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Plinio Corrêa de Oliveira Comunismo y anticomunismo… IntraText CT - Texto |
* Cuando una gran voz dijo la verdad: sorpresa
No obstante todo esto, de la negra desdicha en que se hallaban y se hallan los pueblos cautivos, la opinión pública occidental se formaba una idea tan vaga que, cuando en 1984 un varón de relevante intrepidez apostólica tuvo el valor de dar, en algunas fuertes palabras, un cuadro sumario, en Occidente las cosas corrieron como si una bomba hubiese hecho oír su estampido en el mundo entero.
¿Quién fue ese varón? Un teólogo de renombre mundial, una figura de la vida de la Iglesia, en síntesis, el Cardenal alemán Joseph Ratzinger, Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe.
¿Y qué dijo? He aquí sus palabras:
“Millones de nuestros contemporáneos aspiran legítimamente a recuperar las libertades fundamentales de las que han sido privados por regímenes totalitarios y ateos, que tomaron el poder por caminos revolucionarios y violentos, precisamente en nombre de la liberación del pueblo. No se puede ignorar esta vergüenza de nuestro tiempo: pretendiendo aportar la libertad se mantiene a naciones enteras en condiciones de esclavitud indignas del hombre” (Instrucción sobre algunos aspectos de la ‘Teología de la Liberación' , Congregación para la Doctrina de la Fe, 6 de agosto de 1984, Nº XI, 10). Esclavitud obviamente relacionada con la miseria general (Cfr. Vittorio Messori a colloquio con il cardinale Joseph Ratzinger Rapporto sulla fede , Edizioni Paoline, Milano, 1985, p.201).
Dijo todo esto, y sólo esto, y la opinión pública occidental se estremeció. Años después, la gigantesca crisis en que se encuentra el mundo soviético vino a probar que el Purpurado no sólo tenía razón; más aún, que sus valientes palabras no habían sido sino un cuadro sumario de todo el horror de la realidad.