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Ioannes Paulus PP. II
Mulieris dignitatem

IntraText - Concordancias

(Hapax Legomena)
130-descu | desea-mecan | medio-solas | solem-xxiii

                                                        negrita = Texto principal
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1 III,8 | por siempre!» (Sal 131 [130], 2-3). En diversos pasajes 2 III,8 | ahora y por siempre!» (Sal 131 [130], 2-3). En diversos 3 I,1 | Sínodo de los Obispos en 1971, una Comisión especial cuya 4 I,1 | los Obispos (octubre de 1987), que fue dedicada a «la 5 IX,30 | la Virgen María, del año 1988, décimo de mi Pontificado.~ ~ ~ 6 VII,24 | cabeza de la mujer» (5, 22-23a). El autor sabe que este 7 VI,22 | figura» de la Iglesia:(43) «Pues en el misterio de 8 II,4 | el Concilio de Efeso (a. 431).(18) En contraposición 9 VII,23 | Jeremías, Ezequiel e Isaías.(48) Cada uno de estos textos 10 VII,26 | sacerdocio ministerial.(50)~ 11 VII,27 | pida (cf. 1 Ped 3, 15).(51) La participación universal 12 VII,27 | estructura «jerárquica»,(53) sin embargo esta estructura 13 VIII | responder a su máxima vocación».(56) Estas palabras de la Constitución 14 VIII | ayer, hoy y para siempre».(57)~Con estas palabras la Constitución 15 VIII,28| orden de justicia y caridad.(58)~Sólo la persona puede amar 16 VIII,29| de sí mismo a los demás».(59) Esto se refiere a todo 17 VIII,29| expresada por el Apocalipsis.(60) Es «una Mujer, vestida 18 VIII,29| ayer, hoy y para siempre».(61) Si el hombre es confiado 19 VIII,29| en todos» (1 Cor 15, 28).(62)~Entonces se cumplirá definitivamente 20 IX,30 | perfecta unión con Cristo»,(63) nos obtenga también este « 21 III,8 | seréis consolados)» (Is 66, 13). También en los Salmos 22 VI,19 | vida eterna» (cf. Jn 6, 68). En efecto, son precisamente 23 V,14 | Cuántas veces queda ella abandonada con su maternidad, cuando 24 III,8 | dice Sión: "Yahveh me ha abandonado, el Señor me ha olvidado" ¿ 25 VI,21 | enfermos, los minusválidos, los abandonados, los huérfanos, los ancianos, 26 III,6 | ella «una sola carne» y abandonando por esto a «su padre y a 27 VII,23 | Por un breve instante te abandoné pero con gran compasión 28 VI,18 | entendida globalmente— debería abarcar en sí la doble aportación 29 III,8 | dirigía a Dios llamándole «Abba-Padre» (Mc 14, 36) —por ser su 30 I,1 | mujer. Entre otras cosas, abogaron por la profundización de 31 VII,24 | llevara a la práctica con la abolición de la esclavitud! Y ¿qué 32 VII,23 | a sí mismo. Porque nadie aborreció jamás su propia carne; antes 33 IX,30 | femineidad, tal como han sido abrazadas por su amor eterno; tal 34 VI,21 | abierta a todos los hombres, abrazados por el amor de Cristo Esposo.~ 35 V,16 | 6). Son las primeras en abrazarle los pies (cf. Mt 28, 9). 36 III,7 | somos uno" (Jn 17, 21-22), abriendo perspectivas cerradas a 37 IV,11 | Anunciación de Nazaret. Esta es la absoluta novedad del Evangelio. En 38 V,16 | limitación, así como no limita absolutamente la acción salvífica y santificante 39 VI,18 | este común engendrar, que absorbe literalmente las energías 40 VI,18 | teórica o una definición abstracta, pues indica de modo esencial 41 IV,9 | el bien o de la que puede abusar eligiendo el mal contra 42 IV,9 | comienzos de la historia abusó de su libertad, erigiéndose 43 V,14 | masculina», de vuestros abusos?~Esta es una verdad válida 44 IV,11 | pisará la cabeza mientras acechas tú su calcañar». Es significativo 45 VI,18 | del «principio» la madre acepta y ama al hijo que lleva 46 VI,18 | mujer al don de sí, y a la aceptación de la nueva vida.~En la 47 VI,22 | mediante la palabra de Dios aceptada con fidelidad, pues por 48 V,16 | con la mujer, confirma y aclara en el Espíritu Santo la 49 V,12 | mujer. Este significado es aclarado por las palabras de Cristo 50 V,15 | modo que también ellos lo acogen con fe (cf. Jn 4, 39-42). 51 VIII | vivimos, puede y debe ser acogida con la «luz y fuerza» que 52 IV,11 | Cristo frecuentemente acompaña a la de Eva - María. Dado 53 V,13 | recibieron tantas gracias, lo acompañaban en sus peregrinaciones con 54 VI,18 | según la Biblia, están acompañados por las palabras siguientes 55 V,13 | la vida a su hijo único, acompañando su gesto con una expresión 56 II,4 | del «yo» humano. Lo mismo acontece en la anunciación de Nazaret.~ 57 II,3 | marcha de las cosas y en los acontecimientos de la vida humana, y a veces 58 V,15 | en aquellos tiempos no se acostumbraba a discutir con una mujer. 59 V,12 | Moisés prescribió dar acta de divorcio y repudiarla»( 60 V,12 | y por el conjunto de sus actitudes hacia las mujeres, que es 61 V,12 | 31).~Quien así hablaba y actuaba daba a entender que conocía 62 V,14 | en su enseñanza y en su actuación la propia subjetividad y 63 VII,27 | sociales las mujeres santas han actuado «con libertad», fortalecidas 64 I,2 | Esta Encíclica desarrolla y actualiza la enseñanza del Concilio 65 I,1 | en el Decreto Apostolicam actuositatem, sobre el apostolado de 66 VI,19 | a luz al niño, ya no se acuerda del aprieto por el gozo 67 IV,10 | base de estos recursos, de acuerdo con la riqueza de la femineidad, 68 V,14 | convierte incluso en el acusador, como en el caso descrito 69 V,14 | Jesús parece decir a los acusadores: esta mujer con todo su 70 V,14 | pecado a los hombres que la acusan para poder lapidarla, manifestando 71 IV,11 | Nuevo Testamento, expresan adecuadamente la misión de la mujer en 72 V,13 | yo te condeno. Vete y en adelante no peques más» (cf. Jn 8, 73 V,13 | nombra a Juana, mujer del administrador de Herodes, Susana y «otras 74 VI,18 | seno de la mujer. La madre admira este misterio y con intuición 75 VI,17 | sino que la ha completado admirablemente. La descripción de la Anunciación 76 IX,30 | transcurso de uno de aquellos admirables coloquios que muestran la 77 VII,26 | sobre la cuestión de la admisión de las mujeres al sacerdocio 78 IV,11 | evidencia a la «mujer» si no se admite que en ella tiene su comienzo 79 V,12 | Es algo universalmente admitidoincluso por parte de quienes 80 IV,9 | dolorosa. Además, es necesario admitir que Dios, como Creador y 81 IV,9 | antemano para ser sus hijos adoptivos por medio de Jesucristo 82 V,15 | Espíritu y de la verdadera adoración, que el Padre tiene derecho 83 VI,17 | luz del Evangelio éstas adquieren la plenitud de su sentido 84 VII,27 | amor redentor del Esposo adquiría plena fuerza expresiva. 85 V,13 | pecadoras: pecadoras públicas y adúlteras. A la Samaritana el mismo 86 VI,19 | olvidadas por los hijos adultos, la de las viudas, los sufrimientos 87 V,15 | la mujer de Pilatos, que advirtió a su marido: «No te metas 88 VII,27 | comprensión y de juicio que no afecten a su naturaleza. Aunque 89 V,13 | gesto con una expresión de afectuosa piedad: «Tuvo compasión 90 VIII,28| mujer y su vocación. Cuando afirmamos que la mujer es la que recibe 91 VII,23 | tu mocedad olvidarás y la afrenta de tu viudez no recordarás 92 IX,30 | San Pedro, el día 15 de agosto, solemnidad de la Asunción 93 VII,27 | una víctima viva, santa y agradable a Dios» (cf. Rom 12, 1), 94 IX,30 | inefable.~La Iglesia expresa su agradecimiento por todas las manifestaciones 95 IV,9 | Creador y Padre, es aquí agraviado, «ofendido», y ofendido 96 VII,23 | purificándola mediante el baño del agua, en virtud de la palabra, 97 VII,27 | mencionar a Mónica, madre de Agustín, Macrina, Olga de Kiev, 98 | ajeno 99 VI,19 | medio de la multitud, que lo alababa por la maternidad de su 100 V,13 | Mc 5, 27), mereció la alabanza del Señor por su gran fe: « 101 II,3 | 14).De esta manera, María alcanza tal unión con Dios que supera 102 VII,27 | su persona la «Iglesia ha alcanzado ya la perfección con la 103 I,1 | un peso, un poder jamás alcanzados hasta ahora. Por eso, en 104 VIII,29| y de la técnica permiten alcanzar de modo hasta ahora desconocido 105 VI,19 | pero volveré a veros y se alegrará vuestro corazón y vuestra 106 VI,19 | vuestro corazón y vuestra alegría nadie os la podrá quitar» ( 107 | alguna 108 | alguno 109 VII,23 | propia carne; antes bien, la alimenta y la cuida con cariño, lo 110 VI,20 | del hombre y Esposo de las almas: un don «esponsal». No se 111 VIII,28| femineidad halla su más alta expresión en la Virgen Madre 112 I,2 | le hace consciente de su altísima vocación», como enseña el 113 VI,18 | empequeñecida» estaría a la misma altura de la concepción materialista 114 V,15 | hermanas de Lázaro; «Jesús amaba a Marta, a su hermana María 115 V,15 | su propio ser; se sienten amadas por un «amor eterno», por 116 I | INTRODUCCIÓN~Venerables Hermanos,~amadísimos hijos e hijas,~salud y Bendición 117 VII,24 | amad a vuestras mujeres», amadlas como exigencia de esa unión 118 V,12 | corazones humanos como fruto amargo del ofuscamiento de la imagen 119 III,7 | libre, capaz de conocerlo y amarlo. Leemos además que el hombre 120 III,7 | trata de una «ayuda» de ambas partes, que ha de ser «ayuda» 121 VI,20 | totalmente ajeno en ciertos ambientes judíos, sobre todo en los 122 VII,26 | vocación de la mujer, sin amoldarse al uso dominante y a la 123 IV,10 | ethos» bíblico en toda su amplitud.(33)~En nuestro tiempo la 124 VI,20 | hombre a la unión con Dios. Y añade: «Quien pueda entender, 125 VIII,28| Carta a los Efesios que analizamos nos permite pensar en una 126 V,14 | innumerables situaciones análogas. Una mujer es dejada sola 127 VI,21 | abandonados, los huérfanos, los ancianos, los niños, los jóvenes, 128 II,3 | definitivas que más le angustian. ¿No se encuentra quizás 129 IV,9 | erigiéndose contra Dios y anhelando conseguir su fin fuera de 130 III,6 | el mundo de las criaturas animadas que lo circunda y no halla 131 III,6 | también un ser racional (animal rationale).(23) Gracias 132 III,6 | los dotados de sentidos (animalia)— sea también un ser racional ( 133 VII,27 | Los escritos apostólicos anotan sus nombres, como Febe, « 134 IV,10 | palabras de la Biblia: «Tendrás ansia de tu marido y él te dominará». 135 IV,9 | el amor, eligiéndonos de antemano para ser sus hijos adoptivos 136 II,3 | dirigimos?».(13) «Ya desde la antigüedad y hasta nuestros días se 137 III,6 | fragmento contiene las verdades antropológicas fundamentales: el hombre 138 I,1 | profundización de los fundamentos antropológicos y teológicos necesarios 139 III,8 | lenguaje bíblico, su modo antropomórfico de hablar de Dios, indica 140 VIII,29| pecado de los orígenes no ha anulado este orden, no lo ha cancelado 141 V,14 | intenta de modos diversos «anular» el mal de este pecado; 142 V,12 | La redención del hombre anunciada allí se hace aquí realidad 143 V,16 | resucitado como lo había anunciado» (Mt 28, 6). Son las primeras 144 V,13 | las ciudades y los pueblos anunciando el Evangelio del Reino de 145 V,16 | primeras en ser llamadas a anunciar esta verdad a los apóstoles ( 146 V,13 | Jesús al Mesías y corrió a anunciarlo a sus compaisanos. El diálogo 147 IX,30 | manifestaciones del «genio» femenino aparecidas a lo largo de la historia, 148 VI,19 | biofísico, manifiesta una aparente pasividad: el proceso de 149 VII,23 | mi amor de tu lado no se apartará y mi alianza de paz no se 150 V,13 | Moisés nos mandó en la ley apedrear a estas mujeres. ¿Tú que 151 III,6 | fundamentales: el hombre es el ápice de todo lo creado en el 152 VII,23 | 29); más aún, Cristo se aplica esta comparación tomada 153 VIII | Gaudium et spes las podemos aplicar al tema de la presente reflexión. 154 VI,18 | debería abarcar en sí la doble aportación de los padres: la materna 155 VI,22 | maravillas de Dios» el Apóstol-hombre siente la necesidad de recurrir 156 I,1 | Apostolicam actuositatem, sobre el apostolado de los seglares.(3)~Tomas 157 I,1 | spes(2) y en el Decreto Apostolicam actuositatem, sobre el apostolado 158 VII,24 | Génesis (c. 2).(49)~Las cartas apostólicas van dirigidas a personas 159 VII,27 | a la vez, «mariana» y «apostólico-petrina».(55)~En la historia de 160 VIII,29| 10) se convierte en un apoyo insustituible y en una fuente 161 VII,24 | desde entonces, no cesa de apremiar a las generaciones que se 162 VI,19 | niño, ya no se acuerda del aprieto por el gozo de que ha nacido 163 IV,10 | hombre— no puede tender a apropiarse de las características masculinas, 164 VI,20 | de los discípulos, Cristo aprovecha la ocasión de aquella opinión 165 V,13 | encontramos con mujeres aquejadas de enfermedades o de sufrimientos 166 V,14 | mirar dentro de sí y ver si aquélla que le ha sido confiada 167 | aquello 168 VII,27 | 1), Prisca con su marido Aquila (cf. 2 Tim 4, 19), Evodia 169 V,13 | echaban sus donativos en el arca del tesoro (...) una viuda 170 VII,27 | Brígida de Suecia, Juana de Arco, Rosa de Lima, Elizabeth 171 IV,10 | constituye el principal argumento contra todas las situaciones 172 VII,24 | planteamiento, tan profundamente arraigado en la costumbre y en la 173 VII,23 | compasión te recogeré. En un arranque de furor te oculté mi rostro 174 V,13 | que esté sin pecado que le arroje la primera piedra». La fuerza 175 II,5 | sentido profundo, sacándola artificialmente del contexto del acontecimiento 176 VIII,29| genio» de la mujer, que asegure en toda circunstancia la 177 V,15 | sepultura lo ha hecho. Yo os aseguro: dondequiera que se proclame 178 III,8 | absoluto, no-creado, se asemeja todo el «engendrar» en el 179 VII,27 | después de su partida «eran asiduas en la oración» juntamente 180 VIII,29| paradigma» bíblico, se halla asimismo en la perspectiva escatológica 181 V,13 | Dios; algunas de ellas «le asistían con sus bienes». Entre éstas, 182 VI,21 | los Movimientos, Grupos o Asociaciones; en todas estas realidades, 183 VII,25 | Y esto no puede causar asombro, pues el Apóstol, para expresar 184 VI,19 | tiempo, la maternidad bajo el aspecto personal-ético expresa una 185 II,3 | que pone en evidencia las aspiraciones del espíritu humano a la 186 IX,30 | valle de lágrimas». Tal como asumen, juntamente con el hombre, 187 II,4 | Madre de Dios.~Esta verdad, asumida desde el principio por la 188 VIII | indica el camino a seguir al asumir las tareas relativas a la 189 IX,30 | agosto, solemnidad de la Asunción de la Virgen María, del 190 VIII,29| Cor 13, 13).~Así pues, una atenta lectura del paradigma bíblico 191 VI,19 | a la que «una espada ha atravesado el corazón» (cf. Lc 2, 35), 192 III,8 | Virgen.~Si bien no se pueden atribuir cualidades humanas a la 193 I,1 | signo de los tiempos», atribuyendo el título de Doctoras de 194 I,1 | cuenta los testimonios de los Auditores seglares —tanto mujeres 195 V,15 | él» (Lc 23, 27). Y antes aun había intervenido también 196 III,8 | siendo al mismo tiempo Hijo auténticamente humano de su Madre Virgen.~ 197 II,4 | se convirtió en el sujeto auténtico de aquella unión con Dios 198 VII,26 | dominante y a la tradición avalada por la legislación de su 199 VII,23 | manera: «No temas, que no te avergonzarás, ni te sonrojes, que no 200 IV,11 | en cierto sentido, le ha ayudado a descubrir «qué es el hombre» ( 201 III,6 | si se leen juntos, nos ayudan a comprender de un modo 202 VII,23 | purificándola mediante el baño del agua, en virtud de la 203 VII,23 | además que esta verdad se basa en la realidad bíblica de 204 VIII,28| Expresamos algo más universal, basado sobre el hecho mismo de 205 III,6 | texto bíblico proporciona bases suficientes para reconocer 206 VI,18 | contribución materna es decisiva y básica para la nueva personalidad 207 VII,27 | la misión de la Iglesia. Basta mencionar a Mónica, madre 208 VI,19 | uno de estos sufrimientos. Baste recordar la solicitud materna 209 VI,22 | por la predicación y el bautismo engendra a una vida nueva 210 VII,23 | como esposo por Juan el Bautista (cf. Jn 3, 27-29); más aún, 211 VII,27 | sacerdocio participan todos los bautizados, ya sean hombres o mujeres, 212 IX,30 | corazón de Dios en toda la belleza y riqueza de su femineidad, 213 V,13 | reconocimiento es uno de los más bellos del Evangelio (cf. Jn 4, 214 IX,30 | para que redunden en común beneficio de la Iglesia y de la humanidad, 215 IV,9 | medio de Jesucristo según el beneplácito de su voluntad» (cf. Ef 216 V,15 | realizado aquella mujer en Betania, en casa de Simón el leproso, 217 III,7 | lo «femenino». Los textos bíblicos, comenzando por el Génesis, 218 V,13 | ellas «le asistían con sus bienes». Entre éstas, el Evangelio 219 VIII,29| desconocido un grado de bienestar material que, mientras favorece 220 VI,18 | interpretación exclusivamente biofisiológica de la mujer y de la maternidad. 221 VI,18 | del niño, es un proceso biofisiológico y psíquico que hoy día se 222 VII,23 | Dios puede hablar de sí por boca del profeta, sirviéndose 223 II,3 | Vaticano II: «Quiso Dios con su bondad y sabiduría revelarse a 224 VII,23 | repudiada? dice tu Dios. Por un breve instante te abandoné pero 225 VII,27 | Cracovia, Isabel de Turingia, Brígida de Suecia, Juana de Arco, 226 IV,9 | no-semejanza» con Dios, «el único bueno» (cf. Mt 19, 17), que es 227 II,3 | humanidad desde siempre busca una respuesta a las preguntas 228 III,8 | físico, sin embargo se debe buscar en Dios el modelo absoluto 229 II,3 | del espíritu humano a la búsqueda de Dios —a veces casi como « 230 IV,9 | 13-14). Sin embargo, no cabe duda de que —independientemente 231 IV,11 | cabeza mientras acechas tú su calcañar». Es significativo que el 232 V,13 | de Simón que estaba «en cama con la fiebre» (Mc 1, 30), 233 VIII | bajo la superficie de lo cambiante hay muchas cosas permanentes, 234 II,3 | Dios —a veces casi como «caminando a tientas» (cf. Act 17, 235 IV,9 | presupone la «semejanza» en el campo de la libertad y de la voluntad 236 VIII,29| anulado este orden, no lo ha cancelado de modo irreversible; lo 237 V,14 | hijo, porque ella no logra cancelar su disponibilidad a acoger 238 V,14 | esta manera su profunda capacidad de ver, según la verdad, 239 III,7 | delinea ya en los primeros capítulos del Libro del Génesis) como 240 III,7 | Libro del Génesis permite captar, como un primer esbozo, 241 II,5 | perfección de lo «que es característico de la mujer», de «lo que 242 III,8 | referirnos aquí a varios textos característicos del profeta Isaías: «Pero 243 VI,18 | hombre en general—, que caracteriza profundamente toda la personalidad 244 V,12 | se trata de una actitud caracterizada por una extraordinaria transparencia 245 III,8 | modo de expresarse está caracterizado por un cierto antropomorfismo, 246 VII,26 | 22, 16). Estas palabras caracterizan plenamente el comportamiento 247 IX,30 | profesionalmente, mujeres cargadas a veces con una gran responsabilidad 248 IV,10 | hombre y en la mujer. Ellos, cargados con la pecaminosidad hereditaria, 249 VII,23 | alimenta y la cuida con cariño, lo mismo que Cristo a la 250 VI,21 | ejemplo, viven según el carisma y las reglas de los diferentes 251 VII,24 | Génesis (c. 2).(49)~Las cartas apostólicas van dirigidas 252 VI,20 | su mujer, no trae cuenta casarse» (Mt 19, 10). Prescindiendo 253 II,3 | búsqueda de Dios —a veces casi como «caminando a tientas» ( 254 VII,23 | esposo para presentaros cual casta virgen a Cristo» (2 Cor 255 VI,20 | evangélicos, en particular los de castidad, pobreza y obediencia, cuya 256 VI,20 | naturales —incluidos los causados por el hombre— del «celibato 257 II,5 | las palabras del mensajero celestial con su «fiat», siente la 258 VI,20 | simple quedarse soltera o célibe, pues la virginidad no se 259 VII,23 | Celoso estoy de vosotros con celos de Dios. Pues os tengo desposados 260 VII,23 | escribe a los Corintios: «Celoso estoy de vosotros con celos 261 VII,26 | Cristo durante la última Cena y sólo ellos recibieron 262 VII,27 | como Febe, «diaconisa de Cencreas» (cf. Rom 16, 1), Prisca 263 VI,20 | como expresión de una mayor cercanía a Dios no era totalmente 264 III,6 | descriptivo y metafórico, más cercano al lenguaje de los mitos 265 III,7 | abriendo perspectivas cerradas a la razón humana, sugiere 266 VI,18 | él te dominará») o por el cerrarse de la mujer en sus propios 267 VI,19 | conciencia que difícilmente cicatrizan. También con estos sufrimientos 268 III,8 | nombre toda familia en el cielo y en la tierra» (3, 14-15). 269 VI,18 | profundos estudios. El análisis científico confirma plenamente que 270 VII,27 | primera comunidad desde los cimientos —así como de las comunidades 271 V,13 | Jesús dice: «Has tenido cinco maridos y el que ahora tienes 272 V,16 | 3, 1). Al cumplirse los cincuenta días de la resurrección 273 VIII,29| mujer, que asegure en toda circunstancia la sensibilidad por el hombre, 274 IV,10 | 2, 16). Las palabras ya citadas del Génesis (3, 16) indican 275 II,3 | diversas religiones del mundo. Citamos aquí las palabras del Concilio 276 VII,23 | un análisis por separado. Citemos al menos un texto. Dios, 277 V,13 | con los apóstoles por las ciudades y los pueblos anunciando 278 VIII,28| los Efesios adquiere plena claridad lo que determina la dignidad 279 V,12 | profeta sabría quién y qué clase de mujer es la que le está 280 VI,21 | vida contemplativa o de clausura. Existen además otras formas 281 IV,10 | del deseo que nace en el clima del amor esponsal, el cual 282 V,15 | su madre, María, mujer de Clopás, y María Magdalena» (Jn 283 V,14 | razones diversas, es el co-sujeto de su existencia en el mundo, 284 VI,17 | virginidad y la maternidad coexisten en ella, sin excluirse recíprocamente 285 VIII,28| estructuran la convivencia y la colaboración entre las personas, hombres 286 VII,23 | montes se correrán y las colinas se moverán mas mi amor de 287 IX,30 | uno de aquellos admirables coloquios que muestran la gran estima 288 IV,11 | divina y es uno de los temas comentados frecuentemente por los Padres, 289 VI,20 | de lo que había dicho al comenzar a hablar del celibato (cf. 290 IV,9 | participación de su misma vida. Cometiendo el pecado, el hombre rechaza 291 V,14 | una mujer deseándola, ya cometió adulterio con ella en su 292 IV,11 | cf. Gál 4, 4), mientras comienza ya a cumplirse en la historia 293 I,1 | los Obispos en 1971, una Comisión especial cuya finalidad 294 III,8 | a su niño de pecho, sin compadecerse del hijo de sus entrañas? 295 VII,23 | pero con amor eterno te he compadecido, dice Yahveh tu Redentor (...) 296 V,13 | corrió a anunciarlo a sus compaisanos. El diálogo que precede 297 III,6 | Ciertamente se trata de la compañera de la vida con la que el 298 VII,23 | anterior y al mismo tiempo compara el carácter esponsal del 299 III,8 | Testamento), encontramos comparaciones que atribuyen a Dios cualidades « 300 VI,20 | 19, 27), lo cual no puede compararse con el simple quedarse soltera 301 VII,23 | Leyendo este pasaje rico y complejo, que en su conjunto es una 302 VI,21 | en la mujer— una profunda complementariedad e incluso una profunda unión 303 IV,10 | mujer halle respuesta y complemento en un «don» análogo por 304 VI,17 | la otra, sino que la ha completado admirablemente. La descripción 305 VII,25 | don sincero» del modo más completo y radical: «Nadie tiene 306 V,12 | contradiciendo aquella tradición que comportaba la discriminación de la 307 VI,21 | de maternidad, que puede comportar incluso un gran sacrificio 308 V,13 | así como en su modo de comportarse, no se encuentra nada que 309 VI,18 | con intuición singular «comprende» lo que lleva en su interior. 310 II,5 | interpersonal: es un diálogo. No lo comprendemos plenamente si no situamos 311 VI,22 | salvífica de Dios; si queremos comprenderla plenamente en relación con 312 VII,23 | Por parte de Dios es un «compromiso» duradero; Él permanece 313 VIII,28| amor, que viene de Dios, se comunica a las criaturas: «El amor 314 VI,21 | aquí solamente de formas comunitarias, sino también de formas 315 VI,18 | personalidad de la mujer. Comúnmente se piensa que la mujer es 316 VI,22 | nueva e inmortal a los hijos concebidos por obra del Espíritu Santo 317 VI,18 | Gén 4, 1). El Creador concede a los padres el don de un 318 III,8 | un lenguaje humano, usa conceptos e imágenes humanas. Si este 319 II,4 | pronunciando su «fiat», María concibió un hombre que era Hijo de 320 VII,25 | hacia las mujeres, podemos concluir que como hombrehijo de 321 IX | IX~CONCLUSIÓN~ 322 II,3 | lo cual establece una concordancia con las palabras del Protoevangelio 323 VII,24 | como mujeres y hombres concretos, y les recuerda el «ethos» 324 V,13 | Señor»— «Tampoco yo te condeno. Vete y en adelante no peques 325 VI,19 | umbral, cuya superación condiciona también «la revelación de 326 VIII,29| mientras favorece a algunos, conduce a otros a la marginación. 327 V,13 | sorprendida en adulterio y que es conducida ante Jesús. A la pregunta 328 IV,10 | puede de ninguna manera conducir a la «masculinización» de 329 VIII | Un modo diverso de actuar conduciría a resultados dudosos, por 330 V,16 | sobre el hecho de que Jesús confiaba a las mujeres las verdades 331 V,14 | a la mujer. Ellos fueron confiados recíprocamente el uno al 332 IV,9 | comienzo el pecado se inserta y configura como contraste y negación.~ 333 VI,21 | la virginidad halla una configuración multiforme. Pero no se trata 334 VII,26 | Esta es una explicación que confìrma la enseñanza de la Declaración 335 IV,9 | 19).~Estas palabras son confirmadas generación tras generación. 336 IV,10 | de la Sagrada Escritura confirman en diversos puntos la existencia 337 VII,27 | El Concilio Vaticano II, confirmando la enseñanza de toda la 338 III,7 | cierto sentido, descubrir y confirmar siempre el sentido integral 339 V,16 | resucitado. Al principio lo confunde con el guardián del jardín; 340 VII,23 | sonrojes, que no quedarás confundida, pues la vergüenza de tu 341 IV,10 | de esta igualdad, que es conjuntamente don y derecho que deriva 342 VI,18 | esencial.~La maternidad conlleva una comunión especial con 343 | conmigo 344 II,3 | humana que, ayer como hoy, conmueven íntimamente su corazón: ¿ 345 V,12 | que eran por oficio los conocedores de la ley, «los escribas», 346 III,7 | racional y libre, capaz de conocerlo y amarlo. Leemos además 347 VIII,29| serpiente antigua» (Ap 12, 9), conocida ya por el Protoevangelio: 348 V,16 | esclavo o libre, según las conocidas palabras del Apóstol: «Porque 349 III,6 | al lenguaje de los mitos conocidos en aquel tiempo. Sin embargo, 350 IV,9 | ser él mismo «como Dios, conociendo el bien y el mal» (cf. Gén 351 VI,21 | los marginados. Una mujer consagrada encuentra de esta manera 352 VI,21 | Seculares, o las Comunidades de consagrados que florecen dentro de los 353 V,14 | más», pero antes él hace conscientes de su pecado a los hombres 354 VI,17 | tu maternidad no será consecuencia de un «conocimiento» matrimonial, 355 VI,22 | virtud del Espíritu Santo, conserva virginalmente una fe íntegra, 356 V,16 | de Dios» (cf. Act 2, 11), conservando la verdad y la originalidad 357 V,12 | esto, extraordinario si se considera el ambiente de su tiempo; 358 II,4 | contraposición a Nestorio, que consideraba a María exclusivamente como 359 VI,20 | Reino de los cielos, en consideración de la vocación escatológica 360 I,1 | sinodales han hecho importantes consideraciones, teniendo también en cuenta 361 VI,19 | hombre. Si su maternidad, considerada ante todo en sentido biofísico, 362 VII,23 | ser.~Todo esto ya ha sido considerado anteriormente. El texto 363 VII,25 | fácilmente de manifiesto si consideramos la figura de la «esposa». 364 II,5 | hombre.~De esta manera, considerando la realidad mujer-Madre 365 II,3 | embargo, quizás vale la pena considerarlo a partir de la historia 366 V,14 | conciencia de la mujer no consigue olvidar el haber quitado 367 VIII,29| Apocalipsis— nos confirma en que consisten la dignidad y la vocación 368 III,8 | el dolor, lo ha nutrido y consolado (cf. Is 42, 14; 46, 3-4). 369 III,8 | y por Jerusalén seréis consolados)» (Is 66, 13). También en 370 III,8 | madre le consuela, así yo os consolaré (y por Jerusalén seréis 371 VII,24 | formulada de esta manera y la constatación de que «las mujeres (estén 372 IV,11 | palabras de la epístola paulina constatan que el misterio de la redención 373 VII,26 | perenne «unidad de los dos», constituida desde el «principio» entre 374 IV,9 | principio» y el pecado~9. «Constituído por Dios en un estado de 375 VI,18 | como se ha dicho, debería constituir un momento particular del 376 VII,27 | que todos en la Iglesia constituyan «un reino de sacerdotes» ( 377 VII,23 | contemporáneamente en dos direcciones que constituyen la totalidad del «gran misterio» (« 378 VI,22 | Padre (...) a quien Dios constituyó primogénito entre muchos 379 III,8 | uno a quien su madre le consuela, así yo os consolaré (y 380 VI,21 | diverso que en las de vida contemplativa o de clausura. Existen además 381 VII,23 | la relación esponsal va contemporáneamente en dos direcciones que constituyen 382 IV,11 | bíblico en el que están contenidas la verdad sobre la creación 383 IV,9 | Creador, en la que están contenidos no solamente el fundamento 384 IV,10 | dañinas, es decir injustas, contienen y expresan la herencia del 385 I,1 | particulares de todos los continentes.~ 386 V,12 | ahora confirmado por Cristo contradiciendo aquella tradición que comportaba 387 VI,18 | ser padres en común, él contrae una deuda especial con la 388 V,14 | en la mujer unas fuerzas contrapuestas a causa de la triple concupiscencia, 389 V,13 | propia del tiempo; por el contrario, sus palabras y sus obras 390 IV,9 | inserta y configura como contraste y negación.~Se puede decir, 391 VI,18 | paterna. Sin embargo, la contribución materna es decisiva y básica 392 V,16 | la gracia santificante, contribuye en igual medida al hecho 393 I,2 | parte, me ha parecido lo más conveniente dar a este documento el 394 II,5 | plenamente si no situamos toda la conversación entre el ángel y María en 395 IV,9 | eres polvo y en polvo te convertirás» (cf. Gén 3, 19).~Estas 396 VI,19 | ilumina el generar humano, convirtiéndolo en realidad y cometido de « 397 VI,20 | de la propia femineidad, convirtiéndose en «don sincero» a Dios, 398 II,4 | Con su «fiat» María se convirtió en el sujeto auténtico de 399 III,6 | el matrimonio y el amor conyugal están ordenados: «Sed fecundos 400 VI,22 | cuya generación y educación coopera con amor materno».(44) « 401 III,8 | libre de la característica corporal «masculina», propia de la 402 VIII,28| espirituales, psíquicas y corporales, como, por ejemplo, la edad, 403 VIII | afrontar tales cambios de modo correcto y adecuado solamente si 404 IV,11 | reflexión cristiana, la correlación Adán - Cristo frecuentemente 405 IV,11 | esto es, una revelación correlativa al misterio de la redención. 406 VII,23 | Porque los montes se correrán y las colinas se moverán 407 IV,11 | misterio de la creación correspondía al eterno designio de Dios 408 V,14 | de otra persona», es más, corresponsable del mismo. Y sin embargo, 409 V,13 | reconoció en Jesús al Mesías y corrió a anunciarlo a sus compaisanos. 410 VIII,29| una mujer a la medida del cosmos, a la medida de toda la 411 III,6 | es creada por Dios «de la costilla» del hombre y es puesta 412 VII,24 | profundamente arraigado en la costumbre y en la tradición religiosa 413 VII,27 | de Silesia y Eduvigis de Cracovia, Isabel de Turingia, Brígida 414 IV,9 | siempre para el hombre. Creando el hombre y la mujer a su 415 V,13 | designio eterno de Dios que, al crear a cada una de ellas, la 416 VI,19 | personal-ético expresa una creatividad muy importante de la mujer, 417 VI,19 | todo el proceso del hacer crecer como personas los nuevos 418 V,15 | en mí, no morirá jamás. ¿Crees esto?».~«Sí, Señor, yo creo 419 V,15 | Crees esto?».~«Sí, Señor, yo creo que tú eres el Cristo, el 420 VI,19 | llevó y los pechos que te criaron»? Jesús respondió: «Dichosos 421 VII,27 | testimonio y las obras de mujeres cristianas han incidido significativamente 422 VII,27 | un modelo para todos los cristianos, un modelo de la «sequela 423 VI,20 | en «un solo espíritu» con Cristo-Esposo (cf. 1 Cor 6, 17).~Este 424 VII,24 | mientras que en la relación Cristo-Iglesia la sumisión es sólo de la 425 VII,27 | insertos en la historiacriterios de comprensión y de juicio 426 V,12 | quienes se ponen en actitud crítica ante el mensaje cristiano— 427 V,16 | sólo en el momento de la crucifixión sino también el día de la 428 V,13 | episodios representan un cuadro de gran transparencia. Cristo 429 III,7 | Esta semejanza se da como cualidad del ser personal de ambos, 430 VI,18 | común, así como la parte más cualificada. Aunque el hecho de ser 431 | cualquiera 432 | cuantos 433 II,3 | el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el 434 VII,23 | mujeres como a sus propios cuerpos. El que ama a su mujer se 435 V,15 | sienten que Jesús les habla de cuestiones de las que en aquellos tiempos 436 VII,23 | antes bien, la alimenta y la cuida con cariño, lo mismo que 437 VI,19 | paradigma bíblico de la «mujer» culmina en la maternidad de la Madre 438 VIII,28| independientemente del contexto cultural en el que vive cada una 439 I,1 | vocación de la mujer se cumple en plenitud, la hora en 440 VI,22 | e imitando su caridad y cumpliendo fielmente la voluntad del 441 VII,27 | hijas» del Pueblo de Dios cumpliéndose así el anuncio del profeta 442 VIII,29| 15, 28).(62)~Entonces se cumplirá definitivamente la verdad 443 V,13 | mujer cananea suplicaba la curación de su hija.~A veces las 444 V,13 | impuro». Todas ellas fueron curadas, y la última, la hemorroisa, 445 IV,10 | mensaje bíblico y evangélico custodia la verdad sobre la «unidad» 446 VI,19 | la disponibilidad para «custodiar» esta Palabra, que es «palabra 447 V,12 | Quien así hablaba y actuaba daba a entender que conocía a 448 IX,30 | grande generosidad han sido dadas a las «hijas» de la Jerusalén 449 VI,21 | en el amor que los padres dan a sus hijos. En la virginidad 450 VIII,29| encontrarse a sí misma si no es dando amor a los demás.~Desde 451 IV,10 | que, siendo objetivamente dañinas, es decir injustas, contienen 452 IV,9 | dolores» con que la mujer dará a luz a sus hijos (cf. Gén 453 VII,25 | se ha dado a sí mismo». «Darse» quiere decir «convertirse 454 VI,20 | la venida del Mesías, que debía ser de la «estirpe de la 455 V,12 | incluso «santa indignación» debían causar en quienes escuchaban, 456 IX,30 | eterna, sean reconocidas debidamente, valorizadas, para que redunden 457 IX,30 | perfectas» y por las mujeres «débiles». Por todas ellas, tal como 458 I,1 | tanto a que la humanidad no decaiga».(1) Las palabras de este 459 IV,9 | cf. Gén 3, 5), es decir, decidiendo sobre el bien y el mal independientemente 460 VIII,28| intuir una verdad que parece decidir de modo esencial la cuestión 461 IX,30 | Virgen María, del año 1988, décimo de mi Pontificado.~ ~ ~ 462 I,1 | las consecuencias de la decisión del Creador que ha hecho 463 VII,26 | confìrma la enseñanza de la Declaración Inter insigniores, publicada 464 IV,10 | Iluminando este programa, declarado constantemente y recordado 465 I,1 | Gaudium et spes(2) y en el Decreto Apostolicam actuositatem, 466 VI,20 | la persona, es decir, su dedicación exclusiva a Dios en virtud 467 I,1 | octubre de 1987), que fue dedicada a «la vocación y misión 468 IX,30 | virginidad; por las mujeres dedicadas a tantos y tantos seres 469 IX,30 | en el Año que le hemos dedicado, en el umbral del tercer 470 VI,20 | mismo tiempo sirve para dedicar a este Reino escatológico 471 VI,20 | distingue el celibato debido a defectos naturales —incluidos los 472 VII,27 | Iglesia. En efecto, la Iglesia defendiendo la dignidad de la mujer 473 V,15 | visitarlos a su casa él mismo definió el comportamiento de María 474 VIII,29| 62)~Entonces se cumplirá definitivamente la verdad de que «la mayor 475 II,3 | fundamentales y, a la vez, definitivas que más le angustian. ¿No 476 VI,18 | recíproco de sí mismo no es deformado por el deseo del hombre 477 IV,10 | realizarse» y podría, en cambio, deformar y perder lo que constituye 478 V,14 | situaciones análogas. Una mujer es dejada sola con su pecado y es 479 | dejar 480 VI,20 | radicalismo del Evangelio: Dejarlo todo y seguir a Cristo ( 481 IV,10 | un punto extremadamente delicado de la dimensión de aquel « 482 I,1 | muy particular. Esto lo demuestran, entre otras cosas, las 483 IV,11 | de la reflexión sobre el depósito de la fe recibida por la 484 IV,10 | conjuntamente don y derecho que deriva del mismo Dios Creador, 485 VII,26 | dado», su sangre ha sido «derramada» (cf. Lc 22, 19-20). De 486 V,15 | ha hecho conmigo (...) al derramar ella este ungüento sobre 487 V,16 | palabras del Profeta: «Yo derramaré mi espíritu en toda carne. 488 VIII,28| que «el amor de Dios se derrame en los corazones» de los 489 VII,24 | pueblos, y que todavía no han desaparecido de la escena de la historia?~ 490 III,7 | personas, sobre el que se desarrollará a su vez la verdad sobre 491 III,7 | Antiguo y el Nuevo Testamento desarrollarán este «ethos», cuyo vértice 492 VII,24 | personalidad femenina puede desarrollarse y enriquecerse plenamente. 493 III,6 | humano, es transmitida a sus descendientes por el hombre y la mujer, 494 VI,19 | mediante la fe en el misterio desconcertante del «despojo» del propio 495 VIII,29| alcanzar de modo hasta ahora desconocido un grado de bienestar material 496 IV,9 | palabras con las que claramente describe la nueva situación del hombre 497 V,15 | realidad los Evangelios no sólo describen lo que ha realizado aquella 498 V,13 | que refleje la habitual descriminación de la mujer, propia del 499 III,6 | es, podríamos decir, más descriptivo y metafórico, más cercano 500 IV,11 | hombre al propio hombre y le descubre la sublimidad de su vocación», 501 V,15 | encuentran junto a Cristo se descubren a sí mismas en la verdad 502 IV,10 | te dominará» (Gén 3, 16), descubrimos una ruptura y una constante


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