Tener y llevar a cabo un sueño, miembros de una institución

·         En el período de iniciación a la vida adulta, resulta muy importante la capacidad de soñar, y también la de dar cumplimiento a este sueño. En el fondo, se trata de responder a la pregunta: "¿Qué haré con mi vida?" Para quien es capaz de tener un sueño, esto tiene una gran influencia motivadora; quienes lo traicionan, en cambio, aunque puedan tener éxito, tarde o temprano sentirán que sus motivaciones y buenos propósitos se desvanecen.

·         La gente joven, en su intento de construir una vida coherente con su sueño, utiliza una moratoria psicosocial: retrasa sus compromisos de persona adulta, lo que le permite experimentar y definir mejor su sueño y su manera de vivirlo.

·         Las familias religiosas, como instituciones, deberían ser conscientes de esta necesidad personal de tener y llevar a cabo un sueño, sin cerrar prematuramente esta moratoria psicosocial sólo en función de las necesidades o de las urgencias institucionales.

·         Lo que se está poniendo en duda no es el trabajo en sí mismo (no hablamos de gente cómoda o desvagada), sino cómo se trabaja. Las cantidades deberían marcarse en función de las posibilidades de cada persona; a veces se imponen como normales y virtuosos ritmos que deshumanizan, y los aplaudimos.