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Ángel Pardilla, CMF "Caminar desde Cristo con María"… IntraText CT - Texto |
INTRODUCCIÓN
La célebre fórmula "caminar desde Cristo" ha sido presentada por Juan Pablo II como tituló del tercero de los cuatro capítulos de su Carta Apostólica Novo Millennio Ineunte (6 enero 2001). Según la explicación ofrecida por el mismo Papa en su Carta Apostólica Rosarium Virginis Mariae (16 octubre 2002), este programa debe ser entendido y puesto en práctica con un dinamismo explícitamente mariano. Por tanto la fórmula completa del programa para el nuevo milenio debería ser ésta: "Caminar desde Cristo con María".
Como aparece en las primeras líneas de la carta Novo Millennio Ineunte, el concepto "caminar" tiene una estrecha conexión con la idea de "comienzo", y, concretamente, la idea de "comienzo del nuevo milenio" representa para la iglesia peregrina "una nueva etapa del camino" que hay que recorrer.
Si se trata de recorrer una nueva etapa del camino, es decir si se trata de un verdadero "caminar", el caminante debe hacerlo dando a sus pasos el sentido y el dinamismo de la etapa anterior y dando, por el contrario, un gran cambio, que puede ser hasta radical.
Usando la palabra "caminar", el Papa ha querido que se reafirmará, con renovado impulso en sentido y el dinamismo cristológico que ya existía en la etapa precedente del itinerario de la Iglesia, y en concreto en la fase da la celebración del Jubileo. Se caminaba "en Cristo", y se debía continuar caminando, con renovado empeño, "en Cristo", porque ninguno puede cambiar el insustituible fundamento ni la finalidad del caminar de la Iglesia: "¡Jesucristo es el mismo ayer, hoy y siempre!" (Hb.13, 8). En el primer número del capítulo que lleva como tituló "Caminar desde Cristo", el Papa es muy claro al respecto: "No se trata, pues, de inventar un nuevo programa. El programa ya existe. Es el de siempre, recogido por el Evangelio y la Tradición viva. Se centra, en definitiva, en Cristo mismo, al que hay que conocer, amar e imitar" (NMI 29).
Toda persona que acepta plenamente que el Verbo se ha encargado con la colaboración singular y determinante de la Virgen María, se da cuenta que el programa "caminar desde Cristo" debe ser entendido y puesto en práctica explicitando este aspecto esencial: "con María".
Como ha explicado el Papa en su Carta Rosarium Virginis Mariae, todo cristiano debe contemplar el rostro de Cristo "en compañía y a ejemplo de su Madre Santísima" (RVM 3). Con la fuerza de este dinamismo mariano, es decir con la energía espiritual sacada de la profunda comunión con María, es como el fiel puede y debe "caminar desde Cristo" al comienzo de nueva milenio.
Para comprender mejor el carácter esencial del elemento "con María", es oportuno reflexionar sobre las incisivas palabras pronunciadas por Pablo VI en su homilía del 24 de abril de 1970 en el Santuario de Nuestro Señora de Bonaria: "Dice el Apóstol, que trazó la estructura teológica fundamental del cristianismo: Al llegar la plenitud de los tiempos, envío Dios a su Hijo, nacido de mujer,... (Gal 4, 4). Y "María - nos recuerda el Concilio - no fue un instrumento puramente pasivo en las manos de Dios, sino que cooperó a la salvación del hombre con su fe y obediencia libres" (LG 56). Ésta no es, pues, una circunstancia ocasional, secundaria o que no hay que tener en cuenta, sino que es algo esencial, y, para los hombres, muy importante y hermoso dentro del misterio de la salvación que Cristo nos ha traído por medio de María; lo hemos recibido de Ella; lo encontramos como la flor de la humanidad abierta sobre la estela inmaculada y virginal, que es María (...). Si queremos ser cristianos, debemos ser "marianos", es decir debemos reconocer la relación esencial, vital y providencial que une a la Virgen a Jesús, y que nos abre el camino que conduce a Él. Un doble camino: el del ejemplo y el de la intercesión. ¿Queremos ser cristianos, es decir imitadores de Cristo? Miremos a María; ella es la figura más perfecta de la semejanza a Cristo. Ella es el "tipo". Ella es la imagen que mejor que ninguna otra refleja al Señor; es, como dice el Concilio, “modelo destacadísimo en la fe y en el amor" (LG 53). ¡Qué dulce y consolador es tener a María, su imagen, su recuerdo, su dulzura, su humildad, su pureza y su grandeza ante todos los que queremos caminar tras los pasos del Señor".
En el nuevo milenio, todos los cristianos deben "caminar desde Cristo con María". Cada uno debe hacerlo de acuerdo con las características de su propio estado de vida, es decir manteniendo y reforzando los elementos cristológicos y marianos de la propia identidad eclesial. El seglar casado, por ejemplo, debe "caminar desde Cristo con María" como cristiano casado, mientras que el religioso debe hacerlo como cristiano consagrado al Señor. Esto significa, que las personas consagradas, en su propio plan de vida, deben tener presente no sólo los elementos del programa común de la santidad del bautismo, sino también los elementos del programa de su "nueva y especial consagración" y de su "peculiar misión" en la Iglesia. Las personas consagradas deben, pues, "caminar desde Cristo", supremo consagrado, obediente, casto, pobre, orante y misionero, "con María", suprema consagrada, obediente, casta, pobre, orante y misionera.
Mi aportación a esta reflexión estará dividida en cuatro partes: en la primera parte intentaré clarificar, poniendo en primer plano tres puntos básicos o tres principios doctrinales que son fundamentales para lograr "caminar desde Cristo con María" como personas consagradas: la luz suprema para iluminar los contenidos debe ser buscada en los Evangelios; en supremo valor normativo se encuentra en las orientaciones doctrinales del Concilio Vaticano II; el documento post-conciliar más luminoso al respecto es la Exhortación Apostólica post-sinodal Vita Consecrata. En la segunda parte examinaré y valoraré los elementos de las indicaciones de cinco documentos eclesiales de nuevo milenio que tienen una estrecha relación con el programa "caminar desde Cristo con María". En la tercera parte haré ver que este programa comprende una fidelidad suprema a Cristo y una fidelidad fundamental a María. En la cuarta parte intentaré ayudar a contemplar los valores de este programa a la luz de los contenidos cristológicos y marianos del relato de la Anunciación de Lucas 1, 26-38.