Cap., N.
1 INT, 8 | impregna toda la creación. El Hijo de Dios se ha hecho hombre,
2 I, 13| esta donación total de su Hijo que se hizo “obediente hasta
3 I, 16| si no coméis la carne del Hijo del hombre, y no bebéis
4 I, 17| Cuerpo y la Sangre de tu Hijo y llenos de su Espíritu
5 I, 18| proviene de que la carne del Hijo del hombre, entregada como
6 II, 21| comunión sacramental con el Hijo de Dios inmolado por nosotros: «
7 II, 23| conjunta e inseparable del Hijo y del Espíritu Santo, que
8 IV, 34| la identificación con el Hijo Unigénito, por obra del
9 IV, 36| comunión con el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. No
10 VI, 54| fiaros de la Palabra de mi Hijo. Él, que fue capaz de transformar
11 VI, 55| concibió en la anunciación al Hijo divino, incluso en la realidad
12 VI, 55| Espíritu Santo » era el « Hijo de Dios » (cf. Lc 1, 30.
13 VI, 55| creer que el mismo Jesús, Hijo de Dios e Hijo de María,
14 VI, 55| mismo Jesús, Hijo de Dios e Hijo de María, se hace presente
15 VI, 55| de la historia– donde el Hijo de Dios, todavía invisible
16 VI, 56| preanunciaba así el drama del Hijo crucificado y, en cierto
17 VI, 56| culminará en la unión con el Hijo en la pasión y se manifestará
18 VI, 57| nosotros: « !He aquí a tu hijo¡ ». Igualmente dice también
19 VI, 58| Eucaristía. Cada vez que el Hijo de Dios se presenta bajo
|