2. Las tres supremas fidelidades en la perspectiva trinitaria de la Exhortación Vita Consecrata:  la fidelidad al Padre, la fidelidad a Cristo y la fidelidad al Espíritu Santo

En la Exhortación Vita Consecrata no aparece nunca esta afirmación: la fidelidad a Cristo, a la Iglesia, al Instituto y al hombre de nuestro tiempo son "las cuatro grandes fidelidades" de la persona consagrada. Y no se trata de una simple omisión. La Exhortación, en efecto, tiene el valor de haber sido estructurada en una perspectiva firmemente trinitaria. Esta perspectiva ha marcado un desarrollo también en el proceso de clarificación del elemento bíblico, teológico y espiritual de la "fidelidad" de las personas consagradas. Esta perspectiva ilumina con nueva luz también el campo de la "fidelidad".

Como explica el Papa en su Exhortación, el carácter cristológico de la "fidelidad" debe ser visto desde su necesaria apertura a la dimensión trinitaria, que caracteriza la realidad de la "fidelidad" de todo cristiano y de manera particular los compromisos de "fidelidad" de toda persona consagrada. Se trata, pues, de poner en práctica conscientemente y de forma explícita un "fidelidad" constante y creciente a los compromisos de especial comunión de amor con el Padre, con el Verbo encarnado y con el Espíritu Santo.

En una perspectiva explícita y firmemente trinitaria, el lenguaje de las "cuatro grandes fidelidades" tiene que considerarse ya como superado. En el amplio horizonte trinitario de la Exhortación, las tres supremas fidelidades son la fidelidad al Padre, la fidelidad a Cristo y la fidelidad al Espíritu Santo.