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JESUCRISTO MEDIADOR Y PLENITUD DE TODA LA REVELACION
12. "La verdad profunda de Dios y de la salvación del hombre que trasmite dicha revelación.., resplandece en Cristo, mediador y plenitud de toda la revelación" (DV. 2).
Cristo no es sólo el más grande de los profetas, el que con su doctrina completó lo que Dios había dicho y hecho con anterioridad. El es el Hijo eterno de Dios hecho hombre, el acontecimiento último al cual tienden todos los anteriores que constituyen la historia de la salvación; el que cumple y manifiesta las supremas intenciones de Dios. "El . . .cumple y completa la revelación. . ." (DV. 4; LG. 9),
El ministerio de la palabra debe poner en luz este admirable carácter de la economía de la revelación. El Hijo de Dios se integra en la historia de los hombres, asume la vida y la muerte del hombre, y cumple en esta historia su plan de alianza definitiva.
Como el Evangelista Lucas, el ministerio de la Palabra tiene como primera tarea recordar a los creyentes el acontecimiento — Cristo, manifestar su significado, indagando siempre más profundamente este hecho único e irreversible: "Dado que muchos han emprendido la narración bien ordenada de los sucesos que se han verificado entre nosotros . . . he determinado yo también después de haberlo investigado todo diligentemente desde los orígenes, escribírtelo ordenadamente" (Lc. 1, 1-3).
El ministerio de la Palabra, por tanto, debe apoyarse en el comentario divinamente inspirado que han hecho de la Encarnación Redentora el mismo Jesús, los primeros discípulos y sobre todo los apóstoles, testigos de los acontecimientos. "Todos saben que entre los escritos . . .sobresalen los Evangelios por ser el testimonio principal de la vida y doctrina de la Palabra hecha carne, nuestro Salvador" (DV 18)
Recuérdese además que Jesús, Mesías y Señor, está siempre presente en su Iglesia por medio de su Espíritu (Cfr. J. 14, 26; 15,26; 16,13; Ap.. 2,7); El ministro de la palabra por tanto . debe presentarlo no solo como objeto de estudio, sino también como el que abre los corazones de los oyentes para recibir y comprender el mensaje que viene de Dios (Cfr. Act. 16,14).