9. Así, pues, se deduce que la Curia Romana, por
razón de su diaconía unida al ministerio petrino está muy
estrechamente vinculada a , los obispos de todo el mundo. y por su parte, los
mismos Pastores y sus Iglesias son los primeros y principales beneficiarios del
trabajo de los dicasterios. Prueba de ello es también la
composición de la misma Curia.
En efecto, la Curia Romana está compuesta por casi todos los padres
cardenales los cuales por su mismo titulo pertenecen a la Iglesia de Roma,
ayudan de cerca al Sumo Pontífice en el gobierno de la Iglesia
universal, y todos son convocados a los consistorios tanto ordinarios como
extraordinarios, cuando se requiere tratar cuestiones especialmente
importantes; así resulta que, conociendo más y mejor las
necesidades de todo el Pueblo de Dios, sirven al bien de la Iglesia universal.
A esto se añade que los dirigentes de cada uno de los dicasterios tienen
normalmente el carácter y la gracia episcopal, pertenecen al
único Colegio de los Obispos; y además se ven estimulados por esa
misma solicitud hacia la iglesia universal, con la que están unidos
estrechamente todos los obispos, en comunión jerárquica con su
cabeza el Obispo de Roma.
Y dado que, además, entre los miembros de los dicasterios figuran
algunos obispos diocesanos para "que puedan informar más plenamente
al Sumo Pontífice sobre el sentir deseos y necesidades de todas las
Iglesias", de esta forma el afecto colegial que existe entre los obispos y
su cabeza, se realiza concretamente mediante la Curia Romana, y se extiende a
todo el Cuerpo místico, "que es también el cuerpo de las
Iglesias".
Y ese afecto colegial se cultiva también entre los diversos dicasterios.
Efectivamente, todos los cardenales responsables de dicasterio. o sus
representantes, se reúnen periódicamente cuando hay que tratar
cuestiones especiales, con el fin de ponerse al corriente, con el intercambio
de ideas, de los problemas más importantes, de forma que den una
aportación común a su solución, asegurando así la
unidad de acción y de reflexión en la Curia Romana.
Además de los que tienen la potestad episcopal, son necesarios para la
actividad de los dicasterios otros muchos colaboradores, que sirvan y ayuden al
ministerio petrino con su trabajo, frecuentemente callado, arduo y
difícil.
En efecto, son llamados a la Curia Romana presbíteros diocesanos de
todas partes del mundo, quienes al participar del sacerdocio ministerial,
están estrechamente unidos con los obispos; y son llamados igualmente
religiosos, la mayoría de los cuales son también
presbíteros, y religiosas, que de modos diversos conforman su vida a los
consejos evangélicos, para acrecentar el bien de la Iglesia y dar un
testimonio singular ante el mundo; también son llamados laicos, hombres
y mujeres, que ejercen su apostolado en virtud del bautismo y de la
confirmación. Esta fusión de energías hace que todos los
órdenes de la iglesia, unidos estrechamente al ministerio del Sumo
Pontífice, le ayuden cada vez con más eficacia a proseguir la
obra pastoral de la Curia Romana. De ello se deduce además que este
servicio conjunto de todos los órdenes de la iglesia no encuentra
ningún equivalente en la sociedad civil, y que por lo tanto su trabajo se
ha de prestar con espíritu de auténtico servicio, siguiendo e
imitando la diaconía del mismo Cristo.
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