Itinerancia y movilidad

EL PORQUÉ DEL TEMA
LA VIDA RELIGIOSA es fundamentalmente una respuesta de seguimiento a Cristo, y seguimiento habla de itinerancia. Tendría que ser, pues, un camino a seguir a lo largo de la vida, con reinterpretaciones de manera renovada, teniendo como trasfondo el servicio. Por tanto, una vida marcada por el dinamismo, el cambio, la provisionalidad... Pero, muy a menudo, actuamos y nos pensamos a nosotros mismos a través de modelos, ya construidos o nuevos, que no dejan margen para la movilidad, que son estáticos.

Constatamos que en la realidad social en la que estamos inmersos surgen constantemente necesidades nuevas que ponen a prueba nuestra capacidad de escucha y de respuesta. Nos damos cuenta de que lo que durante un tiempo ha sido válido, un día deja de tener sentido, ya sea porque no se corresponde con una necesidad real o porque se queda en un trabajo, posiblemente eficiente, pero que no dice nada del evangelio en el contexto.

Ante esta situación, el reto consiste en superar la tentación de construir un mundo a nuestra medida (con las tres tiendas de la transfiguración), donde nos encontramos bien porque lo conocemos, porque es lo que siempre hemos hecho, porque nos sentimos identificados con ello... pero no deja de ser una especie de nido cálido que va perdiendo en exigencia de compromiso, aunque a veces lo sepamos justificar con construcciones intelectuales bien sólidas.

Finalmente, hay que remarcar lo que la historia de la Vida Religiosa nos ha enseñado: que en cada cambio sólo han sobrevivido las instituciones capaces de responder a las nuevas sensibilidades de manera renovada. Las demás (y ya son muchas) han desaparecido.