Capítulo,Párrafo

 1  0,2 |   Espíritu Santo, «predicaban la Palabra de Dios con valentía» (Hch
 2  I,7 |        sus culturas, para que la Palabra de Dios y su alabanza resuenen
 3  I,10|                            Entre Palabra y Eucaristía~10. El monaquismo,
 4  I,10| suspendida entre dos cumbres: la Palabra de Dios y la Eucaristía.
 5  I,10|       eclesial y comunitario.~La Palabra de Dios es el punto de partida
 6  I,10|        de partida del monje, una Palabra que llama, que invita, que
 7  I,10|         los Apóstoles. Cuando la Palabra toca a una persona, nace
 8  I,10|        se alimenta del pan de la Palabra. Privado de él, está casi
 9  I,10|          sus hermanos, porque la Palabra es Cristo, al que el monje
10  I,10|    continúa su asimilación de la Palabra. La riquísima iconografía
11  I,10|        que la continuación de la Palabra, leída, comprendida, asimilada
12  I,10|  indisolublemente vinculada a la Palabra, en cuanto lugar en el que
13  I,10|        cuanto lugar en el que la Palabra se hace Carne y Sangre,
14  I,16|          nosotros comprender esa palabra.~
15 II,28|   corazón.~El eco del Evangelio, palabra que no defrauda, sigue resonando
16 II,28|        que quieren oír entera la Palabra de Dios. Las palabras de
17 II,28|  palabras de Oriente para que la Palabra de Dios manifieste cada
18 II,28|       logrado finalmente por una palabra concorde y, en consecuencia,