Capitulo
1 I | escribiente, llamado Bonifacio Reyes, pertenecía a una honrada
2 I | ocurrió despedir al pobre Reyes, porque «en suma no sabía
3 I | fugitivo, al pobre Bonifacio Reyes. Pareció en Méjico, en Puebla.
4 I | Emma, rival algún día de Reyes. A la semana siguiente Emma
5 I | el carácter de Bonifacio Reyes; hasta la inclinación de
6 I | el tañer, inclinación que Reyes exageraba, contribuía a
7 I | parecido con un bienaventurado. Reyes, tocando la flauta, recordaba
8 I | pared de enfrente, porque Reyes tenía la cabeza gacha como
9 I | afán de la mirada, creía Reyes que expresarían la intensidad
10 II | por los de su raza.~ Reyes comprendía bien que, sin
11 II | despreciando a Bonifacio Reyes sin ningún género de disimulo.
12 III | inútil que Emma y el mismo Reyes quisiesen excusar esta ceremonia. -
13 III | se pudiera, no la vería Reyes, que ni siquiera miraba.
14 III | su Bonis, como llamaba a Reyes; y al verle ir y venir por
15 IV | silencios que tanto agradaban a Reyes, estaban consagrados a los
16 IV | en pocos minutos. Llegó Reyes, dio las friegas con gran
17 IV | habían sido el encanto de Reyes. No se explicaba él bien
18 IV | dentro, era el del ensayo; a Reyes no le gustaba la ficción
19 IV | eran, a verlos pintados de reyes o de sacerdotisas respectivamente.
20 IV | había nadie en el palco. Reyes abrió la puerta, procurando
21 IV | derecha del actor (así pensaba Reyes), alrededor de una mesa
22 IV | las circunstancias.~ Reyes había leído la Odisea en
23 IV | del hachís 6 y del opio... Reyes había hecho a su modo un
24 IV | la miseria, le parecían a Reyes motivos de poética piedad
25 IV | director que se reía siempre, y Reyes, que no entendía a Mochi,
26 IV | ya le consagraba a él, a Reyes, todos sus concetti. Tanto
27 IV | de cabeza. Miró Mochi a Reyes... y Reyes, poniéndose muy
28 IV | Miró Mochi a Reyes... y Reyes, poniéndose muy colorado,
29 V | un asiento en lo oscuro. Reyes se sentó en primera fila,
30 V | había notado el saludo de Reyes, tocó familiarmente con
31 V | rapidísimo gesto, vio a Reyes y se deshizo en cortesías...~
32 V | advertido su distracción.~ Reyes encontró en sus ojos la
33 V | gloria para el corazón de Reyes, que estuvo viendo candelillas
34 V | el lenguaje que entendía Reyes. Pidió el italiano con tal
35 V | entre las manos; saludó a Reyes con solemnidad, y se puso
36 V | ruinas de un templo griego, Reyes pensaba:~ -Esas columnas
37 V | entre los dedos al pasmado Reyes, sin decir más que:~ -
38 V | Con la generosidad de Reyes coincidió (pura coincidencia)
39 V | pocos que fueran, veía a Reyes que batía palmas entusiasmado;
40 V | bastidores arrastrados, y Reyes se vio entre un corro de
41 V | caballero!~ -¡Ah, el Sr. Reyes!...~ -¡Reyes herido!...~ -¡
42 V | el Sr. Reyes!...~ -¡Reyes herido!...~ -¡Una desgracia!...~
43 V | en primera fila; y como Reyes, con el susto que le habían
44 V | el tocador de la tiple. Reyes se dejó compadecer, cuidar,
45 V | próximo al del paciente. Reyes, en efecto, allá entre sueños,
46 V | volviera a pedir dinero a Reyes. Durante una semana se juzgó
47 V | vuelto a acordarse Mochi, ni Reyes se atrevió a pedírselos;
48 V | sido». Las cavilaciones de Reyes en este punto no pasaron
49 V | hijo. «Esa sonrisa -pensaba Reyes -, equivale a una hipoteca...
50 V | sucediera, él, Bonifacio Reyes, no pediría ni un cuarto
51 V | Media hora después, Reyes recibía trescientos duros
52 V | algos, del pito que tocaba Reyes en su casa; pero lo que
53 V | su cuarto con su carísimo Reyes, y en mangas de camisa y
54 V | Bonifacio. Julio juraba que Reyes tenía el alma de artista,
55 VI | Una liebre -dijo Reyes maquinalmente.~ -Va,
56 VI | acercó a su amigo el Sr. Reyes y le frotó las orejas con
57 VI | palmadita en el vientre a Reyes; y de pronto se quedó muy
58 VI | sin duda al gaznate 11de Reyes, porque el infeliz se atragantó
59 VI | era la historia!, pensó Reyes desde el abismo de su postración.
60 VI | negocios.~ En cuanto a Reyes, al llegar al portal, donde
61 VI | auxilio. Cuando volvió en sí Reyes, sintió, como la noche anterior,
62 VII | instrumento, limpió la mesa de Reyes y le preguntó si quería
63 VII | el pueblo.~ Servido Reyes, el mozo volvió a su guitarra,
64 VII | ya flojas, le hicieron a Reyes ponerse en el caso del rey
65 VII | entiende con la tiple, Sr. Reyes; pero yo defiendo la virtud
66 VII | argumento es este: «El Sr. Reyes sabe que una mujer de estas
67 VII | de la italiana-inglesa, Reyes ni las había soñado. «¡Nunca
68 VII | los brazos de Bonifacio Reyes, ya estaba ella un poco
69 VII | multiplicar los trabajos de Reyes, su responsabilidad y alarde
70 VII | que, tiempo atrás, vivía Reyes olvidado por el mundo entero,
71 VII | cantidades» no quería pensar Reyes; se figuraba que toda la
72 VII | se figuraba su situación Reyes, fecundo siempre en alegorías
73 VII | techo; el sol que vio allí Reyes era un sol moral (quería
74 VIII| tenía medio aturdido, se vio Reyes al lado de su ídolo, Serafina,
75 VIII| cesar a beber de todo. Bebió Reyes ponche, champaña, benedictino
76 VIII| arrepiento, yo, Bonifacio Reyes, pago todo el gasto... eso
77 VIII| cuánto me halaga que al pobre Reyes abandonado, despreciado,
78 VIII| trópicos y muy usado, abraza a Reyes, que le besa entre lágrimas.)~
79 VIII| más seguro que el del Sr. Reyes. Si no ha pagado ahora mismo,
80 VIII| cerca sobre el cuello de Reyes, y este llegó a creer que
81 VIII| había en él, en Bonifacio Reyes. «Esto es manchar el tálamo
82 VIII| del cráneo. «¡Bonifacio! ¡Reyes! ¡Bonifacio!» le decían
83 VIII| limpia. No tuvo más remedio Reyes que vestirse provisionalmente
84 IX | el orden, como el haber reyes, y contribución, y Guardia
85 X | Eufemia entró en la alcoba de Reyes, y le despertó diciendo:~ -
86 X | casi seguro, que a él, a Reyes, le había de caer encima
87 X | decía. La verdad era que Reyes no tenía nada que explicar
88 X | reinante.~ No le cogía a Reyes tan de nuevas la cuestión
89 X | una preposición. Bonifacio Reyes había cursado en el Instituto
90 X | eso... del pie... -repitió Reyes.~ Emma tragó el buche
91 X | fuerzas, nunca supo de dónde, Reyes dijo al fin, hablando como
92 X | murmuraba en el pueblo si él, Reyes, tenía o no tenía que ver
93 X | tal extremo el terror de Reyes respecto a lo que debía
94 X | inglés, por supuesto. A Reyes a ratos se le figuraba que
95 X | grupos para ver a la de Reyes, y los de la faltriquera
96 X | esa? -preguntó la mujer de Reyes.~ Bonifacio, viendo
97 X | volvía a la escena, la de Reyes ensayaba la repetición del
98 X | Valcárcel, o si se quiere los Reyes, aunque más propio es decir
99 X | exento de peligros. Y cuando Reyes iba a pedir permiso a su
100 XI | XI -~ Bonifacio Reyes era admirador del arte en
101 XI | En cosas así pensaba Reyes una tarde, cerca del crepúsculo,
102 XI | café del mismo nombre.~ Reyes aquella tarde velaba el
103 XI | febril, no desagradable.~ Reyes velaba. Había ido allí a
104 XI | cada día. Se le figuraba a Reyes tener dos casas, la de su
105 XI | otro tiempo. «Así, pensaba Reyes, debieran ser las caricias
106 XI | acostumbrado a su inocente Reyes y a la vida provinciana
107 XI | adhesión a los proyectos de Reyes. En cuanto a disculpar las
108 XII | señora... esta señora de Reyes... yo... la he visto, la
109 XII | Minghetti y Nepomuceno, sintió Reyes una especie de repugnancia;
110 XIII| Minghetti.~ En la cabeza de Reyes se mezclaban ambas empresas,
111 XIII| llegaban a defender a los de Reyes y a sus amigos, porque algunas
112 XIII| de Silva iban con la de Reyes a ver las óperas entre bastidores,
113 XIII| entusiasmo de agradecimiento, que Reyes estimaba en lo que valía.~ «
114 XIV | acontecimientos vinieron a sacar a Reyes de estas intermitentes veleidades
115 XIV | intrincada madeja de sofismas, Reyes reconoció que los afectos
116 XIV | de cosas, como le llamaba Reyes. La empresa había perdido
117 XIV | sospechaba que el tonto de Reyes podía cansarse de ella y
118 XIV | trajeron una temporada a Reyes; después, siguiendo la pista
119 XIV | ya será tarde para los de Reyes; nuestro esfuerzo, el que
120 XIV | bailan sobre las ruinas! ¡Los Reyes se arruinan; la casa Valcárcel
121 XIV | molestos que los gritos.~ Reyes notó el olor de un antiespasmódico;
122 XIV | Alma mía! -exclamó Reyes comprendiendo de repente,
123 XIV | De todas suertes, Reyes tenía que contenerse para
124 XIV | destempladas. Desapareció Reyes, y los convidados quedaron
125 XIV | Nepomuceno.~ Pero ¿y Reyes?, preguntaban los amigos
126 XIV | cautividad doméstica. Los Reyes se sublevaban en él contra
127 XIV | Ella lo había visto: los Reyes eran de muy buena familia,
128 XIV | tío... Su padre, D. Pedro Reyes, procurador de la Audiencia,
129 XIV | esposa, de la familia de los Reyes; era un hombre sencillo,
130 XIV | al decaído linaje de los Reyes. Y la madre, a quien esto
131 XIV | Y ahora venía otro Reyes. Es decir, algo del espíritu
132 XIV | de mi padre. Y ahora los Reyes nacen ricos; vuelven al
133 XIV | Oh! ¿Sería sino de los Reyes? ¡Nacía uno más... y...
134 XIV | de todo; se vería si un Reyes podía ni debía ser esclavo
135 XV | consejos de Aguado, los de Reyes fueron a baños.~ Bonis
136 XV | del médico, que el infeliz Reyes continuó aplazando su resolución
137 XV | la curiosidad inútil de Reyes, se quedó pensativo.~
138 XV | naciese el hijo». Más hubo. Reyes se hizo supersticioso a
139 XV | encima de un momento a otro, Reyes se encontró en el portal
140 XV | que había hecho junto a Reyes; de una señora con unas
141 XV | todavía mucho, Bonifacio Reyes, te quiere, SERAFINA».~
142 XV | imperaban siempre en el alma de Reyes. Desde que llegó la carta
143 XV | ocasión de verse solos.~ Reyes estaba satisfecho de su
144 XV | separándose de Emma, y Reyes avanzó resuelto, con ademán
145 XV | saludó a nadie; separó a Reyes de un empujón del lado de
146 XVI | gran remordimiento notaba Reyes que su corazón tomaba en
147 XVI | horas era el parecido con Reyes abuelo, con don Pedro Reyes,
148 XVI | Reyes abuelo, con don Pedro Reyes, sobre todo en una arruga
149 XVI | tipo Valcárcel, ni el tipo Reyes. Parece extranjero. Chica,
150 XVI | Nadie se acordaba de los Reyes pretéritos para nada.~
151 XVI | primer momento. Empezaba Reyes a desorientarse. Además,
152 XVI | lo inaudito. Comprendía Reyes que estaba allí solo, que
153 XVI | arrogancia. Antes que contestara Reyes, don Nepo miró satisfecho
154 XVI | Lo que yo digo, señor Reyes -y el señor don Juan Nepomuceno
155 XVI | fábrica, la ruina de Antonio Reyes, de su único hijo. En el
156 XVI | alguna parte de su carrera, Reyes salió de casa, con sus papeles
157 XVI | de que nadie hizo caso, Reyes decidió a media tarde montar
158 XVI | Nepo y Sebastián, en los Reyes que habían sido, y en los
159 XVI | De aquí salieron los Reyes -pensó Bonifacio, que desde
160 XVI | El Ulises de Raíces, el Reyes que había emigrado, no había
161 XVI | donde eran oriundos los Reyes. Era aquella, por fortuna,
162 XVI | honor de criar a Antonio Reyes, estarían en la capital
163 XVI | que bramaban a lo lejos. Reyes, volviendo grupas, seguro
164 XVI | en qué siglo salieron los Reyes de aquí, ni lo que eran
165 XVI | carácter de mi padre. Los Reyes... no debieron salir de
166 XVI | bueno, la gloria de los Reyes... Y acaso, acaso, cuando
167 XVI | en Raíces la casa de los Reyes...; y él, Bonis, vendría
168 XVI | y a restaurar la de los Reyes. Y ¡adiós, Raíces, hasta
169 XVI | su padre, al procurador Reyes, sí; el gesto de pena, la
170 XVI | Doña Celestina -dijo Reyes con voz melosa, humilde,
171 XVI | otra... Hasta que por fin Reyes notó que el organista estaba
172 XVI | mientes en la ausencia de Reyes. Tan insignificante era
173 XVI | esto que te digo: Bonifacio Reyes cree firmemente que Antonio
174 XVI | cree firmemente que Antonio Reyes y Valcárcel es hijo suyo.
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