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Juan Pablo II Ecclesia in Asia IntraText CT - Texto |
Los jóvenes
47. Los padres sinodales se mostraron particularmente sensibles con respecto al tema de la juventud en la Iglesia. Los numerosos y complejos problemas que los jóvenes afrontan hoy en el mundo asiático, en proceso de cambio, impulsan a la Iglesia a invitarlos a cumplir sus responsabilidades con relación al futuro de la sociedad y de la Iglesia, animándolos y sosteniéndolos en todo momento para estar segura de que sean capaces de asumir esa responsabilidad. La Iglesia les ofrece la verdad del Evangelio como un misterio gozoso y liberador, que es preciso conocer, vivir y compartir con los demás con convicción y valentía.
Para que los jóvenes puedan ser agentes eficaces de misión, es necesario que la Iglesia les ofrezca una atención pastoral adecuada231. En sintonía con los padres sinodales, recomiendo que, en la medida de las posibilidades, cada diócesis de Asia designe capellanes o directores de la juventud para promover su formación espiritual y el apostolado entre los jóvenes. Las escuelas católicas y las parroquias tienen el papel vital de ofrecer una formación integral a los jóvenes, tratando de llevarlos por el camino del seguimiento auténtico de Cristo y desarrollando en ellos las cualidades humanas que la misión requiere. Obras apostólicas organizadas para la juventud o centros específicos para ellos pueden brindar la experiencia de la amistad cristiana, tan importante para los jóvenes. La parroquia, las asociaciones y los movimientos pueden ayudarles a afrontar mejor las presiones sociales, ofreciéndoles no sólo un crecimiento más maduro en la vida cristiana, sino también un apoyo bajo forma de asesoramiento para la orientación profesional, la búsqueda vocacional y la problemática juvenil.
La formación cristiana de los jóvenes en Asia debe partir del reconocimiento de que no sólo son objeto de la atención pastoral de la Iglesia, sino también «agentes y cooperadores en la misión de la Iglesia en las diferentes tareas apostólicas de amor y servicio»232 . Por tanto, en las parroquias y en las diócesis, es preciso invitar a los jóvenes a tomar parte en la organización de actividades que les afectan y los implican. Su vitalidad y entusiasmo, su espíritu de solidaridad y de esperanza los pueden convertir en constructores de paz en un mundo dividido. A este respecto, es alentador ver a jóvenes que participan en programas de intercambio entre Iglesias particulares de países asiáticos y de otros continentes, con miras a la promoción del diálogo interreligioso e intercultural.