Índice | Palabras: Alfabética - Frecuencia - Inverso - Longitud - Estadísticas | Ayuda | Biblioteca IntraText |
Juan Pablo II Ecclesia in Asia IntraText CT - Texto |
La celebración de la Asamblea especial
3. Por gracia de Dios, la Asamblea especial para Asia del Sínodo de los obispos se desarrolló del 18 de abril al 14 de mayo de 1998 en el Vaticano, después de las Asambleas para África (1994) y para América (1997), y antes de la Asamblea especial para Oceanía, que tuvo lugar a fines del año 1998. Durante casi un mes, los padres sinodales y los demás participantes, reunidos en torno al Sucesor de Pedro y compartiendo el don de la comunión jerárquica, dieron voz y rostro a la Iglesia en Asia. Sin lugar a dudas, se trató de un momento especial de gracia5 . Anteriores reuniones de obispos de Asia habían contribuido a la preparación del Sínodo, haciendo posible un clima de intensa comunión eclesial y fraterna. A este respecto, fueron de especial importancia las precedentes asambleas plenarias y los seminarios organizados por la Federación de las Conferencias episcopales de Asia y por sus oficinas, que congregaron periódicamente a gran número de obispos de Asia, promoviendo entre ellos vínculos y lazos ministeriales. En algunos de esos encuentros tuve la dicha de participar, presidiendo a veces las solemnes celebraciones eucarísticas de apertura o clausura. En esas circunstancias, pude observar directamente el encuentro en el diálogo entre las Iglesias particulares, incluidas las Iglesias orientales, en las personas de sus pastores. Esas y otras asambleas regionales de los obispos de Asia sirvieron providencialmente para la preparación remota de la Asamblea sinodal.
La celebración efectiva del Sínodo mismo confirmó la importancia del diálogo como estilo característico de la vida de la Iglesia en Asia. Una intercomunicación sincera y honrada de experiencias, de ideas y de propuestas se manifestó como el camino para un genuino encuentro de almas, una comunión de mentes y corazones que, en el amor, respeta y trasciende las diferencias. Fue especialmente conmovedor el encuentro de las Iglesias nuevas con las antiguas, que se remontan hasta los Apóstoles. Experimentamos la alegría incomparable de ver a los pastores de las Iglesias particulares que están en Myanmar, Vietnam, Laos, Camboya, Mongolia, Siberia, y en las nuevas repúblicas de Asia central, sentados al lado de sus hermanos, que desde hacía mucho tiempo deseaban encontrarse y dialogar con ellos. Sin embargo, se sintió tristeza por el hecho de que los obispos de China continental no pudieron estar presentes. Su ausencia se transformó en un recuerdo constante de los sacrificios heroicos y de los sufrimientos que la Iglesia sigue afrontando en muchas partes de Asia.
El encuentro en el diálogo de los obispos con el Sucesor de Pedro, al que se le ha encomendado la misión de confirmar a los hermanos (cf. Lc 22, 32), sirvió para fortalecerlos en la fe y en la misión. Día tras día, el aula sinodal y las salas de reunión se llenaron de testimonios de fe profunda, de amor dispuesto al sacrificio, de esperanza inquebrantable, de compromiso que supera largas pruebas, de valentía perseverante y de perdón misericordioso. En las diversas exposiciones se manifestó de forma elocuente la verdad de las palabras de Jesús: «Yo estoy con vosotros todos los días» (Mt 28, 20). El Sínodo fue un momento de gracia, un encuentro con el Salvador, que sigue estando presente en su Iglesia mediante la fuerza del Espíritu Santo, experimentada en el diálogo fraterno de vida, de comunión y de misión.