Discernir lo que es esencial en la Vida
Religiosa y en el propio carisma para diferenciarlo de lo contextual. Los
ejes clave de cualquier proceso de refundación tienen que partir,
evidentemente, de lo que es esencial.
Darnos tiempo y confianza; perder el miedo y
atrevernos a experimentar; aceptar caminar más por intuiciones que por
evidencias. Los sentimientos de insatisfacción, vacío, rutina... que
surgen ante estilos y formas concretos son buenos indicadores de lo que
hay que repensar.
Fomentar espacios comunitarios para reflexionar,
replantear... de manera que el diálogo ayude a vivir con serenidad y de
manera consciente los cambios. Utilizar el discernimiento para descubrir
los aciertos así como los cambios pendientes.
Hacer efectivos los desplazamientos que una
fidelidad creativa a nuestra misión nos exija, actuando con perspectiva de
futuro para no hipotecar el futuro de los jóvenes religiosos y religiosas.
Esto puede comportar la renuncia a obras propias como infraestructuras muy
cargantes, o inventarse nuevos modelos de gestión que faciliten
desplazamientos. También puede significar una simplificación de las
estructuras internas de las instituciones para permitir el máximo de
implicación apostólica.
Adecuar la formación a los nuevos trabajos; y
sobre todo aprender a trabajar en equipo, y prepararse para analizar de
manera crítica la realidad para que puedan darse respuestas creativas a las
nuevas necesidades.
Ayudar a asumir con naturalidad y en paz que en
el seno de una provincia religiosa se pueden dar diferentes ritmos y
estilos de vida comunitaria o de compromiso apostólico, ya que la unidad
no significa necesariamente la uniformidad. Aceptando el hecho de que
todas nuestras "misiones" se hacen en nombre de la comunidad
provincial, reconocemos que algunas personas, por características
personales, edad, formación, etc., están en mejores condiciones que otras
para vivir determinados desplazamientos y en situación de frontera.