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Ioannes Paulus PP. II Pastor bonus IntraText CT - Texto |
1.
EL PASTOR BUENO, nuestro Señor Jesucristo (cf. Jn 10, 11. 14),
confirió a los obispos, sucesores de los Apóstoles, y de modo
especial al Obispo de Roma, Sucesor de Pedro, la misión de hacer
discípulos en todos los pueblos y de predicar el Evangelio a toda
criatura para que se constituyese la Iglesia, Pueblo de Dios, de forma que la
función de los Pastores de su Pueblo sea en realidad un servicio, al que
"en la Sagrada Escritura se le llama significativamente
diaconía" o sea
"ministerio".
Este servicio o diaconía tiende principalmente a que, en todo el cuerpo
de la Iglesia, se instaure cada vez mas la comunión, se vigorice y
continúe produciendo espléndidos frutos. En efecto, como ha
enseñado ampliamente el Concilio Vaticano II, el misterio de la Iglesia
se manifiesta en las múltiples expresiones de esta comunión bajo
la suavísima guía del Espíritu Santo: Ya que el
Espíritu "conduce la Iglesia a toda la verdad (cf. Jn 16, 3), la
unifica en la comunión y en el servicio, la provee y gobierna con
diversos dones jerárquicos y carismáticos.., la renueva
incesantemente y la conduce a la unión consumada con su Esposo".
Por consiguiente, como afirma el mismo Concilio, "a esta sociedad de la
Iglesia están incorporados plenamente quienes, poseyendo el
Espíritu de Cristo, aceptan la totalidad de su ordenamiento y todos los
medios de salvación establecidos
en ella, y en su cuerpo visible están unidos con Cristo, el cual la rige
mediante el Sumo Pontífice y los obispos, por los vínculos de la
profesión de fe, de los sacramentos, del régimen
eclesiástico y de la comunión".
Esta noción de comunión, no sólo ha sido explicada de modo
completo por los documentos del Concilio Vaticano II, y especialmente por la
Constitución dogmática sobre la Iglesia, sino que también
han dedicado atención a ella los padres sinodales quienes, el año
1985, e igualmente dos años después, celebraron Asamblea General
del Sínodo de los Obispos: En esta definición de la Iglesia
confluyen el misterio mismo de la Iglesia, los órdenes del Pueblo mesiánico
de Dios, y la
constitución jerárquica de la misma Iglesia. Se puede describir
todo esto en pocas palabras, tomadas de la misma citada Constitución:
"La Iglesia es en Cristo como un sacramento, o signo e instrumento de
unión íntima con Dios y de la unidad de todo el género
humano". Este es el motivo por el que esa sagrada comunión vige en
toda la Iglesia, "la cual - como bellamente escribió mi predecesor
Pablo VI - vive y obra en las distintas comunidades cristianas, o sea, en las
Iglesias
particulares, dispersas por todo el mundo".