2. Así, pues, en base a la comunión que, en
cierto sentido, aglutina a toda la Iglesia, se explica y realiza también
la constitución jerárquica de la Iglesia. a la que el
Señor dotó de naturaleza colegial y al mismo tiempo primacial,
cuando "instituyó a los Apóstoles a modo de colegio o de
grupo estable, al frente del cara puso a Pedro, elegido de entre ello
mismos". Se trata aquí de la especial participación de los Pastores
de la Iglesia en el triple oficio de Cristo: enseñar, santificar y
gobernar: Y así como los Apóstoles actuaron a una con Pedro,
así también los obispos actúan juntamente con el Obispo de
Roma. Citando de nuevo el Concilio Vaticano II, diré que "los
obispos, el ministerio de la comunidad, lo recibieron con sus colaboradores,
los presbíteros y diáconos, presidiendo en nombre de Dios; la
grey de la que son Pastores, como maestros de doctrina, sacerdotes del culto
sagrado y ministros de gobierno. Y así como permanece el oficio que Dios
concedió personalmente a Pedro, Príncipe de los Apóstoles.
para que fuera transmitido a sus sucesores, así también perdura
el oficio de los Apóstoles de apacentar la Iglesia, que debe ejercer de
forma permanente el orden sagrado de los obispos". Así resulta que
"este Colegio"-es decir, el Colegio de los Obispos unidos al Romano
Pontífice-, "en cuanto compuesto de muchos, expresa la variedad y
universalidad del Pueblo de Dios: y en cuanto agrupado bajo una sola cabeza, la
unidad de la grey de Cristo".
La potestad y la autoridad de los obispos tienen el carácter de
diaconía, según el ejemplo del mismo Cristo, que "no ha
venido a ser servido, sino a servir y a dar su vida como rescate por
muchos" (Mc 10, 45). Por eso, la potestad que se da en la Iglesia hay que
entenderla y ejercerla, sobre todo, según las categorías del
servicio, de modo que dicha autoridad tenga antes que nada la
característica pastoral.
Esto se refiere a cada uno de los obispos en su propia Iglesia particular; pero
se refiere mucho mas al Obispo de Roma, cuyo ministerio petrino está
para procurar el bien y utilidad de la iglesia universal: En efecto, la iglesia
romana preside "la asamblea universal de la caridad", y por lo tanto
está al servicio de la caridad. Precisamente dé este principio
surgieron aquellas antiguas palabras "siervo de los siervos de Dios",
con la que se llama y define al Sucesor de Pedro.
Por esto, el Romano Pontífice siempre se ha preocupado diligentemente
también de los asuntos de las Iglesias particulares, que le presentan los
obispos o que conoce de alguna otra forma para que, con una visión
completa de las cosas, en virtud de su misión de Vicario de Cristo y de
Pastor de toda la Iglesia, confirme a sus hermanos en la fe (cf. Lc 22, 32).
Pues siempre ha estado convencido de que la comunión mutua entre los
obispos del mundo entero y el Obispo de Roma, en los vínculos de unidad,
de caridad y de paz, es muy provechosa para la unidad de la fe y también
de la disciplina que hay que promover y mantener en toda la Iglesia.
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