Índice | Palabras: Alfabética - Frecuencia - Inverso - Longitud - Estadísticas | Ayuda | Biblioteca IntraText
Ioannes Paulus PP. II
Orientale lumen

IntraText CT - Texto

Anterior - Siguiente

Pulse aquí para desactivar los vínculos a las concordancias

6. Hay algunos rasgos de la tradición espiritual y teológica, comunes a las diversas Iglesias de Oriente, que caracterizan su sensibilidad con respecto a las formas asumidas por la transmisión del Evangelio en las tierras de Occidente. Así los sintetiza el Vaticano II: «Todos conocen también con cuánto amor los cristianos orientales realizan el culto litúrgico, principalmente la celebración eucarística, fuente de la vida de la Iglesia y prenda de la gloria futura, por la cual los fieles, unidos al Obispo, al tener acceso a Dios Padre por medio de su Hijo, el Verbo encarnado, que padeció y fue glorificado, en la efusión del Espíritu Santo, consiguen la comunión con la santísima Trinidad, hechos "partícipes de la naturaleza divina" (2 P 1, 4)»(11).

En esos rasgos se perfila la visión oriental del cristiano, cuyo fin es la participación en la naturaleza divina mediante la comunión en el misterio de la santísima Trinidad. Con ellos se delinean la «monarquía» del Padre y la concepción de la salvación según la economía, como la presenta la teología oriental después de san Ireneo de Lión y como se difunde entre los Padres capadocios(12).

La participación en la vida trinitaria se realiza a través de la liturgia y, de modo especial, la Eucaristía, misterio de comunión con el cuerpo glorificado de Cristo, semilla de inmortalidad(13). En la divinización y sobre todo en los sacramentos la teología oriental atribuye un papel muy particular al Espíritu Santo: por el poder del Espíritu que habita en el hombre la deificación comienza ya en la tierra, la criatura es transfigurada y se inaugura el Reino de Dios.

La enseñanza de los Padres capadocios sobre la divinización ha pasado a la tradición de todas las Iglesias orientales y constituye parte de su patrimonio común. Se puede resumir en el pensamiento ya expresado por san Ireneo al final del siglo II: Dios ha pasado al hombre para que el hombre pase a Dios(14). Esta teología de la divinización sigue siendo uno de los logros más apreciados por el pensamiento cristiano oriental(15).

En este camino de divinización nos preceden aquellos a quienes la gracia y el esfuerzo por la senda del bien hizo «muy semejantes» a Cristo: los mártires y los santos(16). Y entre éstos ocupa un lugar muy particular la Virgen María, de la que brotó el Vástago de Jesé (cfr. Is 11, 1). Su figura no es sólo la Madre que nos espera sino también la Purísima que -como realización de tantas prefiguraciones veterotestamentarias- es icono de la Iglesia, símbolo y anticipación de la humanidad transfigurada por la gracia, modelo y esperanza segura para cuantos avanzan hacia la Jerusalén del cielo(17).

Aun acentuando fuertemente el realismo trinitario y su implicación en la vida sacramental, el Oriente vincula la fe en la unidad de la naturaleza divina con la inconoscibilidad de la esencia divina. Los Padres orientales afirman siempre que es imposible saber lo que es Dios; sólo se puede saber que Él existe, pues se ha revelado en la historia de la salvación como Padre, Hijo y Espíritu Santo(18).

Este sentido de la inefable realidad divina se refleja en la celebración litúrgica, donde todos los fieles del Oriente cristiano perciben tan profundamente el sentido del misterio.

«Existen también en Oriente las riquezas de aquellas tradiciones espirituales que encontraron su expresión principalmente en el monaquismo. Pues allí, desde los tiempos gloriosos de los Santos Padres, floreció aquella espiritualidad monástica, que se extendió luego a Occidente y de la cual procede, como de su fuente, la institución religiosa de los latinos, y que más tarde recibió también del Oriente nuevo vigor. Por lo cual, se recomienda encarecidamente que los católicos se acerquen con mayor frecuencia a estas riquezas espirituales de los Padres orientales que elevan a todo el hombre a la contemplación de lo divino»(19).




11) CONC. ECUM. VAT. II, Decr. sobre el ecumenismo Unitatis redintegratio, 15.



12) Cfr. SAN IRENEO, Contra las herejías V, 36, 2: SCh 153/2, 461; SAN BASILIO, Tratado sobre el Espíritu Santo, XV, 36: PG 32, 132; XVII, 43: l.c., 148; XVIII, 47; l.c., 153.



13) Cfr. SAN GREGORIO DE NISA, Discurso catequético XXXVII: PG 45, 97.



14) Cfr. Contra las herejías III, 10, 2: SCh 211/2, 121; III, 18, 7: l.c., 365; III, 19, 1: l.c., 375; IV, 20, 4: SCh 100/2, 635; IV, 33, 4: l.c., 811; V, Pref., SCh 153/2, 15.



15) Injertados en Cristo, "los hombres se convierten en dioses e hijos de Dios, ... el polvo es elevado a tal grado de gloria que prácticamente es igual en honor y deidad a la naturaleza divina", NICOLÁS CABASILAS, La vida en Cristo, I: PG 150, 505.



16) Cfr. SAN JUAN DAMASCENO, Sobre las imágenes, I, 19: PG 94, 1.249.



17) Cfr. JUAN PABLO II, Carta enc. Redemptoris Mater (25 de marzo de 1987), 31-34: AAS 79 (1987), 402-406; CONC. ECUM. VAT. II, Decr. sobre el ecumenismo Unitatis redintegratio, 15.



18) Cfr. SAN IRENEO, Contra las herejías, II, 28, 3-6: SCh 294, 274-284; SAN GREGORIO DE NISA, Vida de Moisés: PG 44, 377; SAN GREGORIO NACIANCENO, Sobre la santa Pascua, or. XLV, 3s: PG 36, 625-630.



19) CONC. ECUM. VAT. II, Decr. sobre el ecumenismo Unitatis redintegratio, 15.






Anterior - Siguiente

Índice | Palabras: Alfabética - Frecuencia - Inverso - Longitud - Estadísticas | Ayuda | Biblioteca IntraText

IntraText® (V89) Copyright 1996-2007 EuloTech SRL