Índice | Palabras: Alfabética - Frecuencia - Inverso - Longitud - Estadísticas | Ayuda | Biblioteca IntraText |
Ioannes Paulus PP. II Orientale lumen IntraText CT - Texto |
23. Por otra parte, soy consciente de que en este momento algunas tensiones entre la Iglesia de Roma y algunas Iglesias de Oriente hacen más difícil el camino de la estima recíproca con vistas a la comunión. Muchas veces esta Sede de Roma ha procurado ofrecer directrices que favorezcan el camino común de todas las Iglesia en un momento tan importante para la vida del mundo, sobre todo en la Europa oriental, donde acontecimientos históricos dramáticos han impedido frecuentemente a las Iglesias orientales, en tiempos recientes, realizar con plenitud el mandato de la evangelización, a pesar de que sentían su urgencia(61). Hoy, las situaciones de mayor libertad les ofrecen nuevas oportunidades, aunque los medios de que disponen son limitados a causa de las dificultades de los Países donde actúan. Deseo afirmar con firmeza que las comunidades de Occidente están dispuestas a favorecer en todo -y no pocas ya actúan en ese sentido- la intensificación de este ministerio de diaconía, aprovechando la experiencia adquirida en años de más libre ejercicio de la caridad. ¡Ay de nosotros si la abundancia de uno fuese causa de la humillación de otro, o de estériles y escandalosas competiciones! Por su parte, las comunidades de Occidente han de sentir ante todo el deber de compartir, donde sea posible, proyectos de servicio con los hermanos de las Iglesias de Oriente o de contribuir a la realización de cuanto ellas emprenden al servicio de sus pueblos y, en cualquier caso, nunca han de ostentar, en los territorios de presencia común, una actitud que pueda parecer irrespetuosa con respecto a los intensos esfuerzos que las Iglesias de Oriente desean realizar, con tanto mayor mérito cuanto más precaria es la propia disponibilidad.
Mostrar gestos de caridad común, una hacia la otra y juntas hacia los hombres que se encuentran en necesidad, será un acto de elocuencia inmediata. Evitar esto o incluso testimoniar lo contrario inducirá a cuantos nos observan a creer que todo esfuerzo de acercamiento entre las Iglesias en la caridad es sólo afirmación abstracta, sin convicción y sin realización concreta.
Considero fundamental el llamado del Señor a esforzarnos, con sumo empeño, para que todos los creyentes en Cristo testimonien unidos la propia fe, sobre todo en los territorios donde es más consistente la convivencia entre hijos de la Iglesia católica -latinos y orientales- e hijos de las Iglesias ortodoxas. Después del martirio común padecido por Cristo bajo la opresión de los regímenes ateos, ha llegado el momento de sufrir, si fuese necesario, para no dejar de dar nunca el testimonio de la caridad entre cristianos, porque, aunque entregáramos nuestro cuerpo a las llamas, pero no tuviéramos caridad, nada nos aprovecharía (cfr. 1 Co 13, 3). Debemos orar intensamente para que el Señor conmueva nuestras mentes y nuestros corazones y nos conceda la paciencia y la mansedumbre.