Intercongregacionalidad

EL PORQUÉ DEL TEMA
SI BIEN ESTA CUESTIÓN ha estado presente en todos los grupos, ha sido especialmente en el de los religiosos y las religiosas jóvenes donde ha suscitado una mayor adhesión. Ha contribuido, sin duda alguna, la formación inicial, compartida por bastantes congregaciones desde hace algunos años. Pero la propia experiencia de los grupos a lo largo de dos años de encuentros periódicos ha sido el elemento esencial. Más allá del trabajo realizado, las personas se han encontrado en un ámbito donde han podido compartir la fe y la amistad: se reconoce que ha servido para ampliar visiones; para animarse mútuamente; para mantenerse despiertas...

La Vida Religiosa se presenta en el seno de la Iglesia como un precioso mosaico, rico en su diversidad carismática. Hoy, además de apreciar el valor de la diferencia, nos entendemos como complementarios, y tendemos a subrayar más lo que tenemos en común en lugar de trazar fronteras o acentuar particularismos.

En una época en que la Vida Religiosa se reconoce poco significativa, ¿nuestro compartir congregacional de apertura, de trabajo en equipo, de voluntad de extender el evangelio, no debería ser un signo más importante que nuestras pequeñas parcelas...?

El Señor nos invita a leer los signos de los tiempos. ¿Cómo interpretamos el descenso numérico en nuestras familias religiosas? ¿No podríamos reconocer una invitación del Señor a confiar menos en las fuerzas de cada congregación y a hacer un camino de humilde búsqueda, los unos cerca de los otros, en un camino más eclesial y no tan egocéntrico?