y la
investigación, se puede y se debe proponer una programación pastoral positiva
para el uso de Internet. 40
Un área de investigación podría responder a la sugerencia según la cual la
amplia gama de opciones relativas a los productos y servicios destinados al
consumidor disponibles en Internet tiene un efecto indirecto por lo que atañe a
la religión, y favorece un enfoque de “consumidor” sobre cuestiones de fe. Los
datos sugieren que algunos visitantes de los sitios web religiosos pueden hacer
compras, seleccionar y escoger elementos de paquetes religiosos a medida del
usuario para adaptarlos a sus gustos personales. La “tendencia, por parte de
algunos católicos, de matizar el grado de adhesión” 41 a la
enseñanza de la Iglesia es un problema conocido en otros contextos; se necesita
más información para saber si, y hasta qué punto, Internet agrava este problema.
De modo análogo, como observamos antes, la realidad virtual del ciberespacio
tiene algunas implicaciones preocupantes tanto para la religión como para otras
áreas de la vida. La realidad virtual no sustituye la presencia real de Cristo
en la Eucaristía, ni la realidad sacramental de los otros sacramentos, ni
tampoco el culto compartido en una comunidad humana de carne y hueso. No existen los sacramentos en Internet; e
incluso las experiencias religiosas posibles ahí por la gracia de Dios son
insuficientes si están separadas de la interacción del mundo real con otras
personas de fe. Este es otro aspecto de Internet que requiere estudio y
reflexión. Al mismo tiempo, la programación pastoral debería considerar
cómo llevar a las personas desde el ciberespacio hasta una auténtica comunidad
y cómo podría luego usarse Internet, mediante la enseñanza y la catequesis,
para apoyarlos y enriquecerlos en su compromiso cristiano.
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