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Pio XII Sponsa Christi IntraText CT - Texto |
Las antiguas Vírgenes cristianas
2. No es esto de maravillar, toda vez que las Vírgenes cristianas, «la porción más gloriosa del rebaño de Cristo», a impulsos del amor, menospreciando todas las solicitudes del mundo, como ajenas a él, y superando la división del corazón, tan cómoda como llena de peligros, no solamente se consagraron del todo a Cristo como a verdadero Esposo de las almas, sino que entregaron para siempre su vida, adornada con las joyas de todas las virtudes cristianas, al servicio de Jesucristo y de su Iglesia.
3. Esta consagración mística de las Vírgenes a Cristo y este entregarse a la Iglesia se hacía en los primeros siglos cristianos espontánea y privadamente, y más bien con hechos que con fórmulas y palabras. Pero cuando más tarde formaron las Vírgenes no sólo una clase, sino un estado ya definido, y un orden aprobado por la Iglesia, comenzó a ejercitarse públicamente la profesión de la virginidad, y por lo mismo era confirmada con vínculos más estrechos. Después la Iglesia, al aceptar el sagrado voto y propósito de la virginidad, consagraba la Virgen como persona inviolablemente entregada a Dios y a la Iglesia con un rito tan solemne, que con razón está registrado entre los más hermosos monumentos de la antigua liturgia, y distinguía claramente a esa Virgen de las otras que con votos solamente privados se obligaban a Dios.
4. Esta profesión de virginidad era guardada con una vida ascética vigilante y severa, y alimentada y fomentada juntamente con ejercicios de piedad y de virtud. En las primitivas enseñanzas de los Santos Padres, tanto griegos y orientales como latinos, resalta y es puesta ante los ojos la imagen fiel y hermosísima de la Virgen cristiana. Ellos en sus escritos ilustraron y describieron vivamente, con gran diligencia y amor, todo aquello que, en el orden ya interno ya externo, tenía alguna relación con la santidad y perfección virginal.
5. Hasta dónde respondía, en este período, este moda angelical de vida de las Vírgenes cristianas a las exhortaciones y argumentos de los Padres, y de cuántas heroicas virtudes, como de perlas, se nos presenta adornada, lo sabemos en parte por el camino directo y cierto de los monumentos y documentos históricos, y en parte también, sin duda, lo podemos conjeturar por otras fuentes profundas.
6. Sobre todo, una vez concedida la paz a los cristianos, comenzó a propagarse el género de vida de los anacoretas, como también el de los cenobitas; y siguiendo a ellos, el estado de las Vírgenes consagradas a Dios iba perfeccionándose y confirmándose con la profesión expresa y determinada, cada día más frecuente, de los consejos de pobreza y de más estricta obediencia.