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| Ioannes Paulus PP. II Mulieris dignitatem IntraText - Concordancias (Hapax Legomena) |
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1 III,8 | por siempre!» (Sal 131 [130], 2-3). En diversos pasajes
2 III,8 | ahora y por siempre!» (Sal 131 [130], 2-3). En diversos
3 I,1 | Sínodo de los Obispos en 1971, una Comisión especial cuya
4 I,1 | los Obispos (octubre de 1987), que fue dedicada a «la
5 IX,30 | la Virgen María, del año 1988, décimo de mi Pontificado.~ ~ ~
6 VII,24 | cabeza de la mujer» (5, 22-23a). El autor sabe que este
7 VI,22 | figura» de la Iglesia:(43) «Pues en el misterio de
8 II,4 | el Concilio de Efeso (a. 431).(18) En contraposición
9 VII,23 | Jeremías, Ezequiel e Isaías.(48) Cada uno de estos textos
10 VII,26 | sacerdocio ministerial.(50)~
11 VII,27 | pida (cf. 1 Ped 3, 15).(51) La participación universal
12 VII,27 | estructura «jerárquica»,(53) sin embargo esta estructura
13 VIII | responder a su máxima vocación».(56) Estas palabras de la Constitución
14 VIII | ayer, hoy y para siempre».(57)~Con estas palabras la Constitución
15 VIII,28| orden de justicia y caridad.(58)~Sólo la persona puede amar
16 VIII,29| de sí mismo a los demás».(59) Esto se refiere a todo
17 VIII,29| expresada por el Apocalipsis.(60) Es «una Mujer, vestida
18 VIII,29| ayer, hoy y para siempre».(61) Si el hombre es confiado
19 VIII,29| en todos» (1 Cor 15, 28).(62)~Entonces se cumplirá definitivamente
20 IX,30 | perfecta unión con Cristo»,(63) nos obtenga también este «
21 III,8 | seréis consolados)» (Is 66, 13). También en los Salmos
22 VI,19 | vida eterna» (cf. Jn 6, 68). En efecto, son precisamente
23 V,14 | Cuántas veces queda ella abandonada con su maternidad, cuando
24 III,8 | dice Sión: "Yahveh me ha abandonado, el Señor me ha olvidado" ¿
25 VI,21 | enfermos, los minusválidos, los abandonados, los huérfanos, los ancianos,
26 III,6 | ella «una sola carne» y abandonando por esto a «su padre y a
27 VII,23 | Por un breve instante te abandoné pero con gran compasión
28 VI,18 | entendida globalmente— debería abarcar en sí la doble aportación
29 III,8 | dirigía a Dios llamándole «Abba-Padre» (Mc 14, 36) —por ser su
30 I,1 | mujer. Entre otras cosas, abogaron por la profundización de
31 VII,24 | llevara a la práctica con la abolición de la esclavitud! Y ¿qué
32 VII,23 | a sí mismo. Porque nadie aborreció jamás su propia carne; antes
33 IX,30 | femineidad, tal como han sido abrazadas por su amor eterno; tal
34 VI,21 | abierta a todos los hombres, abrazados por el amor de Cristo Esposo.~
35 V,16 | 6). Son las primeras en abrazarle los pies (cf. Mt 28, 9).
36 III,7 | somos uno" (Jn 17, 21-22), abriendo perspectivas cerradas a
37 IV,11 | Anunciación de Nazaret. Esta es la absoluta novedad del Evangelio. En
38 V,16 | limitación, así como no limita absolutamente la acción salvífica y santificante
39 VI,18 | este común engendrar, que absorbe literalmente las energías
40 VI,18 | teórica o una definición abstracta, pues indica de modo esencial
41 IV,9 | el bien o de la que puede abusar eligiendo el mal contra
42 IV,9 | comienzos de la historia abusó de su libertad, erigiéndose
43 V,14 | masculina», de vuestros abusos?~Esta es una verdad válida
44 IV,11 | pisará la cabeza mientras acechas tú su calcañar». Es significativo
45 VI,18 | del «principio» la madre acepta y ama al hijo que lleva
46 VI,18 | mujer al don de sí, y a la aceptación de la nueva vida.~En la
47 VI,22 | mediante la palabra de Dios aceptada con fidelidad, pues por
48 V,16 | con la mujer, confirma y aclara en el Espíritu Santo la
49 V,12 | mujer. Este significado es aclarado por las palabras de Cristo
50 V,15 | modo que también ellos lo acogen con fe (cf. Jn 4, 39-42).
51 VIII | vivimos, puede y debe ser acogida con la «luz y fuerza» que
52 IV,11 | Cristo frecuentemente acompaña a la de Eva - María. Dado
53 V,13 | recibieron tantas gracias, lo acompañaban en sus peregrinaciones con
54 VI,18 | según la Biblia, están acompañados por las palabras siguientes
55 V,13 | la vida a su hijo único, acompañando su gesto con una expresión
56 II,4 | del «yo» humano. Lo mismo acontece en la anunciación de Nazaret.~
57 II,3 | marcha de las cosas y en los acontecimientos de la vida humana, y a veces
58 V,15 | en aquellos tiempos no se acostumbraba a discutir con una mujer.
59 V,12 | Moisés prescribió dar acta de divorcio y repudiarla»(
60 V,12 | y por el conjunto de sus actitudes hacia las mujeres, que es
61 V,12 | 31).~Quien así hablaba y actuaba daba a entender que conocía
62 V,14 | en su enseñanza y en su actuación la propia subjetividad y
63 VII,27 | sociales las mujeres santas han actuado «con libertad», fortalecidas
64 I,2 | Esta Encíclica desarrolla y actualiza la enseñanza del Concilio
65 I,1 | en el Decreto Apostolicam actuositatem, sobre el apostolado de
66 VI,19 | a luz al niño, ya no se acuerda del aprieto por el gozo
67 IV,10 | base de estos recursos, de acuerdo con la riqueza de la femineidad,
68 V,14 | convierte incluso en el acusador, como en el caso descrito
69 V,14 | Jesús parece decir a los acusadores: esta mujer con todo su
70 V,14 | pecado a los hombres que la acusan para poder lapidarla, manifestando
71 IV,11 | Nuevo Testamento, expresan adecuadamente la misión de la mujer en
72 V,13 | yo te condeno. Vete y en adelante no peques más» (cf. Jn 8,
73 V,13 | nombra a Juana, mujer del administrador de Herodes, Susana y «otras
74 VI,18 | seno de la mujer. La madre admira este misterio y con intuición
75 VI,17 | sino que la ha completado admirablemente. La descripción de la Anunciación
76 IX,30 | transcurso de uno de aquellos admirables coloquios que muestran la
77 VII,26 | sobre la cuestión de la admisión de las mujeres al sacerdocio
78 IV,11 | evidencia a la «mujer» si no se admite que en ella tiene su comienzo
79 V,12 | Es algo universalmente admitido —incluso por parte de quienes
80 IV,9 | dolorosa. Además, es necesario admitir que Dios, como Creador y
81 IV,9 | antemano para ser sus hijos adoptivos por medio de Jesucristo
82 V,15 | Espíritu y de la verdadera adoración, que el Padre tiene derecho
83 VI,17 | luz del Evangelio éstas adquieren la plenitud de su sentido
84 VII,27 | amor redentor del Esposo adquiría plena fuerza expresiva.
85 V,13 | pecadoras: pecadoras públicas y adúlteras. A la Samaritana el mismo
86 VI,19 | olvidadas por los hijos adultos, la de las viudas, los sufrimientos
87 V,15 | la mujer de Pilatos, que advirtió a su marido: «No te metas
88 VII,27 | comprensión y de juicio que no afecten a su naturaleza. Aunque
89 V,13 | gesto con una expresión de afectuosa piedad: «Tuvo compasión
90 VIII,28| mujer y su vocación. Cuando afirmamos que la mujer es la que recibe
91 VII,23 | tu mocedad olvidarás y la afrenta de tu viudez no recordarás
92 IX,30 | San Pedro, el día 15 de agosto, solemnidad de la Asunción
93 VII,27 | una víctima viva, santa y agradable a Dios» (cf. Rom 12, 1),
94 IX,30 | inefable.~La Iglesia expresa su agradecimiento por todas las manifestaciones
95 IV,9 | Creador y Padre, es aquí agraviado, «ofendido», y ofendido
96 VII,23 | purificándola mediante el baño del agua, en virtud de la palabra,
97 VII,27 | mencionar a Mónica, madre de Agustín, Macrina, Olga de Kiev,
98 | ajeno
99 VI,19 | medio de la multitud, que lo alababa por la maternidad de su
100 V,13 | Mc 5, 27), mereció la alabanza del Señor por su gran fe: «
101 II,3 | 14).De esta manera, María alcanza tal unión con Dios que supera
102 VII,27 | su persona la «Iglesia ha alcanzado ya la perfección con la
103 I,1 | un peso, un poder jamás alcanzados hasta ahora. Por eso, en
104 VIII,29| y de la técnica permiten alcanzar de modo hasta ahora desconocido
105 VI,19 | pero volveré a veros y se alegrará vuestro corazón y vuestra
106 VI,19 | vuestro corazón y vuestra alegría nadie os la podrá quitar» (
107 | alguna
108 | alguno
109 VII,23 | propia carne; antes bien, la alimenta y la cuida con cariño, lo
110 VI,20 | del hombre y Esposo de las almas: un don «esponsal». No se
111 VIII,28| femineidad halla su más alta expresión en la Virgen Madre
112 I,2 | le hace consciente de su altísima vocación», como enseña el
113 VI,18 | empequeñecida» estaría a la misma altura de la concepción materialista
114 V,15 | hermanas de Lázaro; «Jesús amaba a Marta, a su hermana María
115 V,15 | su propio ser; se sienten amadas por un «amor eterno», por
116 I | INTRODUCCIÓN~Venerables Hermanos,~amadísimos hijos e hijas,~salud y Bendición
117 VII,24 | amad a vuestras mujeres», amadlas como exigencia de esa unión
118 V,12 | corazones humanos como fruto amargo del ofuscamiento de la imagen
119 III,7 | libre, capaz de conocerlo y amarlo. Leemos además que el hombre
120 III,7 | trata de una «ayuda» de ambas partes, que ha de ser «ayuda»
121 VI,20 | totalmente ajeno en ciertos ambientes judíos, sobre todo en los
122 VII,26 | vocación de la mujer, sin amoldarse al uso dominante y a la
123 IV,10 | ethos» bíblico en toda su amplitud.(33)~En nuestro tiempo la
124 VI,20 | hombre a la unión con Dios. Y añade: «Quien pueda entender,
125 VIII,28| Carta a los Efesios que analizamos nos permite pensar en una
126 V,14 | innumerables situaciones análogas. Una mujer es dejada sola
127 VI,21 | abandonados, los huérfanos, los ancianos, los niños, los jóvenes,
128 II,3 | definitivas que más le angustian. ¿No se encuentra quizás
129 IV,9 | erigiéndose contra Dios y anhelando conseguir su fin fuera de
130 III,6 | el mundo de las criaturas animadas que lo circunda y no halla
131 III,6 | también un ser racional (animal rationale).(23) Gracias
132 III,6 | los dotados de sentidos (animalia)— sea también un ser racional (
133 VII,27 | Los escritos apostólicos anotan sus nombres, como Febe, «
134 IV,10 | palabras de la Biblia: «Tendrás ansia de tu marido y él te dominará».
135 IV,9 | el amor, eligiéndonos de antemano para ser sus hijos adoptivos
136 II,3 | dirigimos?».(13) «Ya desde la antigüedad y hasta nuestros días se
137 III,6 | fragmento contiene las verdades antropológicas fundamentales: el hombre
138 I,1 | profundización de los fundamentos antropológicos y teológicos necesarios
139 III,8 | lenguaje bíblico, su modo antropomórfico de hablar de Dios, indica
140 VIII,29| pecado de los orígenes no ha anulado este orden, no lo ha cancelado
141 V,14 | intenta de modos diversos «anular» el mal de este pecado;
142 V,12 | La redención del hombre anunciada allí se hace aquí realidad
143 V,16 | resucitado como lo había anunciado» (Mt 28, 6). Son las primeras
144 V,13 | las ciudades y los pueblos anunciando el Evangelio del Reino de
145 V,16 | primeras en ser llamadas a anunciar esta verdad a los apóstoles (
146 V,13 | Jesús al Mesías y corrió a anunciarlo a sus compaisanos. El diálogo
147 IX,30 | manifestaciones del «genio» femenino aparecidas a lo largo de la historia,
148 VI,19 | biofísico, manifiesta una aparente pasividad: el proceso de
149 VII,23 | mi amor de tu lado no se apartará y mi alianza de paz no se
150 V,13 | Moisés nos mandó en la ley apedrear a estas mujeres. ¿Tú que
151 III,6 | fundamentales: el hombre es el ápice de todo lo creado en el
152 VII,23 | 29); más aún, Cristo se aplica esta comparación tomada
153 VIII | Gaudium et spes las podemos aplicar al tema de la presente reflexión.
154 VI,18 | debería abarcar en sí la doble aportación de los padres: la materna
155 VI,22 | maravillas de Dios» el Apóstol-hombre siente la necesidad de recurrir
156 I,1 | Apostolicam actuositatem, sobre el apostolado de los seglares.(3)~Tomas
157 I,1 | spes(2) y en el Decreto Apostolicam actuositatem, sobre el apostolado
158 VII,24 | Génesis (c. 2).(49)~Las cartas apostólicas van dirigidas a personas
159 VII,27 | a la vez, «mariana» y «apostólico-petrina».(55)~En la historia de
160 VIII,29| 10) se convierte en un apoyo insustituible y en una fuente
161 VII,24 | desde entonces, no cesa de apremiar a las generaciones que se
162 VI,19 | niño, ya no se acuerda del aprieto por el gozo de que ha nacido
163 IV,10 | hombre— no puede tender a apropiarse de las características masculinas,
164 VI,20 | de los discípulos, Cristo aprovecha la ocasión de aquella opinión
165 V,13 | encontramos con mujeres aquejadas de enfermedades o de sufrimientos
166 V,14 | mirar dentro de sí y ver si aquélla que le ha sido confiada
167 | aquello
168 VII,27 | 1), Prisca con su marido Aquila (cf. 2 Tim 4, 19), Evodia
169 V,13 | echaban sus donativos en el arca del tesoro (...) una viuda
170 VII,27 | Brígida de Suecia, Juana de Arco, Rosa de Lima, Elizabeth
171 IV,10 | constituye el principal argumento contra todas las situaciones
172 VII,24 | planteamiento, tan profundamente arraigado en la costumbre y en la
173 VII,23 | compasión te recogeré. En un arranque de furor te oculté mi rostro
174 V,13 | que esté sin pecado que le arroje la primera piedra». La fuerza
175 II,5 | sentido profundo, sacándola artificialmente del contexto del acontecimiento
176 VIII,29| genio» de la mujer, que asegure en toda circunstancia la
177 V,15 | sepultura lo ha hecho. Yo os aseguro: dondequiera que se proclame
178 III,8 | absoluto, no-creado, se asemeja todo el «engendrar» en el
179 VII,27 | después de su partida «eran asiduas en la oración» juntamente
180 VIII,29| paradigma» bíblico, se halla asimismo en la perspectiva escatológica
181 V,13 | Dios; algunas de ellas «le asistían con sus bienes». Entre éstas,
182 VI,21 | los Movimientos, Grupos o Asociaciones; en todas estas realidades,
183 VII,25 | Y esto no puede causar asombro, pues el Apóstol, para expresar
184 VI,19 | tiempo, la maternidad bajo el aspecto personal-ético expresa una
185 II,3 | que pone en evidencia las aspiraciones del espíritu humano a la
186 IX,30 | valle de lágrimas». Tal como asumen, juntamente con el hombre,
187 II,4 | Madre de Dios.~Esta verdad, asumida desde el principio por la
188 VIII | indica el camino a seguir al asumir las tareas relativas a la
189 IX,30 | agosto, solemnidad de la Asunción de la Virgen María, del
190 VIII,29| Cor 13, 13).~Así pues, una atenta lectura del paradigma bíblico
191 VI,19 | a la que «una espada ha atravesado el corazón» (cf. Lc 2, 35),
192 III,8 | Virgen.~Si bien no se pueden atribuir cualidades humanas a la
193 I,1 | signo de los tiempos», atribuyendo el título de Doctoras de
194 I,1 | cuenta los testimonios de los Auditores seglares —tanto mujeres
195 V,15 | él» (Lc 23, 27). Y antes aun había intervenido también
196 III,8 | siendo al mismo tiempo Hijo auténticamente humano de su Madre Virgen.~
197 II,4 | se convirtió en el sujeto auténtico de aquella unión con Dios
198 VII,26 | dominante y a la tradición avalada por la legislación de su
199 VII,23 | manera: «No temas, que no te avergonzarás, ni te sonrojes, que no
200 IV,11 | en cierto sentido, le ha ayudado a descubrir «qué es el hombre» (
201 III,6 | si se leen juntos, nos ayudan a comprender de un modo
202 VII,23 | purificándola mediante el baño del agua, en virtud de la
203 VII,23 | además que esta verdad se basa en la realidad bíblica de
204 VIII,28| Expresamos algo más universal, basado sobre el hecho mismo de
205 III,6 | texto bíblico proporciona bases suficientes para reconocer
206 VI,18 | contribución materna es decisiva y básica para la nueva personalidad
207 VII,27 | la misión de la Iglesia. Basta mencionar a Mónica, madre
208 VI,19 | uno de estos sufrimientos. Baste recordar la solicitud materna
209 VI,22 | por la predicación y el bautismo engendra a una vida nueva
210 VII,23 | como esposo por Juan el Bautista (cf. Jn 3, 27-29); más aún,
211 VII,27 | sacerdocio participan todos los bautizados, ya sean hombres o mujeres,
212 IX,30 | corazón de Dios en toda la belleza y riqueza de su femineidad,
213 V,13 | reconocimiento es uno de los más bellos del Evangelio (cf. Jn 4,
214 IX,30 | para que redunden en común beneficio de la Iglesia y de la humanidad,
215 IV,9 | medio de Jesucristo según el beneplácito de su voluntad» (cf. Ef
216 V,15 | realizado aquella mujer en Betania, en casa de Simón el leproso,
217 III,7 | lo «femenino». Los textos bíblicos, comenzando por el Génesis,
218 V,13 | ellas «le asistían con sus bienes». Entre éstas, el Evangelio
219 VIII,29| desconocido un grado de bienestar material que, mientras favorece
220 VI,18 | interpretación exclusivamente biofisiológica de la mujer y de la maternidad.
221 VI,18 | del niño, es un proceso biofisiológico y psíquico que hoy día se
222 VII,23 | Dios puede hablar de sí por boca del profeta, sirviéndose
223 II,3 | Vaticano II: «Quiso Dios con su bondad y sabiduría revelarse a
224 VII,23 | repudiada? dice tu Dios. Por un breve instante te abandoné pero
225 VII,27 | Cracovia, Isabel de Turingia, Brígida de Suecia, Juana de Arco,
226 IV,9 | no-semejanza» con Dios, «el único bueno» (cf. Mt 19, 17), que es
227 II,3 | humanidad desde siempre busca una respuesta a las preguntas
228 III,8 | físico, sin embargo se debe buscar en Dios el modelo absoluto
229 II,3 | del espíritu humano a la búsqueda de Dios —a veces casi como «
230 IV,9 | 13-14). Sin embargo, no cabe duda de que —independientemente
231 IV,11 | cabeza mientras acechas tú su calcañar». Es significativo que el
232 V,13 | de Simón que estaba «en cama con la fiebre» (Mc 1, 30),
233 VIII | bajo la superficie de lo cambiante hay muchas cosas permanentes,
234 II,3 | Dios —a veces casi como «caminando a tientas» (cf. Act 17,
235 IV,9 | presupone la «semejanza» en el campo de la libertad y de la voluntad
236 VIII,29| anulado este orden, no lo ha cancelado de modo irreversible; lo
237 V,14 | hijo, porque ella no logra cancelar su disponibilidad a acoger
238 V,14 | esta manera su profunda capacidad de ver, según la verdad,
239 III,7 | delinea ya en los primeros capítulos del Libro del Génesis) como
240 III,7 | Libro del Génesis permite captar, como un primer esbozo,
241 II,5 | perfección de lo «que es característico de la mujer», de «lo que
242 III,8 | referirnos aquí a varios textos característicos del profeta Isaías: «Pero
243 VI,18 | hombre en general—, que caracteriza profundamente toda la personalidad
244 V,12 | se trata de una actitud caracterizada por una extraordinaria transparencia
245 III,8 | modo de expresarse está caracterizado por un cierto antropomorfismo,
246 VII,26 | 22, 16). Estas palabras caracterizan plenamente el comportamiento
247 IX,30 | profesionalmente, mujeres cargadas a veces con una gran responsabilidad
248 IV,10 | hombre y en la mujer. Ellos, cargados con la pecaminosidad hereditaria,
249 VII,23 | alimenta y la cuida con cariño, lo mismo que Cristo a la
250 VI,21 | ejemplo, viven según el carisma y las reglas de los diferentes
251 VII,24 | Génesis (c. 2).(49)~Las cartas apostólicas van dirigidas
252 VI,20 | su mujer, no trae cuenta casarse» (Mt 19, 10). Prescindiendo
253 II,3 | búsqueda de Dios —a veces casi como «caminando a tientas» (
254 VII,23 | esposo para presentaros cual casta virgen a Cristo» (2 Cor
255 VI,20 | evangélicos, en particular los de castidad, pobreza y obediencia, cuya
256 VI,20 | naturales —incluidos los causados por el hombre— del «celibato
257 II,5 | las palabras del mensajero celestial con su «fiat», siente la
258 VI,20 | simple quedarse soltera o célibe, pues la virginidad no se
259 VII,23 | Celoso estoy de vosotros con celos de Dios. Pues os tengo desposados
260 VII,23 | escribe a los Corintios: «Celoso estoy de vosotros con celos
261 VII,26 | Cristo durante la última Cena y sólo ellos recibieron
262 VII,27 | como Febe, «diaconisa de Cencreas» (cf. Rom 16, 1), Prisca
263 VI,20 | como expresión de una mayor cercanía a Dios no era totalmente
264 III,6 | descriptivo y metafórico, más cercano al lenguaje de los mitos
265 III,7 | abriendo perspectivas cerradas a la razón humana, sugiere
266 VI,18 | él te dominará») o por el cerrarse de la mujer en sus propios
267 VI,19 | conciencia que difícilmente cicatrizan. También con estos sufrimientos
268 III,8 | nombre toda familia en el cielo y en la tierra» (3, 14-15).
269 VI,18 | profundos estudios. El análisis científico confirma plenamente que
270 VII,27 | primera comunidad desde los cimientos —así como de las comunidades
271 V,13 | Jesús dice: «Has tenido cinco maridos y el que ahora tienes
272 V,16 | 3, 1). Al cumplirse los cincuenta días de la resurrección
273 VIII,29| mujer, que asegure en toda circunstancia la sensibilidad por el hombre,
274 IV,10 | 2, 16). Las palabras ya citadas del Génesis (3, 16) indican
275 II,3 | diversas religiones del mundo. Citamos aquí las palabras del Concilio
276 VII,23 | un análisis por separado. Citemos al menos un texto. Dios,
277 V,13 | con los apóstoles por las ciudades y los pueblos anunciando
278 VIII,28| los Efesios adquiere plena claridad lo que determina la dignidad
279 V,12 | profeta sabría quién y qué clase de mujer es la que le está
280 VI,21 | vida contemplativa o de clausura. Existen además otras formas
281 IV,10 | del deseo que nace en el clima del amor esponsal, el cual
282 V,15 | su madre, María, mujer de Clopás, y María Magdalena» (Jn
283 V,14 | razones diversas, es el co-sujeto de su existencia en el mundo,
284 VI,17 | virginidad y la maternidad coexisten en ella, sin excluirse recíprocamente
285 VIII,28| estructuran la convivencia y la colaboración entre las personas, hombres
286 VII,23 | montes se correrán y las colinas se moverán mas mi amor de
287 IX,30 | uno de aquellos admirables coloquios que muestran la gran estima
288 IV,11 | divina y es uno de los temas comentados frecuentemente por los Padres,
289 VI,20 | de lo que había dicho al comenzar a hablar del celibato (cf.
290 IV,9 | participación de su misma vida. Cometiendo el pecado, el hombre rechaza
291 V,14 | una mujer deseándola, ya cometió adulterio con ella en su
292 IV,11 | cf. Gál 4, 4), mientras comienza ya a cumplirse en la historia
293 I,1 | los Obispos en 1971, una Comisión especial cuya finalidad
294 III,8 | a su niño de pecho, sin compadecerse del hijo de sus entrañas?
295 VII,23 | pero con amor eterno te he compadecido, dice Yahveh tu Redentor (...)
296 V,13 | corrió a anunciarlo a sus compaisanos. El diálogo que precede
297 III,6 | Ciertamente se trata de la compañera de la vida con la que el
298 VII,23 | anterior y al mismo tiempo compara el carácter esponsal del
299 III,8 | Testamento), encontramos comparaciones que atribuyen a Dios cualidades «
300 VI,20 | 19, 27), lo cual no puede compararse con el simple quedarse soltera
301 VII,23 | Leyendo este pasaje rico y complejo, que en su conjunto es una
302 VI,21 | en la mujer— una profunda complementariedad e incluso una profunda unión
303 IV,10 | mujer halle respuesta y complemento en un «don» análogo por
304 VI,17 | la otra, sino que la ha completado admirablemente. La descripción
305 VII,25 | don sincero» del modo más completo y radical: «Nadie tiene
306 V,12 | contradiciendo aquella tradición que comportaba la discriminación de la
307 VI,21 | de maternidad, que puede comportar incluso un gran sacrificio
308 V,13 | así como en su modo de comportarse, no se encuentra nada que
309 VI,18 | con intuición singular «comprende» lo que lleva en su interior.
310 II,5 | interpersonal: es un diálogo. No lo comprendemos plenamente si no situamos
311 VI,22 | salvífica de Dios; si queremos comprenderla plenamente en relación con
312 VII,23 | Por parte de Dios es un «compromiso» duradero; Él permanece
313 VIII,28| amor, que viene de Dios, se comunica a las criaturas: «El amor
314 VI,21 | aquí solamente de formas comunitarias, sino también de formas
315 VI,18 | personalidad de la mujer. Comúnmente se piensa que la mujer es
316 VI,22 | nueva e inmortal a los hijos concebidos por obra del Espíritu Santo
317 VI,18 | Gén 4, 1). El Creador concede a los padres el don de un
318 III,8 | un lenguaje humano, usa conceptos e imágenes humanas. Si este
319 II,4 | pronunciando su «fiat», María concibió un hombre que era Hijo de
320 VII,25 | hacia las mujeres, podemos concluir que como hombre —hijo de
321 IX | IX~CONCLUSIÓN~
322 II,3 | lo cual establece una concordancia con las palabras del Protoevangelio
323 VII,24 | como mujeres y hombres concretos, y les recuerda el «ethos»
324 V,13 | Señor»— «Tampoco yo te condeno. Vete y en adelante no peques
325 VI,19 | umbral, cuya superación condiciona también «la revelación de
326 VIII,29| mientras favorece a algunos, conduce a otros a la marginación.
327 V,13 | sorprendida en adulterio y que es conducida ante Jesús. A la pregunta
328 IV,10 | puede de ninguna manera conducir a la «masculinización» de
329 VIII | Un modo diverso de actuar conduciría a resultados dudosos, por
330 V,16 | sobre el hecho de que Jesús confiaba a las mujeres las verdades
331 V,14 | a la mujer. Ellos fueron confiados recíprocamente el uno al
332 IV,9 | comienzo el pecado se inserta y configura como contraste y negación.~
333 VI,21 | la virginidad halla una configuración multiforme. Pero no se trata
334 VII,26 | Esta es una explicación que confìrma la enseñanza de la Declaración
335 IV,9 | 19).~Estas palabras son confirmadas generación tras generación.
336 IV,10 | de la Sagrada Escritura confirman en diversos puntos la existencia
337 VII,27 | El Concilio Vaticano II, confirmando la enseñanza de toda la
338 III,7 | cierto sentido, descubrir y confirmar siempre el sentido integral
339 V,16 | resucitado. Al principio lo confunde con el guardián del jardín;
340 VII,23 | sonrojes, que no quedarás confundida, pues la vergüenza de tu
341 IV,10 | de esta igualdad, que es conjuntamente don y derecho que deriva
342 VI,18 | esencial.~La maternidad conlleva una comunión especial con
343 | conmigo
344 II,3 | humana que, ayer como hoy, conmueven íntimamente su corazón: ¿
345 V,12 | que eran por oficio los conocedores de la ley, «los escribas»,
346 III,7 | racional y libre, capaz de conocerlo y amarlo. Leemos además
347 VIII,29| serpiente antigua» (Ap 12, 9), conocida ya por el Protoevangelio:
348 V,16 | esclavo o libre, según las conocidas palabras del Apóstol: «Porque
349 III,6 | al lenguaje de los mitos conocidos en aquel tiempo. Sin embargo,
350 IV,9 | ser él mismo «como Dios, conociendo el bien y el mal» (cf. Gén
351 VI,21 | los marginados. Una mujer consagrada encuentra de esta manera
352 VI,21 | Seculares, o las Comunidades de consagrados que florecen dentro de los
353 V,14 | más», pero antes él hace conscientes de su pecado a los hombres
354 VI,17 | tu maternidad no será consecuencia de un «conocimiento» matrimonial,
355 VI,22 | virtud del Espíritu Santo, conserva virginalmente una fe íntegra,
356 V,16 | de Dios» (cf. Act 2, 11), conservando la verdad y la originalidad
357 V,12 | esto, extraordinario si se considera el ambiente de su tiempo;
358 II,4 | contraposición a Nestorio, que consideraba a María exclusivamente como
359 VI,20 | Reino de los cielos, en consideración de la vocación escatológica
360 I,1 | sinodales han hecho importantes consideraciones, teniendo también en cuenta
361 VI,19 | hombre. Si su maternidad, considerada ante todo en sentido biofísico,
362 VII,23 | ser.~Todo esto ya ha sido considerado anteriormente. El texto
363 VII,25 | fácilmente de manifiesto si consideramos la figura de la «esposa».
364 II,5 | hombre.~De esta manera, considerando la realidad mujer-Madre
365 II,3 | embargo, quizás vale la pena considerarlo a partir de la historia
366 V,14 | conciencia de la mujer no consigue olvidar el haber quitado
367 VIII,29| Apocalipsis— nos confirma en que consisten la dignidad y la vocación
368 III,8 | el dolor, lo ha nutrido y consolado (cf. Is 42, 14; 46, 3-4).
369 III,8 | y por Jerusalén seréis consolados)» (Is 66, 13). También en
370 III,8 | madre le consuela, así yo os consolaré (y por Jerusalén seréis
371 VII,24 | formulada de esta manera y la constatación de que «las mujeres (estén
372 IV,11 | palabras de la epístola paulina constatan que el misterio de la redención
373 VII,26 | perenne «unidad de los dos», constituida desde el «principio» entre
374 IV,9 | principio» y el pecado~9. «Constituído por Dios en un estado de
375 VI,18 | como se ha dicho, debería constituir un momento particular del
376 VII,27 | que todos en la Iglesia constituyan «un reino de sacerdotes» (
377 VII,23 | contemporáneamente en dos direcciones que constituyen la totalidad del «gran misterio» («
378 VI,22 | Padre (...) a quien Dios constituyó primogénito entre muchos
379 III,8 | uno a quien su madre le consuela, así yo os consolaré (y
380 VI,21 | diverso que en las de vida contemplativa o de clausura. Existen además
381 VII,23 | la relación esponsal va contemporáneamente en dos direcciones que constituyen
382 IV,11 | bíblico en el que están contenidas la verdad sobre la creación
383 IV,9 | Creador, en la que están contenidos no solamente el fundamento
384 IV,10 | dañinas, es decir injustas, contienen y expresan la herencia del
385 I,1 | particulares de todos los continentes.~
386 V,12 | ahora confirmado por Cristo contradiciendo aquella tradición que comportaba
387 VI,18 | ser padres en común, él contrae una deuda especial con la
388 V,14 | en la mujer unas fuerzas contrapuestas a causa de la triple concupiscencia,
389 V,13 | propia del tiempo; por el contrario, sus palabras y sus obras
390 IV,9 | inserta y configura como contraste y negación.~Se puede decir,
391 VI,18 | paterna. Sin embargo, la contribución materna es decisiva y básica
392 V,16 | la gracia santificante, contribuye en igual medida al hecho
393 I,2 | parte, me ha parecido lo más conveniente dar a este documento el
394 II,5 | plenamente si no situamos toda la conversación entre el ángel y María en
395 IV,9 | eres polvo y en polvo te convertirás» (cf. Gén 3, 19).~Estas
396 VI,19 | ilumina el generar humano, convirtiéndolo en realidad y cometido de «
397 VI,20 | de la propia femineidad, convirtiéndose en «don sincero» a Dios,
398 II,4 | Con su «fiat» María se convirtió en el sujeto auténtico de
399 III,6 | el matrimonio y el amor conyugal están ordenados: «Sed fecundos
400 VI,22 | cuya generación y educación coopera con amor materno».(44) «
401 III,8 | libre de la característica corporal «masculina», propia de la
402 VIII,28| espirituales, psíquicas y corporales, como, por ejemplo, la edad,
403 VIII | afrontar tales cambios de modo correcto y adecuado solamente si
404 IV,11 | reflexión cristiana, la correlación Adán - Cristo frecuentemente
405 IV,11 | esto es, una revelación correlativa al misterio de la redención.
406 VII,23 | Porque los montes se correrán y las colinas se moverán
407 IV,11 | misterio de la creación correspondía al eterno designio de Dios
408 V,14 | de otra persona», es más, corresponsable del mismo. Y sin embargo,
409 V,13 | reconoció en Jesús al Mesías y corrió a anunciarlo a sus compaisanos.
410 VIII,29| una mujer a la medida del cosmos, a la medida de toda la
411 III,6 | es creada por Dios «de la costilla» del hombre y es puesta
412 VII,24 | profundamente arraigado en la costumbre y en la tradición religiosa
413 VII,27 | de Silesia y Eduvigis de Cracovia, Isabel de Turingia, Brígida
414 IV,9 | siempre para el hombre. Creando el hombre y la mujer a su
415 V,13 | designio eterno de Dios que, al crear a cada una de ellas, la
416 VI,19 | personal-ético expresa una creatividad muy importante de la mujer,
417 VI,19 | todo el proceso del hacer crecer como personas los nuevos
418 V,15 | en mí, no morirá jamás. ¿Crees esto?».~«Sí, Señor, yo creo
419 V,15 | Crees esto?».~«Sí, Señor, yo creo que tú eres el Cristo, el
420 VI,19 | llevó y los pechos que te criaron»? Jesús respondió: «Dichosos
421 VII,27 | testimonio y las obras de mujeres cristianas han incidido significativamente
422 VII,27 | un modelo para todos los cristianos, un modelo de la «sequela
423 VI,20 | en «un solo espíritu» con Cristo-Esposo (cf. 1 Cor 6, 17).~Este
424 VII,24 | mientras que en la relación Cristo-Iglesia la sumisión es sólo de la
425 VII,27 | insertos en la historia— criterios de comprensión y de juicio
426 V,12 | quienes se ponen en actitud crítica ante el mensaje cristiano—
427 V,16 | sólo en el momento de la crucifixión sino también el día de la
428 V,13 | episodios representan un cuadro de gran transparencia. Cristo
429 III,7 | Esta semejanza se da como cualidad del ser personal de ambos,
430 VI,18 | común, así como la parte más cualificada. Aunque el hecho de ser
431 | cualquiera
432 | cuantos
433 II,3 | el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el
434 VII,23 | mujeres como a sus propios cuerpos. El que ama a su mujer se
435 V,15 | sienten que Jesús les habla de cuestiones de las que en aquellos tiempos
436 VII,23 | antes bien, la alimenta y la cuida con cariño, lo mismo que
437 VI,19 | paradigma bíblico de la «mujer» culmina en la maternidad de la Madre
438 VIII,28| independientemente del contexto cultural en el que vive cada una
439 I,1 | vocación de la mujer se cumple en plenitud, la hora en
440 VI,22 | e imitando su caridad y cumpliendo fielmente la voluntad del
441 VII,27 | hijas» del Pueblo de Dios cumpliéndose así el anuncio del profeta
442 VIII,29| 15, 28).(62)~Entonces se cumplirá definitivamente la verdad
443 V,13 | mujer cananea suplicaba la curación de su hija.~A veces las
444 V,13 | impuro». Todas ellas fueron curadas, y la última, la hemorroisa,
445 IV,10 | mensaje bíblico y evangélico custodia la verdad sobre la «unidad»
446 VI,19 | la disponibilidad para «custodiar» esta Palabra, que es «palabra
447 V,12 | Quien así hablaba y actuaba daba a entender que conocía a
448 IX,30 | grande generosidad han sido dadas a las «hijas» de la Jerusalén
449 VI,21 | en el amor que los padres dan a sus hijos. En la virginidad
450 VIII,29| encontrarse a sí misma si no es dando amor a los demás.~Desde
451 IV,10 | que, siendo objetivamente dañinas, es decir injustas, contienen
452 IV,9 | dolores» con que la mujer dará a luz a sus hijos (cf. Gén
453 VII,25 | se ha dado a sí mismo». «Darse» quiere decir «convertirse
454 VI,20 | la venida del Mesías, que debía ser de la «estirpe de la
455 V,12 | incluso «santa indignación» debían causar en quienes escuchaban,
456 IX,30 | eterna, sean reconocidas debidamente, valorizadas, para que redunden
457 IX,30 | perfectas» y por las mujeres «débiles». Por todas ellas, tal como
458 I,1 | tanto a que la humanidad no decaiga».(1) Las palabras de este
459 IV,9 | cf. Gén 3, 5), es decir, decidiendo sobre el bien y el mal independientemente
460 VIII,28| intuir una verdad que parece decidir de modo esencial la cuestión
461 IX,30 | Virgen María, del año 1988, décimo de mi Pontificado.~ ~ ~
462 I,1 | las consecuencias de la decisión del Creador que ha hecho
463 VII,26 | confìrma la enseñanza de la Declaración Inter insigniores, publicada
464 IV,10 | Iluminando este programa, declarado constantemente y recordado
465 I,1 | Gaudium et spes(2) y en el Decreto Apostolicam actuositatem,
466 VI,20 | la persona, es decir, su dedicación exclusiva a Dios en virtud
467 I,1 | octubre de 1987), que fue dedicada a «la vocación y misión
468 IX,30 | virginidad; por las mujeres dedicadas a tantos y tantos seres
469 IX,30 | en el Año que le hemos dedicado, en el umbral del tercer
470 VI,20 | mismo tiempo sirve para dedicar a este Reino escatológico
471 VI,20 | distingue el celibato debido a defectos naturales —incluidos los
472 VII,27 | Iglesia. En efecto, la Iglesia defendiendo la dignidad de la mujer
473 V,15 | visitarlos a su casa él mismo definió el comportamiento de María
474 VIII,29| 62)~Entonces se cumplirá definitivamente la verdad de que «la mayor
475 II,3 | fundamentales y, a la vez, definitivas que más le angustian. ¿No
476 VI,18 | recíproco de sí mismo no es deformado por el deseo del hombre
477 IV,10 | realizarse» y podría, en cambio, deformar y perder lo que constituye
478 V,14 | situaciones análogas. Una mujer es dejada sola con su pecado y es
479 | dejar
480 VI,20 | radicalismo del Evangelio: Dejarlo todo y seguir a Cristo (
481 IV,10 | un punto extremadamente delicado de la dimensión de aquel «
482 I,1 | muy particular. Esto lo demuestran, entre otras cosas, las
483 IV,11 | de la reflexión sobre el depósito de la fe recibida por la
484 IV,10 | conjuntamente don y derecho que deriva del mismo Dios Creador,
485 VII,26 | dado», su sangre ha sido «derramada» (cf. Lc 22, 19-20). De
486 V,15 | ha hecho conmigo (...) al derramar ella este ungüento sobre
487 V,16 | palabras del Profeta: «Yo derramaré mi espíritu en toda carne.
488 VIII,28| que «el amor de Dios se derrame en los corazones» de los
489 VII,24 | pueblos, y que todavía no han desaparecido de la escena de la historia?~
490 III,7 | personas, sobre el que se desarrollará a su vez la verdad sobre
491 III,7 | Antiguo y el Nuevo Testamento desarrollarán este «ethos», cuyo vértice
492 VII,24 | personalidad femenina puede desarrollarse y enriquecerse plenamente.
493 III,6 | humano, es transmitida a sus descendientes por el hombre y la mujer,
494 VI,19 | mediante la fe en el misterio desconcertante del «despojo» del propio
495 VIII,29| alcanzar de modo hasta ahora desconocido un grado de bienestar material
496 IV,9 | palabras con las que claramente describe la nueva situación del hombre
497 V,15 | realidad los Evangelios no sólo describen lo que ha realizado aquella
498 V,13 | que refleje la habitual descriminación de la mujer, propia del
499 III,6 | es, podríamos decir, más descriptivo y metafórico, más cercano
500 IV,11 | hombre al propio hombre y le descubre la sublimidad de su vocación»,
501 V,15 | encuentran junto a Cristo se descubren a sí mismas en la verdad
502 IV,10 | te dominará» (Gén 3, 16), descubrimos una ruptura y una constante