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Juan Pablo II Ecclesia in Asia IntraText CT - Texto |
Los mártires
49. Por más importantes que sean los programas de formación y las estrategias, al final es el martirio el que revela la esencia más auténtica del mensaje cristiano. La palabra misma «mártir» significa testigo, y los que han derramado su sangre por Cristo han dado el testimonio supremo del auténtico valor del Evangelio. En la bula de convocación del gran jubileo del año 2000, Incarnationis mysterium, subrayé la importancia vital de recordar a los mártires. Escribí: «Desde el punto de vista psicológico, el martirio es la demostración más elocuente de la verdad de la fe, que sabe dar un rostro humano incluso a la muerte más violenta y que manifiesta su belleza incluso en medio de las persecuciones más atroces»239. A lo largo de los siglos, Asia ha dado a la Iglesia y al mundo un gran número de estos héroes de la fe, y desde el corazón de Asia se eleva el gran canto de alabanza: «Te martyrum candidatus laudat exercitus». Éste es el himno de los que han muerto por Cristo en tierra de Asia en los primeros siglos de la Iglesia, y es también el grito gozoso de hombres y mujeres de tiempos más recientes, como san Pablo Miki y compañeros, san Lorenzo Ruiz y compañeros, san Andrés Dung Lac y compañeros, san Andrés Kim Taegon y compañeros. Que el gran ejército de mártires de Asia, antiguos y nuevos, enseñe constantemente a la Iglesia que está en ese continente lo que significa dar testimonio del Cordero, en cuya sangre han lavado sus vestidos resplandecientes (cf. Ap 7, 14). Que sean testigos indómitos de que los cristianos están llamados a proclamar siempre y por doquier sólo la fuerza de la cruz del Señor. Y la sangre de los mártires de Asia sea ahora, como siempre, semilla de vida nueva para la Iglesia en todo el continente.