Capitulo
1 I | El escribiente, llamado Bonifacio Reyes, pertenecía a una
2 I | generaciones, pobre y desgraciada. Bonifacio era un hombre pacífico,
3 I | casa con su novio. En vano Bonifacio, que se había dejado querer,
4 I | tierra al fugitivo, al pobre Bonifacio Reyes. Pareció en Méjico,
5 I | estos en comunicación con Bonifacio. ¿Cómo traerle? ¿De qué
6 I | del periódico mejicano. Bonifacio aceptó, se volvió a su tierra;
7 I | semana siguiente Emma y Bonifacio se vieron, y a los tres
8 I | comprendió que no era aquel el Bonifacio que ella había soñado. Era,
9 I | el honor de su raza.~ Bonifacio no sospechaba nada ni del
10 I | la vida. Es de notar que Bonifacio, hombre sencillo en el lenguaje
11 I | armonía con el carácter de Bonifacio Reyes; hasta la inclinación
12 I | inteligente que pide socorro. Bonifacio, en tales trances, parecía
13 I | a paseo o a visitas. Su Bonifacio no era más que una figura
14 II | caprichosa cónyuge del infeliz Bonifacio, no se detenía a escudriñar
15 II | ineludible despreciando a Bonifacio Reyes sin ningún género
16 III | con los primos y tíos; él, Bonifacio, no podía menos de estimarlos
17 III | aturdida sobrina, exigía que Bonifacio 1 estuviese delante; era
18 III | día de mañana no diga ese (Bonifacio) que os he arruinado por
19 III | prescindido de la presencia de Bonifacio, Emma consiguió que se prescindiera
20 III | sobre el ánimo encogido de Bonifacio: la una era una gran tristeza,
21 III | había perdido el estómago, y Bonifacio la tranquilidad, su musa.
22 III | la conciencia del mísero Bonifacio. «¿No lo comprendía él así?».
23 III | tendré que suspenderlo?~ Bonifacio palidecía, la saliva se
24 III | pero hecho una laceria. Bonifacio, que a pesar de todo quería
25 III | ocasión ¡rara avis! (dijo) Bonifacio tenía de su parte la razón;
26 III | sería cierta una cosa: que Bonifacio estaba tocando la flauta
27 III | esta parte Emma hacía a su Bonifacio la justicia de reconocerle
28 III | convalecencia, parecían en Bonifacio, por lo que toca al aspecto
29 III | su humillación. Reñir a Bonifacio llegó a ser su único consuelo;
30 III | del suave cónyuge.~ Bonifacio no era cobarde; pero amaba
31 III | incumbencia exclusiva de Bonifacio. Entonces él veía el cielo
32 IV | notar que en el pueblo de Bonifacio, como en otros muchos de
33 IV | al cielo!, etc.~ ~decía Bonifacio y decían todos los de su
34 IV | para D. Críspulo.~ Bonifacio, que había sido uno de los
35 IV | cataplasma -¡caso raro! -, Bonifacio entró en la tienda de paños
36 IV | paladinamente, y el mismo Bonifacio, muy joven entonces, tenía
37 IV | pensaban los demás.~ A Bonifacio aquella narración le había
38 IV | sagrados. ¿Y él mismo, pensaba Bonifacio, qué era más que un esquinazo,
39 IV | hasta de día, como pensaba Bonifacio, parecía haber reflejos
40 IV | haber reflejos de la luna. Bonifacio vio dos actos de La Extranjera
41 IV | cantando.~ Y se acostó Bonifacio, discurriendo: «¡Sí, es
42 IV | había ensayo, y allí estaba Bonifacio, más muerto que vivo, barruntando
43 IV | ya que esto no podía ser, Bonifacio prefería oír a los cantantes
44 IV | le traía malas noticias. Bonifacio amaba el arte por el artista,
45 IV | extraordinaria de forastero, era para Bonifacio muy recomendable; no ser
46 IV | respeto y admiración de Bonifacio llegaban a ser religión,
47 IV | concetti. Tanto se lo agradeció Bonifacio, que al tiempo de levantarse
48 V | hogar por algunas horas, y Bonifacio volvió al ensayo. Ahora
49 V | pasar a las buenas palabras: Bonifacio y otros señores de su palco
50 V | llegaban allí. Poco después Bonifacio se arriesgó, poniéndose
51 V | tampoco; la traducción de Bonifacio consistió en repetir a gritos
52 V | quehaceres domésticos, llegó Bonifacio a intimar con las partes,
53 V | tal punto entre Mochi y Bonifacio, que el tenor, después de
54 V | cerca de dos mil duros, que Bonifacio tuvo que decirse: «Para
55 V | quería dar a entender, y Bonifacio, comprendiéndolo, rectificó:~ -
56 V | que gozaban muy pocos, a Bonifacio le consentía el empresario
57 V | también por todos lados, a Bonifacio, que aguardaba allí como
58 V | anduviera ciega.~ No era Bonifacio hombre capaz de aprovechar
59 V | matrimonios desiguales. Bonifacio en aquel estado no era responsable
60 V | con alguna tranquilidad, Bonifacio extrañaba un poco dos cosas:
61 V | pedirle dinero otra vez a Bonifacio, los amores de este con
62 V | al 10 segundo préstamo, Bonifacio tuvo que confesarse a sí
63 V | sucediera lo que sucediera, él, Bonifacio Reyes, no pediría ni un
64 V | provincia.~ En cuanto Bonifacio reconoció al Mayor sintió
65 V | siempre habían inspirado a Bonifacio una especie de terror supersticioso.~
66 V | de la oreja izquierda a Bonifacio -; ahora que ya tiene usted
67 V | firmado nada, iba a añadir Bonifacio; pero se contuvo recordando
68 V | mandaba en casa.~ A Bonifacio aquel día con las glorias
69 V | interesantes, Serafina, Julio y Bonifacio. Julio juraba que Reyes
70 V | pisaba con fuerza un pie de Bonifacio que tenía debajo del suyo.
71 V | la tal fonda. Serafina y Bonifacio echaron a andar. A los tres
72 V | empujaba.~ -Serafina -dijo Bonifacio con voz temblona, pero de
73 V | por tonto.~ -¿Por qué, Bonifacio?~ -Por mil razones...
74 V | voluptuosidad ciega y loca, la veía Bonifacio casi desvanecido; después
75 VI | las ocho, despertaron a Bonifacio diciéndole que deseaba verle
76 VI | dijo con alguna impaciencia Bonifacio, que lleno de remordimientos
77 VI | mujer dormía a tales horas, Bonifacio no tuvo inconveniente en
78 VI | contener onzas de oro.~ Bonifacio se puso en pie, y sin darse
79 VI | qué se le daban.~ Mas Bonifacio volvió en sí y exclamó:~ -
80 VI | Sí que es -exclamó Bonifacio, que se había puesto muy
81 VI | con la cabeza desde que Bonifacio había dicho casa.~ -
82 VI | Vamos a ver -dijo Bonifacio, que apenas oía, porque
83 VI | usted?~ Ni palabra. Bonifacio no comprendió que se trataba
84 VI | quedar allí, y arrancó a Bonifacio la palabra de honor de que
85 VI | bajando la escalera.~ A Bonifacio se le había ocurrido, ante
86 VI | furias del Averno (estilo Bonifacio), gritándole: «Infame, adúltero, ¿
87 VI | llegar la fantasía!», pensaba Bonifacio temblando de pies a cabeza.
88 VI | siete mil reales, que él, Bonifacio, podría gastar en lo que
89 VI | Emma; más era; el mismo Bonifacio reconocía que en su fuero
90 VI | usted dos palabras...~ Bonifacio hizo un gesto que pedía
91 VI | sí, bien; ¿y qué?~ Bonifacio había oído en casa, a los
92 VII | Debe advertirse que Bonifacio y el mozo, al hablar de
93 VII | palpitante, cayó en los brazos de Bonifacio Reyes, ya estaba ella un
94 VII | el punto de que, el mismo Bonifacio, a pesar de su gran retentiva
95 VII | que podía y debía asistir Bonifacio, había otras más recónditas
96 VIII| profano a quien se invitó fue Bonifacio; él, lleno de orgullo artístico,
97 VIII| todo nunca lo había estado Bonifacio; un poco más que alegre,
98 VIII| y no me arrepiento, yo, Bonifacio Reyes, pago todo el gasto...
99 VIII| rozándose los rostros:~ -Bonifacio, lo que te debo, lo que
100 VIII| noche.~ En cuanto a Bonifacio, comprendía, muy a su placer,
101 VIII| remotas, echó sus cuentas Bonifacio, y se dijo en el fuero interno,
102 VIII| virtual que había en él, en Bonifacio Reyes. «Esto es manchar
103 VIII| estallaban dentro del cráneo. «¡Bonifacio! ¡Reyes! ¡Bonifacio!» le
104 VIII| cráneo. «¡Bonifacio! ¡Reyes! ¡Bonifacio!» le decían aquellos tremendos
105 IX | secretos. Mucho discurrió Bonifacio, pero no logró dar en el
106 IX | ofrecen a morirse también!». Bonifacio, Sebastián, que tanto la
107 X | querido en cama, y ya estaba Bonifacio creyendo en la medicina.
108 X | Ello era una preposición. Bonifacio Reyes había cursado en el
109 X | famosos de Madrid. Ahora Bonifacio se dejaba vestir bien con
110 X | cachaza:~ -Tiene razón Bonifacio; ¿cómo quieres que él sepa
111 X | decirle a su mujer, a la de Bonifacio, que?... ¡Imposible!». «
112 X | bromitas, que horrorizaban a Bonifacio, tampoco las tenía todas
113 X | la mujer de Reyes.~ Bonifacio, viendo que Nepomuceno no
114 X | de verdad decir. ¿Lo ves, Bonifacio? El otro par lo trae esa
115 X | poco amo de su casa que era Bonifacio; despidiose del matrimonio
116 XI | XI -~ Bonifacio Reyes era admirador del
117 XI | Quevedo. Sin contar con que Bonifacio, menos instruido todavía
118 XI | Qué menos podía hacer Bonifacio por aquella mujer, a quien
119 XI | baile, pero sin ambigú.~ Bonifacio ocultaba a su mujer que
120 XI | hueca. Para que veas.~ Bonifacio miraba a su mujer con los
121 XII | los dedos flacos de Emma. Bonifacio, al ver unidas por las manos
122 XIII| entreactos.~ -¡Soy feliz, Bonifacio, muy feliz... y todo te
123 XIII| en un siglo positivo. Él, Bonifacio, había tenido que consentir
124 XIII| de nuevo sería él aquel Bonifacio corrompido, complaciente,
125 XIV | hijo que este al suyo... Bonifacio se había vuelto un poco
126 XV | Hasta se notó que miraba a Bonifacio con mayor respeto que nunca.
127 XV | que hacía algunas semanas Bonifacio oía muy atento sus conversaciones
128 XV | porque todas las tardes veo a Bonifacio echar grandes párrafos en
129 XV | pensaba y decía a su cómplice Bonifacio, tal vez estallase la cuerda
130 XV | de aprensión tratar con Bonifacio de semejante negocio.~
131 XV | te quiere todavía mucho, Bonifacio Reyes, te quiere, SERAFINA».~
132 XV | quiere, SERAFINA».~ Bonifacio no dudó un momento de la
133 XVI | hoja.~ -Usted, amigo Bonifacio, a la cama; a la cama unas
134 XVI | alcoba, y antes que nada, Bonifacio oyó distinto, claro, el
135 XVI | Antonio seguía llorando, y a Bonifacio le faltaba poco.~ «¡
136 XVI | presencia en no necesitándole, Bonifacio se recogía a la soledad
137 XVI | que renunciar a llamarle Bonifacio o Pedro, porque Emma desde
138 XVI | el padrino. Por todo pasó Bonifacio. No quería disturbios todavía;
139 XVI | Valcárcel y los Körner, Bonifacio, con voz temblorosa, pero
140 XVI | rigor, no hay nada... Ni Bonifacio desconfía del tío, ni el
141 XVI | desconfía del tío, ni el tío de Bonifacio, ni nadie pone en tela de
142 XVI | aquella tremenda pesadilla, Bonifacio, muerto de sueño, ebrio
143 XVI | salieron los Reyes -pensó Bonifacio, que desde una calleja vecina
144 XVI | coche en que las llevaría Bonifacio a la ciudad, para que fueran
145 XVI | vez volvamos juntos».~ Bonifacio, sacudiendo la cabeza, recobrando
146 XVI | batiente.~ Y se reían.~ Bonifacio no comprendía; ni lo intentó
147 XVI | Déjeme usted a mí, D. Bonifacio.~ El delegado del párroco
148 XVI | empezó sus latines, que Bonifacio entendía a medias.~
149 XVI | ópera entonces de moda. Bonifacio se acordó de la Dama de
150 XVI | flaco, de la criatura.~ Bonifacio se separó del grupo, y por
151 XVI | Serafina!~ -¡Bonifacio!~ -¿Qué haces aquí?~ -¿
152 XVI | acuérdate de esto que te digo: Bonifacio Reyes cree firmemente que
|