Índice | Palabras: Alfabética - Frecuencia - Inverso - Longitud - Estadísticas | Ayuda | Biblioteca IntraText
Alfabética    [«  »]
cuyas 1
cuyo 7
cuyos 3
d 133
da 9
daba 44
daban 17
Frecuencia    [«  »]
135 cuando
134 serafina
133 casa
133 d
131 hasta
127 sobre
124 bien
Leopoldo Alas alias Clarín
Su único hijo

IntraText - Concordancias

d

    Capitulo
1 I | sin esperanza, del insigne D. Antonio Diego Valcárcel 2 II | Parece ser que la castidad de D. Diego Valcárcel no era 3 II | mismo director espiritual, D. Diego había hecho antes 4 II | gastar. Bien hubiera querido D. Juan Nepomuceno, antes 5 II | acogiera a todos los suyos. D. Juan tuvo que contentarse 6 II | la provincia, y por fin, D. Diego, el padre de Emma, 7 II | llegando en este punto a caer D. Diego, valga la verdad, 8 II | aconsejado -decía después D. Diego explicando el adjetivo -; 9 II | los Valcárcel, gracias a D. Diego, a un grado de esplendor 10 II | forma de aneurisma. Muerto D. Diego, los Valcárcel perdieron 11 II | famoso y ya difunto abogado D. Diego Valcárcel, era, como 12 II | actual de la heredera de D. Diego, única persona que 13 II | estúpido escribiente de D. Diego. Aquella debilidad, 14 III | el antiguo escribiente de D. Diego, a quien había pagado 15 III | que confusamente creía. D. Juan Nepomuceno le aterraba 16 III | la sabiduría. Siempre que D. Juan daba noticia somera 17 III | versátil de la hija de D. Diego, adquirió determinadas 18 III | sido un ingrato para con D. Diego dejándose robar por 19 III | Acudieron a la citación de Emma D. Juan Nepomuceno, Sebastián 20 III | por contradecirme...~     D. Juan Nepomuceno, amante 21 III | al mísero escribiente de D. Diego, más humillado cuanto 22 III | por escrito, como hacía D. Diego cuando insultaba 23 IV | Rivas, de Larrañaga y de D. Heriberto García de Quevedo ( 24 IV | aquellos asiduos tertulios, un D. Críspulo Crespo, relator, 25 IV | dentro del mostrador, para D. Críspulo.~     Bonifacio, 26 V | despacho (el despacho de D. Diego, que seguía siendo 27 V | En aquel momento D. Juan Nepomuceno se presentó 28 V | suficiente para decir:~     -D. Juan, necesito mil reales.~      29 V | se lo explicó nunca.~     D. Juan Nepomuceno miró, sin 30 V | otra vez muy colorado.~     D. Juan clavó una mirada puntiaguda 31 V | al pobre escribiente de D. Diego Valcárcel.~     Ocho 32 V | no tengo».~     Pensó en D. Juan Nepomuceno, y hasta 33 V | estrecha, la de Santiago, subía D. Benito el Mayor, escribano, 34 V | brazo izquierdo. Le llamaban D. Benito el Mayor para distinguirle 35 V | duros en oro, de manos de D. Benito, en el despacho 36 V | terror supersticioso.~     D. Benito el Mayor tenía la 37 V | documentos que ha traído aquí D. Juan, su tío de usted... 38 V | Juan, su tío de usted... Ni D. Juan es mi tío...~     - 39 V | semejante mamarracho. Algo sabía D. Benito, y aún algos, del 40 V | serias garantías al tío D. Juan, que, por las señas, 41 V | Por la noche se cantaba el D. Juan, cosido a tijeretazos, 42 VI | heredera única y universal de D. Diego, que en paz descanse, 43 VI | las cuentas de todo era D. Juan Nepomuceno; pero se 44 VI | y universal heredera de D. Diego Valcárcel, esa persona ¿ 45 VI | aquellos agujeros de honor que D. Diego había tapado con 46 VI | o, por lo menos, no era D. Diego el causante, y se 47 VI | confesión y la buena memoria de D. Diego no le permitían a 48 VI | infierno, fue llevárselo a D. Benito el Mayor, para tapar 49 VI | miedo que tenía a Emma y a D. Juan Nepomuceno, no le 50 VI | temblorosa un recibo que D. Juan Nepomuceno acababa 51 VI | miles en lo que llamaba D. Juan Nepomuceno la caja? 52 VI | dónde le viniera, y que D. Benito el Mayor había prestado 53 VI | mejor viene el trueno gordo, D. Benito se cansa de esperar, 54 VI | ni tales alforjas».~     D. Benito estaba en pie en 55 VI | tiempo es oro. Y se reía D. Benito, encantado con su 56 VI | entrevista a solas.~     D. Benito, cogiendo al deudor 57 VI | entre aquello y esto!».~     D. Benito le volvió a la realidad.~     - 58 VI | fuerzas ordinarias.~     D. Benito le dejaba hacer, 59 VI | esta...~     -Pero... -a D. Benito se le atragantó 60 VI | atragantó también.~     -A ver, D. Benito, explíquese usted... ¡ 61 VI | de tarde, en el Casino, D. Juan Nepomuceno, su tío 62 VI | que era para la fábrica. D. Juan... me miró con aquellos 63 VI | diez y cuarto estaba aquí D. Juan Nepomuceno con seis 64 VI | Viéndole tan conmovido, D. Benito, el Mayor, no quiso 65 VII | del mísero escribiente de D. Diego.~     Él estaba pasmado, 66 VII | en un corte de cuentas de D. Juan Nepomuceno. Al pensar 67 VII | Nepomuceno. Al pensar en D. Juan tembló de frío, porque 68 VII | quedaba el rabo por desollar. D. Juan Nepomuceno le tenía 69 VII | pagado el préstamo famoso de D. Benito. Es claro que tampoco 70 IX | Bonis y a su tío.~     -D. Nepo -se decía ella a solas, 71 IX | dejarían patidifuso al buen D. Nepo, pues es claro que 72 IX | algunas se habían pagado. D. Juan Nepomuceno seguía 73 IX | estaba que todos los días D. Juan hablaba de sus propias 74 IX | minas en que tenía el mismo D. Juan sus miserables ahorrillos, 75 IX | a relucir sus trampas a D. Nepo, justamente en aquellos 76 X | señorito vaya a buscar a D. Basilio.~     -¿Al médico? - 77 X | vayas tú mismo a buscar a D. Basilio, ahora, enseguida, 78 X | anda; tú, corre y tráeme a D. Basilio.~     Bonis no 79 X | pudiera tener la visita de D. Basilio con el drama conyugal 80 X | que tan tarde aparecía, D. Basilio? No podía sospecharlo.~      81 X | guapas esta su creencia.~     D. Basilio Aguado dividía 82 X | razas; los que le llamaban D. Basilio y los que le llamaban 83 X | apellido. Bonis, siempre D. Basilio; a pesar de sus 84 X | Basilio, en su ausencia. Lo de D. Basilio era símbolo de 85 X | ministerio cuanto antes: así, D. Basilio, de quien hacía 86 X | justa de su última visita). D. Venancio el alópata, además 87 X | recomendado la dieta. ¡Malo! D. Venancio era un grandísimo 88 X | adivinase el pensamiento.~     D. Basilio interrumpió a la 89 X | Bonis -. Dispense usted, D. Basilio; el que robó el 90 X | por lo de haberle llamado D. Basilio y haberle hecho 91 X | cura con pócimas -prosiguió D. Basilio.~     -¿Pero no 92 X | Proteo y Prometeo; porque D. Basilio no acostumbraba 93 X | ser que el teatro.~     D. Juan Nepomuceno dejaba 94 X | Comían solos el matrimonio y D. Juan Nepomuceno, pues por 95 X | casa por aquellos días; D. Juan es claro que vivía 96 X | tío y la sobrina. Nada; D. Juan, como si no estuviera 97 X | señorita?~     Entonces fue D. Juan Nepomuceno el que 98 X | Emma del brazo de Bonis, D. Juan detrás, como si todas 99 XI | estilo de Larrañaga y de D. Heriberto García de Quevedo. 100 XII | les seguía de cerca, solo, D. Juan Nepomuceno, que parecía 101 XII | Por aquellos días tuvo D. Juan ocasión de enterarse 102 XIII| había en el mundo más que su D. Juan Nepomuceno, con sus 103 XIII| Valcárcel, en competencia con D. Nepo; cuando él manchaba 104 XIV | Vamos corriendo a buscar a D. Basilio; le llama a gritos.~     - 105 XIV | No: está con ella D. Basilio.~     Antes de 106 XIV | marido.~     Bonis entró. D. Basilio, correcto en el 107 XIV | No; no dice eso -y D. Basilio se interrumpió 108 XIV | pronóstico, nada reservado, de D. Basilio. Hubo gritos de 109 XIV | ahora, después de oír a D. Basilio y de contestar 110 XIV | mientras los demás, despedido D. Basilio, corrían al comedor, 111 XIV | dueños de la casa, pues D. Juan Nepomuceno había salido 112 XIV | noticia que acababa de darles D. Basilio. A falta de su 113 XIV | pariente, un tío... Su padre, D. Pedro Reyes, procurador 114 XIV | por lo modesto que era el D. Pedro hasta para ser heroicamente 115 XIV | muerto él, los condenaba. D. Pedro había muerto sin 116 XV | Bonis, y a Minghetti, y a D. Basilio, ausentes. ¡Ella 117 XV | Después, mientras Bonis y D. Nepo y los demás que habían 118 XV | Se acostó, e hizo venir a D. Basilio. Exigió un reconocimiento, 119 XV | insigne; porque, con perdón de D. Basilio, Emma le tenía 120 XV | era para tan pronto.~     D. Venancio se apresuraba, 121 XVI | embargo, lo que le había dicho D. Venancio no tenía vuelta 122 XVI | había venido por consejo de D. Venancio; el marido de 123 XVI | el marido de la partera, D. Alberto, que también andaba 124 XVI | el racional precepto de D. Venancio.~     «Claro, 125 XVI | nació de cabeza! -gritó D. Venancio, que estaba al 126 XVI | pero hubo peligro, ¿verdad, D. Venancio? Pero, hija mía, 127 XVI | vaya, menos charla -gritó D. Venancio; y escondió con 128 XVI | había desaparecido de allí D. Venancio y todo el aspecto 129 XVI | que con desprecio el Sr. D. Juan Nepomuceno! Con fingida 130 XVI | Déjeme usted a mí, D. Bonifacio.~     El delegado 131 XVI | batalla de improperios con D. Carlos... ¡el infame!...~      132 XVI | porque no puedo pagar. D. Carlos me insulta unas 133 XVI | ya se ve!... Con ese D. Carlos, que es un judío...


Best viewed with any browser at 800x600 or 768x1024 on Tablet PC
IntraText® (V89) - Some rights reserved by EuloTech SRL - 1996-2007. Content in this page is licensed under a Creative Commons License