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Juan Pablo II Ecclesia in Asia IntraText CT - Texto |
Una Iglesia que testimonia
42. El concilio Vaticano II enseñó claramente que toda la Iglesia es misionera, y que la labor de evangelización corresponde a todo el pueblo de Dios204 . Dado que el pueblo de Dios, como tal, ha sido enviado a predicar el Evangelio, la evangelización nunca será obra de una persona aislada; más bien, es una tarea eclesial, que debe cumplirse en comunión con toda la comunidad de fe. La misión es única e indivisa, pues tiene un solo origen y un único fin. Sin embargo, en su interior, existen diversas responsabilidades y diversos tipos de actividades205 . En cualquier caso, es evidente que no puede haber auténtico anuncio del Evangelio si los cristianos no dan al mismo tiempo testimonio de una vida acorde con el mensaje que predican: «La primera forma de testimonio es la vida misma del misionero, la de la familia cristiana y de la comunidad eclesial, que hace visible un nuevo modo de comportarse. (...) Todos en la Iglesia, esforzándose por imitar al divino Maestro, pueden y deben dar este testimonio, que en muchos casos es el único modo posible de ser misioneros»206. Hoy hay especial necesidad de un auténtico testimonio cristiano, pues «el hombre contemporáneo cree más a los testigos que a los maestros; cree más en la experiencia que en la doctrina, en la vida y los hechos que en las teorías» 207. Eso es verdad especialmente en el contexto de Asia, donde a las personas se las convence más con santidad de vida que con argumentos intelectuales. Por eso, la experiencia de la fe y de los dones del Espíritu Santo resultan el punto de partida de cualquier actividad misionera en las aldeas, en las ciudades, en las escuelas o en los hospitales, entre los discapacitados, los emigrantes o las poblaciones que viven en tribus, así como en la promoción de la justicia y en la defensa de los derechos humanos. Cada situación constituye para los cristianos una ocasión para demostrar la fuerza que ha adquirido en su vida la verdad de Cristo. Por consiguiente, la Iglesia en Asia, inspirada en el ejemplo de los numerosos misioneros que en el pasado dieron testimonio heroico del amor de Dios entre los pueblos del continente, se esfuerza hoy por testimoniar con igual celo a Jesucristo y su Evangelio. Lo exige la misión cristiana.
Los padres sinodales, conscientes del carácter esencialmente misionero de la Iglesia y con la mirada puesta en una nueva efusión del dinamismo del Espíritu Santo al inicio del nuevo milenio, pidieron que esta exhortación apostólica postsinodal ofrezca algunas directrices e indicaciones a los que trabajan en el vasto campo de la evangelización en Asia.