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Hermann Schalück, OFM “Todo es posible, nada es cierto”… IntraText CT - Texto |
En el tiempo postmoderno, los hombres definen su identidad, a partir de la cual vivir y en la que esperar, no ya según los grandes modelos, ejemplos y "mitos" de la tradición, sean ellos la religión, la familia, la moral o las carreras profesionales. Frente a la juventud de la era moderna, con su fe esencialmente intacta en el progreso, la juventud de hoy, marcada por la cultura postmoderna, es escéptica, inquieta, sin ilusiones, y, a diferencia de la generación del ’68 que estaba enamorada de la utopía, es una juventud casi realista. No confía en grandes "mitos" del pasado, como tampoco en las promesas del futuro. Experimenta en su proprio ser lo efímero de las instituciones, de las estructuras familiares, de las promesas de los hombres. No sabe si va a conseguir un trabajo o un empleo, y si una vez conseguido dura o no, no sabe lo que puede durar una "carrera profesional". Encontrar la propia identidad en un sector tradicional (profesión, familia, religión) ya no constituye la regla. De ello se desprende la denominada "Identidad Patchwork" (francés: bricolage) que se compone de varias partes y de experiencias parciales y no sigue un modelo integral ya existente. Para legitimar la propia identidad no se necesitan "grandes autoridades omniscientes". Sin embargo, en mi opinión sería un error negar a las generaciones jóvenes de hoy la capacidad de comprometerse, de ser solidarias y fieles. Lo cierto es que la juventud de hoy necesita muchísimo espacio para "ponerse sobre el escenario", para "intentar y equivocarse" y para la ética del "hazlo tú mismo". La aversión en contra de las grandes instituciones y de las grandes y "santas" tradiciones, no significa como lamentablemente se repite a menudo que en la juventud postmoderna existe sólo el narcisismo y un individualismo extremado; por lo contrario, existe en ella todavía una gran capacidad de compromiso, de altruismo, de solidaridad. Sólo que a la mayoría le basta alianzas temporáneas, y además hay que salvaguardar la soberanía personal. No ha disminuido la voluntad de comprometerse, sino la voluntad de decidirse de una manera vinculante y a largo plazo.