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1 X | Palco principal, núm. 7. Esto es que vamos al teatro,
2 XI | en las tablas, llenos de abalorios y galones dorados.~ ¡
3 XII | corneta de órdenes, como abanderado, fiel a sus insignias. Cuando
4 IX | enorgullecía y la animaba a abandonarse a sus perversiones caprichosas.
5 XVI | fueras también. Bonis, no me abandones... Yo... te quiero todavía...,
6 XVI | Bonis, desesperado, abandonó aquellos hermosos valles
7 XII | Serafina, poniéndose el abanico en la frente, exclamó:~ -¡
8 XVI | otra parte, dispuesto a no abdicar de su dignidad de padre
9 VI | las puertas de su gabinete abiertas o cerradas.~ -Perfectamente,
10 XIV | remordimiento.~ «A este se le ablanda la mollera por culpa mía».~
11 VI | vacilado, créame, señor mío, en abocarme, si a mano viene, con la
12 IV | tiraba la pistola, y había abofeteado en medio del paseo a la
13 XIII | el mermado caudal de la abogada Valcárcel corría con todos
14 XVI | había metido en la cabeza el abogadillo flamante.~ -Sin ruido
15 XIII | escandalosas, de confusiones abominables. A veces se le figuraba
16 XIII | figurarse legítimas tales abominaciones con aquella filosofía de
17 X | gran novedad por lo menos; abominó del cocido; achacó la falta
18 XI | era un milagro que entre abonos empalmados, truenos de compañías,
19 VII | que tampoco Bonis había abordado la cuestión; en este particular
20 XVI | olvidando la prudencia, abordó la delicada cuestión de
21 X | mujer, también se puso a aborrecer de pronto a Emma, porque
22 XIII | en cuando, que le hacía aborrecible cuanto le rodeaba y le llevaba
23 VII | hacienda, el símbolo de los aborrecibles intereses materiales, del
24 VIII | mezquina, miserable... la aborrezco. Aquí todos me desprecian,
25 XV | parto. La Valcárcel deseaba abortar, sin ningún remordimiento.
26 VI | Abriré aquí...~ -No abra usted... hable, hable; el
27 VIII | segundo... fue sentir una sed abrasadora de idealidad, de infinito,
28 XII | adulterio, había dormido abrazada al gallardo Loaisa, sin
29 XI | en que se convertían sus abrazos en otro tiempo. «Así, pensaba
30 XV | popular, que junto a un curso abreviado de la cría de gallinas y
31 XII | ella misma...~ Emma abría la boca sin comprender;
32 XII | era que las entrañas se le abrían; que el sentimiento de ternura
33 VIII | tientas, estirando el cuello, abriendo mucho los ojos y pisando
34 XVI | que se le hacía violencia abriéndole las puertas de la vida...~ -¡
35 IX | se la ponían hinchadas, abriéndose como fuelles.~ -¿Qué
36 X | impresiones le cogían mal abrigado, a deshora, cortándole el
37 VI | dar algo, ¿será el calor? Abriré aquí...~ -No abra usted...
38 XIII | y aquí fue ella. Iba a abrirse el antiguo coliseo con la
39 X | enfermos.~ Mientras se abrochaba los guantes, oía a Bonis
40 X | fingida piel de tigre, y abrochándose hasta la barba un gabán
41 IV | marasmo parecido al que abruma a los desventurados esclavos
42 XII | el peso dulcísimo, pero abrumador, de su cuerpo: en fin, le
43 X | recetaba también dietas absolutas a todos sus clientes como
44 XII | que respiraba con fuerza, absorbiendo dicha por boca y narices.~
45 XII | facciones que examinaba como absorto.~ Mocchi se dio pronto
46 XIV | marido de Marta. Iban absortos en su conversación, olvidados
47 XIV | tiempo para recoger velas y abstenerse de ridículas leyendas filogénicas
48 XI | sazonaba las caricias con absurdos, que eran remordimientos
49 VIII | Toma! ¡Vete a asustar a tu abuela!... ¡Infame, traidor, mal
50 X | liebre todos los peligros me abulta, pensaba, prefiero un mal
51 III | aquellas arrugas, aquel abultar de los pómulos que la horrorizaba
52 IX | esos pensadores que tanto abundan, que no hacen más que dar
53 XVI | me persiguen necios, me aburre la curiosidad estúpida de
54 XIII | la alegría de su papá. Se aburrían mucho en aquel pueblo sucio,
55 XV | Bonis.~ El cual iba aburriendo al cochero con sus precauciones,
56 IV | opinaba él que tanto debían de aburrirse las almas de los que fueron,
57 XV | Serafina era la que más abusaba de la escritura. En una
58 VI | reales a un prestamista, abusando del crédito de su mujer.
59 XI | acomodos del mal pagar y abusos del crédito, hubieran podido
60 XI | sueños y ayes de amor que acaban por suspiros de vejez, por
61 X | visto siquiera, y ya estaban acabando el tercer abono... y de
62 V | avergonzado, aturdido, como si acabara de robarle aquel dinero
63 XV | queridas de su padre. Se acabaron las queridas... y, sobre
64 VI | explicaré...~ -Sí, hombre, acabemos.~ -Estos siete mil reales...
65 XIII | paseaban juntas, en posturas académicas, constante grupo escultórico,
66 XI | que no tienen casa, que acampan satisfechos en las cinco
67 XVI | semejantes en su caída a los acantilados de la costa, hacían pensar
68 II | abrió cuarto de estudio, acaparó la clientela de la montaña,
69 XIII | blanquísima pechuga, al acaramelado mayordomo, futuro administrador
70 V | porque es suave, porque me acaricia el alma; y ya le he dicho
71 XII | buscando en las cuerdas, acariciadas por el arco, ora lamentos
72 X | había soñado cuando había acariciado la esperanza de tener un
73 XII | balcón, sonriéndose, como acariciándose con ojos y sonrisas; las
74 II | Tíos, primos y sobrinos acataban sus órdenes, respetaban
75 II | recónditos motivos por que era acatada su indiscutible soberanía
76 VI | interlocutores, el clérigo accedió a la invitación de sentarse,
77 XII | Atribuía al subsuelo de aquella accidentada naturaleza los verdaderos
78 XVI | infinitos en la variedad de los accidentes de colinas y vegas, en que
79 XI | sociedad, y cantando, sin accionar y sin dar paseos por la
80 XVI | se declaró en franca y acelerada fuga y se encerró en su
81 II | en busca de la montaña se aceleró en toda la familia. Cuando
82 XII | ocasión para dar prueba de su acendrada religiosidad, deshaciendo
83 XII | Bonis con una energía en el acento que sorprendió a Emma, la
84 XIV | la frente había vuelto a acentuarse amenazadora. Bonis se tuvo
85 XIV | médico.~ En el comedor se acentuó el carácter burlesco de
86 XV | cuanto haya una contrata aceptable; pero el tiempo vuela, yo
87 I | Pero los pretendientes aceptables no parecían. La de Valcárcel
88 XIII | jugó el todo por el todo. Aceptada la polca, ya sabía él lo
89 V | honraba a aquellos señores aceptando un asiento en lo oscuro.
90 XII | sino porque el diablo no aceptaría el contrato. Tampoco pensó
91 XIII | quien no consultaban nada, aceptaron locas de alegría. No podrían
92 X | quién dejaba a quién la acera; venció al fin Bonis, que
93 X | cual, a los dos minutos, se acercaba al lecho de su mujer, arrastrando
94 XIV | En cuanto se había acercado a la enferma había visto
95 VIII | seda.~ -¡Nene -dijo acercándole la cara al oído -, apestas
96 IX | de una suavidad que, al acercar la piel a la condición del
97 I | mandó encender una luz y acercarla al retrato del ilustre abuelo. -
98 XIII | distinguido de la sociedad, se acercaron a ella solicitando el favor
99 VIII | vez, al oído casi:~ -Acércate más, aquí nadie ve nada...
100 V | sabe... y cada vez que me acerco a usted para pedirle que...
101 XVI | vio mirarle con ojos de acero, con miradas puntiagudas;
102 XII | dio pronto por vencido. No acertaba. Minghetti decía:~ -
103 X | menos; abominó del cocido; achacó la falta de vigor nacional
104 XVI | escribiente de su tío, se achicó un tanto por lo que él calificó
105 X | Bonis le encontró vestido y acicalado, como para ir a pagar la
106 VIII | cena. Fue recibido con una aclamación, en que tomaron parte las
107 XIII | ideas que le hacía imposible aclarar sus dudas y volver a creer
108 X | la sonrisa de Minghetti aclararon como un relámpago la conciencia
109 XIII | indígenas. También tendía a aclimatarse, y aun con raíces más hondas,
110 XII | padre e hija la necesidad de acoger con benevolencia la debilidad
111 II | hospitalidad más generosa acogiera a todos los suyos. D. Juan
112 XIII | prohibidas; por todo ello se acogió a la soledad del claustro,
113 VI | debido tener valor para acogotarle, o, por lo menos, para decirle
114 XV | preparaba sin duda. Esperaba una acometida. ¡Oh! ¡Bien sabía Bonis
115 XI | esperanzas, ayudas del préstamo, acomodos del mal pagar y abusos del
116 XVI | satisfacción egoísta que acompaña a los placeres del amor
117 XII | cercano. Nepomuceno y Körner acompañaban a Emma y a Marta, todos
118 V | tantos y tan graves apuros, acompañados de insufribles remordimientos
119 VI | con rostro compungido como acompañándole en una desgracia tan respetable
120 XI | que irá conmigo. El tío me acompañará, ¿verdad? Y acaso el primo
121 IX | puertas de la muerte... sin acompañarla al otro mundo; esto, esto
122 VII | zapatero, que se ofreció a acompañarle a su casa y salió, sacando
123 IX | nadie decía: «Pues ea, yo te acompaño».~ Emma era una atea
124 XII | todos hacían lo que a él le aconsejaba: poner en movimiento los
125 XV | Marta, Sebastián y el tío aconsejaron a Emma que cuanto antes
126 XV | pueblo, consultado por Bonis, aconsejó. Por aquel doctor supo la
127 XV | peligro que corría como de acontecimiento próspero.~ Por fin llegó
128 XVI | mientras dos perros dormitaban, acosados por miles de mosquitos.~ -
129 XVI | era racional». Por eso se acostaba, porque él siempre se rendía
130 XII | y amarga en que se había acostado Secades, camino de la celebridad.
131 IV | donde morir tranquilos, acostados sobre la arena; también
132 XVI | hija mía, si acababa de acostarme...~ -Sí; pero hace mucho
133 XI | esposa». Serafina se había acostumbrado a su inocente Reyes y a
134 XV | a ser tolerable; se fue acostumbrando a la idea del mal necesario,
135 XV | aquella comedia, había esta acotación: Vase. Y se retiró al comedor,
136 XVI | ir; en casa me espía mi acreedor, que quiere ser mi amante;
137 IX | según la ley, a manos de los acreedores, al tendero de la esquina,
138 XVI | San Sebastián, allí cerca, acribillado de flechas.~ -Serafina...,
139 XVI | pusieron delante libros de actas, presupuestos, pólizas,
140 IV | caídas. A la derecha del actor (así pensaba Reyes), alrededor
141 XIII | tenía dos hijas como dos acuarelas de pandereta; el padre era
142 VI | conocérseme en la cara; y a él acudí por su fama de discreto,
143 XIV | lástima que ponía cuando acudía en vano a implorar sentimientos
144 IV | su esposo la abandonaba, acudiendo tarde, muy tarde, media
145 XVI | Eumaios, el fiel servidor, no acudiría en su auxilio... ¡Qué habría
146 X | como un madero. Y ahora ¿te acuerdas? ¿Son o no son como las
147 XIV | multitud de recuerdos ahora acumulados y llenos de sentido; pero
148 XV | menos mortecina, a fuerza de acumular paquetes de pleguezuelos
149 XIV | mientras él leía o meditaba, y acurrucado junto a él yo soñaba despierto,
150 VIII | apasionado por principios, le acusaba, le decía que los recientes
151 X | descubrimientos, quejas, acusaciones concretas, crueles recriminaciones,
152 X | que era su mujer; y de Adalgisa, que era la tiple; y de
153 IX | podían ofrecerle, como adecuado objeto, las sábanas de batista,
154 XIII | barítono se le iba con la paga adelantada y le dejaba la Compañía
155 XIV | Nepomuceno, que se habían adelantado, huyendo la vigilancia del
156 XV | visita y... algunos duros adelantados. Lo sentía infinito, pero
157 V | se iba, pero... había que adelantarle parte del sueldo a la notabilidad
158 XVI | el primo Sebastián, que adelantó un paso hacia Bonis, ofreciendo
159 XI | sinceros su entusiasmo y adhesión a los proyectos de Reyes.
160 VIII | imploraban compasión y ser adivinados.~ Serafina comprendió;
161 XII | boca sin comprender; Marta, adivinando, ya sentía envidia; ello
162 IV | a Mochi, pero que creía adivinarle, sonreía también. Como no
163 X | Emma, por temor de que le adivinase el pensamiento.~ D.
164 XII | aun en broma, ni que le adivinasen la carta que tenía en el
165 II | después D. Diego explicando el adjetivo -; esto es, que yo supongo
166 V | seguía siendo despacho sin adjudicación singular: el de don Juan
167 VI | allí no tocaba pito, ni administraba, a pesar de lo que disponían
168 IX | administrador gran parte del capital administrado, pues bien claro estaba
169 XIV | sin perjuicio de seguir administrando el tío el de la sobrina,
170 VII | de las tomas y horas de administrarlas, con otros muchos pormenores
171 XIV | cosa digna de mención que administrarle». Estaba perdida; no había
172 VI | al fin, el marido suele administrarlo todo... eso es; tal entiendo
173 XV | tejemaneje industrial y administrativo en que por fas o por nefas
174 XI | Bonifacio Reyes era admirador del arte en todas sus manifestaciones,
175 IV | compadeciendo, y compadecía admirando, de modo que el análisis
176 XIII | discípula, sentada junto a él, admirándole, pasaba las hojas, cuando
177 XII | grandeza, se habían cansado de admirarle; sobrellevaba estas contrariedades
178 X | tenía orden también de no admirarse de nada, los alumbró hasta
179 XII | el pueblo lo mirase y lo admirase de lejos, la envanecía,
180 VI | o quien haga sus veces, admitan sin reparo esta cantidad,
181 XIII | Emma. En lo del teatro se admitieron acciones de algunos aficionados
182 VIII | agasajáis, me aplaudís, admitís mi compañía y...~ Bonis
183 VII | público, el maestro, il babbo adoptivo.~ El segundo devaneo
184 XV | hablaba yo, cuando tú me adorabas como a la madonna. Ya sé
185 XI | dormida:~ -Esa mujer adorada no sabe que yo la soy infiel.
186 XVI | recordar la voz que él había adorado, Bonis estuvo a punto de
187 X | languidecían, olvidaban a sus adoradores de las butacas; y como que
188 VII | querer ella, desea que la adoren. Aquel comercio infame la
189 IV | arrulla a todos, que nos adormece... es... aunque parezca
190 XV | chasco...».~ Se quedó adormecida, y medio soñando, medio
191 XI | graciosas, sus complicaciones y adornos simétricos más elegantes
192 XIV | al lecho de Emma dormida, adoró, como un chino, la santidad
193 XVI | vive el hijo». El mundo adquiría de repente a sus ojos un
194 XIV | amontonaban en su cerebro, y adquirían una fuerza plástica, un
195 XIII | amistades heteróclitas, adquiridas en las escapatorias frecuentes
196 VII | la nueva energía que iba adquiriendo empleábala en inventar más
197 XVI | eclesiástico simpático, sugestivo, adquirieron verdadero valor musical,
198 XIII | de Ferraz y sus hijas la adquisición mejor para Emma. Por mediación
199 II | clientela de la montaña, aduló a los señores del margen,
200 XI | la familia honrada, sin adulteraciones, sin disturbios ni mezclas,
201 XV | gordo que el de las cartas adúlteras. Suprimió las cartas. Serafina,
202 V | de suegro artístico... y ¡adulterino!~ ¡Aquello era felicidad!
203 II | hijos naturales, muchos adulterinos. Ni su conciencia, ni la
204 IV | benditos años románticos; los adulterios menudeaban entonces; los
205 II | pero de palabra tarda, ceño adusto, voz ronca, trato oscuro
206 XIII | golpes repetidos de una adversa fortuna.~ Lo cierto
207 VIII | creía sujeto por ley de adverso destino; siempre las suelas
208 XIV | piadoso debían servirle de advertencias saludables, emanadas de
209 V | al parecer, de haberle advertido su distracción.~ Reyes
210 XV | Pero, mujer, ¿no te advertimos Aguado y yo?...~ -Aguado
211 VII | zarzaparrilla.~ Debe advertirse que Bonifacio y el mozo,
212 X | llamamos el espíritu, porque advierto a ustedes (y esto lo dijo
213 XVI | amas de cría, de las más afamadas de la provincia; y en tan
214 III | debieras saber, tú debieras afanarte por averiguar lo que me
215 XII | católica, como su padre, y afectaba haber escogido la manera
216 XII | subversivo!~ Marta, aunque afectando cierta recóndita superioridad
217 III | claro y su doble papada afeitada con esmero cancilleresco;
218 III | manejos, su marido no era afeminado de figura ni de gestos;
219 XVI | la cabeza, sonreían y se aferraban a la idea de no pagar mejor
220 VIII | tranquilo, retorciéndose el afilado bigote, adivinó en efecto,
221 XV | que Bonis creyó sentir los afilados dientes de su mujer en la
222 XII | refractario al italiano y a la afinación; allí el espiritual violinista
223 IX | sentidos y el gusto muy afinados para saborear y discernir
224 VII | aquella sala, que estaba afinando una guitarra, dejó el instrumento,
225 XIV | conformes era en lo que ya había afirmado el médico, a saber: que
226 VIII | las preocupaciones que os afligen, los cuidados del mañana
227 XII | fortificaciones de cinco Jericós. Afortunadamente el público filarmónico oía
228 XV | Tenorios verdaderos, los afortunados de veras». Nadie había podido
229 XIV | volvía su esclavitud, su afrenta, aquella vida de perro atado
230 II | prudentísimo secreto el servicio de Afrodita, como decía él también.
231 VII | mil reales fueran míos, yo afrontaría con menos miedo mi terrible
232 XII | Emma era Sara...; Serafina, Agar... Faltaban Ismael, que
233 IX | Euménide, que sus nervios se agarraban furiosos a la vida, enroscándose
234 V | decir palabra. Él se dejó agarrar, como cuando Emma se escapó
235 X | esperanza, sin una tabla a que agarrarse. Recordaba que en las enfermedades
236 XV | Por él, cualquier cosa. Me agarro a lo absoluto. El deber
237 VIII | comprendéis, me toleráis, me agasajáis, me aplaudís, admitís mi
238 VII | tenía inocentes coqueterías, agasajos de voz y de gesto: para
239 IV | jugar a Madrid, y allí se agenció de modo, siempre jugando
240 XIII | con el Código penal y los agentes de su eficacia. La cárcel,
241 VII | Mochi, que la quitaba la agilidad, la esbeltez... En fin,
242 XVI | paternidad, que van formando, por aglomerados de sobresaltos, penas extrañas,
243 XII | cerebro estalló lo de tigribus agnis, que tantas veces había
244 XV | Bonis que, con la mirada de Agnus Dei, como ella decía, enternecida,
245 VIII | lado era plomo que se le agolpaba a la cabeza, por otro lado
246 XVI | aturdimiento, de verdadera agonía, sólo tuvo valor para tomar
247 IX | conciencia física de un agotamiento de deseos y facultades sexuales,
248 IX | fuentes de placer que quería agotar a grandes tragos; dos fuentes
249 I | vanidad de su mujer; a él le agradaba parecer bien, pero hubiera
250 IV | aquellos silencios que tanto agradaban a Reyes, estaban consagrados
251 X | y en cada humor; y lo de agradecer el estómago, por ejemplo,
252 V | Si se lo doy, no me lo agradecerá, aunque bien sabe Dios que
253 V | sonrisa que ella parecía agradecerle con los ojos, cariñosos,
254 IV | atenta con el público, qué agradecida a los aplausos!». Sí que
255 IV | del pueblo filarmónico, agradecido y enamorado de los encantos,
256 X | dejaba vestir bien con mayor agrado, pues Serafina notó el cambio
257 X | estrambóticos atractivos se agregaba de repente un agudísimo
258 XII | a las cuales se habían agregado ahora Mocchi, Marta, Minghetti
259 XIII | dirán, Emma se dio arte para agregar a algunas de sus fiestas,
260 VIII | lecho no se alargó en ademán agresivo, sino que suavemente rodeó
261 XVI | quejándose, pero sin la voz agria de otras veces, siguió diciendo:~ -¡
262 IV | hornilla en una medianería agrietada, sucia y polvorienta. ¡Al
263 XII | poniendo. Con esto se le agrió el humor, y comenzó a desear
264 XIV | fuerzas de flaqueza para aguantar los dolores, los reales!
265 X | barítono, que tenía mirada de águila, notó la sonrisa, y sonrió
266 XVI | calló un momento, porque la ahogaba la emoción; ira, pena, vergüenza...
267 V | lágrimas y los sollozos le ahogaban. Estaban casi sin sentido,
268 VIII | había, no; frases, gritos ahogados, actitudes, novedades íntimas
269 I | trances, parecía un náufrago ahogándose y que en vano busca una
270 XV | fabricar un cordel con que ahogarle al hijo.~ Sebastián,
271 X | qué, y la angustia de un ahogo; la habitación en que estaba,
272 IX | irritarse... de envenenarle o ahorcarle... ¡cosa más rara!...~
273 XVI | gastado vosotros, lo que he ahorrado yo..., y quién debe a quién.
274 IX | mismo D. Juan sus miserables ahorrillos, no quebraban, dejaban un
275 VII | negocio, de la previsión y del ahorro... y la trampa si a mano
276 II | romántico y flautista. Pero los ahorros del aprovechado jurisconsulto
277 XVI | melancólica de aquella miseria, aislada de las vanas grandezas del
278 X | tanto lujo, de facciones ajadas, de una tirantez nerviosa
279 XII | curiosa, del rostro pálido, ajado de su esposa, al vientre
280 XII | vestidos mal hechos, de colores ajados; ella misma se los había
281 XIV | de las zapatillas.~ -¡Ajajá! -exclamó al sentirse a
282 XI | éndez, no le desanimó ni ajó su orgullo de artista, que
283 V | parecía que habían nacido ajustados a sus piernas; ¡tan bien
284 XIV | antes de un mes. Y había que ajustar cuentas, separar los respectivos
285 XVI | Bonis, tienes razón; ya se ajustarán cuentas cuando Emma sane,
286 XVI | Pozas y a Sariego, y le ajusto las cuentas al señor de
287 XIV | Indudablemente, y no lo decía por alabarse, él no había esperado menos
288 XVI | de la criatura; las notas aladas y revoltosas, eran angelillos
289 VIII | había caído en el panteísmo alalo a que le llevaban todos
290 VI | quedaba en segundo lugar; alambicando mucho, a fuerza de sofismas,
291 IX | vueltas a ideas conocidas, alambicándolas; pero no descubría, no penetraba
292 XI | Principal, allá al extremo de la Alameda Vieja, les habían llegado
293 X | buche de Jerez al suelo, y alargando más el pie hacia su esposo
294 XVI | todos estos gritos falsa alarma. ¡Buena es ella! Si no fuera
295 XIV | en ellos: parecían menos alarmados y como llenos de curiosidad
296 II | contuvo en gran parte tan alarmante tendencia el espíritu exaltado
297 X | bromitas y unas alusiones alarmantes, de que él no quería hacerse
298 XII | decirse de sus entrañas, se le alarmó en el pecho, en la conciencia;
299 XVI | marido de la partera, D. Alberto, que también andaba por
300 XIII | Aquellos gorgoritos de pavo alborotado se los hacía perdonar siempre
301 XIV | para seguir divirtiéndose y alborotando: Emma continuaba protestando;
302 XII | discurrido aquello de no alborotar ni enfurecerse cuando los
303 XVI | lo consentiré, es que se alborote ahora. Lo primero es mi
304 XII | escrito. Poseía, además, un álbum de intimidades, ilustrado
305 XI | aunque ya está viejo el alcacer para zampoñas, yo quisiera
306 XII | hacerse valer más, y poner al alcance de la demanda la honesta
307 IV | le anima esa especie de alcohol espiritual del entusiasmo
308 X | eso te preguntaba yo... alcornoque. Tienes una memoria como
309 XII | había intimado, alguna amiga aldeana... y ahora Emma, de quien
310 XII | los alemanes vivían a lo aldeano, por lo que toca a sus relaciones
311 II | fuera del pueblo, en las aldeas vecinas adonde le llevaban
312 XIV | personas de la familia, aleccionándolas para las lides con las alimañas
313 XV | general, eran prueba plena, alegaba como excepción su extraña
314 VII | Reyes, fecundo siempre en alegorías y toda clase de representaciones
315 VII | conocía a sí mismo, y se alegraba: es más, ni pensaba en conocerse.~
316 XIV | último ochavo lo gastan alegremente entre todos estos pillos
317 XIII | fuesen sus pasiones, sus alegrías, aquella vida desordenada
318 XIV | pobres! Por mí... casi me alegro...; pero es horrible...
319 XVI | rincón melancólico de que se alejaba, como si allí dejara algo.~
320 XIV | se acordaba de los que se alejaban carretera arriba; como si
321 XV | si el día de la crisis se alejara en vez de acercarse. La
322 XII | notaron su presencia; volvió a alejarse y a contemplar su obra desde
323 I | Valcárcel sois todos de alfeñique; si a ti te cargaran con
324 IX | por eso; oye, tráeme aquel alfiler del pelo, el de cabeza de
325 VI | haber tal crimen ni tales alforjas».~ D. Benito estaba
326 XII | más la música que toda esa algarabía...~ Todos le miraron
327 V | Algo sabía D. Benito, y aún algos, del pito que tocaba Reyes
328 IX | que tenía por principal alguacil la conciencia. Indudablemente
329 XVI | comisionados de apremios, a los alguaciles y a los mayordomos. Lobato,
330 X | más ricamente vestida y alhajada era ella, Emma; y el público
331 XVI | con pasmo de sus mismos aliados. Todos se miraron sorprendidos.
332 XIV | comidilla para decir que las alimentaban los gorriones, por ejemplo.
333 VIII | por el camino se le iba aliviando la borrachera. Estaba seguro
334 XIV | sabe Dios cuántos. Para aliviar estos males, he llegado
335 XII | ridícula. ¡Sursum corda! ¡All right! ¡Desenmoheceos! Venga
336 XV | expedientes, habían ido allanándolo todo.~ Bonis, en la
337 I | quicio la cintura. En los allegros se sacudía con fuerza y
338 IV | lacrimoso efecto:~¿Es verdad, Almanzor, mis tiernos brazos~ ~te
339 XVI | el rostro hundido en la almohada -. Hijo tenía que ser. Me
340 XIII | enhiestas en sus sillones con almohadón, a la orilla del antepecho
341 XV | el carruaje se llenó de almohadones. Emma iba casi suspendida.
342 XIII | como los llamaba en una alocución el Capitán general de Valencia.
343 X | visita). D. Venancio el alópata, además alcalde y también
344 VI | larga y mugrienta levita de alpaca, y sacó de aquella cueva
345 IV | la librería Nueva, que alquilaba libros, y el comercio de
346 XVI | que no deba a mi cuerpo alquilado a un desconocido..., a no
347 I | del gabinete de lectura de alquiler que había en el pueblo.
348 XIII | escenario y sus oscuros alrededores, y desde la primera noche,
349 IV | costumbre era despreciar altamente todos los sucesos próximos,
350 X | de aceite ardiendo en los altares; pero en cambio exigía que
351 XIV | ellas una nueva vida, un alter ego. No cabía duda que Aguado
352 XII | casi con grúa, hasta las alturas en que moraban, los alemanes
353 V | un galantuomo...~ Y aludió vagamente, con delicadeza,
354 VIII | su amante se abstuvo de aludirla, le felicita con un apretón
355 VIII | mates de un blanco rosa, alumbraba desde un rincón del gabinete;
356 IV | las humildes candilejas alumbraban lo poco que podían, desde
357 IV | alrededor de una mesa alumbrada apenas por un quinqué de
358 XIV | oscuridad de las calles, alumbradas con aceite, les daba un
359 X | no admirarse de nada, los alumbró hasta el portal, donde no
360 XVI | Bonis volvió a crecerse. La alusión a la justicia era clara.
361 II | fue con todo el más rígido amador de la letra y enemigo del
362 I | melodía, representados por los amados signos del pentagrama. Emma
363 XVI | tras que se esconde lo que amamos! Una ternura infinita le
364 IV | opinión de los amigos, seguían amándose; pero todos respetaban aquella
365 X | los llamase la Reina al amanecer, poco más para formar Ministerio,
366 XII | hablaban los dos después que amanecía. ¿Sería aquello mismo lo
367 XIV | pertrecharse contra los amaños del mundo, un enemigo indudablemente.
368 XVI | hijo puede ser un ingrato. Amará a una mujer más que a mí
369 XIV | en que los ascendientes amaran menos al hijo que este al
370 X | que un doctor de borla amarilla.~ Bonis se puso a traducir
371 IV | esposa, de su Emma, que, amarillenta y desencajada y toda la
372 XVI | estaban las dunas, cuyos amarillos lomos de arena tenían figura
373 VI | tal vez por el gusto de amateur. Era indudable que el espectáculo
374 XII | capitán, un caudillo de amazonas de la moral, de mujeres
375 XI | terminaría en baile, pero sin ambigú.~ Bonifacio ocultaba
376 III | un dolorcillo reumático ambulante; pocos momentos después
377 XVI | Yo nací para que no me amen como yo quisiera... Pero
378 VII | seres privilegiados que, amén de tener una ardiente imaginación,
379 V | en ellos tenía interés, amenazaban prolongarse indefinidamente.
380 IX | muy cierto, que Emma había amenazado ruina, que sus carnes se
381 XIV | había vuelto a acentuarse amenazadora. Bonis se tuvo lástima en
382 X | como a un esclavo a quien amenazase un tormento que él no acababa
383 XVI | una mujer perdida...; me amenazó con la justicia, con plantarme
384 XV | para llevarla contratada a América. No pidió nada a nadie.
385 XI | ingeniero, ya sabes, mi amiguita, que irá conmigo. El tío
386 XVI | presenciaban aquellas frívolas amiguitas.~ De pronto, las palabras
387 XV | Nepomuceno y le decía: -¡Eh, eh, amiguito; hasta aquí hemos llegado!
388 XIII | familiar y todo, por culpa de amistades heteróclitas, adquiridas
389 XIV | cama; a los pies estaba amontonada ropa blanca, de que se había
390 XIII | del baile, origen de aquel amontonamiento social en que vivían cómicos,
391 V | serían las emociones que se amontonaron en el pecho del pobre flautista
392 XVI | doña Celestina vio una masa amoratada que hacía movimientos de
393 XVI | propio los bienes de sus amos. Nepomuceno no quería dar
394 XIV | fuera y la necesidad de amparar a sus hijos, de armarlos
395 VII | sus mejillas, como la onda amplia de curva suave y graciosa
396 XII | recibió con gusto y con amplio criterio de benevolencia
397 XIV | sosegadamente, a sus retoños. Era un anacoreta, poco dramático..., de la
398 XII | esta clase de argumentos se añadían, por vía de adorno, aperitivo
399 XIII | reales, que él multiplicaba añadiendo una porción de ceros a la
400 VII | otras de enternecimiento anafrodítico; se le llenaba el espíritu
401 IV | admirando, de modo que el análisis llegaba verdaderamente al
402 X | mismo podía decirse por analogía, cuando el esposo era tan
403 II | por su esposo un afecto análogo en cierto modo al que hubiera
404 V | nubes de polvo que un sol anaranjado teñía del mismo color de
405 IX | regiones que, en la topografía anatómica y poética de Bonis, correspondían
406 XII | entraba más y más por los anchos y suaves senderos de su
407 XVI | demacrada, convertida en una anciana de repente. Se apretó al
408 XIV | aquel de:~ ~ah, del tutto ancor non sei~ ~ ~cancellata dal
409 XVI | y marital todos los que andaban alrededor de su mujer. Doña
410 XVI | dormían y el sol llevaba andada alguna parte de su carrera,
411 XIII | encontrarle ángel, como dicen los andaluces, la noche aquella famosa
412 XIII | Emma. Por mediación de las andaluzas, la Valcárcel tuvo ocasión,
413 X | plan era su plan, y todo se andaría.~ Bien comprendía la
414 VII | nunca.~ -¿Sabes que andas distraído, joven?~ Aquel
415 XVI | medio desnudos, sucios y andrajosos, sin nada en su cuerpo donde
416 V | no lo encontró, como si anduviera ciega.~ No era Bonifacio
417 III | las pocas fuerzas de la anémica en una catilinaria de cuya
418 X | alas; su rostro era blanco, anémico; los ojos azules oscuros,
419 II | que estalló en forma de aneurisma. Muerto D. Diego, los Valcárcel
420 VIII | mejillas del improvisado anfitrión.~ Al cual apenas le
421 XVI | débil, abandonado por los ángeles entre los hombres!, pero
422 XIV | sábanas limpias, las almohadas angostas y blandas, le pareció que
423 XI | que tenía las cejas en ángulo y echaba fuego de ojos y
424 X | pero qué?~ Bonis miró angustiado a Nepomuceno por ver si
425 X | querer, en medio de sus angustias, que no podemos figurarnos
426 X | Sólo cuando oyó aquello de anhelar salir volando por el balcón,
427 I | se sacudía con fuerza y animación, extraña en hombre al parecer
428 XII | la sabrosa plática, más animada cada vez, aunque en ella
429 XIV | los había enternecido y animado; la oscuridad de las calles,
430 XVI | leído que algunos pobres animalejos del mar, huyendo de sus
431 XVI | mano sobre el hombro, como animándole al combate. Se conoce que
432 IV | alegría, que aquello iría animándose; pero había siempre en los
433 XII | y más de un escritor se animó, en consideración, a la
434 XIII | y chiste. Era un Tenorio aniñado, un niño mozo, pueril hasta
435 VI | Estaba aturdido, se sentía aniquilado. El tío lo sabía todo...
436 XVI | la carretera. Antes del anochecer, se proponía llegar a Raíces,
437 X | de menos del líquido más anodino, podía, según él, reventar
438 XV | Emma se agarró con más ansia, con más confianza al robusto
439 XIV | Pensó de repente, como antaño-: Emma se ha puesto mala,
440 V | rodearon, y las emociones anteriores, y la vergüenza de confesar
441 XVI | circunstancias le obligaron a anticipar en este respecto su actitud
442 XIII | entender, de que aquel pequeño anticipo de miles de duros daría
443 XII | vio, como el guardarropa anticuado y pobre de una dama de aldea,
444 XI | inglesa-italiana y el olor a medicinas antiespasmódicas, más el declinar del día,
445 XIV | Reyes notó el olor de un antiespasmódico; olor de tormenta para los
446 VI | ostentaban en la panza su antigüedad sagrada. «¡Qué diferencia,
447 VII | pero la voz de la honradez, antipática por cierto, contestó: «¡
448 II | siniestro de la mirada, antipático como él solo; en aquel brillo
449 XII | eran un contraste, una antítesis, decía ella, de su exquisita
450 VII | pincel impregnado de yodo. Antojábasele aquel mísero conjunto de
451 X | que las hacía aprensivas, antojadizas, caprichosas. Reconocía
452 VI | su casa y que puede a su antojo tener las puertas de su
453 XVI | boda.~ -A mí -dijo -, Antoñito no me recuerda ni el tipo
454 VI | Mayor, para tapar aquel antro horrible de la deuda, aquel
455 XVI | rentas de Emma, perdonando anualidades atrasadas, o por lo menos
456 XIII | luz, tenía un aprendizaje anulado que le sirvió no poco, de
457 VI | las inesperadas y que se anunciaban con misterio.~ -Yo exijo...
458 XIV | los mejores modos, para anunciarle el peligro...».~ Levantó
459 XIV | admirable, la coincidencia de anunciarse la venida del hijo la misma
460 VIII | aspectos de una misma cosa, el anverso y el reverso de la medalla
461 XI | suplicó a su amante que apadrinase con celo y entusiasmo su
462 VIII | perezosa, dijo, en una voz apagada que horrorizaba siempre
463 V | absurdo.~ Y se acostó y apagó la luz, entregándose a sus
464 X | reina de las botas nuevas, apague esas luces del tocador y
465 XVI | foro le sonaba a griego; aparcería..., laudemio..., retracto...,
466 XVI | caserías a medias, ni de aparcerías, ni de números, ni de fábricas;
467 XI | el teatro; la Gorgheggi, apareciendo en traje de etiqueta en
468 XV | hacia la calle temiendo que aparecieran testigos; y cuando ya el
469 III | barruntando la tormenta que traía aparejada su ignorancia del caso.~ -
470 XIV | de esterilidad, en rigor aparente. «¡Oh, los misterios de
471 X | país o eran muy jóvenes, la aparición de Emma en el mundo, si
472 XIV | era lo que en realidad le apartaba de su querida, del pecado.~
473 XII | con la vida montañesa, le apartaban de los complicados planes
474 XII | colocando en lo más escondido y apartado, huyendo, como del diablo,
475 XII | entró vivísimo deseo de apartar a su mujer de toda aquella
476 XII | extraño placer que tanto apasionaba a su amiga; pero no le encontró
477 XVI | flamante.~ -Sin ruido y sin apasionamiento -se atrevió a apuntar el
478 I | en hombre al parecer tan apático; los ojos, antes sin vida
479 XV | inocente, pero no resignado y apegado a la vida. Hubo un momento
480 II | distinguíanse también por su apego exagerado a la capa, cuyo
481 V | escopetazo, y que este era el apelativo que le había aplicado en
482 V | éste muy buen mozo, que se apellidaba como el Mayor, García y
483 XV | de comercio que tenía por apéndice un tratado de teneduría
484 II | dirigirle el más comedido apercibimiento; ni de la pulcritud de su
485 XII | añadían, por vía de adorno, aperitivo y complemento, otros de
486 XIV | se le hizo comprender que apestaba, y corrió a mudarse.~
487 VIII | acercándole la cara al oído -, apestas a colonia!~ Y le azotó
488 VII | esclavo y oler a botica que apesto, si en otra parte soy dueño
489 X | marido. Bonis se sintió apetecido; se explicó, como a la luz
490 XIII | despertando, el diablo sabría qué apetitos, en aquella juventud lucida
491 XI | dolor de muelas que, al aplacarse a ratos, la dejaba sumirse
492 XII | sonaban como batanes; Marta aplaudía también, con gran asombro
493 XI | ilustres que tantas veces había aplaudido viéndolos en las tablas,
494 XII | puesto en pie, y sus manos, aplaudiendo, sonaban como batanes; Marta
495 XIII | su hija. Muy de corazón aplaudió la habilidad y delicadeza
496 XII | Emma acabó también por aplaudir, y la Gorgheggi no tardó
497 VIII | toleráis, me agasajáis, me aplaudís, admitís mi compañía y...~
498 VIII | descuidada existencia; un aplauso os sirve de opio, el puro
499 XVI | disgusto. No, ahora no. Todo lo aplazaba. ¿No estaba él decidido
500 IX | con la conciencia de estos aplazados desquites, de estos castigos
501 XV | con pocos escrúpulos, los aplazamientos y prórrogas que iba dando
502 XVI | escena que había querido aplazar, antes de tiempo, fuera
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