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Juan Pablo II Ecclesia in Asia IntraText CT - Texto |
8. La Iglesia necesita siempre comprender de modo exacto la situación política en los diversos países donde cumple su misión. Hoy, en Asia, el panorama político es sumamente complejo, con un vasto conjunto de ideologías que inspiran formas de gobierno que van desde la democracia hasta la teocracia. Por desgracia, existen aún dictaduras militares e ideologías ateas. Algunos países reconocen una religión oficial de Estado, que permite poca libertad de religión a las minorías y a los seguidores de otras religiones, y a veces ni siquiera la permite. Otros Estados, aunque no sean explícitamente teocráticos, tienen a las minorías como ciudadanos de segunda clase, con muy poco respeto a los derechos humanos fundamentales. En algunos lugares los cristianos son considerados traidores con respecto a su país22 ; son perseguidos y se les niega su legítimo lugar en la sociedad. Los padres sinodales recordaron de modo especial al pueblo de China, y expresaron su ferviente deseo de que todos los católicos chinos puedan un día practicar su religión libremente y profesar abiertamente su plena comunión con la Sede de Pedro23.
Aun apreciando los progresos que muchos países asiáticos están logrando bajo diversas formas de gobierno, los padres sinodales llamaron la atención también sobre la difundida corrupción que existe, en varios niveles, tanto en el Gobierno como en la sociedad24 . Con demasiada frecuencia las personas se sienten incapaces de defenderse a sí mismas frente a los políticos corruptos, a las autoridades judiciales, a los administradores y burócratas. Pero en Asia cada vez se toma mayor conciencia de la capacidad del pueblo para cambiar estructuras injustas. Cada vez se reivindica más una mayor justicia social, mayor participación en el gobierno y en la vida económica, iguales oportunidades en el campo de la educación y una justa distribución de los recursos de la nación. Los ciudadanos están tomando cada vez mayor conciencia de su propia dignidad y de sus derechos humanos, y cada vez están más dispuestos a protegerlos. Grupos étnicos, sociales y culturales minoritarios, que desde hacía mucho tiempo no daban señales de vida, buscan caminos para convertirse en protagonistas de su propio desarrollo social. El Espíritu de Dios ayuda y sostiene los esfuerzos que realizan las personas para transformar la sociedad, a fin de que la búsqueda humana de una vida más abundante pueda realizarse de la manera querida por Dios (cf. Jn 10, 10).