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Congregación para el Clero
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EL PECADO DEL HOMBRE

 

62. Las condiciones históricas y ambientales no son, sin embargo, el principal obstáculo a la libertad del hombre: el más grande obstáculo que ‘tiene el hombre para adherir libremente a la obra de la salvación es el pecado.

 

"Creado por Dios en la justicia, el hombre sin embargo, por instigación del demonio, en el propio exordio de la historia, abusó de su libertad, levantándose contra Dios y pretendiendo alcanzar su propio fin al margen de Dios" (GS. 13). "Por un hombre entró el pecado en el mundo y por el pecado la muerte y así la muerte alcanzó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron" (Rom. 5,12). "La naturaleza humana caída, destituida de la gracia que antes la enriquecía, herida en sus fuerzas naturales y sometida al imperio de la muerte es trasmitida a todos los hombres, por lo cual todo hombre nace en pecado" (Paulo VI, Profeso fidei ri. 16. AAS. 1968, p. 439).

 

El pecado se ha hecho una dolorosa experiencia de los hombres y es causa de muchos sufrimientos y ruina. Ni hay que olvidar la doctrina acerca de la naturaleza y los efectos del pecado personal con el que el hombre viola, consciente y libremente, la ley moral y ofende gravemente en cosas graves a Dios.

 

La historia de la salvación es también historia de liberación del pecado. Todas las intervenciones de Dios desde el Antiguo hasta el Nuevo Testamento tienen también la finalidad de dirigir al hombre en la lucha contra las fuerzas del mal; la misión histórica de Cristo se endereza a la destrucción del pecado y se realiza en el misterio de la cruz.

 

La penetrante reflexión de S. Pablo (Rom. 5) sobre la realidad del pecado y sobre la consiguiente "obra de justicia" de Cristo, constituye un aspecto fundamental de la fe cristiana, que no puede ser callado en la catequesis.

 

Sin embargo la salvación traída por Cristo va mucho más allá de la redención del pecado. Ella es de hecho la realización del designio de Dios de comunicarse en Jesucristo con una riqueza que trasciende toda comprensión; es un designio que no se detiene ante la culpa de los hombres, sino que les confiere una gracia sobreabundante con respecto a la muerte causada por el pecado (Rom. 5, 15-17).

 

Esta iniciativa de amor, por la cual los hombres son llamados a participar, por medio- del espíritu de Cristo, a la misma vida de Dios, es siempre eficaz y actual en todos los tiempos. El hombre, aún pecador, queda siempre incluido en el único orden querido por Dios es decir el de comunicare benévolamente a nosotros en Cristo Jesús y por eso, movido de la gracia puede obtener la salvación por la conversión.

 




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