Capitulo
1 V | la mayor amabilidad de Serafina Gorgheggi. Por un privilegio,
2 V | tenía que pasar la tiple. Serafina siempre se inmutaba al entrar
3 V | correspondiente al día del préstamo, Serafina tuvo una ovación en el segundo
4 V | delicadeza, al préstamo.~ Serafina, inglesa, hablaba italiano
5 V | siempre... Es usted un ángel, Serafina.~ Sus palabras le enternecieron,
6 V | franca cordialidad.~ -Serafina... yo no sé... lo que me
7 V | todo correr, asustados. Serafina se puso en primera fila;
8 V | decoración de monte espeso?~ Serafina parecía adivinar la verdad
9 V | fueron favorables a Emma; Serafina pudo oír que aquella señora
10 V | cosas: primera, pensaba que Serafina estuviese enterada del favorcillo
11 V | íntimas e interesantes, Serafina, Julio y Bonifacio. Julio
12 V | para llegar a la tal fonda. Serafina y Bonifacio echaron a andar.
13 V | el viento empujaba.~ -Serafina -dijo Bonifacio con voz
14 V | él completamente nuevo -; Serafina, usted debe de tenerme por
15 V | qué sé yo!, ¡qué sé yo, Serafina!... Yo siempre he sido muy
16 V | no sé hablar... En fin, Serafina, yo la adoro a usted, porque,
17 V | después lo que quiera. ¡Ay, Serafina de mi alma, quiérame usted
18 VII | que se quisiera suponer a Serafina, y él la suponía todo lo
19 VII | de ensayo. Allí estaría Serafina de fijo. Tampoco le desagradó
20 VII | pensaba en conocerse.~ Serafina era suya, y él, por supuesto,
21 VII | él, por supuesto, era de Serafina, hasta donde podía serlo
22 VII | velaba, ¡sí, velaba!, y Serafina era la primera en mantener
23 VII | orgullo satisfecho.~ -Serafina me ama, me ama; estoy seguro;
24 VII | cabo a la conciencia de Serafina; mas fue el secreto mutuo,
25 VII | había equivocado uniéndose a Serafina para explotarla. ¿No era
26 VII | puso delante la tentación. Serafina, la primera vez que cayó
27 VII | protector. Los regalos que Serafina ocultaba no eran la mitad
28 VII | no sabe nada; esto ante Serafina; ante el nuevo galán no
29 VII | El segundo devaneo de Serafina, en Milán, ya no fue espontáneo.
30 VII | todo el día en los besos de Serafina; la veía, la oía, la olía,
31 VII | felicidad, era el contraste de Serafina, quieta, cansada y meditabunda,
32 VII | cansada y meditabunda, con Serafina en el éxtasis amoroso: esta
33 VII | modo, a su amor. Veía a Serafina en el teatro, en la posada
34 VII | había parado en manos de Serafina, ya en forma de regalos,
35 VII | desafinado o perdido el tiempo. Serafina, radiante, se lo perdonaba
36 VIII| de esta y la doncella de Serafina, que en los carteles figuraba
37 VIII| Reyes al lado de su ídolo, Serafina, que había comido mucho
38 VIII| enseguida su vergüenza al oír a Serafina que, quedándose muy seria,
39 VIII| atmósfera casi espiritual de Serafina; aquel olor a perfumes fuertes,
40 VIII| su silla como un saco, y Serafina, orgullosa de aquella oratoria
41 VIII| hora de... Bonis miró a Serafina con ojos que imploraban
42 VIII| compasión y ser adivinados.~ Serafina comprendió; sabía algo,
43 VIII| mayor sorpresa al amante de Serafina, que la actitud de su mujer
44 X | filósofo cuando tronase con Serafina y se fuera sintiendo viejo (
45 X | flauta y no podía ver a Serafina, y su mujer no le necesitaba,
46 X | bien con mayor agrado, pues Serafina notó el cambio y le encontró
47 X | doce estaba él en casa de Serafina; todo aquello era mentira;
48 X | mirada hasta el rostro de Serafina.~ -Vaya si es guapa -
49 X | la cuántos?...~ -Serafina Gorgheggi, creo...~ -¡
50 X | si tiene querido esa doña Serafina? Si lo tiene, ese habrá
51 X | pálido, al salir a las tablas Serafina, ahora Emma era la que tomaba
52 X | segunda vez el amante de Serafina tuvo remordimientos por
53 X | momento en que él faltaba a Serafina, dejándose interesar endiabladamente
54 XI | muy lujoso ni ancho que Serafina Gorgheggi ocupaba en la
55 XI | privilegio misterioso tolerado, Serafina y Julio tuvieron que reducirse
56 XI | tarde velaba el sueño de Serafina, que yacía allí cerca, en
57 XI | flauta y no estar dormida Serafina, hubiera acompañado con
58 XI | curvas sinuosas decían: Serafina.~ Media hora larga le
59 XI | satisfecho, poético, ideal, de su Serafina. Ya no eran aquellos los
60 XI | pasándome por la boca... Sí, sí, Serafina; en esas horas tengo lástima
61 XI | frío. Era en casa de su Serafina el mismo galán fino, pulcro,
62 XI | faltaba el hijo. Y en casa de Serafina, en casa de la pasión...
63 XI | encontraría en el cuarto de Serafina con las maletas hechas. «
64 XI | habían acabado por ser las de Serafina), de dignidad personal,
65 XI | caricias de mi esposa». Serafina se había acostumbrado a
66 XI | de brillar en el arte, y Serafina pensaba en otra clase de
67 XI | honradez como a un último lujo, Serafina también soñaba con la independencia,
68 XI | iniciativa. Nadie como Bonis. Serafina se encargó de rogarle que
69 XI | disculpara sus amores con Serafina; era, por el contrario,
70 XII | El cual, acompañado de Serafina y del barítono, entraba
71 XII | contemplar la hermosura de Serafina, que con la mirada humilde,
72 XII | especial, superior!~ Serafina, por disposición de Mocchi,
73 XII | música con lo suprasensible. Serafina, que tanto hubiera dado
74 XII | en cuanto oyó la voz de Serafina elevarse en el silencio
75 XII | de las estrellas!». «Mi Serafina, mi mujer según el espíritu,
76 XII | que el canto religioso de Serafina llegaba a narrar el misterio
77 XII | la querida, eso no; que Serafina perdonase, pero eso no;
78 XII | piano y habló en inglés con Serafina; en aquella sazón llegaban
79 XII | de respeto y deferencia. Serafina la había deslumbrado. Algunas
80 XII | mayor para ella, era en Serafina la mujer de vida irregular,
81 XII | quererlo, al hablar con Serafina; pero pronto se sintió deslumbrada
82 XII | perder el juicio cuando Serafina, poniéndose el abanico en
83 XII | también torpe de memoria, Serafina dijo:~ -¡Oh, qué hombres
84 XII | conversación para cantar Serafina de nuevo, ahora un terceto
85 XII | y despreocupados. Emma y Serafina hablaron algunos minutos
86 XII | cerebro... Emma era Sara...; Serafina, Agar... Faltaban Ismael,
87 XII | dadas las costumbres de Serafina, e Isaac... ¡Isaac! ¿Quién
88 XII | empresario forse...~ Serafina, dando la espalda a los
89 XIII| interés local. En cuanto a Serafina, era la gala de los paseos,
90 XIII| también las halagaba mucho. Serafina estaba en sus glorias, viéndose
91 XIII| sentido, oyendo cantar a Serafina una canción a la Virgen,
92 XIII| metido en casa. Vendría Serafina, y mientras Minghetti y
93 XIII| interminables, ellos dos, Serafina y él, en el cenador de la
94 XIV | la hora de despedirse de Serafina Gorgheggi; la cual, deshecha
95 XIV | verdad. ¡Ay!, separarse de Serafina, a pesar de aquella tibieza
96 XIV | El fenómeno que ofrecían Serafina, Julio y Gaetano, era tan
97 XIV | partes, a saber: Mochi, Serafina y Minghetti. Se presentó
98 XIV | desde el extranjero.~ Serafina dejaba con pena el pueblo,
99 XIV | que nunca pudo sospechar Serafina fue la principal idea de
100 XIV | había partido la comitiva. Serafina había ido al coche desde
101 XIV | marchaba la pasión. Se iba Serafina y venía Isaac. El que debía
102 XIV | dormirse; y soñó, llorando, con Serafina, que se había muerto y le
103 XV | bona que habían dejado. Serafina era la que más abusaba de
104 XV | escribía de tarde en tarde a Serafina, que se lo había exigido.
105 XV | A esto había contestado Serafina con extraña sonrisa: «Pero
106 XV | sano. Dejó de escribir a Serafina. «Así como así, todo aquello
107 XV | adúlteras. Suprimió las cartas. Serafina, a las pocas semanas, se
108 XV | dijo después Minghetti, que Serafina estaba en situación poca
109 XV | cómo se podía proteger a Serafina de modo compatible con la
110 XV | nada. Estaba seguro; era de Serafina. En efecto; en el café de
111 XV | suyas, las de su querida Serafina. Por eso sin duda no la
112 XV | sobre todo, la honradez. A Serafina le había sabido a gloria
113 XV | Bonifacio Reyes, te quiere, SERAFINA».~ Bonifacio no dudó
114 XV | Él debía algo también a Serafina. Si ella le había corrompido
115 XV | Desde que llegó la carta de Serafina fue la existencia de Bonis
116 XV | siempre derrotado.~ Serafina llegó; se presentó en el
117 XV | fue oficiar de amante, ni Serafina mostró deseos de reanudar
118 XV | correo interior. Una era de Serafina, que no había parecido por
119 XVI | Bonis llegó a recordar que Serafina misma le había querido dar
120 XVI | burlonas. Pero, en fin, lo de Serafina y lo de Mocchi podían ser
121 XVI | su amistad y protección. Serafina veía, de fijo, en lo que
122 XVI | su buen amigo... «¡Pobre Serafina!». No, no había que temer.
123 XVI | Si hubiese sido mi mujer Serafina, y este hijo suyo, y yo
124 XVI | mundo, ni aun, en rigor, por Serafina».~ Algunas horas después,
125 XVI | relieve churrigueresco.~ -¡Serafina!~ -¡Bonifacio!~ -¿
126 XVI | el libro bautismal.~ Serafina se puso en pie. Sonrió de
127 XVI | Bah!~ -¿Qué tienes, Serafina? ¿Cómo estás aquí?~ -
128 XVI | tono, y las dos lágrimas de Serafina le habían enternecido hasta
129 XVI | balbuciente y débil:~ -Serafina..., yo a ti te debo toda
130 XVI | también.~ Mas el rostro de Serafina volvió a asustarle. Aquella
131 XVI | no es tu hijo.~ -¡Serafina!~ Y no pudo decir más
132 XVI | Como él no hablaba, Serafina tuvo valor para añadir:~ -
133 XVI | acribillado de flechas.~ -Serafina..., te lo perdono..., porque
134 XVI | podría vivir. Estoy seguro, Serafina; mi hijo... es mi hijo. ¡
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