Índice: General - Obra | Palabras: Alfabética - Frecuencia - Inverso - Longitud - Estadísticas | Ayuda | Biblioteca IntraText
Elías Royón, SJ
Animacion vocacional "por contagio"…

IntraText CT - Texto

Anterior - Siguiente

Pulse aquí para desactivar los vínculos a las concordancias

5. "Y tú, qué dices de ti mismo...?" (Jn 1,22)
Uno de los factores más significativos de la visibilidad de un grupo es la capacidad de dar respuesta a la pregunta sobre la propia identidad; poder y saber responder a la pregunta "vosotros ¿quiénes sois?".

¿Puede la vida consagrada hoy responder con palabras sencillas y comprensibles esta pregunta? ¿Existe sólo una respuesta?

Como es bien conocido, el tema de la identidad de la vida consagrada ha sufrido en los años del postconcilio una fuerte crisis de la que tal vez todavía no hemos salido definitivamente. Antes del Concilio un cristiano de a pie sabía y entendía lo peculiar de la vida consagrada; hoy la experiencia muestra que no es así y que existe en medio de la comunidad cristiana una especie de incomprensión teórica y vital de lo que significa la vida consagrada en la Iglesia; el pueblo cristiano carece de una visión clara de nuestra identidad.

Esto no quiere decir que no haya una abundante reflexión teológica postconciliar sobre la identidad de la vida consagrada; el problema es hasta dónde esta reflexión ha calado y se ha sedimentado en el pueblo de Dios, y de modo particular, entre los jóvenes.

Sin ser tampoco absolutamente clara, pero parece que resulta más comprensible y asimilada la identidad del sacerdote diocesano; sin duda influyen en esta mayor comprensión los ministerios que realiza y la cercanía a los fieles que normalmente supone la parroquia.

Esta situación de indefinición nos afecta en gran medida a nosotros los consagrados, a quienes no nos resulta fácil dar una respuesta vitalmente formulada y fácilmente comprensible sobre nuestra identidad.

La exhortación postsinodal se hace eco de esta situación explicando el por qué de la temática elegida para los últimos Sínodos: "en estos últimos años, se dice, se ha advertido la necesidad de explicar mejor la identidad de los diversos estados de vida, su vocación y su misión específica en la Iglesia" (VC 4). Esta mejor explicación de la identidad de los diversos carismas no tiene sólo como finalidad aclarar conceptos teológicos, sino hacerlos más útiles a la misión de la Iglesia, al poner de relieve su peculiaridad como dones del Espíritu (cfr. VC 4).

No es este el lugar ni la ocasión adecuada para exponer, aunque sólo sea en las líneas fundamentales, algunas de las concepciones teológicas actuales que explican la identidad de la vida consagrada.

Mi objetivo es mucho más modesto: lo que creo responde a las expectativas de esta Asamblea de Superiores Generales, es subrayar diversos aspectos de esa identidad (independientes de la concepción teológica en que vengan estructurados), que afectan en su visibilidad a la animación vocacional y a la renovación de la vida consagrada.

Los jóvenes no se sienten atraídos por un grupo dividido, que no sabe quién es y que al explicar su identidad deja entrever una indefinición o ambigüedad en cuanto a su lugar y función en la Iglesia. Es difícil que surja el contagio, que se suscite el deseo y la atracción por la vocación religiosa si ésta no se percibe socialmente con los rasgos que motivan una donación total de la persona al seguimiento de Jesús.

Y un primer rasgo, pórtico para tantos otros, es la unidad entre los miembros de una Congregación religiosa en el modo de vivir, en lo que pretenden apostólicamente y en el cómo llevarlo a efecto; la impresión pues, de ir a una y estar comprometidos en una misma empresa apostólica. La diversidad enriquece la misión cuando no tiene raíces de individualismo y cuando después de un discernimiento en común se asume responsablemente la misión y las mediaciones que ella exige.

Hay un convencimiento común en que las vocaciones sólo surgen en los ambientes de una fuerte experiencia de Dios, de donde deriva un amor gratuito y de servicio a los más pobres; ahí se puede ver con facilidad que hay una radicalidad en el seguimiento a Jesús a la que Dios llama a algunos.

Esta experiencia de Dios como dimensión mística de nuestra existencia y nuestra misión constituye ciertamente un aspecto de la identidad de la vida consagrada; ha de ser visible y transparente y no oculta en lo íntimo de nuestro corazón; no sólo individual sino comunitaria, porque la identidad tiene una fuerte connotación corporativa.

Sociológicamente hablando, los demás esperan que el consagrado sea un "hombre de Dios" y que lo transparente; alguien que ha sido seducido por el Señor, que le ha descubierto como "tesoro escondido", hasta el punto de "vender todo con alegría" (cfr Mt 13,44-46) para seguirle y convertirlo en sentido de la vida.

Las experiencias de la pastoral juvenil parecen mostrar que hace unos años el hacer de los consagrados era lo primero que atraía a los jóvenes, y era parte integrante de lo que querían llegar a ser. Hoy el interés primero se centra más en el ser; es decir, en conocer qué tiene de distintivo nuestra vida cualitativamente hablando: el testimonio de vida que damos, cómo hacemos lo que hacemos, con qué espíritu, con qué actitudes, con qué motivaciones, cómo vivimos, cómo rezamos, cómo nos relacionamos unos con otros en comunidad, cómo son nuestros vínculos fraternos...

Por otra parte, la mayoría de los estudios sociológicos serios que se han hecho sobre la animación vocacional y el futuro de la vida consagrada manifiestan una notable convergencia. A los jóvenes de hoy les atraen los grupos con fines explícitamente religiosos, intensa vida en común, solidaridad comunitaria y pasión por la evangelización explícita; tienen pasión por la justicia y manifiestan un deseo de trabajar con y por los pobres; quieren estar seguros de que su misión futura va a tener una clara y significativa dimensión religiosa.

¿Responde la vida consagrada, no sólo individual sino también comunitariamente, a estas expectativas? ¿Caemos en la cuenta de que o somos hombres y mujeres con una clara identidad, testigos de lo trascendente, y se nos percibe como tales o estamos bastante de sobra? Si la gente nos ven como profesionales competentes, pero carentes de esos rasgos esenciales a la vida consagrada, como algunos de los descritos, vamos a poder contagiar a pocos jóvenes. Cada día somos más sustituibles, y sustituidos de hecho, en tantos campos apostólicos por la escasez numérica. Sin embargo nadie podrá sustituirnos en este aspecto de nuestra identidad que sí colorea muy particularmente nuestra misión.





Anterior - Siguiente

Índice: General - Obra | Palabras: Alfabética - Frecuencia - Inverso - Longitud - Estadísticas | Ayuda | Biblioteca IntraText

Best viewed with any browser at 800x600 or 768x1024 on Tablet PC
IntraText® (V89) - Some rights reserved by EuloTech SRL - 1996-2007. Content in this page is licensed under a Creative Commons License