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P. Fabio Ciardi, OMI La vida consagrada “escuela de comunión”… IntraText CT - Texto |
2. La “opción” eclesiológica del laicado
A finales de los años 1980 la colaboración con los laicos se convierte en una opción positiva para la dirección de las obras. Se está más atentos al respeto de la variedad de las vocaciones y a su complementariedad con vistas al testimonio. Se declara que los laicos pueden enriquecer la vida espiritual de la comunidad y enriquecerse en cuanto al carisma espiritual y apostólico de un fundador y, así, colaborar más profundamente con la Congregación en las actividades específicas.
Progresivamente se llega a la convicción de que el cometido de los laicos en las obras de los Institutos no atañe sólo a las funciones de gestión, sino también a las educativas (formadores, docentes, animadores) y que el papel de los religiosos se identifica, sobre todo, con el testimonio de espiritualidad, el cuidado de las relaciones personales, la formación espiritual y la animación. Pero esto está todavía poco presente en la sensibilidad común y, más aún, no faltan las desconfianzas hacia una excesiva apertura a los laicos.
Esta fase queda bien formulada en las preguntas que se hace, todavía en 1987, el superior general de los Josefinos: “En verdad ¿consideramos a los laicos como sujetos de apostolado, con los que podemos y debemos colaborar, y como cristianos que responden a su propia vocación bautismal? O, al contrario, ¿los consideramos solamente como ayudantes nuestros, y sostenedores de nuestras obras? Su inserción ¿es vista como deber eclesial y característica de nuestro carisma y, por tanto, enriquecimiento? O, al revés, ¿cómo una necesidad dictada por la insuficiencia de personal u otras exigencias externas? A veces los encontramos no preparados espiritual y culturalmente o inconstantes, o entrometidos. Pero, por otra parte, también es verdad que a veces son nuestros laicos los que se quedan disgustados al constatar que alguno de nosotros está menos abierto que ellos al espíritu del Concilio y que no se compromete en aquella formación permanente de la que, en cambio, muchos de ellos sienten fuerte necesidad” 5[5].