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Ioannes Paulus PP. II Orientale lumen IntraText CT - Texto |
21. Las Iglesias orientales que han llegado a la plena comunión con esta Iglesia de Roma quisieron ser una manifestación de esa solicitud, expresada según el grado de maduración de la conciencia eclesial en ese tiempo(57). Al entrar en la comunión católica, de ninguna manera deseaban renegar de la fidelidad a su tradición, que han testimoniado a lo largo de los siglos con heroísmo y a menudo pagándola con sangre. Y aunque, a veces, en sus relaciones con las Iglesias ortodoxas, se han producido malentendidos y claros contrastes, todos sabemos que hemos de invocar incesantemente la divina misericordia y un corazón nuevo, capaz de reconciliación, por encima de cualquier agravio sufrido o provocado.
En varias ocasiones se ha reafirmado que la unión plena de las Iglesias orientales católicas con la Iglesia de Roma, ya realizada, no debe implicar que ellas sufran una disminución en la conciencia de su propia autenticidad y originalidad(58). Y, en caso de que se hubiera producido, el Concilio Vaticano II las ha invitado a redescubrir plenamente su identidad, dado que «gozan del derecho y tienen el deber de regirse según sus respectivas disciplinas peculiares, por estar recomendadas por su venerable antigüedad, ser más adecuadas a las costumbres de los fieles y parecer más aptas para procurar el bien de las almas»(59). Estas Iglesias sufren en carne propia una dramática laceración porque no pueden llegar aún a una total comunión con las Iglesias orientales ortodoxas, con las que comparten el patrimonio de sus padres. Una conversión constante y común es indispensable para que avancen de forma resuelta y ágil hacia la comprensión recíproca. Y también necesita conversión la Iglesia latina, para que respete y valore plenamente la dignidad de los Orientales y acoja con gratitud los tesoros espirituales de los que son portadoras las Iglesias orientales católicas en beneficio de toda la comunión católica(60); para que muestre concretamente, mucho más que en el pasado, cuánto estima y admira al Oriente cristiano y cuán esencial considera su aportación a fin de que se viva plenamente la universalidad de la Iglesia.