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Hermann Schalück, OFM “Todo es posible, nada es cierto”… IntraText CT - Texto |
"TODO
ES POSIBLE, NADA ES CIERTO"
VOCACIONES RELIGIOSAS EN TIEMPOS POSTMODERNOS
1. ¿Sociedad del instante?
Nos encontramos en el umbral de un tiempo nuevo y de un milenio nuevo, un tiempo confuso y al mismo tiempo apasionante. Vivimos cambios culturales inesperados; vemos cómo procesos sociales y culturales radicales cambian el mundo y asistimos al nacimiento de culturas y subculturas, de símbolos y estilos de vida nuevos. Esto interpela a antropólogos, expertos de la cultura, sociólogos y a especialistas en globalización medial y digital. Es también la nuestra una época cumbre para profetas, poetas, esotéricos, apocalípticos y futurólogos de distinta extracción. Ultimamente he leído una frase en un artículo: "Todo es posible, nada es cierto". Y hay autores cristianos que ellos también hablan de "momento clave". Se plantea pues, cada vez más acuciante, la pregunta: "¿Cuáles son las fuentes de las que bebemos? ¿Qué queda? ¿Merece la pena un compromiso de por vida?". Vita Consecrata (VC) quiere buscar y vivir algo que conserve su valor, aunque todo cambiara. Queremos saber lo que es importante que hagamos y que Dios espera de nosotros en este momento de la historia.
En las reflexiones que vienen a continuación lo que me interesa fundamentalmente es la pregunta de base relativa al sentido y a la identidad de la vida cristiana y del seguimiento de Jesús en medio de las culturas de vida: los proyectos de vida radical y a largo plazo del seguimiento, y sobre todo el seguimiento en la vida consagrada (vc), "¿siguen teniendo sentido en un contexto que muchos llaman ‘sociedad del instante’, con sus "opciones" a corto plazo y que cambian rápidamente? ¿Cuáles son las opciones que sostienen la vc? ¿Cuáles los paradigmas que la hacen transparente? ¿Cuáles las perspectivas que de ello se desprenden para nuestros institutos? ¿Vamos a tener jóvenes en el futuro?
Muchos pueblos del mundo, no solamente en Europa o en Norteamérica, se ven enfrentados a fenómenos que muchos indican como el desmontaje y el derrumbe de los grandes valores que han caracterizado la cultura occidental. Existe por ejemplo el vacío dejado por el socialismo. Existe, además, la "filosofía" de mercado, del neo-liberalismo y del individualismo orientado hacia la concurrencia, descuidada del género humano y contraria a la solidaridad, que caracteriza gran parte del mundo. Tampoco hay que olvidar que en muchas partes del mundo y hasta en Europa sigue haciéndose uso de la violencia de la guerra y que, en muchos lugares de nuestro planeta hay cantidad de gente que huye. Hay que plantear, pues, el tema de nuestro futuro y del futuro de nuestras vocaciones a la vc no en el vacío, sino en medio de grandes cambios y frente a las tendencias aparentemente contradictorias de nuestro único mundo. Debemos tratar de decirnos unos a otros cómo leemos esta situación nueva con la fe en el Resucitado, qué queremos mantener como herencia de nuestra historia, cómo experimentamos la crisis actual de la Iglesia y de la vida consagrada y, por último, con qué esperanzas caminamos hacia el futuro.
La condición fundamental por la que debemos afrontar con esperanza y optimismo razonable el camino que nos espera, camino de la Iglesia y de la vc, es la apertura al Espíritu dinámico de Dios y a Su obra, a ese Espíritu que conserva en vida a la Iglesia y al mundo y que transforma continuamente la creación y el cosmos, los renueva y los conduce hacia tiempos nuevos. Podemos interpretar, comprender y vivir el tiempo presente sólo cuando con fe en el Resucitado estamos convencidos de que este tiempo no es peor que otros para la vc. Y además si juntamente con los argumentos cristológicos, hasta ahora prevalecientes en nuestro camino (como seguimiento e imitación de Jesús según la intención de nuestras Fundadoras y de nuestros Fundadores) ponemos el acento en el aspecto trinitario y pneumatológico de la eclesiología y de la teología de la vc. El "Espíritu", es, en efecto, la realidad viva de Dios en nosotros, la fuente de la que bebemos, el rayo de luz que nos ilumina y la única autoridad que nos introduce en la verdad plena de nuestra vida, de nuestra historia y de nuestro Dios. Un paradigma fundamental e importante de la vida consagrada del futuro será la "communio" de los hombres y de las mujeres que den testimonio de la presencia de Dios, de Su fidelidad hacia el mundo y de Su amor como fuerza que transforma el mundo y la historia.