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Ángel Pardilla, CMF "Caminar desde Cristo con María"… IntraText CT - Texto |
5. Indicaciones de la Carta Apostólica Rosarium Virginis Mariae (16 octubre 2002)
Juan Pablo II sintió la necesidad de publicar al comienzo del nuevo milenio una Carta Apostólica Mariana. Lo ha hecho poniendo como título el nombre de una oración mariana predilecta: Rosarium Virginis Mariae.
La Carta consta de un introducción (números 1-8), una conclusión (números 39-43) y tres capítulos: "Contemplar a Cristo con María" (números 9-17); "Misterios de Cristo - Misterios de la Madre" (números 18-25); "Para mí vivir es Cristo" (números 26-38).
En realidad esta Carta no trata solamente del Rosario, ni trata solamente de María. La Carta es un documento mariano-cristológico o cristológico-mariano. Más que por la relevancia dada a la oración del Rosario y por la proclamación del Año del Rosario (octubre 2002 - octubre 2003), este documento es importante porque subraya con gran fuerza al comienzo del nuevo milenio que María, en cuanto Madre de Cristo, debe ocupar un puesto de grandísimo relieve en la vida de todo cristiano.
Esta Carta es una especie de complemento o coronamiento mariano necesarios de los contenidos de la Carta Novo Millennio Ineunte: "Por eso, de acuerdo con las consideraciones hechas en la Carta Apostólica Novo millennio ineunte, en la que, después de la experiencia jubilar, he invitado al Pueblo de Dios «a caminar desde Cristo», he sentido la necesidad de desarrollar una reflexión sobre el Rosario, en cierto modo como coronación mariana de dicha Carta apostólica, para exhortar a la contemplación del rostro de Cristo en compañía y a ejemplo de su Santísima Madre. Recitar el Rosario, en efecto, es en realidad contemplar con María el rostro de Cristo" (RVM 3).
A la luz de las indicaciones de esta Carta, el programa "caminar desde Cristo" de la Carta Novo Millennio Ineunte debe ser puesto en práctica de una forma explícitamente mariana: "con María". En la vida de los cristianos del nuevo Milenio, la dimensión cristológica, que es la suprema, debe ser íntimamente unida a la dimensión mariana, que es también una dimensión fundamental y esencial. El programa "caminar desde Cristo", pues, debe ser interpretado, explicado y puesto en práctica como un programa con dinamismo cristológico-mariano: "caminar desde Cristo con María".
Dentro de la armonía de esta perspectiva, al mismo tiempo cristológica y mariana, el contenido del capítulo II de la Carta Novo Millennio Ineunte, titulado "Un rostro para contemplar", está reformulado de la siguiente manera en el título del capítulo I de la nueva Carta: "Contemplar a Cristo con María". Este título viene explicado posteriormente en los subtítulos de las diversas secciones del capítulo: "Recordar a Cristo con María"; "Comprender a Cristo desde María"; "Configurarse a Cristo con María"; "Rogar a Cristo con María"; "Anunciar a Cristo con María".
Solamente con un cristianismo espiritual profundamente mariano los fieles podrán dar el testimonio cristiano que se espera de ellos en el nuevo Milenio. Esto significa, por ejemplo, que la espiritualidad de la comunión deberá ser vivida de modo explícito también como espiritualidad de la comunión con María y en María, Madre de Cristo y de los cristianos.
El Papa se dirige a todos los cristianos y presenta los elementos marianos que deben resplandecer en toda vida cristiana. No ha pretendido describir en esta Carta los peculiares aspectos cristológicos y marianos de la vida consagrada, es decir los peculiares elementos de especial conformación a Cristo y a María que caracterizan el programa de vida de las personas consagradas.
Las personas consagradas deben encontrar los elementos específicos de su manera de "caminar desde Cristo con María" en los textos del Concilio y en otros documentos del Magisterio de la Iglesia. La Exhortación Apostólica post-sinodal Vita Consecrata permanece siendo a este fin como "el punto de referencia más significativo y necesario" (RDC 3).