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Alfabética [« »] petrificada 1 petróleo 1 petulante 1 pez 125 piadosa 1 piadoso 1 piano 2 | Frecuencia [« »] 127 aquella 126 ni 125 dijo 125 pez 120 d 120 esto 119 este | Benito Pérez Galdós La de Bringas IntraText - Concordancias pez |
Capítulo
1 2 | D. Manuel María José del Pez. Este próvido sujeto administrativo 2 2 | a la diligencia con que Pez hizo entender y cumplir 3 2 | la mayor de las hijas de Pez, interesante señorita de 4 2 | Camposanto. Lo que la señora de Pez quería era... algo como 5 3 | primera vez que D. Manuel Pez y yo fuimos a visitar aBringas 6 4 | posición. ~«Aquí - dijo Pez algo impaciente - , no se 7 4 | un sitio llegamos donde Pez dijo: «esto es un barrio 8 4 | habita nuestro amigo - dijo Pez con cierto énfasis geográfico 9 4 | indiscutibles. ~Andando. Pez había adquirido en los libritos 10 6 | en su origen. D. Manuel Pez, el arreglador de todas 11 6 | provisional. Cuando la encontramos Pez y yo, y tuvimos el honor 12 8 | Está junto al señor de Pez, conversando con él. ~ - 13 8 | mamá, asida al brazo de Pez, y su papá dando el suyo 14 12| amigo D. Manuel María José Pez, viéndose privado de quien 15 12| ordenada marcha de su trabajo. Pez charlaba con él algunos 16 12| aire muy aristocrático. Pez y Rosalía se suponían destacados 17 12| majestad de la escena.~Era este Pez el hombre más correcto que 18 12| entusiasmo por nada, revelaba Pez en su cara un reposo semejante, 19 12| eterna. Sí, el rostro de Pez decía: «He llegado a la 20 12| con tanta eficacia como Pez, de donde le vino la opinión 21 12| interpretando a San José. Si Pez no se afeitara el mentón 22 12| pintada. Mañana y tarde, Pez vestía de la misma manera, 23 12| destierro de generales? ~ ~PEZ. - Al punto a que han llegado 24 13| XIII - ~Pez y Rosalía, como he dicho, 25 13| carácter. ~¡Oh! El gran Pez no era feliz en su vida 26 13| vida conyugal. La señora de Pez, por nombre Carolina, prima 27 13| entre ella y yo, - decía Pez - , lo llevaría con paciencia - 28 13| estas y las otras drogas... Pez procuraba transigir, concordar 29 13| displicente señora echaba a Pez la culpa de la irreligiosidad 30 13| su mujer, estaba el pobre Pez, no en el agua, sino sofocado 31 13| gusto. En casa, la señora de Pez, cambiando a veces el estilo 32 13| rosadas carnes. Al pobre Pez le decía constantemente 33 13| las beatas. No era como Pez, como toda la caterva moderada, 34 13| llevaba en su casa. ~Contaba Pez estas cosas a Rosalía con 35 14| la fatiga de sus libros. Pez era el encargado de llevar 36 15| yo creí que nuestro amigo Pez no acababa5 esta noche de 37 15| un gobierno de provincia. Pez le instaba para que aceptase, 38 16| se les agregó el señor de Pez, que padecía de rebeldes 39 16| La fácil palabra de Pez, saltando de un concepto 40 16| Por fin, tanto extremó Pez los panegíricos de ella, 41 16| pero quién, sino el mismo Pez, podría recoger sus palabras, 42 16| resultaba que ambos, el Sr. de Pez y la señora de Bringas tenían 43 17| lugar o mal apareados. ~«Ese Pez sí que es un hombre. Al 44 17| mis herramientas'?... ¡Oh, Pez, aquel sí que es hombre! 45 17| beata viviera al lado de Pez una dama que reuniera en 46 17| selecto de la política, ya Pez sería ministro... De veras... ¡ 47 17| nunca serás nada... ¡Oh Pez!, si tuvieras por esposa 48 17| Algunas tardes, cuando Pez y Rosalía no podían salir 49 17| idea! ¿Acudiría al Sr. de Pez? ¡Oh!, si llamara a esta 50 21| regreso te pasas por casa de Pez y enteras también a Carolina... ¡ 51 24| volvió de Archena D. Manuel Pez, contento de lo bien que 52 24| conversación muy prolongada, Pez se iba a la Saleta o a Embajadores, 53 24| pureza intachable, porque Pez se agigantaba más cada día 54 24| atmósfera de una nómina. Si Pez no hubiera sido empleado, 55 25| ninguna forma. Venía a ser Pez, en buena ley, el desagraviador 56 25| apoyado en el brazo de Pez, y dio un par de vueltas; 57 25| tardes salía. El señor de Pez la acompañaba. Un día que 58 25| los piropos que le echó Pez sería convertir este libro 59 25| Todo esto lo aprobaba Pez con frase no ya decidida 60 25| historias...». Tan caballero era Pez y tan noble, que después 61 27| La entrada del Sr. de Pez cortó la serie de observaciones 62 27| Tula, y rara vez faltaba Pez al chocolate de las seis 63 27| hallándose presente el Sr. de Pez, ningún otromortal podía 64 27| Últimamente se destacaba la voz de Pez, de un tono íntimamente 65 27| estaban en mantillas. Tenía Pez un ideal que acariciaba 66 27| esto no podía realizarse, Pez se recogía en su espíritu 67 27| que iba cundiendo... ¡Oh!, Pez se conceptuaba dichoso con 68 28| como si hicieran tiempo, Pez, Rosalía y la hermana del 69 28| será un hombre» - indicó Pez besándole, y besando también 70 28| allí pasaron a su casa. Pez dio un suspiro. Rosalía 71 28| bonita. ~«Porque usted - dijo Pez volviendo a su tema quejumbrón - 72 28| savia del ser...». Tiraba Pez hacia lo poético y filosófico, 73 28| apresuradamente Rosalía y Pez, poseídos de gozo por tan 74 28| veo... A usted, querido Pez, le encuentro más joven... 75 28| dijo en voz alta: «Sr. de Pez... ¿No está?». ~«No está» - 76 28| A dicha hora despidiose Pez, y Rosalía, trocando su 77 28| aquel charla que te charlade Pez y Serafinita, habíanle puesto 78 28| con paciencia todo lo que Pez nos quiera contar, porque... 79 29| evitar esto... el señor de Pez, su ideal... ¡Oh, ./. qué 80 29| cualquier ahogo, acudiría Pez a auxiliarla con aquella 81 29| de aquel vino sabiendo a pez y aquellas chuletas sabiendo 82 29| la tarde, el inteligente Pez, hablando con Rosalía del 83 30| cual no parecía probable. ~Pez era de los amigos más constantes 84 31| hubiera tocado un hombre como Pez, estaría en posición más 85 31| presentarse delantedel Sr. de Pez con el empaque casero más 86 36| comería en la casa el Sr. de Pez y que este huésped no debía 87 34| Milagros y el señor de Pez también estaban preparando 88 34| Después vino el Sr. de Pez, que era un señor antipático, 89 34| mamá y al propio Sr. de Pez, cuando hablaban en la Saleta, 90 34| impacientes». Después el Sr. de Pez se ponía todo azul y echaba 91 34| Camón, el Palacio, el Sr. de Pez, Milagros, Alfonsito, Vargas, 92 35| presentose inopinadamente Pez. Vestido de verano, con 93 35| amante; quiero decir que si Pez no hubiera puesto aquellas 94 35| Cupido. ~Y aquel día estuvo Pez tan expresivo desde los 95 35| sublevó y se puso en guardia. Pez resultaba ser un muchacho 96 36| singularísimo resultado. Pez no había tenido la habilidad 97 36| enigma de la derrota de Pez. Cuando quiso expugnar la 98 36| en la memoria, calificó Pez aquel carácter vanidoso, 99 36| González Bravo, que en boca de Pez, por especial disposición 100 36| Por Dios, señor de Pez, no hable usted barbaridad 101 36| bicho viviente, hasta que Pez, hastiado, llevó la conversación 102 36| puesto que ocupaba a nuestro Pez, y también él era Pez por 103 36| nuestro Pez, y también él era Pez por el costado materno, 104 36| que allí tropezaremos con Pez, para que nos libre del 105 41| solución conveniente... ¡Si Pez volviera pronto!... ¡Él, 106 41| debo hacer». ~Si el gran Pez volviera pronto la sacaría 107 41| días al menos, hasta que Pez viniera. A pesar de las 108 42| En este tiempo vendría Pez quizás. Trajérale Dios pronto. ~ 109 42| Arenal encontró a Joaquinito Pez, el cual, muy gozoso, le 110 43| Bringas. ¡Y qué bueno estaba Pez! Parecía que se había quitado 111 43| desconsolador. Ella había creído que Pez, desde el primer momento, 112 43| en despecho a medida que Pez agotaba todos los temas 113 43| indicios de su contrariedad. Y Pez, cada vez más frío, con 114 43| 9 la acometió con furia. Pez, leyendo en su cara, le 115 43| esta canalla de hombres?». ~Pez, un poco más tierno, díjole 116 43| decir algo. Iba a probar si Pez era el mismo caballero vivaracho 117 43| Bringas ser más explícita, ni Pez tampoco; únicamente tuvo 118 43| del largo párrafo que él y Pez echaron sobre las cosas 119 44| recibiría lo que esperaba de Pez. Sobre las diez y media 120 47| Bien podía el Sr. de Pez librarla a usted de estas 121 48| ella - , veremos eso». ~Pez continuaba yendo a la casa; 122 49| otras plazas. El señor de Pez, con una crueldad sin ejemplo, ./. 123 50| horas de salir de allí. Pez estaba presente, y hablamos 124 50| le sacaba de quicio que Pez no estuviera tan indignado 125 50| señores». Además, el gran Pez creía que la Unión liberal