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Alfonso Martínez de Toledo, detto Arcipreste de Talavera Vida de Sanct Isidoro IntraText CT - Texto |
Capítulo XXVII
De cómo vençió Sanct Isidoro arçobispo de Sevilla a Gregorio obispo e prínçipe de los Açefalitas
Estas pocas epístolas enxerimos en esta obra de muchas que él escrivió porque sy todas las que él escrivió quisiéramos aquí poner nos non abastaría el tienpo para lo fazer. E despendiendo todo el tienpo de su vida en estas cosas e semejables, salió la fama de las sus virtudes e çiençia por toda la tierra e desseavan ver muchos homes sabios e nobles oyr la su doctrina e las sus predicaçiones. E venyan muchos a le ver, los unos por oyr la su doctrina saludable e los otros por ver los miraglos que fazía en el nombre del Salvador del humanal linaje. E loa enfermos venyan por aver salud de sus enfermedades, porque dél salía virtud para sanar a todos los que venyan a demandar salud; e otros venyan a lo tentar, presumiendo de sy mesmos e deseando lo tomar algunas palabras en que le pudiessen contrariar.
Onde como se fyziese un sínodo en la çibdad de Sevilla e se ayuntasen a él muchos obispos vino ende un ereje que avía nombre Gregorio príncipe de la herejía de los Açefalitas, ome de alegre palabra e de lengua enseñada, e muy presto para argüir e agudo para disputar. El cual assy como río muy arrebatado levava la muerte consygo muchos varones que eran escogidos, e los apartaba del seno de la yglesia santa. E negava ser dos sustancias en Ihesu Christo e non ser Dios verdadero engendrado del Padre ante de todos los siglos; e fyrmava ser ome solamente. E demandava aver audiençia e disputación pública con sanct Ysidoro creyendo que si non lo pudiese vençer, non podría a lo menos ser vencido del, creya que por aquesto podrían ser apartados de la fee del fazedor de la vida. Ca S. Ysidoro creyendo ser aquesto ordenado del Señor para provecho de toda la Yglesia santa, otorgóle benignamente lo que le demandava. E conçertaron día para la disputaçión e fueron llamados los fieles e fueron puestos juezes que oyesen las partes e pronunçiasen sentençia digna e raçionable. E començada la disputaçión fueron alegados muchos testimonios de las escripturas divinales. E fué vençido el ereje porque non pudo contradezir a la sabiduría e al spíritu que fablaba en sant Ysidoro. E maravillándose el ereje de la doctrina del santo varón, non esperó los juezes que pronunçiasen la sentençia, mas confesóse ser vençido por su boca mesma. E veyendo aquesto la clereçía e el pueblo, loaron al Rey mucho del çielo porque era derribado el que engañava de día e de noche a los christianos.
E estando en esto llegó un çiego dando bozes e diziendo: «Ysidoro, siervo de Ihesu Christo, grand tienpo ha que oy la fama de la tu santidad; mas privado agora de la vista corporal non meresco ver la tu bondat.» E veyendo aquesto Gregorio, el obispo que se avía convertido, rogó a sant Ysidoro que le dise la lua obispal que tenía en la mano. E diógela sant Ysydoro e el fué delante de todo el pueblo e púsola sobre los ojos del çiego e dixo a alta boz: «El señor Ihesu Christo que alumbró los ojos del mi corazón por el su siervo sant Ysydoro, alumbre para confirmaçión de la su fe los ojos del tu cuerpo por los sus santos meresçimientos.» E desque Gregorio ovo dicho aquesto, salió sangre de los ojos del çiego e vido luego. E veyendo aquesto todo el pueblo fizo muchas graçias a Ihesu Christo nuestro medianero. E sant Ysydoro fizo señal a todos que callasen. E començó a enseñar que Ihesu Christo era de adorar asy como verdadero Dios e verdadero ome; que era en él una persona e dos naturas, conviene saber, divinal e umanal; e que según la divinal era perdurable con el Padre e según la umanal oviera comienço de la madre.